16 de noviembre de 2014, celebrando las 200 entradas en el blog con una subida al Cerro del Viso


Se mascaba en el ambiente un día grande. Como ya se avisó en la anterior entrada en este nuestro blog, es la número 200 desde que el 3 de julio de 2011 empezamos a relatar nuestras andanzas y algunas cosicas más.

Mucho ha llovido desde entonces, incluso alguna vez sobre nuestras cabezas y poco a poco sumando grandes etapas y siempre sufriendo fatigas, alguna que otra caída y sobre todo buenas experiencias, hemos llegado hasta aquí.

Algunos se quedaron por el camino, es un deporte duro en el que la constancia es fundamental para no quedarse atrás. Pero otros seguimos al pie del cañón dejándonos el resuello por esos caminos, veredas e incluso trialeras en el entorno de nuestro querido Rivas.

A veces fuimos un poco más allá, pero esas son las menos porque es mejor salir dándole a los pedales desde casa y no cargar las bicis en los coches para irnos en busca de aventuras más lejanas.

Pero dejémonos de nostalgias y otras zarandajas, que hay que contar la etapa de este domingo que es lo que se pretende y para lo que creamos este blog, y así quedará para los anales.

Acudimos a la cita un pelotón curioso, con muchos menos esforzados que antaño pero 7 Nenazas no nos juntamos últimamente en muchas ocasiones.

Salíamos como siempre en torno a las 9 de la mañana, tras unas duras negociaciones pues Jokin quería hacernos sufrir e insistía en que tocaba la subida al Cerro del Viso. Que pereza, cuestas empinadas a troche y moche, que es lo que le va al más en forma del pelotón Nenaza. Pues nada que al final nos convenció y no hubo más remedio que irnos hacia Torrejón de Ardoz.

A la primera de cambio, los de delante se escaparon sin forma humana de recuperar el terreno perdido, Gavilán que tenía que estar pronto en casa debía azuzar a Jokin y de esta forma no hay manera de seguirles, solo Volador aguantó su estela.

Nos juntamos una vez el grupo había cruzado el Puente del Moco, en San Fernando de Henares cuando llegamos al otro lado del río Jarama. Pero de nuevo a correr como si no costara.

De camino hacia el Soto de la Aldovea, el Castillo de Torrejón de Ardoz, Juanma y Marqués quedaron atrás no pudiendo seguir el ritmo acelerado que seguían los de delante. No volvimos a juntarnos hasta llegar al cementerio de Torrejón, que está junto al Parque Europa.

De nuevo se estiró el pelotón, que agobio. Quedando cortados esta vez Rulo, Juanma y Marqués , subiendo la vega del río Henares con tranquilidad y disfrutando un poco más del paisaje.

La reunión en el puente que cruza este río, donde Gavilán se despedía del pelotón, no fuera que se liara a subir hacia el Cerro del Viso y al final llegara tarde a casa.

Un trago de poción mágica, recuperar la respiración y a seguir, que las cuestas más empinadas de todas las que hacemos en nuestras etapas nos esperaban poco más adelante.

La ascensión ya la conocéis pues tras llegar a la finca de los caballos, donde nos encontramos con una estampida de corceles, no queda más remedio que atarse los machos, agarrarse al manillar de la bici y mentalizarse que o sufres o sufres, no hay más remedio.

En muy poco tiempo estábamos en lo alto de este Cerro. Solo Rulo puso pie a tierra en una ocasión e hizo un tramo de subida a patita empujando su Whistle, los demás llegaron arriba sin bajarse incluso en las rampas más empinadas.


 
 








Volador, Juanma, Marqués y Rulo
Foto: Jokin


Para la mayoría esto no es algo excepcional, pero para el que os narra este relato, ese que llamáis cariñosamente Marqués, Jabalí y otros sobrenombres que no alcanzo a recordar, hizo toda la subida por primera vez sin bajarse de su MMR hasta tó lo alto. Ahí queda eso.

Una vez arriba unos a reponer fuerzas y Marqués en busca de un tesoro escondido en la cima de este Cerro con el GPS del móvil. Algunos lo entenderéis, el resto a imaginar que es gratis.


Pelotón de la jornada
Foto: Jokin


Una vez terminadas todas las tareas había que seguir ruta, no sin antes acercarnos hasta el vértice geodésico donde nos hicimos unas fotos disfrutando del espectacular paisaje que teníamos delante de nuestra vista.
 

Mirando hacia el oeste
Foto: Jokin 






En el vértice geodésico
Fotos: Jokin


La bajada hacia Torres de la Alameda ya la conocéis casi todos. Una carretera en los primeros kilómetros y un camino que nos lleva hasta cruzar la carretera y la línea del AVE. Ahí había que tomar una decisión crucial, ir hasta el casco urbano de Torres de la Alameda por la carretera M-300 o arriesgarnos a cruzar por la zona húmeda del arroyo de Anchuelo que suele estar inundada y muy embarrada.

Pues elegimos el arroyo de Anchuelo, aunque esta vez inundado fue menos doloroso que otras veces, con un par de conatos de rebozarse en el barro  caer al agua por parte de Jokin y Rulo.

El pelotón se estiró un tanto hasta llegar a Torres de la Alameda, aunque unas vez en sus calles ya circulábamos juntos, haciendo una breve parada en una fuente de la localidad con el fin de reponer líquidos.

Volando voy, volando vengo nos fuimos hacia Loeches, este camino tiene un buen número de bajadas y subidas, aunque no es demasiado exigente. De nuevo el pelotón se estiró aunque por poco tiempo pues al llegar a Loeches volvimos a reunirnos para atravesar este municipio en grupo.

Ahí surgió la duda y anécdota de la jornada. Jokin preguntó a Marqués que si soplaba viento o aire, Marqués dijo: aire, a lo que Jokin interfirió: ¿y tu precisamente me dices eso?. Claro tienes razón, contestó Marqués, “el aire se respira y el viento se sufre”.  Una frase para la eternidad.

Para bajar hacia Velilla de San Antonio tuvimos que hacer consenso, aunque Marqués propuso bajar por la senda de la Clavícula del Hombro, obviamos esta propuesta y bajamos por el camino directo a pesar de la amenaza de la posibilidad de encontrarnos con unos grandes charcos y barrizales que suelen formarse en los primeros tramos de esta senda.

Así que la moneda estaba lanzada al aire y esta vez salió cruz, pues los charcos y barrizales estaban esperando nuestro paso, poniendo un nuevo escollo que esquivar. Si es que no aprendemos.

Pronto estábamos cruzando la R-3 y M-208, para entrar en Velilla de San Antonio en pelotón. Esta vez estaba claro que no era el día de ir por la senda del Jabalí, así que elegimos el camino recto que atraviesa la vega del río Jarama para encaminarnos hacia los Viveros Don Pedro.

Por delante la carretera M-203 y la subida hacia el Cristo de Rivas por la M-823, una subida que si la haces a tu ritmo no supone demasiado esfuerzo, lo peor como siempre el intenso tráfico de vehículos en ambas direcciones.

Como era de esperar el pelotón se estiró del todo, llegando cada uno al Chapu por separado con las bicis embarradas a tutiplén, pero sin problemas tras recorrer unos 57 intensos kilómetros.


Whistle y MMR embarradas
Foto: Jokin


En la terraza estuvimos un buen rato, primero celebrando el medio siglo de nuestra última incorporación al pelotón Nenaza y segundo comentando emacionados lo ocurrido durante esta jornada. Felicidades Juanma, que 50 años no se cumplen todos los días.

El pasado es una buena historia que dejamos atrás y quedará en nuestra memoria para siempre, ¿o no?

9 de noviembre de 2014, cuesta tras cuesta por el río Tajuña


En esta ocasión sí que salió GPS y como en las grandes mañanas de domingo fue nuestro guía espiritual por esas tierras en las que en la tarde del sábado habían caído unos cuantos litros de agua a modo de lluvia, y la amenaza era el barro.
Como nota especial de la jornada, Rulo por fin ha cambiado de montura. Con su flamante Whistle, acudía con una idea en la cabeza, llegar a casa con la bici límpia. Misión imposible como veríamos después.


 Silbido Veloz de Rulo
Foto: Rulo

Día de estreno
Foto: Marqués

Salimos por las calles del pueblo, esta vez sin caminos ni otras dificultades, para llegar hasta la laguna de El Campillo y seguir por la carretera de Chinchón, la M-832 hasta desviarnos hacia el Vaáamonos.
 El Vaáamono es un camino que no se embarra demasiado con las lluvias, a no ser que estén cayendo en ese mismo momento. Por eso, lo solemos elegir cuando el barro es la amenaza.
Aquí el pelotón se estiró, aunque menos que otras veces. Las fuerzas estaban equitativas en los de atrás, aunque los de siempre por delante llegan antes que los esforzados de detrás.
Una vez junto al puente metálico de la Green Line lo cruzamos por debajo y nos fuimos en pos de Morata por la senda del Piolín. Sorprendentemente este camino tampoco tenía mucho barro aunque la bici de Rulo ya empezaba a tomar un tinte marronáceo por lo que se iba acumulando.
Para bajar a Morata GPS eligió la senda estrecha que baja hasta El Bosque. Como quedó escrito en una crónica reciente es preciosa pero no apta para todos los públicos. Y menos cuando ha llovido y una capita de barro la hacen aun más peligrosa.
Rulo y Marqués llegaron los últimos, con un par de tramos a pie para evitarlas caídas. La precaución es lo más sensato en estos casos.
Después de un conato de secesión del pelotón, GPS nos convenció para seguir por donde quería llevar al pelotón y nos llevó a tomar el platanito a la parte alta del pueblo donde hay tre grandes cruces de piedra. Unas buenas vistas desde el lugar.
Un rato para el descanso, reponer fuerzas, comer, beber y tomar reconstituyentes que aun nos quedaba mucho por recorrer esta jornada.

 

 
Cruces en lo alto de Morata
Fotos: Jokin

 
Para seguir cruzamos las calles de Morata, para acabar en la carretera de Valdelaguna, la M-315, que dejamos tras cruzar el río Tajuña para circular por la vía pecuaria que va en paralelo al río en dirección a su desembocadura en el Jarama.
Cruzamos la M-311, que va hacia Chinchón, para seguir río abajo en paralelo al éste, para llegar hasta el último escollo antes de llegar al camino que baja desde Chinchón.
Ahí hubo sus más y sus menos, con una importante cuesta destrozada por las lluvias donde la mayoría tuvimos que poner pie a tierra y empujar la bici cuesta arriba. En cuanto pierdes pedalada no hay forma de seguir.
Una vez arriba hay que bajar hasta el mencionado camino, con un tramo también empinada y con escalones, un nuevo reto para los menos hábiles. Ya en el camino hicimos reunión.
 
 


 



 


 
 
 
 

Bajando hacia el río Tajuña
Fotos: Jokin
 

Cruzamos el Tajuña por el puente y pasamos junto a la laguna de San Galindo, esa que no se ve salvo que mires desde lo alto, está rodeada por árboles y carrizos.
Un camino recto te lleva hasta cruzar la carretera M-313, entre Morata y Titulcia, para cruzarlo y hacer la penúltima cuesta de la jornada, en la urbanización Valgrande, más conocida por Valsuputamadre por el pelotón.
Ahí el pelotón se volvió a estirar, cada uno como pudo llegó hasta arriba goteando. Unos cuantos hacia la fuente y otros se quedaron en el camino.
Un pequeño incidente con el guarda de la urbanización que se empeñó en que la zona era privada y no podíamos estar allí, ni siquiera para beber agua de la fuente. Cumplen órdenes pero donde no hay carteles de prohibición na de na. Volador cruzó unas palabritas  con él, pero el agua no llegó al río. No merece la pena.
Con las fuerzas repuestas nos fuimos hacia la Cañada Real para después irnos por ella hasta la Cementera de Morata, la Green Line y el Vaáamonos.
Allí perdimos a GPS que quedó rezagado y debió bajar por la M-203 directamente. Estuvimos esperándole en el Vaáamonos pero como no llegaba y no cogía el teléfono, decidimos bajarnos destino a la carretera de Chinchón por este camino. Aunque Jokin que estaba entero todavía se bajó por el camino paralelo a la Vía Verde y se calzó los Concejiles de vuelta, antes de enlazar con el Vaáamonos
Bajando el pelotón se volvió a estirar quedando un rosario de ciclistas por la citada carretera. Además no hubo reagrupamiento y las calles de Rivas las subimos en pelotones separados.
Gavilán y el Profe tiraron por delante, a pocos metros de sus seguidores, pero ya no volverían a contactar con el resto que quedaron cortados por una avería en una de las bicis.
Rulo que con su Silbido veloz tuvo un pequeño incidente en el que se le salió la rueda de atrás que llevaba floja cuando pedaleaba por la empinada cuesta antes de llegar al parquecillo de la fuente cercano al Polideportivo.
Una corta espera y los tres de detrás se unieron para hacer los últimos kilómetros en grupo, aunque Jokin también enlazó por detrás tras su excursión por los Concejiles.
Nos juntamos casi todos en el Chapu, había celebraciones varias y no podíamos faltar a la cita. Avispa con su maldita cojera llegó después y Gavilán también acudió tras la ducha de rigor.
Dos celebraciones, el cumpleaños de Rulo y el Profe que tras muchos esfuerzos ha conseguido un Cum Laude y ya es doctor. Felicidades a ambos y gracias por las cerecitas.
Cumpleaños feliz Rulo
Foto: Marqués

 
La próxima crónica tiene algo que celebrar también. Su número es muy redondo. Compañeros de fatigas desde la primera crónica el 3 de julio de 2011 con la que inauguramos este blog, con la siguiente entrada alcanzamos la estimable cifra de 200 y ahí seguimos.
Gracias a los que lo seguís habitualmente, motiva que algunos disfrutéis de nuevo la etapa leyendo las letras y viendo las imágenes que hacemos.

2 de noviembre de 2014, de nuevo por tierras de Campo Real


Una nueva etapa, con un mini pelotón que no se derrumba ante las adversidades. Esta vez fuimos acompañados por Juanma, un vecino de nuestra localidad que contactó por correo electrónico pues es lector de nuestro blog. IM-PRESIONANTE nos lee otra gente.

Le atraían nuestras rutas y decidió ponerse en contacto para acompañarnos siempre que le fuera posible. Esperamos repita cuantas veces pueda.

La salida un poco a la antigua usanza, salimos por el parque del Cerro del Telégrafo y en vez de bajar hacia Pilar Miró, Jokin nos castigó llevándonos en dirección a las sendas y caminos junto a los cortados de Rivas.

Piedras, piedras y más piedras, lo que iba a ser una constante para una etapa en la que nos encontraríamos con muchassss piedras, quizás demasiadas.

Jokin fue castigado por los dioses, su cadena recién estrenada nos dio un poco de guerra pues se rompió en un par de ocasiones. Menos mal que es muuu apañadito y lo solucionó rápido, tras blasfemar en todos los idiomas que sabe. No solo hay que llevar el troncha y el eslabón de enlace rápido, sino hay que saber usarlos.
 

La cadenaaaaa
Foto: Marqués


Pero no bordeamos todos los cortados, el atajo que sale hacia los edificios cercanos al Miguel Ríos fue nuestro camino hasta llegar hasta la laguna de El Campillo.

Marqués se despistó por los estrechos caminos y fue por donde supo y quiso, para unirse de nuevo al grupo en la laguna.

Después, subir por la senda de la valla de la margen izquierda del río Jarama, un sendero con muchos pedaleros que hicieron que el grupo se separara hasta llegar a las proximidades del puente de las avispas.

Una vez allí seguimos por la orilla del río hasta llegar al azud del río Jarama, y una vez allí hasta un poco más adelante para subir la cuestecilla que te lleva a la carretera de Arganda a Velilla de San Antonio, la M-208.

Ha habido algunos cambios en la cuestecilla pues el paisano del terreno de al lado ha decidido que el camino sobra y ha tenido la feliz idea de ararlo. Menos mal que para una bici poco hace falta para pasar.

Tras un breve recorrido por la M-208, un giro a la izquierda y rodeando Arganda por la zona donde entrenan a los perros, cruzamos la R-3 por encima y nos lanzamos en busca de Campo Real. ¡Cuánto tiempo sin subir por esas zonas!

La zona ya la conocéis, llena de olivares y algo frecuentada por cazadores en estas fechas. Menos mal que no hubo ningún problema.

Luego a cruzar la M-300, carretera que une Arganda con Alcalá y que pasa por Loeches. A la carrera que tiene mucho tráfico siempre.

Tocaba subir hacia Campo Real, con la cuesta de las piedras por delante que cada vez está en peor estado. Aunque peor todavía está la siguiente bajada antes de llegar a la depuradora de este municipio donde el firme se hace más estable y sin baches.

Nos juntamos para tomarnos el platanito junto al lavadero de Campo Real. Un lugar con encanto y con agua para saciar la sed, si es que la tienes.
 

Pelotón de la jornada en el lavadero de Campo Real
Foto: Marqués


Tras la parada de rigor, a subir hasta la parte alta del pueblo, pasando junto a la plaza del ayuntamiento hasta la ermita de las Angustias.

Ahora tocaba bajar, primero por la interminable planicie por la que pasa la Cañada para después lanzarnos hacia abajo por la senda del Botillo. El pelotón, como siempre, se estiró y fuimos llegando abajo poco a poco.
Volador
Foto: Jokin


Juanma
Foto: Jokin


Seguimos hacia abajo, pasando por el centro hípico para acabar junto al barrio de Los Millares tras cruzar bajo la R-3. Había que seguir hasta La Poveda y como era un poco tarde tiramos de carretera por la M-300 hasta la estación del Tren de Arganda.

Para finalizar la etapa volvimos a elegir el mismo camino por el que hicimos la ida, esta vez en sentido contrario, para llegar hasta las calles del pueblo y hacer las últimas cuestas por ellas.

Despedimos a Juanma, que tomó otra ruta para volver a su casa. Vive bastante lejos de nosotros y no le hace falta subir hasta nuestra zona de nuevo.

El final en el Chapu, donde solo llegamos Volador y Marqués, el resto para casa que tenían prisa y tareas que hacer.

Un saludo y hasta la próxima.

26 de octubre de 2014, por las lomas de Arganda y de vuelta por la Green Line


Después de que el Profe y Marqués nos metiéramos pal cuerpo el palizón este viernes pasado en el Anillo Verde de Madrid, repetíamos salida este domingo en compañía de unos cuantos esforzados más. Jokin, tus etapas de sábado y demás no cuentan que vas sobrao de todas formas.

Los 6 magníficos de la ruta fuimos Jokin, Gavilán, Volador, Avispa, Profe y Marqués, los más duros.

Nada más salir con las dudas del recorrido que surgen la mayoría de los días, se puso al mando Jokin que dijo contundente: “esta vez hago yo de Rafa”,   y sí, lo hizo.

La ruta la veréis bien en wikiloc, Avispa se encargó de nuevo en grabarla, pero aviso que fue dura e intensa.

Salimos hacia el Vaáamono, aunque no era lo elegido pues nos tocaban los Concejiles. Ya sabéis, esa cuesta de los cojones que te deja sin resuello.




 













Subiendo por los Cerros Concejiles
Fotos: Jokin


Bajada para cruzar la vía verde de Morata y subida hasta la Dehesa del Carrascal. Con lo bien que habían dejado semanas atrás esta subida, las lluvias a modo de tormenta de hace pocos días la ha dejado de nuevo pedregosa. Poco ha durado.

La parada del platanito en la mesa de siempre de la Dehesa del Carrascal, que mejor sitio que ése. De mi mochila salió la poción mágica que me ayudó a continuar la etapa dando fuerzas renovadas, que las piernas estaban cansadas del viernes.


Pelotón de la jornada
Foto: Marqués


Después de la paradita seguimos en dirección al antes conocido como Rock in Rio, ahora que no tiene cartel ¿cómo se llamará?

Continuamos hasta las explanadas de lo alto de Morata, donde los avioncitos. Para cruzar la carretera y hacer bajada hacia Morata.

La bajada por el sendero que te lleva hasta la zona de El Bosque, en Morata. Una bajada técnica preciosa no apta para todos los públicos. No hay mucho más que decir.

Una vez en Morata, de vuelta para casa. Cruzamos las calles del municipio, con obras incluidas y la vuelta por la Green Line, como le gusta decir a Avispa.







De vuelta por la Green Line
Fotos: Jokin


Subida suave, tendida y agradable que nos lleva hasta la cementera. Una vez allí, nos reunimos sobre el Vaáamonos para lanzarnos hacia abajo.

El final os lo imagináis, carretera de Chinchón, laguna de El Campillo, calles de Rivas y el Chapu, sin dudarlo mucho. El pelotón estirado en las últimas rampas, pero sin problemas llegamos todos.
 

Avispa en el Chapu, firmes...
Foto: Jokin


El recorrido marcado en cuentakilómetros de la bici era de 58 kilómetros, 56’6 en el wikiloc de Avispa.
 



Recorrido y perfil de la etapa, con detalle de la parte final incluida
En wikiloc por Avispa


Hasta la próxima.

24 de octubre de 2014, el Anillo Verde Ciclista de Madrid


El Profe desde antes del verano tenía en su cabeza una de esas cosas que no te quitas hasta que al final se hace. Dar la vuelta a los madriles por el Anillo Verde Ciclista.

Y como en fin de semana puede ser un poco agobiante ir por las calles con mucha gente, estuvo buscando un viernes para poder hacerlo más tranquilo.

Preparamos la etapa, incluso nos bajamos un mapa de internet con el recorrido, después no iba a hacer falta.

Rulo, que también tenía ganas de hacerlo y no es el único, tenía disponible ese día. Así que ya seríamos 3 Nenazas las que nos lanzaríamos a la aventura.

Menos mal que Rulo fue previsor y contactó con un compañero suyo, Emilio, que conocía perfectamente  el recorrido y fue el cuarto componente del pelotón.

Quedamos a eso de las 9 de la mañana, después de dejar a la prole en el colegio e instituto, Rulo hacía el recorrido hasta Moratalaz en coche y el Profe se empeñó en hacerlo sobre la bici. No le iba a dejar solo, por lo que escoltados por Rulo hicimos los 11 kilómetros y medio del camino delante de sus coche.

Antes de la hora de la cita llegamos al punto de encuentro, Rulo se fue en busca de Emilio y nosotros nos quedamos esperando.

A eso de las 10 de la mañana, tras las presentaciones oportunas, empezábamos el recorrido en el sentido de las agujas del reloj, es decir hacia el Oeste.

El recorrido lo veréis mucho mejor en el mapa que se adjunta, aunque también os podréis ayudar con el reportaje fotográfico y un poco en estas palabras que acompañarán a las imágenes.
 
 
 
Una vez iniciada la ruta en Moratalaz, cruzamos la A-3 para recorrer el parque que recorre el perímetro del barrio de Palomeras junto a la M-40 para llegar hasta el Pozo y cruzar hacia el Parque de Entrevías en paralelo a la Avenida Miguel Hernández.
 
 Parque de Entrevías

Hacia abajo lanzados cruzamos bajo las vías del tren para llegar hasta la zona de la Depuradora de la China, frente a la Caja Mágica, entrando en el Parque Lineal del Manzanares por la orilla contraria a estas instalaciones.
 
Zona de la depuradora de la China
 
Parque Lineal del Manzanares

Cruzamos sobre el río Manzanares, tomando un atajo directo sin hacer el recorrido completo. Aunque a veces no hay atajo sin trabajo, esta vez no fue así. Así llegamos hasta el barrio de San Fermín el cual cruzamos rápidamente para llegar a las inmediaciones del Hospital del Doce de Octubre, cruzando la Avenida de Andalucía.
 
Zona del Doce de Octubre
 
De esa forma seguimos dándole a los pedales para llegar hasta la Avenida de los Poblados, calle de un recorrido bastante largo por la que circulamos bastante tiempo para pasar por Oscasitas, el Parque de Pradolongo, el Parque Sur (también llamado Emperatriz María de Austria),  la Calle Eugenia de Montijo, el Parque de las Cruces en Carabanchel, hasta que llegamos hasta Aluche. Sin olvidar que pasamos también junto al barrio natal de Rulo, la Ciudad de los Periodistas.
 
Avenida de los Poblados
 
Avenida de los Poblados frente al Barrio de los Periodistas
 
Parque de las Cruces, Carabanchel
 
Allí un giro a la derecha para cruzar bajo las vías del Metro y así llegar a un nuevo parque , el Parque Carlos Arias Navarro, junto a la Calle Valmojado.
 
Estación de Metro de Aluche
 
Un giro a la izquierda, en paralelo a la calle los Yébenes nos llevó a cruzar la A-5 cerca de la zona de Batán, la Casa de Campo era nuestra.

Una vez en la majestuosa Casa de Campo, que estaba preciosa, hicimos la primera parada para un platanito junto al arroyo Meaques. Era momento de hacer un receso.
 
Platanito en la Casa de Campo
 
Pelotón de la etapa
 
Por delante nos quedaba un extenso paseo por esta zona verde tan importante para la ciudad de Madrid, pasando nuestro recorrido junto al Parque Zoológico, el Pinar de las Siete Hermanas para llegar hasta el Lago.
 
 
Casa de Campo y Pinar de las Siete Hermanas
 
Rodeamos el Lago por su orilla norte, imposible por obras hacerlo por el Sur, hasta alcanzar el Paseo de las Moreras en dirección hacia el Puente de los Franceses y cruzar sobre la Carretera de Castilla.

Nos esperaba por delante un precioso recorrido junto a la orilla del río Manzanares, dejando a nuestra derecha el Palacio de la Moncloa y a la izquierda el Club de Campo.
 
 
Ribera del Manzanares
 
Después a cruzar sobre la A-6 y la M-30 en el tramo de unión con la carretera de El Pardo, un poco de aglomeración en la zona con muchos ciclistas que coincidimos a la misma vez.
 
M-30 junto a  Arroyofresno
 
Para separarnos de las carreteras y tomar un rumbo nuevo, entramos en la Calle Arroyofresno, la cual no dejaríamos en mucho tiempo. Vaya pedazo de casitas las que se gastan por la zona.
 
 
Calle Arroyofresno
 
Cruzamos la Avenida Cardenal Herrera Oria, y seguimos ascendiendo por la misma Calle Arroyofresno, dejando a nuestra izquierda los campos de la Federación Española de Golf, hasta llegar a la zona de Pitis. Su estación de tren en todo lo alto se deja ver perfectamente.

En esa zona hubo unos cuantos despistes, Emilio y el Profe por delante, dejaron rezagados a Rulo y Marqués, que acusaban el desgaste y les tocaba esperar en algún que otro semáforo. Nos reagrupamos en el inicio de la carretera de Fuencarral a El Pardo, tras una corta espera de los adelantados.
 
Calle Arroyofresno a la altura de la carretera de Fuencarral a El Pardo

Poco más arriba y tras subir unas empinadas cuestazas, hicimos la segunda parada, en una zona más ancha del parque por donde circulábamos. La parada corta sobre todo para rehidratarnos en una fuente en la que repusimos el preciado líquido.
 
Zona de Pitis
 
Poco más adelante tocaba cruzar de nuevo una carretera, esta vez la de Colmenar, en la que coincidimos con un monociclo al cruzar un puente. Cosa más rara, oiga.
 
Carretera de Colmenar
 
Un nuevo despiste, esta vez en solitario de Marqués que fue esperado de nuevo por Rulo y que costó un rato el reagruparse junto al Restaurante El Ninot, ya en Fuencarral. Justo enfrente de este lugar el Anillo Verde nos llevaba hacia las vías del tren que salen en dirección Norte desde la Estación de Chamartín. Cruzamos por un túnel bajo ellas.

Así llegamos hasta el recientemente creado Barrio de Las Tablas, donde empezaría una zona completamente llena de cruces, semáforos y calles. La pericia y experiencia de Emilio nos llevaba en buena dirección, si no es por él.....

Después de cruzar sobre la A-1 entramos en el también reciente barrio de Sanchinarro, donde de nuevo Emilio nos llevó por aceras y calles, en la dirección correcta.
 
Barrio de Sanchinarro
 
Tras cruzar la M-11 entramos en el barrio de Hortaleza, de nuevo a la vera de la M-40 y en paralelo a ella hasta finalizar el recorrido del Anillo Verde.
  
 Barrio de Hortaleza junto a la M-40
  
Pasamos frente al IFEMA, al Parque Juan Carlos I, el Hipercor de Hortaleza, llegando hasta la Avenida de Logroño. Emilio y el Profe en cabeza sin desistir en ningún, los otros dos rezagados por el cansancio y de nuevo los semáforos.  

Para llegar a Canillejas había que cruzar la A-2, circulando por la Avenida de Luis Aragonés, con el Estadio de La Peineta a nuestra izquierda.
 
Un atlético con el Estadio de la Peineta detrás
 
Por la Plaza de Grecia seguía la ruta, en sus últimos kilómetros. Quedaba el Paseo Ginebra para llegar hasta la Rosas donde Emilio nos despedía. Ahí acababa su ruta y la de Rulo que había quedado descolgado y tenía su coche aparcado cerca.

El Profe y Marqués concluían el Anillo Verde Ciclista donde lo empezaron, un abrazo, una foto y a seguir, que quedaba bajar por Vicálvaro hasta casa.

 
Final de Anillo Verde Ciclista
 
Por el camino Rulo hacía de nuevo de escolta, haciendo paraditas para esperarnos.

Qué duro se hizo el final, cada puente con su cuesta se hacía más duro, aunque el trabajo había dejado la sensación de lo bien hecho.

Antes de llegar al Bar de La Rosa, junto al Barrio de la Luna nos despedimos de Rulo para cruzar un descampado y adentrarnos por las calles desiertas de este barrio ripense.

Solo nos quedaba llegar al Plaza, pasar junto al Chapu y subir la calle Jaén, último escollo del que siempre se libra el Profe.

Como resumen deciros que el recorrido por el Anillo Verde Ciclista fue de unos 66 kilómetros, a los que algunos tuvimos que sumar los 23 de ida y vuelta hasta Moratalaz, para completar la friolera de 89 kilómetros finales.

Gracias Profe, eres mi héroe.