Se mascaba en el ambiente un día
grande. Como ya se avisó en la anterior entrada en este nuestro blog, es la
número 200 desde que el 3 de julio de 2011 empezamos a relatar nuestras
andanzas y algunas cosicas más.
Mucho ha llovido desde entonces,
incluso alguna vez sobre nuestras cabezas y poco a poco sumando grandes etapas
y siempre sufriendo fatigas, alguna que otra caída y sobre todo buenas
experiencias, hemos llegado hasta aquí.
Algunos se quedaron por el camino,
es un deporte duro en el que la constancia es fundamental para no quedarse
atrás. Pero otros seguimos al pie del cañón dejándonos el resuello por esos
caminos, veredas e incluso trialeras en el entorno de nuestro querido Rivas.
A veces fuimos un poco más allá,
pero esas son las menos porque es mejor salir dándole a los pedales desde casa
y no cargar las bicis en los coches para irnos en busca de aventuras más
lejanas.
Pero dejémonos de nostalgias y
otras zarandajas, que hay que contar la etapa de este domingo que es lo que se
pretende y para lo que creamos este blog, y así quedará para los anales.
Acudimos a la cita un pelotón curioso,
con muchos menos esforzados que antaño pero 7 Nenazas no nos juntamos últimamente
en muchas ocasiones.
Salíamos como siempre en torno a
las 9 de la mañana, tras unas duras negociaciones pues Jokin quería hacernos
sufrir e insistía en que tocaba la subida al Cerro del Viso. Que pereza,
cuestas empinadas a troche y moche, que es lo que le va al más en forma del
pelotón Nenaza. Pues nada que al final nos
convenció y no hubo más remedio que irnos hacia Torrejón de Ardoz.
A la primera de cambio, los de
delante se escaparon sin forma humana de recuperar el terreno perdido, Gavilán
que tenía que estar pronto en casa debía azuzar a Jokin y de esta forma no hay
manera de seguirles, solo Volador aguantó su estela.
Nos juntamos una vez el grupo
había cruzado el Puente del Moco, en San Fernando de Henares cuando llegamos al
otro lado del río Jarama. Pero de nuevo a correr como si no costara.
De camino hacia el Soto de la
Aldovea, el Castillo de Torrejón de Ardoz, Juanma y Marqués quedaron atrás no
pudiendo seguir el ritmo acelerado que seguían los de delante. No volvimos a
juntarnos hasta llegar al cementerio de Torrejón, que está junto al Parque
Europa.
De nuevo se estiró el pelotón,
que agobio. Quedando cortados esta vez Rulo, Juanma y Marqués , subiendo la
vega del río Henares con tranquilidad y disfrutando un poco más del paisaje.
La reunión en el puente que cruza
este río, donde Gavilán se despedía del pelotón, no fuera que se liara a subir
hacia el Cerro del Viso y al final llegara tarde a casa.
Un trago de poción mágica,
recuperar la respiración y a seguir, que las cuestas más empinadas de todas las
que hacemos en nuestras etapas nos esperaban poco más adelante.
La ascensión ya la conocéis pues
tras llegar a la finca de los caballos, donde nos encontramos con una estampida
de corceles, no queda más remedio que atarse los machos, agarrarse al manillar
de la bici y mentalizarse que o sufres o sufres, no hay más remedio.
En muy poco tiempo estábamos en
lo alto de este Cerro. Solo Rulo puso pie a tierra en una ocasión e hizo un
tramo de subida a patita empujando su Whistle, los demás llegaron arriba sin
bajarse incluso en las rampas más empinadas.
Volador, Juanma, Marqués y Rulo
Foto: Jokin
Para la mayoría esto no es algo
excepcional, pero para el que os narra este relato, ese que llamáis
cariñosamente Marqués, Jabalí y otros sobrenombres que no alcanzo a recordar, hizo
toda la subida por primera vez sin bajarse de su MMR hasta tó lo alto. Ahí
queda eso.
Una vez arriba unos a reponer
fuerzas y Marqués en busca de un tesoro escondido en la cima de este Cerro con el
GPS del móvil. Algunos lo entenderéis, el resto a imaginar que es gratis.
Pelotón de la jornada
Foto: Jokin
Una vez terminadas todas las
tareas había que seguir ruta, no sin antes acercarnos hasta el vértice
geodésico donde nos hicimos unas fotos disfrutando del espectacular paisaje que
teníamos delante de nuestra vista.
Mirando hacia el oeste
Foto: Jokin
En el vértice geodésico
Fotos: Jokin
La bajada hacia Torres de la
Alameda ya la conocéis casi todos. Una carretera en los primeros kilómetros y
un camino que nos lleva hasta cruzar la carretera y la línea del AVE. Ahí había
que tomar una decisión crucial, ir hasta el casco urbano de Torres de la
Alameda por la carretera M-300 o arriesgarnos a cruzar por la zona húmeda del
arroyo de Anchuelo que suele estar inundada y muy embarrada.
Pues elegimos el arroyo de
Anchuelo, aunque esta vez inundado fue menos doloroso que otras veces, con un
par de conatos de rebozarse en el barro
caer al agua por parte de Jokin y Rulo.
El pelotón se estiró un tanto
hasta llegar a Torres de la Alameda, aunque unas vez en sus calles ya
circulábamos juntos, haciendo una breve parada en una fuente de la localidad
con el fin de reponer líquidos.
Volando voy, volando vengo nos
fuimos hacia Loeches, este camino tiene un buen número de
bajadas y subidas, aunque no es demasiado exigente. De nuevo el pelotón se
estiró aunque por poco tiempo pues al llegar a Loeches volvimos a reunirnos
para atravesar este municipio en grupo.
Ahí surgió la duda y anécdota de
la jornada. Jokin preguntó a Marqués que si soplaba viento o aire, Marqués dijo:
aire, a lo que Jokin interfirió: ¿y tu precisamente me dices eso?. Claro tienes razón,
contestó Marqués, “el aire se respira y el viento se sufre”. Una frase para la eternidad.
Para bajar hacia Velilla de San
Antonio tuvimos que hacer consenso, aunque Marqués propuso bajar por la senda
de la Clavícula del Hombro, obviamos esta propuesta y bajamos por el camino
directo a pesar de la amenaza de la posibilidad de encontrarnos con unos
grandes charcos y barrizales que suelen formarse en los primeros tramos de esta
senda.
Así que la moneda estaba lanzada
al aire y esta vez salió cruz, pues los charcos y barrizales estaban esperando
nuestro paso, poniendo un nuevo escollo que esquivar. Si es que no aprendemos.
Pronto estábamos cruzando la R-3
y M-208, para entrar en Velilla de San Antonio en pelotón. Esta vez estaba
claro que no era el día de ir por la senda del Jabalí, así que elegimos el
camino recto que atraviesa la vega del río Jarama para encaminarnos hacia los
Viveros Don Pedro.
Por delante la carretera M-203 y
la subida hacia el Cristo de Rivas por la M-823, una subida que si la haces a
tu ritmo no supone demasiado esfuerzo, lo peor como siempre el intenso tráfico
de vehículos en ambas direcciones.
Como era de esperar el pelotón se
estiró del todo, llegando cada uno al Chapu por separado con las bicis embarradas a tutiplén, pero sin problemas
tras recorrer unos 57 intensos kilómetros.
Whistle y MMR embarradas
Foto: Jokin
En la terraza estuvimos un buen rato, primero celebrando el medio siglo de nuestra última incorporación al pelotón Nenaza y segundo comentando emacionados lo ocurrido durante esta jornada. Felicidades Juanma, que 50 años no se cumplen todos los días.
El pasado es una buena historia
que dejamos atrás y quedará en nuestra memoria para siempre, ¿o no?