7 de diciembre de 2014, el día de la explosión


De nuevo hubo casi repetición del pelotón de la semana anterior, solo con la incorporación al pelotón de Gavilán que llevaba unas semanas ausente.

Como está ocurriendo últimamente, no había ruta planificada con anterioridad y cuando eso ocurre ahí está Jokin para recordar al pelotón que hay que sufrir por las zonas menos planas de nuestro entorno.

Había que improvisar un poco y para ello tocaba mezclar rutas y sacar un mixto innovador, por ello nos encomendamos a la suerte, “aquí gente de rancio abolengo” como decía la canción de Mecano. ¿Cuál?, pues una que se titulaba “No es serio este cementerio”, carrozas.

Salimos pueblo abajo hasta llegar al parking de la Laguna de El Campillo, donde de nuevo coincidimos con el MTB Rivas, que iban de ruta también.

Luego a subir de nuevo el Vaáamono, aunque con la idea de salirnos a la mitad por esa cuesta de cemento a la derecha de este camino, pero una vez in situ la cosa no estaba clara y seguimos hacia lo alto.

Una vez junto al puente metálico de la Green Line, giramos a la derecha por la pista que recorre la puerta de las fincas de la zona para pasar junto a la cementera de Morata por su zona norte y llegar así hasta la carretera M-311 junto al Restaurante El Alto.

Una vez allí, en vez de seguir por el Camino de la Boca de la Zorra, continuamos por la carretera hacia Morata para salirnos de ella por la Vía Pecuaria de siempre, la Cañada Real.

Sin parar seguimos por la Cañada hasta desviarnos a la derecha para realizar la bajada hacia el río Jarama en San Martín de la Vega por el camino que atraviesa la urbanización Vallequillas, la cual solemos hacer en sentido contrario subiendo las empinadas rampas por las calles de dicha urbanización. Pero esta vez lo hicimos hacia abajo.

Nada más cruzar el río, giramos de nuevo a la derecha para ir hacia la Warner por el camino habitual por el que lo hacemos cuando la ruta atraviesa esa zona. Jokin no olvida aquella mañana cuando una moza se cayó a sus pies en medio de un charco de barro, cuando caballerosamente se había apartado para dejarle paso. Hay momentos que no se olvidan.

Al poco cruzamos la carretera de San Martín, para adentrarnos en Gózquez de Arriba por el camino que va rodeando el pinar de La Marañosa. Un camino muy bonito en el que poco después haríamos la parada del platanito, ya era hora.

 










Los 5 del día y foto del pelotón
Fotos: Marqués


Tras la parada, con las fuerzas reforzadas de nuevo seguimos rodeando el pinar. A lo lejos se veía el vertedero de Pinto, llenísimo en esta época de Gaviotas que se alimentan en invierno de los recursos que les dan nuestras basuras y desperdicios. En un espantá pudimos ver los miles de ellas que volaban sobre los vertidos.

Con el vertedero a nuestro lado llega la empinada cuesta que lleva hasta lo alto del camino. Allí unos cuantos cazadores se desplegaban por el campo para espantar sus piezas y pegar unos tiros.
 
Los pinos en Gózquez de Arriba
Foto: Marqués


Jokin nos esperaba arriba haciendo un perfecto reportaje de nuestro sufrimiento mientras llegábamos arriba.
 













Subiendo el cuestorrón
Fotos: Jokin


Nada más superarle sonó una especie de explosión a modo de tiro de escopeta y la rueda de atrás de Marqués quedó imposibilitada, había tenido un reventón de narices.

Con la cubierta rajada poco podíamos hacer, porque aunque cambiamos la cámara, la maltrecha cubierta estaba prácticamente inservible. Pero allí estaba Gavilán McGiver, que hizo una atadura con un trozo de cámara para sujetar la cámara que se salía por el corte que posibilitó llegar hasta la carretera M-301 a la altura de La Marañosa e incluso bajar parte del carril bici. Mientras se esperaba la llegada de Avispa, avisado por teléfono que raudo y veloz acudió al rescate. Grande Avispa.
 
Apaño para el reventón por Gavilán McGiver
Foto: Marqués


El resto del pelotón siguió adelante para volver hasta Rivas por el camino bacheado de la margen derecha del río Manzanares para llegar a Casa Eulogio, Protección Civil, Rivas, en todo momento con un fuerte y molesto viento. Como dice Rulo “el viento nunca ayuda”.

La ruta concluyó con unos 65 kilómetros, 40 para Marqués con la degustación en el Chapu de unas cerecitas, unos brindis y la charleta final de todas las etapas que se precien.      

30 de noviembre de 2014, los Gorilas en la Niebla hacia Perales de Tajuña

Tras un fin de semana sin montar, por culpa de la maldición de las 200 crónicas con el agua cayendo en Rivas el domingo 23 de noviembre, dejando al pelotón en el dique seco, había ganitas de revancha.



El día amaneció un tanto oscuro, con una niebla de esas solo aptas para los Gorilas en la niebla, y así se desarrollo gran parte de la etapa.
No teníamos claro dónde irnos y eso es malo porque cuando el gallo más gallo del pelotón decide, paliza asegurada.
Partimos hacia el pueblo y la laguna de El Campillo, con ambiente húmedo y la consiguiente niebla, para cruzar sobre la A-3 y circular por la carretera de Chinchón. De momento sin problemas.
 

En el polígono de la carretera de Chinchón
Foto: Marqués

 
Luego a meternos por el Vaáamono, a tran tran y sin demasiados problemas tampoco, De esta forma llegamos hasta tó lo alto de nuestro camino más conocido y ahí de nuevo el gallo Jokin tomó el mando.
 

 
 
 


 
















Gorilas en la Niebla subiendo el Vaáamono
Fotos: Jokin y Marqués

 
Cruzar bajo el puente de hierro de la Green Line era su decisión y así por la senda del Piolín llegamos hasta lo alto de Morata. Ahí no había muchas ganas de bajar ni por el camino del tractor, seguro que con su gran charco de barro, ni por la trialera nueva que baja hasta la zona recreativa de El Bosque, muy patinosa con seguridad.
De esta forma nos tiramos carretera abajo por la M-313, la que viene de Arganda de Rey, que hicimos en muchas ocasiones su ascensión, no recuerdo que la hiciéramos nunca hacia abajo.
Una vez en Morata nuestro destino siguiente era Perales de Tajuña, por lo que había que subir río arriba sin más elección que la ruta por dónde ir.
No había ganas de ir por la Green Line, el asfalto no es para las MTB. Así que poco después de salir en dirección a Perales por la Vía Verde, nos salimos para cruzar la carretera y circular por un camino en paralelo a la M-302.

 
 
En el Complejo Residencial Isla del Taray
Fotos: Marqués

 
Lo malo es que nadie sabía por dónde ir y este camino acababa en una residencia de la tercera edad y hubo que salir de nuevo a la M-302, circular un rato por ella y coger un camino que esta vez si nos llevaba a nuestro destino. El camino es el que tiene un puente sobre el Tajuña y si sigues hacia delante nada más cruzarlo te vas hacia Chinchón.
Así que giramos a la izquierda y a recorrer la zona que te lleva hasta Perales, sin volver a tener despistes hasta Perales.

Bonitos contrastes
Foto: Jokin


Llegando a Perales de Tajuña
Foto: Marqués


Una vez en Perales tocaba la parada del platanito, llevábamos unos cuantos kilómetros en las piernas y había que recuperar fuerzas y líquidos. Es algo normal en todas las etapas.
 
Pelotón de la jornada en Perales
Foto: Marqués

 
Tras la parada nos lanzamos hacia Perales, lo atravesamos y nos encaminamos hacia la pista asfaltada de la Fuente de La Gasca. Ya la conocéis, empinada y digna de todo sufridor que se precie.
Jokin se nos fue por delante en las primeras rampas y el terceto perseguidor en pelotón realizó toda la subida a bloque, llegando hasta arriba prácticamente juntos.
Una vez en lo alto no cruzamos el puente sobre la A-3, nuestro guía se empeñó en ir hacia el antes llamado Rock in Río por el lado izquierdo de dicha autovía. Lo peor de esta elección las dos rampas que no puedes evitar, de esas cortas pero que cortan la respiración.
En pelotón nos fuimos hacia las citadas instalaciones, descubrimos que han cambiado el cartel y ahora se llaman Ciudad del Rock de Arganda del Rey. Mismo perro con distinto collar.

Pelotón de la jornada en la Ciudad del Rock
Foto: Marqués

 
Una vez allí tocaba bajar y la elección fue irnos hacia el Último Parque y la Dehesa del Carrascal, lugares conocidos por el grupo, para luego hacer bajada hacia el Hospital del Sureste por las camino de este espacio natural.
Allí se escaparon por delante Jokin, el Profe y Volador, Marqués ya sabéis que pierde más bajando que subiendo, cosas de la precaución.
Nos juntamos de nuevo en la rotonda cercana al Hospital, para seguir hacia La Poveda atravesando el polígono y la antigua N-III.
Para ir hacia Rivas de nuevo, elegimos el camino de la valla, el que recorre la margen izquierda del río Jarama, así no hay que perder tiempo en cruzar por el puente de las avispas.
Al llegar al Puente de Arganda Jokin había tirado por delante, tenía compromisos y ya sabéis que la subida del pueblo la hace casi siempre, por no decir siempre, en solitario. Los demás no podemos mantener su ritmo.
Al Chapu llegamos en pelotón los 3 que quedábamos, no podía ser de otra forma, y después de los 68 kilómetros recorridos degustamos las preciadas cerecitas.      

16 de noviembre de 2014, celebrando las 200 entradas en el blog con una subida al Cerro del Viso


Se mascaba en el ambiente un día grande. Como ya se avisó en la anterior entrada en este nuestro blog, es la número 200 desde que el 3 de julio de 2011 empezamos a relatar nuestras andanzas y algunas cosicas más.

Mucho ha llovido desde entonces, incluso alguna vez sobre nuestras cabezas y poco a poco sumando grandes etapas y siempre sufriendo fatigas, alguna que otra caída y sobre todo buenas experiencias, hemos llegado hasta aquí.

Algunos se quedaron por el camino, es un deporte duro en el que la constancia es fundamental para no quedarse atrás. Pero otros seguimos al pie del cañón dejándonos el resuello por esos caminos, veredas e incluso trialeras en el entorno de nuestro querido Rivas.

A veces fuimos un poco más allá, pero esas son las menos porque es mejor salir dándole a los pedales desde casa y no cargar las bicis en los coches para irnos en busca de aventuras más lejanas.

Pero dejémonos de nostalgias y otras zarandajas, que hay que contar la etapa de este domingo que es lo que se pretende y para lo que creamos este blog, y así quedará para los anales.

Acudimos a la cita un pelotón curioso, con muchos menos esforzados que antaño pero 7 Nenazas no nos juntamos últimamente en muchas ocasiones.

Salíamos como siempre en torno a las 9 de la mañana, tras unas duras negociaciones pues Jokin quería hacernos sufrir e insistía en que tocaba la subida al Cerro del Viso. Que pereza, cuestas empinadas a troche y moche, que es lo que le va al más en forma del pelotón Nenaza. Pues nada que al final nos convenció y no hubo más remedio que irnos hacia Torrejón de Ardoz.

A la primera de cambio, los de delante se escaparon sin forma humana de recuperar el terreno perdido, Gavilán que tenía que estar pronto en casa debía azuzar a Jokin y de esta forma no hay manera de seguirles, solo Volador aguantó su estela.

Nos juntamos una vez el grupo había cruzado el Puente del Moco, en San Fernando de Henares cuando llegamos al otro lado del río Jarama. Pero de nuevo a correr como si no costara.

De camino hacia el Soto de la Aldovea, el Castillo de Torrejón de Ardoz, Juanma y Marqués quedaron atrás no pudiendo seguir el ritmo acelerado que seguían los de delante. No volvimos a juntarnos hasta llegar al cementerio de Torrejón, que está junto al Parque Europa.

De nuevo se estiró el pelotón, que agobio. Quedando cortados esta vez Rulo, Juanma y Marqués , subiendo la vega del río Henares con tranquilidad y disfrutando un poco más del paisaje.

La reunión en el puente que cruza este río, donde Gavilán se despedía del pelotón, no fuera que se liara a subir hacia el Cerro del Viso y al final llegara tarde a casa.

Un trago de poción mágica, recuperar la respiración y a seguir, que las cuestas más empinadas de todas las que hacemos en nuestras etapas nos esperaban poco más adelante.

La ascensión ya la conocéis pues tras llegar a la finca de los caballos, donde nos encontramos con una estampida de corceles, no queda más remedio que atarse los machos, agarrarse al manillar de la bici y mentalizarse que o sufres o sufres, no hay más remedio.

En muy poco tiempo estábamos en lo alto de este Cerro. Solo Rulo puso pie a tierra en una ocasión e hizo un tramo de subida a patita empujando su Whistle, los demás llegaron arriba sin bajarse incluso en las rampas más empinadas.


 
 








Volador, Juanma, Marqués y Rulo
Foto: Jokin


Para la mayoría esto no es algo excepcional, pero para el que os narra este relato, ese que llamáis cariñosamente Marqués, Jabalí y otros sobrenombres que no alcanzo a recordar, hizo toda la subida por primera vez sin bajarse de su MMR hasta tó lo alto. Ahí queda eso.

Una vez arriba unos a reponer fuerzas y Marqués en busca de un tesoro escondido en la cima de este Cerro con el GPS del móvil. Algunos lo entenderéis, el resto a imaginar que es gratis.


Pelotón de la jornada
Foto: Jokin


Una vez terminadas todas las tareas había que seguir ruta, no sin antes acercarnos hasta el vértice geodésico donde nos hicimos unas fotos disfrutando del espectacular paisaje que teníamos delante de nuestra vista.
 

Mirando hacia el oeste
Foto: Jokin 






En el vértice geodésico
Fotos: Jokin


La bajada hacia Torres de la Alameda ya la conocéis casi todos. Una carretera en los primeros kilómetros y un camino que nos lleva hasta cruzar la carretera y la línea del AVE. Ahí había que tomar una decisión crucial, ir hasta el casco urbano de Torres de la Alameda por la carretera M-300 o arriesgarnos a cruzar por la zona húmeda del arroyo de Anchuelo que suele estar inundada y muy embarrada.

Pues elegimos el arroyo de Anchuelo, aunque esta vez inundado fue menos doloroso que otras veces, con un par de conatos de rebozarse en el barro  caer al agua por parte de Jokin y Rulo.

El pelotón se estiró un tanto hasta llegar a Torres de la Alameda, aunque unas vez en sus calles ya circulábamos juntos, haciendo una breve parada en una fuente de la localidad con el fin de reponer líquidos.

Volando voy, volando vengo nos fuimos hacia Loeches, este camino tiene un buen número de bajadas y subidas, aunque no es demasiado exigente. De nuevo el pelotón se estiró aunque por poco tiempo pues al llegar a Loeches volvimos a reunirnos para atravesar este municipio en grupo.

Ahí surgió la duda y anécdota de la jornada. Jokin preguntó a Marqués que si soplaba viento o aire, Marqués dijo: aire, a lo que Jokin interfirió: ¿y tu precisamente me dices eso?. Claro tienes razón, contestó Marqués, “el aire se respira y el viento se sufre”.  Una frase para la eternidad.

Para bajar hacia Velilla de San Antonio tuvimos que hacer consenso, aunque Marqués propuso bajar por la senda de la Clavícula del Hombro, obviamos esta propuesta y bajamos por el camino directo a pesar de la amenaza de la posibilidad de encontrarnos con unos grandes charcos y barrizales que suelen formarse en los primeros tramos de esta senda.

Así que la moneda estaba lanzada al aire y esta vez salió cruz, pues los charcos y barrizales estaban esperando nuestro paso, poniendo un nuevo escollo que esquivar. Si es que no aprendemos.

Pronto estábamos cruzando la R-3 y M-208, para entrar en Velilla de San Antonio en pelotón. Esta vez estaba claro que no era el día de ir por la senda del Jabalí, así que elegimos el camino recto que atraviesa la vega del río Jarama para encaminarnos hacia los Viveros Don Pedro.

Por delante la carretera M-203 y la subida hacia el Cristo de Rivas por la M-823, una subida que si la haces a tu ritmo no supone demasiado esfuerzo, lo peor como siempre el intenso tráfico de vehículos en ambas direcciones.

Como era de esperar el pelotón se estiró del todo, llegando cada uno al Chapu por separado con las bicis embarradas a tutiplén, pero sin problemas tras recorrer unos 57 intensos kilómetros.


Whistle y MMR embarradas
Foto: Jokin


En la terraza estuvimos un buen rato, primero celebrando el medio siglo de nuestra última incorporación al pelotón Nenaza y segundo comentando emacionados lo ocurrido durante esta jornada. Felicidades Juanma, que 50 años no se cumplen todos los días.

El pasado es una buena historia que dejamos atrás y quedará en nuestra memoria para siempre, ¿o no?

9 de noviembre de 2014, cuesta tras cuesta por el río Tajuña


En esta ocasión sí que salió GPS y como en las grandes mañanas de domingo fue nuestro guía espiritual por esas tierras en las que en la tarde del sábado habían caído unos cuantos litros de agua a modo de lluvia, y la amenaza era el barro.
Como nota especial de la jornada, Rulo por fin ha cambiado de montura. Con su flamante Whistle, acudía con una idea en la cabeza, llegar a casa con la bici límpia. Misión imposible como veríamos después.


 Silbido Veloz de Rulo
Foto: Rulo

Día de estreno
Foto: Marqués

Salimos por las calles del pueblo, esta vez sin caminos ni otras dificultades, para llegar hasta la laguna de El Campillo y seguir por la carretera de Chinchón, la M-832 hasta desviarnos hacia el Vaáamonos.
 El Vaáamono es un camino que no se embarra demasiado con las lluvias, a no ser que estén cayendo en ese mismo momento. Por eso, lo solemos elegir cuando el barro es la amenaza.
Aquí el pelotón se estiró, aunque menos que otras veces. Las fuerzas estaban equitativas en los de atrás, aunque los de siempre por delante llegan antes que los esforzados de detrás.
Una vez junto al puente metálico de la Green Line lo cruzamos por debajo y nos fuimos en pos de Morata por la senda del Piolín. Sorprendentemente este camino tampoco tenía mucho barro aunque la bici de Rulo ya empezaba a tomar un tinte marronáceo por lo que se iba acumulando.
Para bajar a Morata GPS eligió la senda estrecha que baja hasta El Bosque. Como quedó escrito en una crónica reciente es preciosa pero no apta para todos los públicos. Y menos cuando ha llovido y una capita de barro la hacen aun más peligrosa.
Rulo y Marqués llegaron los últimos, con un par de tramos a pie para evitarlas caídas. La precaución es lo más sensato en estos casos.
Después de un conato de secesión del pelotón, GPS nos convenció para seguir por donde quería llevar al pelotón y nos llevó a tomar el platanito a la parte alta del pueblo donde hay tre grandes cruces de piedra. Unas buenas vistas desde el lugar.
Un rato para el descanso, reponer fuerzas, comer, beber y tomar reconstituyentes que aun nos quedaba mucho por recorrer esta jornada.

 

 
Cruces en lo alto de Morata
Fotos: Jokin

 
Para seguir cruzamos las calles de Morata, para acabar en la carretera de Valdelaguna, la M-315, que dejamos tras cruzar el río Tajuña para circular por la vía pecuaria que va en paralelo al río en dirección a su desembocadura en el Jarama.
Cruzamos la M-311, que va hacia Chinchón, para seguir río abajo en paralelo al éste, para llegar hasta el último escollo antes de llegar al camino que baja desde Chinchón.
Ahí hubo sus más y sus menos, con una importante cuesta destrozada por las lluvias donde la mayoría tuvimos que poner pie a tierra y empujar la bici cuesta arriba. En cuanto pierdes pedalada no hay forma de seguir.
Una vez arriba hay que bajar hasta el mencionado camino, con un tramo también empinada y con escalones, un nuevo reto para los menos hábiles. Ya en el camino hicimos reunión.
 
 


 



 


 
 
 
 

Bajando hacia el río Tajuña
Fotos: Jokin
 

Cruzamos el Tajuña por el puente y pasamos junto a la laguna de San Galindo, esa que no se ve salvo que mires desde lo alto, está rodeada por árboles y carrizos.
Un camino recto te lleva hasta cruzar la carretera M-313, entre Morata y Titulcia, para cruzarlo y hacer la penúltima cuesta de la jornada, en la urbanización Valgrande, más conocida por Valsuputamadre por el pelotón.
Ahí el pelotón se volvió a estirar, cada uno como pudo llegó hasta arriba goteando. Unos cuantos hacia la fuente y otros se quedaron en el camino.
Un pequeño incidente con el guarda de la urbanización que se empeñó en que la zona era privada y no podíamos estar allí, ni siquiera para beber agua de la fuente. Cumplen órdenes pero donde no hay carteles de prohibición na de na. Volador cruzó unas palabritas  con él, pero el agua no llegó al río. No merece la pena.
Con las fuerzas repuestas nos fuimos hacia la Cañada Real para después irnos por ella hasta la Cementera de Morata, la Green Line y el Vaáamonos.
Allí perdimos a GPS que quedó rezagado y debió bajar por la M-203 directamente. Estuvimos esperándole en el Vaáamonos pero como no llegaba y no cogía el teléfono, decidimos bajarnos destino a la carretera de Chinchón por este camino. Aunque Jokin que estaba entero todavía se bajó por el camino paralelo a la Vía Verde y se calzó los Concejiles de vuelta, antes de enlazar con el Vaáamonos
Bajando el pelotón se volvió a estirar quedando un rosario de ciclistas por la citada carretera. Además no hubo reagrupamiento y las calles de Rivas las subimos en pelotones separados.
Gavilán y el Profe tiraron por delante, a pocos metros de sus seguidores, pero ya no volverían a contactar con el resto que quedaron cortados por una avería en una de las bicis.
Rulo que con su Silbido veloz tuvo un pequeño incidente en el que se le salió la rueda de atrás que llevaba floja cuando pedaleaba por la empinada cuesta antes de llegar al parquecillo de la fuente cercano al Polideportivo.
Una corta espera y los tres de detrás se unieron para hacer los últimos kilómetros en grupo, aunque Jokin también enlazó por detrás tras su excursión por los Concejiles.
Nos juntamos casi todos en el Chapu, había celebraciones varias y no podíamos faltar a la cita. Avispa con su maldita cojera llegó después y Gavilán también acudió tras la ducha de rigor.
Dos celebraciones, el cumpleaños de Rulo y el Profe que tras muchos esfuerzos ha conseguido un Cum Laude y ya es doctor. Felicidades a ambos y gracias por las cerecitas.
Cumpleaños feliz Rulo
Foto: Marqués

 
La próxima crónica tiene algo que celebrar también. Su número es muy redondo. Compañeros de fatigas desde la primera crónica el 3 de julio de 2011 con la que inauguramos este blog, con la siguiente entrada alcanzamos la estimable cifra de 200 y ahí seguimos.
Gracias a los que lo seguís habitualmente, motiva que algunos disfrutéis de nuevo la etapa leyendo las letras y viendo las imágenes que hacemos.