Decían las malas lenguas que el domingo anterior
Avispa había lanzado un reto a GPS, ir de nuevo y tras mucho tiempo a Chinchón.
No sabemos si será verdad o fue un invento, pero esta etapa mítica entre las
míticas era la que estaba destinada para esta ocasión.
Parece que cundió el ánimo
en el pelotón y este domingo se congregó un interesante grupo a la hora de la
cita matutina. Así 7 de los más elegidos Nenazas estábamos como clavos
dispuestos a sufrir y disfrutar de esta dura etapa.
La salida un tanto caótica,
con una parte del pelotón por un lado y la otra por el otro. Los de delante se
fueron por la senda que rodea el Cerro del Telégrafo, hacía mucho tiempo que no
se salía por ahí. El trío retrasado no se enteró de la operación o no quiso
enterarse y salió por la pista que rodea a este cerro por la izquierda. Un
inicio así, ¿pa qué?
Una vez todos juntos bajamos sin pausa por las calles habituales hasta la laguna de El Campillo,
calentando las piernas.
Esta vez la etapa estaba
pensada para hacerla a la inversa de las otras ocasiones en las que fuimos a
este insigne municipio por lo que tocaba ir en aproximación lo más recto
posible y sin perder el rumbo.
La subida hacia la cementera
de Morata ya os la podéis imaginar, por el Vaáamono. La subida fue dura, pues
se hizo de forma trepidante y a todas prisas. Alguno ya empezamos a notarlo al
llegar hasta la Vía Verde junto al puente metálico.
Llegamos con la lengua
fuera, al menos una parte de nosotros, porque alguno ya sabéis que piden algo
más y otros no estamos para mucho. C’est la vie.
Una vez junto a la Vía Verde
nos fuimos por la pista de cemento que recorre las zonas urbanizadas y que por
un camino rodea la cementera hasta llegar al Restaurante El Alto, el de los
conejos.
Una vez allí y tras recorrer
un pequeño tramo de la carretera M-311, giramos a la derecha para entrar en la
vía pecuaria que baja hasta Titulcia.
Esta vía pecuaria ya la conocéis
casi todos. Es un camino estrecho entre olivos al principio pero después de andurrear un rato y tras
cruzar otra carretera, se convierte en una pista ancha muy bacheada que nos
lleva hacia nuestro destino.
Poco antes de llegar a la
zona de descanso de la urbanización Valgrande, Gavilán da por finalizada su
etapa. Lleva varios meses sin darle a los pedales y cumple su cupo de
kilómetros para volverse hacia casa en un recorrido que le sumaría la distancia
de 53 kilómetros, que no es poco. Así os podréis imaginar lo que todavía nos
quedaba al resto.
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
No paramos ni un instante,
el tiempo apremiaba y nos quedaba mucho por delante. Así que a bajar hacia la
carretera para llegar a nuestro destino cuanto antes.
GPS se nos fue por delante y
el grupo mal asesorado por un despistado, eligió un camino equivocado que
atravesaba un casoplón de la urbanización. Testigo fue un trabajador de la
finca que dejó constancia del hecho cuando pasaba el grupo por su lado. Un despiste
lo tiene cualquiera, aunque al final llegamos a la carretera donde volvimos a
juntarnos con el escapado.
Tras pedalear por el camino
que nos lleva al puente que cruza el río Tajuña, el que pasa junto a la laguna
de San Galindo, también conocida como laguna de la Espadaña, comenzamos la
subida hacia Chinchón.
Esta subida era la primera
vez que se hacía, aunque en sentido contrario no lo era, ya la bajamos en dos o
tres ocasiones. En el inicio GPS intentó hacernos la jugada y hacer unos
quiebros por las lomas cercanas. No lo consiguió y seguimos hacia delante por
las primeras empinadas rampas camino de Chinchón.
Hubo una pequeña criba, con
miembros del pelotón descolgados por el esfuerzo. Hice una breve parada porque
descubrí una pequeña fuente con manantial y eso había que inmortalizarlo, agua
en una páramo de yeso!!!!!
Fuente en la subida
Foto: Marqués
El Hombre Volador que iba muy
cerca de mi siguió adelante, pero GPS que venía por detrás espero a que hiciera
la foto.
Cuestas hacia Chinchón
Video por Josemari
Una vez de nuevo en marcha
me propuso una subida diferente por un camino menos transitado y que en
principio tenía rampas menos duras que el otro camino. Así fue como nos
separamos del grupo.
El camino me gustó mucho, y
aunque GPS recordaba haberlo recorrido de bajada en alguna ocasión, al menos
para mí era totalmente nuevo. La verdad es que me gustó mucho y creo que se
hace más cómodo para la subida. Su nombre arroyo de las Cárcavas.
Subiendo por el arroyo de las Cárcavas
Foto: Marqués
Una vez en el camino
correcto, el pelotón estaba totalmente descolocado. Avispa por delante por el
camino correcto, el Hombre Volador que ya venía por detrás y un par de
despistados Jokin y Rulo que había elegido mal camino, tuvieron que ser avisado
para darse la vuelta y tomar la dirección apropiada.
Una vez juntos continuamos
la subida, nos quedaban aun unas cuantas rampas duras, sobre todo una de ellas
que nos hizo estirarnos y llegar en goteo hasta arriba.
El cuestorrón a Chinchón
Fotos: Jokin y Marqués
Allí estaba Jokin para
recordarnos que no hay ruta dura sino esfuerzo bien recompensado.
Nos quedaba ya poco para
llegar a Chinchón, eso sí, por la parte baja del pueblo por lo que tocaba subir
por sus calles.
Subiendo las calles de Chinchón
Video por Josemari
Yo hice una breve parada en
una fuente con abrevadero incluido, el agua estaba riquísima y venía muy bien para
refrescarme en una mañana primaveral. Es la plaza de San Roque.
Fuente en Chinchón
Fotos: Marqués
El resto del grupo había
parado en una tienda a comprar ricas viandas, bebidas isotónicas y algún dulce
típico del pueblo que luego degustaríamos en la plaza de Chinchón.
Plaza de Chinchón
Foto: Marqués
Ni que decir tiene que el
día acompañaba muchísimo para esta gran etapa, un tiempo espectacularmente
buena nos hacia disfruta de una mañana plena de ciclismo y buena compañía.
En la plaza de Chinchón
Fotos: Josemari y Marqués
Nos hicimos muchas fotos,
unas mejores que otras y dejamos constancia de que los Nenazas de Rivas habían
vuelto a Chinchón. Casí ná.
Había que hacer el retorno,
por lo que quedaba seguir subiendo hasta la parte más alta del pueblo para
dirigirnos hacia la carretera de Valdelaguna. Serpenteando por las calles iba
el pelotón Nenaza en busca de nuestro camino.
Tras circular por esta
carretera un par de kilómetros, nos salimos a la izquierda por la senda que nos
iba a llevar hasta el río Tajuña en las cercanías de Perales de Tajuña.
Esta parte del recorrido es
parte de la Senda del Páramo a la Vega, que estaba preciosa. Un
recorrido de unos 12 kilómetros cuesta abajo, rodeados en todo momento de
almendros en flor que hacían el disfrute de los que pasábamos por ella.
Senda del Páramo a la Vega
Foto: Marqués
Allí el pelotón volvió a
separarse en varios grupos, unos por delante, otros por el medio y otros por
detrás. Rulo y yo, más precavidos y deseosos de disfrutar de la mañana lo
hicimos más tranquilos, incluso con alguna parada para inmortalizar la jornada.
¡Qué bonitos almendros en flor!
Fotos: Marqués
Por delante no sé bien lo
que ocurrió, pero el caso es que acabamos cada uno por un lado e incluso a
alguno no le volveríamos a ver hasta llegar a Rivas.
Molino en el río Tajuña
Foto: Marqués
Los despistados hicieron una
parte de recorrido hacia Perales de Tajuña, teniendo que cruzar el río por un
puente y coger la Vía Verde en dirección a Morata. Solo GPS tomó la dirección
correcta y ya no lo volvimos a ver aunque mantuvimos contacto telefónico.
Los retrasados también hicimos
un camino diferente, siempre buscando el trazado más corto y menos sinuoso, hasta
que al llegar a Morata llamamos a los de delante que nos esperaron en el
helipuerto de Morata.
Sin pausa y sin ni siquiera
parar un instante al llegar al helipuerto, me hicieron subir por la empinada
cuesta semiasfaltada que sale a la derecha. Es muy conocida por una
impresionante caída que dio nombre al Hombre Volador, que hizo su primer vuelo
en una muy lejana jornada. Los más veteranos de estas lides recordaréis ese
ingrato día.
La subida horriblemente
dura, las malas memorias recordaban rampas suaves donde la inclinación era
demasiada para unas piernas ya muy cansadas. Tras girar la cantera de Morata de
aquí para allá, logramos encontrar el norte cuando al fin llegamos a lo alto de
la senda del Tractor, ya muy cerca del camino del Piolín.
Nos quedaba por delante
todavía bastante, aunque esa zona ya la conocéis todos. Así que dándole a los
pedales sin descanso llegamos y nos juntamos por última vez en los alto del
Vaáamono.
La bajada a tumba abierta,
Jokin se despidió del grupo porque tenía prisa y los demás en grupo bajamos
hasta la carretera de Chinchón para alcanzar la laguna de El Campillo con las
fuerzas todavía más mermadas. ¡Qué duro!
Solo nos quedaban los 7
kilómetros de rigor, los de la subida por las calles del pueblo hasta casa. Ni
os cuento los sufrimientos del pelotón en las últimas rampas de la avenida de
Pilar Miró hasta llegar al parque del Cerro. Sangre, sudor y lágrimas.
Llegamos al Chapu 5 horas
después de la hora de la partida con unos 80 kilómetros en nuestras piernas,
unos un poco más otros un poco menos, según las rutas y los despistes de cada
uno.
Ruta y perfil de la etapa
En Wikiloc por Avispa
Allí estaba GPS, que había
tenido una pequeña ayudita en la parte final de la etapa para subir desde el
pueblo motorizado dentro de su vehículo, transportado por su santa. Eso no vale
colega.
Las cerecitas sentaron de
maravilla. La jornada como dije antes, memorable y el aspecto meteorológico
perfecto acompañando al pelotón en todo momento.
Felicidades Avispa
Foto: Marqués
En fin, un etapón de los que
quedan en la retina de los que lo sufrimos y disfrutamos a la vez.
Saludos Nenazas.