Solían decir nuestras abuelas que “mañanita de niebla, tarde de paseo”. Un refrán típico español para dejar constancia que los días que en que todo está cubierto por un manto de nubes bajas, a su cese aparecerá una tarde de sol radiante pues son nubes que suelen desaparecer.
Pues así amaneció el día en que tenía pensado hacer una larga etapa que me llevaría hasta la Casa de Campo para volver a encontrarme con lugares de los que disfruté en mi niñez.
Salía de casa a las 10:30 h. con el ambiente un tanto húmedo, la niebla era la encargada de refrescar la mañana, los primeros kilómetros fue el acompañante que humedecía la ropa.
Llegando a la Avd. Pilar Miró
Por las calles de Rivas a paso tranquilo, calentando las piernas, como le gusta al Profe camino de la Ribera del río Manzanares.
Es un camino conocido por todos salvo David, nuestra última incorporación, al que ganas no le faltan. Eso sí, plano como pocos recorridos.
Nada más pasar los edificios de la Escuela de Protección Civil, sin girar hacia el puente que cruza el río en casa Eulogio, para seguir adelante por la senda de los Charcos, ese sinuoso caminito que sigue la ribera remontando el río junto al antiguo Canal del Manzanares.
Tres pasos por agua en este camino, el primero breve cruzando el arroyo de Valdemingómez, el segundo unos charcos que desaparecen en verano pero ya están presentes en esta época y el tercero y más engorroso, el que cruza otro arroyo del que desconozco su nombre, pero que baja desde la zona del vertedero de Madrid, llamado las Dehesas.
Al poco tiempo aparece junto al camino la Depuradora Sur, ya en término municipal de Getafe. Hay que cruzar la Cañada Real Galiana y continuar hacia delante dejando a un lado la finca de la Torrecilla de Iván Crispín y al otro los cantiles de la Gavia.
Es la zona más fea de todo el recorrido, pues la alteración del medio ambiente es alta en este lugar con escombreras, tendidos eléctricos, M-50, M-45, AVE y todo tipo de infraestructuras que han dejado el lugar bastante degradado.
AVE y M-45, Cantiles de la Gavia
Muy poco después, ya en término municipal de Madrid en el distrito de Villaverde, toca cruzar el río, hay varios puentes por donde hacerlo aunque a ambos lados hay un vial que recorre la Ribera del Manzanares.
Unos kilómetros más adelante se llega a la zona donde nos encontramos con la Caja Mágica, con una verja donde comienza el Parque Lineal del Manzanares. Siguiendo el río hacia Madrid unos kilómetros después y tras cruzar la zona del Nudo Sur, se entra en el denominado Madrid Rio. Es la zona donde se soterró la M-30 quedando un precioso parque urbano junto al cauce del río Manzanares.
Mapa del Parque Lineal del Manzanares y Madrid Rio
Al tratarse de un día de diario, la afluencia de gente al parque es mucho más baja, aunque paseantes, ciclistas, patinadores y gente de todo tipo nunca faltan, pero no dificultan el tránsito como puede ocurrir en una mañana primaveral con buena temperatura.
El parque ya lo conocéis, no hay más que decir ni siquiera del recorrido hasta llegar a Estadio Vicente Calderón. Allí un vikingo declarado se acordó de los más insignes colchoneros Nenazas, Avispa, Rulo, Clavi y como no Josemari han disfrutado alguna etapa en la que llegamos hasta este lugar.
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Estadio Vicente Calderón
De aquí en adelante es terreno desconocido por casi todos, pues salvo el Profe, Josemari, Rulo y yo, nadie había llegado más lejos. Así que a seguir hacia la Puerta del Rey en la Casa de Campo, que era mi siguiente meta volante.
Gaviota sombría de tercer invierno
Mapa de la Casa de Campo con el Circuito Garabitas
Una vez en la Casa de Campo entré por el Paseo del Embarcadero, girando a la derecha antes de llagar a El Lago, por el Paseo Azul con destino hacia la Puerta de las Moreras, para seguir hacia delante y girar por la carretera hacia la izquierda, esa que sube hacia el Cerro Garabitas. Uno de los puntos más elevados de la Casa de Campo y escenario de muchas batallas durante la Guerra Civil Española.
Subiendo al Cerro Garabitas
A mitad de subida recordé que había un lugar curioso que visitar, y como está muy cerca de la ruta de subida, hice una nueva parada. Es el Estanque del Repartidor, un lugar bastante tranquilo ahora prácticamente seco. Desconozco si estará lleno en algún momento del año y su uso actual.
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Estanque del Repartidor
Continué hacia arriba. Dejando el Cerro Morán y después el Cerro Garabitas a mi derecha, para llegar al cruce de Cuatro Caminos. Desde ahí tocaba bajar hacia la derecha con una larga cuesta no demasiado empinada que conduce hasta el arroyo de Antequina. A nuestra izquierda queda el pinar de Casa Quemada, donde tantos y tantos domingos comía con familiares y amigos. Recuerdos….
En este arroyo jugaba cuando era pequeño junto a su cauce, cruzábamos de un lado a otro sin descanso. En la actualidad no es más que el reflejo de lo que estamos dejando en este mundo, se ha convertido en una especie de cloaca por el que bajan aguas residuales que dejan un maloliente aroma para un espacio natural como es la Casa de Campo.
Estaba casi como lo recordaba, aunque quizás mi cerebro me jugó una mala pasada, lo recordaba mucho más grande. ¡Como ha pasado el tiempo!
Es la fuente de Casa de Vacas, un rinconcito escondido en el lugar más perdido de la casa de Campo al que tenía que ir y al que tengo que volver pronto. Promesas incumplidas que no dejaré en saco roto.
Puente de la Garrapata
Para cruzarlo hay un puente, el Puente de la Garrapata, que dejé atrás muy rápido en dirección hacia mi lugar de destino. Para continuar otro escollo que cruzar, en este caso la vía ferroviaria del Cercanías que va hacia la sierra.
Al poco de cruzar y antes de llegar a la verja que separa a la Casa de Campo de la civilización, giré a la derecha para llegar a mi destino. Ya lo había logrado, llegar hasta lo más alejado de la Casa de Campo, un lugar al que llevaba sin ir poco más de 30 años, se dice pronto.
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Fuente de Casa de Vacas
Un rato de reposo, unas fotos, un bocata recomendado por el Profe, unos guasap, unos recuerdos y no quedaba más remedio que volver hacia casa, que estaba muy lejos.
La vuelta no la hice por el mismo sitio pues quería alargar un poco más la visita. Subí por el arroyo de Antequina para ver la Reja de Antequina, el lugar por donde entra el agua de este arroyo desde Pozuelo para atravesar la esquina norte de la Casa de Campo y el muro de ladrillo que lo rodea. Más recuerdos.
Pinar de Casa Quemada
Reja del arroyo de Arbequina
Muro de la Casa de Campo
Volví para subir la cuesta hacia el cruce de Cuatro Caminos, pero esta vez no bajé por el mismo camino de ida. Decidí buscar una bajada yendo a la izquierda por la carretera hasta llegar a un valle donde cruza el camino de Valdeza, una pista ancha y ahí giré a la izquierda.
Al poco pasé bajo el Puente Colorado, en realidad un acueducto resto de las conducciones hidráulicas que abastecían la Casa de Campo. De este no tenía noción alguna.
Cuando llegué a la parte más baja estaba junto a la Puerta de las Moreras, donde recordé un chiste que mandó alguien. Había putes, amigos, las había.
Deshaciendo lo andado pedalee hacia el Lago, y como no podía ser menos lo di la vuelta para hacer un poco más completo y largo el recorrido. La verdad es que estaba bonito.
Para salir de la Casa de campo de nuevo el Paseo del Embarcadero, la Puerta del Rey y Madrid Rio abajo para volver hacia Rivas.
Puente de Segovia y Catedral de la Almudena
Por la hora que era el gentío presente por el parque era todavía más escaso. Casi nadie paseaba a las 14:30 h. por esos lares. Eso sí, algunas bellas corredoras alegraban la vista justo antes de adelantarlas. ¿Qué os voy a contar?
Quedaba lo peor por delante, pues después de salir de la zona urbana, quedaba todo lo más horrible de la ruta, los terragales junto a los Cantiles de la Gavia, la senda de los charcos, la carretera de Protección Civil y la subida del pueblo. De eso poco que contar, ya os lo conocéis de sobra.
Decir tiene que lo pasé un poco mal en la parte final de la senda de los charcos, mi cabeza hacía perder ritmo de pedalada. Mucho tiempo montando en bici en solitario es aburrido y llega a cansar.
La subida del pueblo mejor de lo que esperaba, aunque hice parada a repostar agua en Mamá Cigüeña, la Escuela Infantil de mi santa.
Terminé el recorrido de casi 87 kilómetros tras recoger a Jorge del baloncesto del cole. Al llegar a casa a comer un poco y a recuperar fuerzas para el domingo.
Por cierto, a los gallos del pelotón GPS y Jokin, ¿el domingo hay ruta?