25 de diciembre de 2012, el penúltimo vuelo del Hombre Volador

Crónica tipo corresponsal de guerra, de Avispa:
 
Salimos Josemari y yo a las 10:15 h, tras la convocatoria dia anterior. Sin destino decidido.
 
Sobre la marcha acuerdo para llegar a Campo Real y un encuentro con el Holandés, de vuelta de su vuelta, increíble lo de este tío.

 
Josemari y Avispa antes de subir hacia Campo Real
Fotos: Avispa y Josemari

Buen ritmo subiendo por la cuesta de las piedras y llegada a Campo Real donde hubo rancho de platanito, bueno Josemari no recuerdo que tomó pero no llevaba platanito.
 
En lo alto, junto a Campo Real
Fotos: Avispa y Josemari

 
Bajada por la cuesta.... se me acaba de ocurrir un nombre sobre la marcha "La ladera de las caídas" donde ya fueron victimas Rulo, Antonio, Marqués y ahora el Hombre Volador.

 
A poco de comenzar la bajada, y superado por un kamikaze, pego un frenazo que evita que me incluyan en entre las victimas del lugar, cuando levanto la cabeza para ver el camino, a lo lejos veo algo que intenta levantar el vuelo sin conseguirlo.


Me pregunto, ¿un pajaro?, ¿un avion?, cuando llego veo a Josemari diciendo;" joder que ostia mas tonta, me cago en la puta". Un primer vistazo para evaluar daños y como pudo se sube en la bici y p'alante.

 
Llegamos a la carretera más menos bien y le propongo coger la carretera (camino mas suave) para ir hasta la Poveda, de allí lagunas y para casa.

 
Ya en las lagunas, Josemari con mal semblante me informa que no va a poder seguir, entonces le insto a intentar llegar al parking y allí pedir ayuda, el como un bravo dice que "adelante".

 
Llegada al parking, donde llamamos a Marqués, de se dispone a bajar con el coche, pocos minutos despues aparece con su TT, nos recoje y a casa.

 
Poco mas, ya que ni Camelot ni ostias y buen susto dió el Josemarikaze.

 

23 de diciembre de 2012, al Ecce Homo en Alcalá de Henares

Nos juntábamos de nuevo en la mañana del domingo a las 9 de la mañana, dispuestos a realizar una de las últimas etapas del año, como es de rigor y con una temperatura más lógica de un otoño  que de un presunto frío diciembre. ¿Cosas del cambio climático?

 
No había ruta prevista, malo, porque como al final ocurrió, la mente retorcida de nuestro guía nos llevaba en dirección a la eternidad, con una etapa solo realizada una vez y solo por una pequeña porción del pelotón, al Ecce Homo en Alcalá de Henares.

Partíamos 11 Nenazas  por el Cristo de Rivas hacia abajo, a una velocidad sin reparos. Incluso alguno debió volar porque he oído aunque no está confirmado que sobrepasaron los 50 km/h. Aunque como yo dije siempre, correr es de cobardes.

 
Nos juntábamos todos en el Golden Gate de San Fernando, ese puentecito peatonal que nos permite pasar a la otra orilla del río Jarama. Ahí cambiamos la ruta habitual, pues en vez de cruzar bajo la M-50, giramos a la izquierda y recorrimos un buen trecho entre dicha carretera y el rio Jarama, según cuentan ya se hizo en una ocasión, yo no estaba.

Cruzamos la M-50 bajo un túnel para adentrarnos en los caminos que rodean la Finca del Caserío del Henares, pasando junto a los depósitos de combustible y gas ya en término de Torrejón de Ardoz. Poco antes de llegar al Palacio de Aldovea, un vallado con una puerta metálica nos obligaba a cambiar el recorrido hacia la izquierda para entrar en el barrio del Castillo, también de la localidad de Torrejón.


Esta vez, de nuevo cambiamos de ruta, y en lugar de circular por la carretera anexa al Parque Europa, tomamos un camino hacia la vega del río Henares que enlaza pasado el cementerio con la ruta habitual. Solo nos quedaba recorrer la senda del Corzo, ese camino junto a este rio, donde en una ocasión nos cruzamos con 3 ejemplares de este pequeño cérvido. Recordar que algunos ni los vieron.
 
Vega del río Henares
Foto: Marqués

La nueva reunión en el puente de las barandillas retorcidas, que cruza a la otra orilla del Henares. Donde hicimos una breve parada para hacernos la foto de grupo.
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

Deprisa, deprisa, que nos quedaba mucho por delante
Foto: Marqués

La siguiente parte de la etapa la conocéis bien casi todos, pues es la que nos lleva hasta la base del Cerro del Viso. Pero en vez de iniciar la terrible ascensión a este monte, seguimos rio arriba hacia el puente del Zulema, en la localidad complutense de Alcalá de Henares.

Una vez allí, hubo un conato de iniciar la vuelta por una pequeña parte del pelotón, conato que fue cortado de golpe por GPS indignado por no haberlo avisado antes. A tomar por culo, el pelotón siguió al completo adelante muy a pesar de algunos.


Poco después y al abandonar la carretera que sube al Gururgú, entrábamos en el Parque del Ecce Homo, parte nueva para la mayor cantidad de miembros del pelotón. Si no recuerdo mal solo realizaron esta etapa GPS, el Holandés y Josemari.  


Los caminos de subida al Ecce Homo son anchos, de buen firme y de no mucha inclinación, la mayoría, aunque hay algunos repechos fuertes de narices. En las primeras cuestas, me despisté y tuve que recurrir al móvil. Nadie contestaba, pero al fin relocalicé al grupo con la ayuda de GPS.

 
Desde un punto de la subida al Ecce Homo
Fotos: Marqués

Subiendo hubo unas cuantas pérdidas, hay tantos caminos que es difícil elegir el correcto, incluso Locomotoro no llegó a contactar con el resto y se incorporó de nuevo a la bajada.

Junto a la base del Ecce Homo, a menos de 500 metros y bajo los pinos, nos juntamos de nuevo casi todos, ya he comentado quien faltaba. Alguno intentó hacer cima, pero la senda es tan empinada, pedregosa y angosta, que se dieron la vuelta sin llegar hasta lo más alto, ganas no faltaron, fuerzas sí.

 
Pelotón junto al Ecce Homo
Foto: Marqués

 
Tras una foto de rigor, iniciamos la vuelta, desandando el camino andado previamente para bajar en busca del perdido. Una vez todos juntos, seguimos hacia abajo a todas prisas.

Muy deprisa debía ir alguno, pues en una de las curvas, no se sabe por mirar a que o a quien, el Sargento Pegatinas rodó por los suelos, entre risas del resto. A alguno se le echó la culpa, pero el caso es que Aure con unos escasos raspones y suciedad en su maillot, no sufría mucho por el exceso de vista.

 
El Sargento besó el suelo
Foto: Marqués

Poco más adelante empezaba la que nos dijeron que era lo más divertido, una estrecha senda en un barranco, precioso eso sí, que zigzagueaba entre piedras, troncos, raíces y zanjas para bajar hasta la zona más baja del parque.
 
Jokin y Marqués en la bajada por el barranco
Fotos: Marqués

A la llegada a la carretera que sube al Gurugú, me separé del grupo, y ya no volvería a contactar con los de delante. Quedaban unos 25 kilómetros por delante, por un recorrido de bajadas y subidas, desandando de nuevo lo andado para volver hacia Rivas.

En todo momento seguí el mismo camino que había hecho a la ida, a trote cochinero, sin prisa pero sin apenas pausa. Por delante debía ir el resto del pelotón y por ello me despreocupé de mantener un ritmo rápido.


Tras salir de San Fernando de Henares, al cruzar el Golden Gate y llegar a la carretera, solo me quedaba la subida del Cristo de Rivas por delante. Creía que era la cola del pelotón, pero sorprendentemente al parar a mirar uno de los guasap que mandaba el Avispa junto al bar de La Rosa, oí como  unas voces me llamaban y vi como se acercaban a mi Elevator y Milyxa. Debí adelantarles en algún momento del recorrido cuando ellos tomaron el camino habitual en vez del nuevo una vez pasado el Caserío del Henares, o eso pienso.


Los tres juntos realizamos las últimas rampas para llegar a la avenida de las Provincias, con unos 70 kilómetros en nuestras piernas y una sonrisa en nuestras caras. Habíamos llegado al final.

En el Camelot nos juntamos con el resto del grupo, para tomarnos unas cerecitas a la salud de todos, echarnos unas risas y comentar las diversas cosas de la etapa. El cansancio era la nota dominante de nuestras palabras, pero allí estábamos para disfrutarlo.

 
Casper
Foto: Holandés

16 de diciembre de 2012, al Cerro de los Ángeles repitiendo una etapa histórica

Había llovido algo durante el fin de semana, aunque no era para tanto y en el grupo cundía el pánico ante encontrarnos los caminos llenos del pastoso y viscoso elemento que tanto le gusta al Sargento Pegatinas, para rebozarse cual jabalí.

Amanecía con una temperatura suave y no muy lógica para estas alturas del año en la que andamos. Por ello, y por alguna razón más, el pelotón se vio notablemente reducido pues a esta cita dominical solo acudieron 6 de los más incansables ruteros.
Tras unas cortas negociaciones en pro de elegir la ruta más adecuada, dieron como resultado la etapa del Cerro de los Ángeles, una etapa casi olvidada que no repetimos desde hace muchas fecha. No Rafa, esta vez no pasamos por Morata.
La bajada tradicional por las calles de nuestra localidad hasta llegar al Metro del pueblo y cruzar bajo la carretera de Valencia para encaminarnos hacia el edificio de las Escuelas de Protección Civil.
Para no ir y volver por el mismo camino, elegimos como camino de ida la ruta de los charcos, ese bonito camino que tanto le apasiona a nuestro compañero Avispa. Tan solo por bajarse de la bici en dos sitios y cruzar a pie, que escrupulosos.

 Volaban por la zona numerosas aves, cigüeñas, gaviotas y milanos. Como le dije a Jokin, los milanos que hay ahora no son los mismos que en verano, estos vienen del norte y son Milanos reales y los del verano son milanos negros que se van a pasar el invierno en el África. Curiosidades ornitológicas.
Milano real a la izquierda y milano negro a la derecha
Foto: Marqués

La siguiente reunión al llegar a la Cañada Real, aunque no duró mucho por lo que pudiera pasar y seguimos hasta un poco más adelante para hacernos unas instantáneas del pelotón. La parada junto a una explotación de vacas frente a la finca de La Torrecilla de Iván Crispín, término municipal de Getafe. Muy majas las moruchas.
El pelotón junto a las moruchas
Fotos: Holandés

El olorcillo espantaba a alguno, no diremos nombres, así que partimos lo más rápido posible en busca de nuestro destino final. Cruzamos la M-301 y camino adelante nos acercábamos hacia el cerro.
Tras cruzar la M-50 y la línea del AVE, llegamos a la carretera que une la pedanía de Perales del Rio con el Cerro de los Ángeles y desde allí solo quedaba la última subida hasta la gran explanada de este enclave tan sagrado para algunos.
En el Cerro de los Ángeles
Fotos: Sargento Pegatinas

Allí estuvimos un ratillo, reponiendo fuerzas y sobre todo de risas, y para hacernos las últimas instantáneas de la jornada. Para el Sargento y para Clavi, una etapa nueva en su curriculum.
La vuelta rápida muy rápida, con una bajada por los pinares del cerro. Nada más llegar a la M-301, nos encontramos con un escollo, la carretera estaba cortada momentáneamente por la policía municiapl de Getafe. Una procesión con una virgen y costaleros, pasaba en esos momentos por ese lugar y hubo que esperar unos minutos a que despejaran el cruce. La vuelta a casa por el otro lado del rio, esta vez por la pista ancha y bacheada, que cosa más monótona y anodina, sigue sin gustarme nada.
Nos juntamos por última vez en la barrera de Casa Eulogio, donde tras una breve parada del pelotón, solo nos quedaba la pista asfaltada que nos lleva hasta el pueblo de Rivas.

Ya en las calles el pelotón se separó en dos, con 4 valientes que hicieron la vuelta subiendo los cortados hasta el mirador, con giro a la izquierda y bajada al Miguel Ríos y los otros 2 que subimos directamente por las calles con una ruta coincidente al final.
Nos juntamos todos llegando prácticamente a la vez al Camelot, nos adelantaron en las últimas calles al quedarnos hablando con Elevator que daba un paseíto con su hijo a buscar el pan y unos dulces.

La etapa finalizó tras unos 52 kilómetros recorridos, en este bar que cada vez sorprende más, de nuevo no había cerveza en los barriles y tocaba de nuevo tomar unos tercios de dorado líquido de cebada.
Nos vemos cuando queráis, NENAZAS. Eso si no se acaba el mundo el viernes 21 de diciembre, malditos Mayas!!!!.

9 de diciembre de 2012, por fin una auténtica Nenaza

Una semana muy completita, con una jornada de calentamiento el jueves por una parte del pelotón, donde sin despeinarse se hicieron 51 km del ala, ya sabéis.

Lo mejor vino el viernes por la noche, tocaba la cena de prenavidad de los Nenazas, al que acudimos 12 de nosotros, en primera convocatoria y Rulo que se acercó antes de entrar a currar para tomarse una cerecita previa. Echamos de menos a los que no pudieron asistir, otra vez será. Fotos al privi.
La cena
Foto: El camarero

La jornada del domingo se preveía algo fresca, aunque eso no nos ha detenido nunca, bueno a algunos sí.  Por eso, a la cita acudimos los incombustibles de siempre, esta vez acompañados por una fémina, Milyxa, la pareja de nuestro antiguo vecino Javier Acero. La primera Nenaza de verdad había acudido a una etapa para compartir con nosotros  aventuras y desventuras por los caminos del Sureste.

Eran las 9 de la mañana, ya tenía mi bici arreglada aunque con algunas dificultades, pero a pesar de ellas, empezaba una nueva etapa. Lo peor era no saber dónde ir, GPS no tenía preparada ninguna de sus gloriosas rutas y tras negociaciones se decidió hacer los cortados de la Warner, adornados con una visita a los alrededores del vertedero de Pinto. GPS no conocía esa zona y así podrá abrir nuevos caminos por explorar.

La salida por la senda que rodea el Cerro del Telégrafo por la zona derecha, para alcanzar así la avd. Pilar Miró, el Auditorium Miguel Ríos y el pueblo. Cruzamos bajo la N-III y caminito de las Escuelas de Protección Civil, sin prisa pero sin pausa.

El camino hasta el desprendimiento lo conocéis todos y no hay mucho que contar de lo ocurrido, salvo la gran cantidad de gente con la que nos cruzamos hasta llegar hasta él. Allí foto de pelotón y a seguir.
GPS junto al desprendimiento
Foto: Holandés

Pelotón en el desprendimiento
Foto: Marqués

Hacia delante nos quedaba la pista asfaltada del canal, donde cada uno a su ritmo pero sin descanso, pedaleaba a su ritmo. Mientras, el Holandés se entretenía  grabando unas tomas de los Nenazas sobre la bici.


Videos: Holandés

Llegamos hasta la carretera de Perales del Río a San Martín de la Vega, M-301, donde hubo un conato de parada del platanito, pronto desmontada para seguir adelante y hacerla en un lugar más agradable y acorde con la ruta.

Miembros del pelotón junto a la carretera M-301
Fotos: Josemari

Marqués llegando a la Warner
Video: Josemari

Como en otras ocasiones cruzamos dicha carretera, el carril bici que va en paralelo a ella y entrar en el Monte de Gózquez, tramo desconocido por nuestro guía habitual aunque ya realizado en algunas ocasiones por parte del pelotón.
Plano del recorrido por Gozquez de Arriba
Imagen Google Earth

Circulando por Gozquéz de Arriba
Video: Josemari

La pista va rodeando el monte, con los pinos por la derecha y zonas arboladas o campos de cultivo a la izquierda.  Ahí a mitad de recorrido, Jokin paró, tocaba la parada del platanito y otras cosas varias, incluido el repostaje.

Poco después, seguimos rodeando el pinar, para pasar junto al vertedero de Pinto y hacer la única cuesta empinada de la etapa, corta pero intensa. Una vez arriba el paisaje es lo mejor, pues mirando hacia Madrid, por detrás del Cerro de los Ángeles destaca toda la gran urbe con la sierra con sus cumbres nevadas al fondo. Bonita imagen tras el repechito.

El camino continúa hacia delante hasta llegar de nuevo a la M-301, justo enfrente de la entrada a La Marañosa. Ahí se gira a la izquierda y hacia Perales del Rio por el carril bici, cuesta abajo.

Nos juntamos de nuevo a la entrada de la pista paralela al río Manzanares, esa que me gusta tanto. Allí nos esperaba Avispa, que había salida a las 10:30 para estirar los músculos. Tras una nueva foto de grupo seguimos adelante, circulando junto a la finca de La Aldehuela, ya término de Getafe.
Pelotón junto al camino de La Aldehuela
Fotos: Marqués

Una pista muy monótona, todavía llena de bachecitos aunque le han debido hacer unos ligeros retoques en verano, que nos lleva hasta Casa Eulogio, donde nos volvimos a reunir junto a la barrera metálica que impide el paso de vehículos.
Pelotón junto a la barrera de Casa Eulogio
Fotos: Holandés y Marqués

Ahí nos esperaba el Sargento Pegatinas, que salió a las 12 para dar una vueltilla, cuando ya calentaba el sol. Todo un reto por el agotamiento causado.
 
Por la pista asfaltada volvimos hasta el pueblo, pero en la cuesta hacia la zona alta me desenganche del pelotón. Poco puedo contar del tramo final del pelotón, pues ni sé por dónde subieron. Eso sí, me contaron que se metieron por el monte hacia los cortados, incluso teniendo que poner pie a tierra en una cuesta demasiado empinada y que los primeros llegaron a la vez que yo a nuestro destino final, el Camelot.

Allí y tras recorrer unos 61 km, nos juntamos a comentar la etapa, a tomar unas cerecitas…. Que puedo contar que no sepáis. Una cerecita de regalo se quedó para la próxima etapa.

De la etapa de Milyxa decir que nos dejó sorprendidos a casi todos. Aguantó sin descolgarse del pelotón en ningún instante,  sin ningún síntoma de cansancio y que la esperamos cuando quiera para recorrer nuevas rutas junto a los Nenazas de Rivas.

2 de diciembre de 2012, a Campo Real y descubriendo nuevas rutas de vuelta

Una nueva etapa multitudinaria, con 10 Nenazas que nos juntamos en la plaza en una fría mañana de domingo, para una nueva etapa. Alguno le confundió la noche y algún que otro cagao, se amilanó por el frío anunciado. No fue para tanto, hemos salido en días mucho peores.

El consensó nos dirigía hacia Campo Real, donde hace mucho tiempo que no acudíamos, allá por el verano, creo recordar.

La salida bordeando el Cerro del Telégrafo, por su parte izquierda, entre los pinos y lo más rápido posible,  sin pausa y sin tregua. A la altura del Auditorium Miguel Ríos, se nos unía de nuevo José Luis, que definitivamente  al igual que Casper (Alfonso) se han unido al grupo.

La bajada siguió adelante para llegar hasta la laguna de El Campillo, rodeándola junto al rio, para llegar hasta el puente de hierro del tren de Arganda, de nuevo el campo tiene una estrecha senda que ha resurgido por el paso de peatones y ciclistas.

Cruzamos el puente y pasamos bajo él, para dirigirnos hacia el Azud del río Jarama, por una senda no conocida por parte del pelotón, que despistadamente no sabía ni por dónde ir. ¿Cuántas veces hay que recorrer los caminos para que recordéis por donde se va?

De forma un tanto accidentada llegamos al azud, donde paramos unos instantes para la foto de pelotón. Igual no habría otra oportunidad mejor de hacerlo.
 
Azud en el río Jarama y pelotón de la jornada
Fotos: Marqués

Seguimos río arriba hasta cruzar la carretera que une Arganda del rey con Velilla de San Antonio, para coger los caminos de los olivares, que pasan por las instalaciones de entrenamiento de los perros, hasta cruzar la R-III junto al peaje. Ya lo conoceis.
 
Pelotón junto a la R-III
Foto: Marqués

Ahí comienza la subida hacia Campo Real, con unos cuantos repechos donde me dio la lata en exceso el cambio de la bici. Hay que cambiar pronto. La subida nos llevó hasta la carretera que une Arganda y Loeches, donde se daban la vuelta las primeras bajas. Unos con sus razones y otro con otra. Sin comentarios.

Allí nos encontramos con un vehículo camuflado de La Guardia Civil, un radar móvil apostado junto a la carretera en busca de incautos de pedal ligero. Curiosamente, en el interior del vehículo un solo ocupante, tumbado en el asiento del copiloto, que abría los ojos cuando sonaba el radar. Sin comentarios, más que las protestas airadas del Sargento Pegatinas.
 
Comienza la cuesta pedregosa hacia Campo Real
Foto: Marqués

Continuaba la subida, con la rampa más dura del recorrido, donde alguno le costó llegar hasta el lavadero de Campo Real, más que a otros. Poco a poco se cogerá la forma y ante todo tranquilidad.

 En el parque del lavadero nos juntamos todos, para el platanito, las risas y unas cuantas inmortalizaciones de los miembros del pelotón en ese curioso lugar.
 
Imágenes en el lavadero de Campo Real
Fotos: Marqués

A la hora de la partida, vino la negociación de la mañana. La idea original era subir hasta el pueblo y bajar como otras tantas veces por el camino del Botillo. Acordaros de mi muslo accidentado allá por la primavera.

Pues no, no tocaba ir por allí sino que decidimos ir hacia Loeches , en principio por el camino de Valdegatos. Una camino recorrido al menos un par de veces en esa misma dirección y en otra ocasión en sentido contrario.

El problema fue confiar en mi memoria, pues en el segundo de los cruces erré en la elección y nos fuimos separando del recorrido pensado y recorriendo caminos hasta ahora desconocidos por el pelotón. No había problema, en todo momento sabíamos dónde estábamos y hacia dónde ir, aun no sabiendo por donde hacerlo.

El camino bordeaba las lomas de Valdegatos por una senda muy bonita, con unas vistas también curiosas, al menos para los que disfrutamos del paisaje.Pasamos por una Finca llamada el Romeral y acabamos en una gran casa, a modo de cortijo, cuyo nombre no conocemos, ni vimos por ningún lado.

Desde ahí tocaba bajar por una pista asfaltada, con dirección hacia Loeches, pero al llegar abajo, como delante de nosotros había una cuesta, decidimos girar a la izquierda entre olivares, para ir en busca de la carretera de Arganda a Loeches de nuevo.

Cruzamos la carretera y circulamos por unos caminos que nos dirigían hacia la R-III y el río Jarama, siempre viendo de fondo los cortados del río y en muchos momentos Madrid y las 4 torres.

El camino llegaba a un olivar, donde parecía desaparecer, aunque tomé el mando y siguiendo el camino casi perdido enlazamos con un camino en mejor estado después de cruzar una valla por donde más de uno ha debido pasar antes, nos costó muy poco pasar por ella.
 
Cruzando una valla
Foto: Marqués

El camino nos llevó hasta la R-III, para cruzarla sobre el puente usado cuando bajamos de Loeches, donde ya pisábamos terreno conocido. Más de uno debió respirar mejor cuando ya sabía cómo llegar hasta casa.

Bajamos hasta el río, seguimos hasta Velilla de San Antonio. Ahí vino la segunda negociación de la mañana. Parte del pelotón quería ir directo hacia los Viveros Don Pedro, pero convencí a todos para seguir junto al río, por la senda del Jabalí. ¡Qué bonito está ese camino en esta época!

Ahí el pelotón se separó, quedándonos una parte por detrás, entre foto y foto, para aprovechar y hacer algún descansito.
 
Rulo en el río Jarama
Foto: Marqués

El Cristo de Rivas, con Rulo, José Luis y Marqués
Fotos: Marqués y Rulo

Algunos tramos estaban totalmente descojonados por el hoceo de los jabalíes, y en otros el barrillo convertía el firme en una pista de patinaje. Así llegamos hasta el puente metálico situado junto al restaurante de las costillas asadas, por el cual cruzamos el río.

Una vez en la carretera, solo quedaba el escollo final, la subida del Cristo de Rivas. Conocido por casi todo el pelotón salvo las dos últimas incorporaciones, Casper y José Luis. Una subida empinada, pero más corta que la del pueblo. Si te la tomas con paciencia, estás arriba en un periquete.

El final y tras unos 50 kilómetros, más o menos, en el Camelot, para las risas y comentarios de final de etapa.
 
Etapa de la jornada Imagen de Google Earth

Allí nos esperaban dos rajaos de la jornada, GPS vestido de ciclista y con la bici de Mari Cruz, que salió a darse una vueltilla a la manzana y Avispa, que montado en una bici de paseo y con ropa de domingo, no pudo resistirse a las cerecitas finales.
 
GPS y Avispa en el Camelot
Fotos: Marqués

Nos vemos en la cena del viernes, aunque creo que alguno podrá salir el jueves, que es fiesta, al menos para la gran mayoría.