De
nuevo hubo casi repetición del pelotón de la semana anterior, solo con la
incorporación al pelotón de Gavilán que llevaba unas semanas ausente.
Como
está ocurriendo últimamente, no había ruta planificada con anterioridad y
cuando eso ocurre ahí está Jokin para recordar al pelotón que hay que sufrir por las zonas menos
planas de nuestro entorno.
Había
que improvisar un poco y para ello tocaba mezclar rutas y sacar un mixto
innovador, por ello nos encomendamos a la suerte, “aquí gente de rancio
abolengo” como decía la canción de Mecano. ¿Cuál?, pues una que se titulaba “No
es serio este cementerio”, carrozas.
Salimos
pueblo abajo hasta llegar al parking de la Laguna de El Campillo, donde de
nuevo coincidimos con el MTB Rivas, que iban de ruta también.
Luego
a subir de nuevo el Vaáamono, aunque con la idea de salirnos a la mitad por esa
cuesta de cemento a la derecha de este camino, pero una vez in situ la cosa no
estaba clara y seguimos hacia lo alto.
Una
vez junto al puente metálico de la Green Line, giramos a la derecha por la
pista que recorre la puerta de las fincas de la zona para pasar junto a la
cementera de Morata por su zona norte y llegar así hasta la carretera M-311
junto al Restaurante El Alto.
Una
vez allí, en vez de seguir por el Camino de la Boca de la Zorra, continuamos
por la carretera hacia Morata para salirnos de ella por la Vía Pecuaria de
siempre, la Cañada Real.
Sin
parar seguimos por la Cañada hasta desviarnos a la derecha para realizar la
bajada hacia el río Jarama en San Martín de la Vega por el camino que atraviesa
la urbanización Vallequillas, la cual solemos hacer en sentido contrario
subiendo las empinadas rampas por las calles de dicha urbanización. Pero esta
vez lo hicimos hacia abajo.
Nada
más cruzar el río, giramos de nuevo a la derecha para ir hacia la Warner por el
camino habitual por el que lo hacemos cuando la ruta atraviesa esa zona. Jokin
no olvida aquella mañana cuando una moza se cayó a sus pies en medio de un charco
de barro, cuando caballerosamente se había apartado para dejarle paso. Hay
momentos que no se olvidan.
Al
poco cruzamos la carretera de San Martín, para adentrarnos en Gózquez de Arriba
por el camino que va rodeando el pinar de La Marañosa. Un camino muy bonito en
el que poco después haríamos la parada del platanito, ya era hora.
Los 5 del día y foto del pelotón
Fotos: Marqués
Tras
la parada, con las fuerzas reforzadas de nuevo seguimos rodeando el pinar. A lo
lejos se veía el vertedero de Pinto, llenísimo en esta época de Gaviotas que se
alimentan en invierno de los recursos que les dan nuestras basuras y
desperdicios. En un espantá pudimos ver los miles de ellas que volaban sobre
los vertidos.
Con
el vertedero a nuestro lado llega la empinada cuesta que lleva hasta lo alto
del camino. Allí unos cuantos cazadores se desplegaban por el campo para
espantar sus piezas y pegar unos tiros.
Los pinos en Gózquez de ArribaFoto: Marqués
Jokin
nos esperaba arriba haciendo un perfecto reportaje de nuestro sufrimiento
mientras llegábamos arriba.
Subiendo el cuestorrón
Fotos: Jokin
Nada
más superarle sonó una especie de explosión a modo de tiro de escopeta y la
rueda de atrás de Marqués quedó imposibilitada, había tenido un reventón de
narices.
Con
la cubierta rajada poco podíamos hacer, porque aunque cambiamos la cámara, la
maltrecha cubierta estaba prácticamente inservible. Pero allí estaba Gavilán
McGiver, que hizo una atadura con un trozo de cámara para sujetar la cámara que
se salía por el corte que posibilitó llegar hasta la carretera M-301 a la
altura de La Marañosa e incluso bajar parte del carril bici. Mientras se
esperaba la llegada de Avispa, avisado por teléfono que raudo y veloz acudió al
rescate. Grande Avispa.
Apaño para el reventón por Gavilán McGiver Foto: Marqués
El
resto del pelotón siguió adelante para volver hasta Rivas por el camino
bacheado de la margen derecha del río Manzanares para llegar a Casa Eulogio,
Protección Civil, Rivas, en todo momento con un fuerte y molesto viento. Como
dice Rulo “el viento nunca ayuda”.
La
ruta concluyó con unos 65 kilómetros, 40 para Marqués con la degustación en el
Chapu de unas cerecitas, unos brindis y la charleta final de todas las etapas
que se precien.