Una
nueva etapa multitudinaria, con 10 Nenazas que nos juntamos en la plaza en una fría mañana
de domingo, para una nueva etapa. Alguno le confundió la noche y algún que otro
cagao, se amilanó por el frío anunciado. No fue para tanto, hemos salido en
días mucho peores.
El
consensó nos dirigía hacia Campo Real, donde hace mucho tiempo que no
acudíamos, allá por el verano, creo recordar.
La
salida bordeando el Cerro del Telégrafo, por su parte izquierda, entre los
pinos y lo más rápido posible, sin pausa
y sin tregua. A la altura del Auditorium Miguel Ríos, se nos unía de nuevo José
Luis, que definitivamente al igual que
Casper (Alfonso) se han unido al grupo.
La
bajada siguió adelante para llegar hasta la laguna de El Campillo, rodeándola junto
al rio, para llegar hasta el puente de hierro del tren de Arganda, de nuevo el
campo tiene una estrecha senda que ha resurgido por el paso de peatones y
ciclistas.
Cruzamos
el puente y pasamos bajo él, para dirigirnos hacia el Azud del río Jarama, por
una senda no conocida por parte del pelotón, que despistadamente no sabía ni
por dónde ir. ¿Cuántas veces hay que recorrer los caminos para que recordéis por
donde se va?
De
forma un tanto accidentada llegamos al azud, donde paramos unos instantes para
la foto de pelotón. Igual no habría otra oportunidad mejor de hacerlo.
Azud en el río Jarama y pelotón de la jornada
Fotos: Marqués
Seguimos
río arriba hasta cruzar la carretera que une Arganda del rey con Velilla de San
Antonio, para coger los caminos de los olivares, que pasan por las
instalaciones de entrenamiento de los perros, hasta cruzar la R-III junto al
peaje. Ya lo conoceis.
Pelotón junto a la R-III
Foto: Marqués
Ahí
comienza la subida hacia Campo Real, con unos cuantos repechos donde me dio la
lata en exceso el cambio de la bici. Hay que cambiar pronto. La
subida nos llevó hasta la carretera que une Arganda y Loeches, donde se daban
la vuelta las primeras bajas. Unos con sus razones y otro con otra. Sin
comentarios.
Allí
nos encontramos con un vehículo camuflado de La Guardia Civil, un radar móvil
apostado junto a la carretera en busca de incautos de pedal ligero.
Curiosamente, en el interior del vehículo un solo ocupante, tumbado en el
asiento del copiloto, que abría los ojos cuando sonaba el radar. Sin
comentarios, más que las protestas airadas del Sargento Pegatinas.
Comienza la cuesta pedregosa hacia Campo Real
Foto: Marqués
Continuaba
la subida, con la rampa más dura del recorrido, donde alguno le costó llegar hasta
el lavadero de Campo Real, más que a otros. Poco a poco se cogerá la forma y
ante todo tranquilidad.
En el parque del lavadero nos juntamos todos,
para el platanito, las risas y unas cuantas inmortalizaciones de los miembros
del pelotón en ese curioso lugar.
Imágenes en el lavadero de Campo Real
Fotos: Marqués
A
la hora de la partida, vino la negociación de la mañana. La idea original era
subir hasta el pueblo y bajar como otras tantas veces por el camino del
Botillo. Acordaros de mi muslo accidentado allá por la primavera.
Pues
no, no tocaba ir por allí sino que decidimos ir hacia Loeches , en principio
por el camino de Valdegatos. Una camino recorrido al menos un par de veces en
esa misma dirección y en otra ocasión en sentido contrario.
El
problema fue confiar en mi memoria, pues en el segundo de los cruces erré en la
elección y nos fuimos separando del recorrido pensado y recorriendo caminos
hasta ahora desconocidos por el pelotón. No había problema, en todo momento
sabíamos dónde estábamos y hacia dónde ir, aun no sabiendo por donde hacerlo.
El
camino bordeaba las lomas de Valdegatos por una senda muy bonita, con unas
vistas también curiosas, al menos para los que disfrutamos del paisaje.Pasamos
por una Finca llamada el Romeral y acabamos en una gran casa, a modo de
cortijo, cuyo nombre no conocemos, ni vimos por ningún lado.
Desde
ahí tocaba bajar por una pista asfaltada, con dirección hacia Loeches, pero al
llegar abajo, como delante de nosotros había una cuesta, decidimos girar a la
izquierda entre olivares, para ir en busca de la carretera de Arganda a Loeches
de nuevo.
Cruzamos
la carretera y circulamos por unos caminos que nos dirigían hacia la R-III y el
río Jarama, siempre viendo de fondo los cortados del río y en muchos momentos
Madrid y las 4 torres.
El
camino llegaba a un olivar, donde parecía desaparecer, aunque tomé el mando y
siguiendo el camino casi perdido enlazamos con un camino en mejor estado
después de cruzar una valla por donde más de uno ha debido pasar antes, nos
costó muy poco pasar por ella.
Cruzando una valla
Foto: Marqués
El
camino nos llevó hasta la R-III, para cruzarla sobre el puente usado cuando
bajamos de Loeches, donde ya pisábamos terreno conocido. Más de uno debió respirar
mejor cuando ya sabía cómo llegar hasta casa.
Bajamos
hasta el río, seguimos hasta Velilla de San Antonio. Ahí vino la segunda
negociación de la mañana. Parte del pelotón quería ir directo hacia los Viveros
Don Pedro, pero convencí a todos para seguir junto al río, por la senda del
Jabalí. ¡Qué bonito está ese camino en esta época!
Ahí
el pelotón se separó, quedándonos una parte por detrás, entre foto y foto, para
aprovechar y hacer algún descansito.
Rulo en el río Jarama
Foto: Marqués
El Cristo de Rivas, con Rulo, José Luis y Marqués
Fotos: Marqués y Rulo
Algunos
tramos estaban totalmente descojonados por el hoceo de los jabalíes, y en otros
el barrillo convertía el firme en una pista de patinaje. Así llegamos hasta el
puente metálico situado junto al restaurante de las costillas asadas, por el
cual cruzamos el río.
Una
vez en la carretera, solo quedaba el escollo final, la subida del Cristo de
Rivas. Conocido por casi todo el pelotón salvo las dos últimas incorporaciones,
Casper y José Luis. Una
subida empinada, pero más corta que la del pueblo. Si te la tomas con
paciencia, estás arriba en un periquete.
El
final y tras unos 50 kilómetros, más o menos, en el Camelot, para las risas y
comentarios de final de etapa.
Etapa de la jornada
Imagen de Google Earth
Allí
nos esperaban dos rajaos de la jornada, GPS vestido de ciclista y con la bici
de Mari Cruz, que salió a darse una vueltilla a la manzana y Avispa, que montado en una bici de paseo y con ropa de domingo, no pudo resistirse a las
cerecitas finales.
GPS y Avispa en el Camelot
Fotos: Marqués
Nos
vemos en la cena del viernes, aunque creo que alguno podrá salir el jueves, que
es fiesta, al menos para la gran mayoría.