Algo parece que cambia en el ambiente, es para no creérselo. Las
previsiones de asistencia a la etapa superaba con creces las expectativas, visto
lo ocurrido en las últimas semanas. La gente se va incorporando y eso se nota, además
del ánimo del personal que parece que sube poco a poco.
A la cita den una dominical acudimos 8 Nenazas, al que se
unió poco después una nueva incorporación al grupo, David colega de paddel
de Elevator que repite en una de nuestras rutas, esperemos se mantenga.
La hora de salida eran las 8:30 h., a las que puntualmente
acudimos todos, no hubo que esperar a nadie más de la cuenta.
Había dudas en el recorrido a realizar, pero el personal
está bajo de forma y a falta de los gallos del pelotón, el Profe eligió ruta,
al Cerro de los Ángeles.
La salida por la pista que rodea al Cerro del Telégrafo entre
los pinos, donde Locomotoro con dos compañeros hacia unas carreritas. No
aprenderás Javi, correr es de cobardes, mejor encima de la bici que a
pedalillo, pero cada uno ……
Bajamos hacia el pueblo, recogiendo a David en los
alrededores del auditórium Miguel Ríos y sin pausa hacia el pueblo, que había
que cruzar la A-III para encaminarnos hacia los edificios de la Escuela de
Protección Civil por la pista asfaltada que recorre la ribera del río
Manzanares aguas arriba.
El siguiente paso adentrarnos en la senda de los charcos,
ese camino que discurre en paralelo al antiguo Canal del Manzanares y que
parece horrorizar a algunos disgustados tener que bajarse de la bici en algunas
ocasiones. Ahora en verano una o ninguna para los más intrépidos.
Por ahí nos fuimos, cruzando el arroyo de Valdemingómez montaditos
sobre la bici. Primer punto cruzado sin problemas. Más adelante el segundo
punto, que en verano se seca casi completamente, salvo un charquito pequeño
persistente, donde no hubo problemas, ni debía haberlos.
El tercer punto es el más problemático, es un arroyo que no
se seca en ningún periodo del año y que además mantiene unas zonas muy
embarradas, aunque mucho menos que en otros momentos. Allí el Gavilán, ojo
avizor, avisaba: “Hay un bicho muy grande por ahí corriendo”. Pues nada que me
bajé de la bici y miré donde se movían las hierbas para dar con el susodicho
animal. Un precioso Sapo común huía como despavorido de nuestra presencia, el
cual fue fotografiado y liberado sin daño. Como debe ser.
Poco más adelante llegamos a la Cañada Real Galiana, donde se gira a la izquierda para
pasar junto a la Depuradora Sur, la finca de la Torrecilla de Iván Crispín y el
vallado con vacas lecheras tras cruzar el río Manzanares. Después cruzar la
carretera M-301 y encaminarnos hacia nuestro destino.
Parece mentira pero en el primero de los cruces la mayor
parte del pelotón siguió recto por enésima vez, sin recordar el camino
correcto. Esas memorias, compañeros. Mientras esperábamos su vuelta, Rulo, el Sargento
y yo, pudimos disfrutar del precioso vuelo de un ave muy extraña y particular,
el Chotacabras cuellirrojo. Bueno o eso creo porque yo lo vi muy bien pero mis
dos compañeros de observación no sé si lo vieron bien. Ya me contaréis si visteis esto o no.
Seguimos adelante para zigzaguear junto a carreteras,
túneles y puentes, para cruzar la M-50, la línea del AVE y todo tipo de vías de
circulación motorizada. Y así llegamos hasta la carretera que une la pedanía
getafense de Perales del Río con el Cerro de los Ángeles y la A-IV, para después
adentrarnos en los pinares de este Cerro.
El Cerro de los Ángeles es un cerro testigo
situado en el término municipal de Getafe. Su fama
reside en que ha sido tradicionalmente considerado como el centro geográfico de
la península ibérica, aunque no existe consenso
científico sobre el lugar exacto y el método de cálculo a considerar para
determinar dónde está dicho centro.
Sobre la explanada situada en la cima del cerro se
encuentran la Ermita de Nuestra Señora de los Ángeles, del siglo XIV,
y el Monumento al Sagrado Corazón, construido en 1919 inaugurado por el
rey Alfonso XIII.
Corre que te corre y despistando al personal recorrimos el
pinar de repoblación de pinos carrascos que rodea a esta zona religiosa. La mayor
parte del grupo eligió la carretera como forma de acceso a la cima, salvo
Gavilán y Calzas que escogieron una pista de tierra que iba directa hacia
arriba, pero tuvieron que salir a los aparcamientos atravesando la zona de los
aseos. Mala elección.
Esta vez decidimos hacer la parada del platanito en un lugar
diferente al habitual, en vez de pararnos en el aparcamiento situado frente a
la iglesia, subimos más arriba para hacerlo en la zona más alta y desconocida
hasta la fecha.
Marqués y Profe
Fotos: Profe y Marqués
Allí estuvimos como siempre repostando alimentos, bebida e
incluso, como no, unas risas entre bromas del
personal. El humor que no falte nunca.
Pero parecía que había prisas en el pelotón, pues
rápidamente se inició el regreso. Sin pausa y sin tregua deshicimos el camino
andado hasta llegar a la M-301, y al poco de cruzarla hubo desbandada. Ante las
protestas de la ida el camino elegido para la vuelta era la pista que discurre
junto a la finca de La Aldehuela, esa pista que tanto me disgusta por su
bacheado constante.
Pues nada que los que iban por delante desatendieron las
llamadas de los de detrás, con los que algunos nos quedamos rezagados y
despistados, incluso el Sargento tuvo que volverse un tramo de camino recorrido.
Parece que los de delante decidieron volver por la senda de los charcos y sin
esperar a los de detrás salieron disparados hacia Rivas. Yo me creí que no
habían tomado esa ruta y entendía que habrían ido por otro lado para salir a la
pista de La Aldehuela y llegarían más tarde hasta la zona de Protección Civil.
El Sargento se fue para delante, y por detrás quedamos Rulo
y yo. Me entretuve un tanto por el camino con cosas varias, ya me conocéis. El
caso fue que cuando pudimos hablar por móvil con Josemari, vi que estábamos muy
retrasados y a una distancia imposible de recuperar. Parece que la subida por
el pueblo fue caótica, prácticamente cada uno por su lado, un desastre.
El caso fue que a la cita de las cerecitas en el ZOCO solo
acudimos Josemarí, el Sargento y yo mismo. Era muy pronto cuando llegamos,
antes de las 12 h. y con 54 km recorridos concluyó una etapa con un final de
desastre, con la mayoría en su casa sin el disfrute final que se merece toda
etapa de los Nenazas.
En fin, otra vez será.