21 de abril de 2013, ruta del electrocardiograma a Perales de Tajuña


Volvían los gallos al corral y así como se gestó una etapa que acabaría siendo de las más duras que hemos realizado hasta la fecha. Además de su perfil, que podréis ver al final de este texto, por la velocidad a la que volábamos en parte de la ruta dominical. El nombre de la ruta también viene al caso de este perfil, y no da lugar a otra cosa. Me diréis sino.

A la cita acudimos un nutrido grupo de Nenazas, faltando varios de los que habían dado el visto bueno a la participación. Un total de 11 valientes no faltamos a la cita.

Salíamos sin rumbo fijo camino del pueblo, por las calles de siempre, recogiendo a Caracol, que nos esperaba en el lugar habitual.

La bajada hacia la laguna de El Campillo, en desbandada, cada uno a su aire, para juntarnos junto al aparcamiento de este lugar. Allí perdimos comba Holandés y yo, hablando con el mecánico de la ya cerrada tienda “Bicis Parrado”, para que nos diera su teléfono y así usarlo en caso de necesidad. Nunca vendrá mal tenerlo.

Para recuperar terreno tuvimos que hacer un pequeño esfuerzo, pedalear a todo trapo por la carretera de Chinchón hasta alcanzar al compacto pelotón.

La subida por el Vaáamono como siempre, cada uno a su ritmo para llegar hasta lo alto goteando elementos, no puede ser de otra forma.Allí tocaba reunión y foto de pelotón, pues Antonio cumplía su cupo, e iniciaba desde ahí su regreso a casa.
 
Imagen del pelotón
Foto: Marqués

El resto del grupo siguió adelante bajo el puente metálico de la vía verde, ese camino que lleva hacia las canteras de Morata y pasa por el precioso Piolín azul. Por cierto, cada vez más perjudicado en color y otros detalles, los pies están a punto de pasar a la historia.

Así seguimos para juntarnos en el cruce de caminos sobre Morata de Tajuña. De nuevo la ruta elegida era la bajada directa hacia esta población, de la forma más directa y rápida.

Directa y rápida sí, para unos más que para otros porque los de delante y en  concreto el Gavilán, según contaron las malas lenguas, estuvo a punto de estampanarse contra un pequeño tractor a la salida de una curva. Pero el Gavilán ya sabéis que es el puto amo de los descensos y salió del entuerto sin agobios ni problemas.

En el pueblo casi ni parar, pues los de delante parecía que querían apagar un incendio y sin decir ná, salieron en desbandada hacia delante sin despedir a los que se volvían para Rivas. Y uno, explicando el callejeo para llegar a la vía verde a los que se volvían, perdió la estela. Tras unas llamadas y unos esfuerzos dándole fuerte al pedal, logré contactar con el grupo casi llegando a Perales de Tajuña. Gracias al Profe, que disminuyó la velocidad y espero pacientemente a que me reincorporara.

Una vez en Perales de Tajuña vino la negociación. Había tres posibilidades, subir hacia el Rock in Río por una pista empinada nueva, hacer un rodeo con una cuesta empinada nueva hasta el momento o subir del tirón por otra pista de las que quitan el hipo por la ladera alejándonos del río Tajuña. La elección la hizo GPS, para variar, aunque esta vez apoyado por algunos, seguir por la vía verde hasta un cartel que anunciaba las urbanizaciones de Valdeperales de Abajo y Valdeperales de Arriba.

Lo podéis ver mejor en el mapa de la ruta ampliado por esa zona por cortesía de Avispa, pero contaros que la subida era de poco más de dos kilómetros pero con bastante inclinación, aunque asequible al grupo. Pero como dice la canción de Mecano, “aquí hay gente de rancio abolengo” que puede con todo y el pelotón se estiró goteando ciclistas hasta llegar a lo más alto. Un camino muy bonito, rodeado de encinas y quejigos, que no dio ni tiempo a disfrutar.
 



Goteo de ciclistas. Al loro con la imagen de los dos fantasmas: uno haciendo el caballito y el otro, saludo heavy al grito de "MARICOOONAAS".
Fotos: Holandés

En lo más alto y bajo una encina, la parada del platanito. Momentos para recuperar fuerzas y algo de aire en una etapa que iba a toda velocidad.
 
Imagen de los ruedones de la jornada
Foto: Marqués

La ruta seguí ya de vuelta, pasando por una estrecha y pedregosa senda, por donde en algunos momentos solo cabía una bici. Eso sí, con unas vistas preciosas del valle del Tajuña desde lo alto.

GPS ya lo había avisado, no tenía claro cómo iba a estar el camino de bajada para ir de nuevo a la vega del Tajuña, y claro, la bajada era de las de borrar de la mente. Entera creo que no la consiguió bajar nadie, porque entre la inclinación, las piedras, las zanjas, el suelo liso y todo tipo de trampas, puse pie a tierra en cuatro ocasiones, para que mi integridad no se viera afectada por hacer la cabra.

El regreso por el mismo sitio que la ida en sentido opuesto, para llegar divididos de nuevo hasta Morata. Allí ni tregua ni parada ni nada que se pareciera. Y así nos despedimos hasta la llegada a casa.

La subida hasta la cementera por la vía verde, con los gallos por delante y a cola de pelotón GPS, el Profe y yo mismo. Poco antes de llegar a la cementera GPS tiró por delante, perdiéndole de vista y los dos de detrás, a un ritmo más acorde con la etapa y ya castigados, bajamos nuestro emblemático camino para llegar a mejor ritmo hasta el parque del pueblo de Rivas, donde hicimos una corta parada antes de iniciar la subida hasta el Camelot.
 
Cuentakilómetros
Foto: Holandés

El recorrido final poco más de 74 kilómetros, una barbaridad si encima tenemos en cuenta la velocidad en algunos de los tramos, que se vio reflejada en la hora de la llegada, en una abanico entre las 13:30 y las 13:55 h. según las fuerzas de cada uno, unas 4 horas y media desde que salimos.
Mapa con la ruta recorrida y perfil de la etapa

Ampliación del tramo del entorno del Tajuña, entre Morata y Perales
Ambos por cortesía de Avispa

Unas cerecitas en el Camelot, en mi caso una sola, a modo de botellines del Mahou, pues no quedaba ni barril ni tercios, como para no creérselo, y para casa que había que comer.

Pues nada más que recordaros a muchos que estáis inscritos en la III Ruta BTT los manantiales, en la bella población madrileña de Belmonte de Tajo. Ataros los machos que sino alguno tendrá que perder la pasta invertida en la inscripción al evento.

Además, y según las previsiones meteorológicas el sábado se predicen una alta probabilidad de lluvias y el domingo se espera un drástico descenso de temperaturas. No quiero ser agorero, pero ……..

14 de abril de 2013, a Perales de Tajuña en el regreso de Josemari


La falta de los gallos de pelotón, anunciada con antelación, ponía alerta a los esforzados ciclistas que iban a tomar parte de la etapa de este domingo, para elegir un recorrido acorde con los que iban a tomar parte de esta salida. Había que tener en cuenta como está el pelotón y no olvidar a la fracción “ruedines” que también tienen derecho a hacer recorridos más cortos.
 
Luna creciente en la noche anterior
Foto: Marqués

Así el Profe y Marqués nos conjuramos para repetir la hecha el domingo anterior, que había gustado bastante, aunque para hacerla más rápido y menos exigente la recorreríamos en sentido inverso, con menos cuestas hacia arriba.

En esta mañana 8 Nenazas decidimos que era una bonita mañana de primavera y que había que aprovecharla, los fríos han dado una tregua o quizás nos hayan abandonado definitivamente, aunque algo quedará sin duda.

Es de destacar la vuelta de Josemari, nuestro Hombre Volador, ya repuesto de su última caída y con ganas de reengancharse al pelotón. Mucho tiempo esperando el regreso de este esforzado ciclista.

Salimos de forma tranquila y sin sobresaltos iniciales por la pista que rodea al Cerro del Telégrafo por la izquierda, para enlazar directamente con la avd. Pilar Miró, hasta llegar a la zona del Miguel Ríos, donde se incorporaba al grupo Caracol.

Así en grupo compacto bajamos hasta la laguna, consensuando la etapa a realizar. No parece que quedó muy claro, porque al llegar al aparcamiento de la laguna de El Campillo los de delante cruzaron bajo la vía del Metro en vez de dirigirse hacia la laguna.

No había problema, pues sin volver hacia atrás cruzamos el Puente de Arganda y tomamos la estrecha senda pegada al río para llegar hasta la depuradora de la Poveda. Un caminito que en esta época está llenito de flores y que alegra los primeros esfuerzos en el personal.

Una vez en La Poveda tocaba subir, así que tocaba la vía verde y el polígono de Arganda para alcanzar el Hospital del Sureste, donde solo quedaba ir hacia arriba.

Otro corto paso por la vía verde y por la M-313, hasta desviarnos por los caminos que recorren paralelamente y con varios cruces la A-III, hasta llegar al área recreativa de la Fuente del Valle, con el pelotón estirado por el empuje del cabestro que iba delante tirando de ellos. Así cambió la charlotada por los primeros sudores de la jornada.

Así fue como llegamos hasta lo alto en la explanada del Rock in Rio, con un grupo compacto por delante y un par de retrasados , que pagaron esfuerzo en las rampas más empinadas del día. 

Allí tocaba la foto de pelotón, tras los primeros 23 km recorridos, donde alguno ni quería salir en la foto, parece que no sentaron demasiado bien algunas de las palabras dedicadas a los que se vuelven antes. Aunque al final todo quedó en eso, en unas leves protestas sin mucha importancia.
 




Imágenes del pelotón de la jornada
Fotos: Marqués

Allí tocaba partir al grupo en dos, éramos 8 y 4 continuaríamos hacia delante para irnos hacia Perales de Tajuña y los otros 4 iniciaban regreso. En un principio parecía que la idea de los que volvían era regresar por los pasos ya recorridos para evitar despistes, pero al final las malas lenguas dicen que intentaron otros recorridos alternativos y terminaron despistados que no perdidos por los caminos de la zona. Por la carretera M-313 bajaron una parte del recorrido hasta alcanzar la senda definitiva. Es que no nos aprendemos el camino.
 
Los que continuamos, pedaleando a buen ritmo alcanzamos pronto la zona más alta antes de iniciar la bajada hacia Perales, realizando una parada para recuperar líquido en la fuente de La Gasca y también para desaguarlo.


Los que llegamos hasta la Fuente de la Gasca
Foto: Marqués

La bajada rápida porque el firme lo permite, allí nos cruzamos con otros esforzados que subía la cuesta de la misma forma que nosotros hicimos la semana anterior y así llegamos hasta Perales de Tajuña.
 
El pueblo de Perales de Tajuña
Foto: Marqués

Una vez cruzado el bello municipio, cruzamos el Tajuña por el pequeño puente que hay junto a una antigua fábrica, donde pudimos disfrutar de bellas estampas, los que estuvieron sabrán porque lo digo.

Una vez cruzado el puente, el camino gira hacia la derecha y una larga ruta por la vega del Tajuña nos quedaba por delante, para llegar hasta la carretera que une a Morata de Tajuña con Valdilecha. Por cierto localidad muy cercana a un pueblo llamado Belmonte de Tajo, ¿os suena de algo?

La siguiente parada imaginar donde la hicimos y porque. Josemari no había catado aun las ricas palmeritas, y claro los demás no pusimos ninguna pega para degustar de esos pequeños negritos dulces.
 
Degustación de palmeritas en Morata de Tajuña
Foto: Marqués

Por delante nos quedaba la subida hacia la cementera de Morata. Por las calles del pueblo Avispa iba por delante, no atendiendo los gritos que venían por detrás para que girara en la primera calle que se encontrara a la derecha para llegar lo más cómodo posible hasta el helipuerto. Así fue como por su empuje, nos hizo subir el cuestorrón empinado que lleva directamente hasta él. Parecía un nuevo Avispa y no el de la etapa de la semana anterior, pues tiró por delante sin mirar atrás y dejó plantados al resto en la subida hasta la cementera y el Vaámono.

Por detrás y a buen ritmo, subimos el Profe y Marqués, quedando rezagado Josemari, pagando el pato de cuatro meses de inactividad desde su caída en la mañana del 24 de diciembre. Eso sí, aguantó como un campeón. 

El reagrupamiento en lo alto del Vaáamono, para iniciar la bajada de este conocido camino, con el Profe por delante, y el resto tratando de seguir su estela. Tan rápido iba, que llegó a perder el bidón de líquido y ni se enteró. Menos mal que siempre hay gente por detrás y el bidón fue devuelto a su dueño.

En la carretera de Chinchón el grupo se partió por la mitad, Avispa y Marqués por delante y el Profe como gregario de lujo de Josemari, al que acompañó en todo el recorrido por las calles de Rivas hasta llegar a casa.

En las últimas rampas Avispa tiró por delante, como comentaba antes, parecía otro muy diferente al de la semana anterior.

En el Camelot y tras 71 km recorridos, misma distancia que la semana anterior  nos juntamos tres de los cuatro esforzados, el Profe tenía algo de prisa, sus tareas fotográficas de la tarde tenían la culpa.
 
Ruta de la etapa. Con una pérdida de señal que elimina al menos unos 7 km en la subida a la cementera de Morata
Imagen en wikiloc por Avispa

Allí celebración de un cumpleaños a base de cerecitas, el que no vino se lo pierda y no habrá más oportunidades, sino haber venido.

Ya queda menos, solo dos semanas para el evento, así que cada uno se lo piense y se mentalice que alguna cuota se la van a ingresar sin ser aprovechada correctamente.
 
Clavi en su etapa del viernes 12 de abril, en el desprendimiento
Foto: Clavi


Casper en su etapa por Vallecas, el domingo 14 de abril. A su aire
Foto: Casper

7 de abril de 2013, etapón a Perales de Tajuña

Se preveía una salida multitudinaria, y aunque algún miembro del pelotón no acudió a la cita, el pelotón volvió a ser numeroso como antes. Quizás fuese un espejismo, si leeis hasta el final lo podreis ver.

A la cita acudíamos 11 Nenazas, a los que se unió un poco más tarde Caracol, recogido camino del pueblo, en el lugar de siempre.

Saliendo de la plaza, el primer incidente. Es que dejamos de salir una temporada y no sabemos cómo se da pedales. Así es como Elevator arrancando en la primera pedalada, fue al suelo. ¡Que está muy duro!, debió pensar. Así que entre las risas del pelotón, salimos hacia nuestro destino.

Llegando al Cerro del Telégrafo, GPS nos tenía preparada la primera sorpresa de la jornada, una subida a lo más alto del lugar y una bajadita pedestre para ir calentando el cuerpo. La mayor parte tomó la ruta tradicional por la senda que lo rodea por la derecha y solo 5 alocados seguimos la estela de GPS, los 4 de 29er y Avispa.

Nos juntamos de nuevo cerca del auditorium Miguel Ríos, donde se unía a nosotros Caracol, para continuar hacia el pueblo en pelotón compacto. Íbamos dejando calles atrás cuando ocurrió otro pequeño incidente, Clavi al que le debe pasar lo mismo que a Elevator frenó más de la cuenta y también dio con sus huesos en el suelo. Ni que decir tiene que el asfalto en esa zona también está muy duro.

Tras llegar a la laguna de El Campillo, tocaba el turno de la foto del pelotón. Los ánimos no estaban muy boyantes en muchos y corríamos peligro de quedarnos sin una buena imagen del pelotón con todos juntos.
 

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

Lo siguiente llegar hasta la carretera de Chinchón, para iniciar la subida hacia las lomas de Arganda. En este caso, GPS nos volvía a sorprender cambiando la ruta habitual por el Vaáamono por una subida usada hace mucho tiempo, que parte del camino que sale enfrente de la Laguna de las Madres, donde el pelotón se estiró en las cuestas que nos llevarían a lo alto de esas lomas.
 
Subiendo hacia las lomas de Arganda
Video por Holandés

Un camino que pide esfuerzo por parte de todos y que consiguió que empezaran las primeras sudadas para todos. Allí llegó primero Holandés, como no podía ser de otra forma, que se dedicó a hacer imágenes para el recuerdo según íbamos llegando arriba.
 

















Subiendo la cuesta hacia las lomas de Arganda del Rey
Fotos: Holandés

Era su cuota del día, pues en ese lugar se despedía del grupo. Tenía que estar en casa pronto y no le quedaba mucho tiempo para cumplir con el horario previsto.

Más subidas y bajadas nos quedaban por delante, pero en una de las bajadas y tras cruzar el primero de los 3 túneles bajo las diversos pasos del entorno de la A-III, parte del pelotón decide subirse a la vía verde para iniciar el regreso.
 


A cruzar los túneles
Fotos: Marqués

El pelotón se quedó en cuadro y sin avisar a los de delante, lo que dejó fuera de juego a Caracol, que pretendía no forzar en una etapa tan dura como se preveía, pero al estar por delante del “grupo de los ruedines”, no le quedaba más remedio que seguir adelante o quizás perderse yendo en solitario de vuelta. Igual los demás se cruzaron con la piedrecilla con la que coincidió el Holandés en la vía verde, en una de sus últimas salidas en solitario.     
  

Piedrecilla en la vía verde, 2 de abril de 2013
Foto: Holandés

Seguimos hacia arriba, pasando por la zona recreativa de la Fuente del Valle, esa que está bajo la A-III, para continuar sin pararnos pues el caño de la fuente estaba a ras de agua y no se podía beber de la rica y fresca agua que sale por él.

Por medio de los camino entre olivares de las lomas más altas llegamos a lo más alto hasta el momento, nos quedaba por delante la bajada directa hacia Morata de Tajuña. Si, la del viejo que nos anima siempre en las subidas. En este caso, el viejo estaba en la puerta de su casa, pero no tocaba decir nada porque íbamos de bajada, que cuesta menos.

Una vez en Morata, alguno que no había catado aun las ricas palmeritas que hacen en este pueblo propuso realizar la parada del platanito en la plaza del ayuntamiento, previa compra de unas pocas de esas riquísimas dulcerías para endulzar los paladares. Así fue como degustamos de nuevo entre risas y comentarios varios, de estos dulces tan recuperadores.
 


Palmeritas en Morata de Tajuña
Fotos: Marqués

A partir de ese momento tocaba recorrer rutas nuevas y desconocidas para todos, bueno casi todos porque por fin GPS pudo conseguir tras dos intentos anteriores, que el pelotón circulara desde Morata hacia Perales de Tajuña por una ruta diseñada hace tiempo.

Cruzamos Morata y cogimos la carretera que une a esta localidad con Valdelaguna, y nada más cruzar el río, giramos hacia la izquierda en el camino de la Finca de La Estaca, la de la reja en el murete blanco que nos enseñó GPS hace bastantes semanas.

La pista recorre la vega del Tajuña aguas arriba, casi siempre muy cerca del río rodeados de huertos, frutales y casitas de campo. Solo una tachuela nos hizo alterar la respiración, una cuesta empinada para evitar una loma que se acerca al río, que no queda más remedio que subir para esquivarla. Ahí al Profe se le cayó el cuenta kilómetros y ambos tuvimos que echar pie a tierra pues la cuesta impedía arrancar de nuevo tras la recogida. El resto con dos narices llegó hasta arriba montados en sus bicis.

Nos quedaba un tramo hasta llegar hasta el siguiente pueblo, Perales de Tajuña. De nuevo huertas, puentes, frutales, una pequeña presa y así llegamos hasta dicha localidad.






Vega del río Tajuña y pueblo de Perales de Tajuña
Fotos: Marqués

Lo hicimos por una carretera asfaltada, con cuestas de tener en cuenta, pero con un buen firme que nos facilitaba en algo la tarea de ir hacia arriba. Ahí el pelotón se estiró de nuevo, no quedaba más remedio pues las rampas hacían que cada uno fuera a su ritmo. Por delante Locomotoro, GPS y Avispa, imagino que con espacio entre ellos, por detrás el Profe acompañado por el que escribe, quedando Caracol relegado a la cola del pelotón.

Casi llegando arriba, una fuente permitía refrescarse, la fuente de la Gasca, una zona restaurada con un agua rica, rica, donde paré a llenar el depósito, pues mi botella se quedó en casa.
 

Fuente de la Gasca, Perales de Tajuña
Foto: Marqués

Nos juntamos arriba del todo, en el puente que cruza por encima de la A-III, un lugar conocido por la etapa embarrada de Campo Real del 24 de febrero.

Había que continuar pues todavía quedaba mucho por delante, llevábamos 40 kilómetros en nuestras piernas y aun teníamos mucho por recorrer. La continuación por la vía de servicio de la A-III, con buen firme, a toda pastilla, con prisas y sin pausa.

Cruzamos bajo la A-III por otro puente, para ir hacia el Rock in Rio por una carretera plana, donde la velocidad podía ser más alta, y conseguimos llegar hasta la zona recreativa de Arganda, tantas veces visitada por el pelotón.

Nos quedaba bajar a tumba abierta hacia Arganda, y ahí fue donde el pelotón se estiró definitivamente, para no volvernos a juntar en el resto de la etapa.

GPS y Locomotoro, tiraron en cabeza, por medio el Profe casi en solitario, yo haciendo la goma tras él para evitar pérdidas de los que venían a cola. Pasamos de nuevo por la Fuente del Valle, pero de parar ni hablar, que había mucha prisa para llegar cuanto antes a casa.

Al Profe le perdí de vista una vez llegamos a la rotonda que va hacia el polígono de Arganda, bajo el Hospital del Sureste. Hice una espera a los de atrás y ya no volví a verle en el resto de la etapa.

Los tres fuimos en comandita hacia La Poveda, por el polígono, la vía verde, para llegar hasta la depuradora de Arganda. Allí convencí a mis acompañantes para no cruzar el Puente de las Avispas, para ir hacia Rivas por la margen izquierda del Jarama hasta el Puente de Arganda.

Así fue, como habíamos hecho en jornadas previas, para comprobar que el río había bajado caudal respecto a la semana pasada, pero que había estado desbordado cubriendo el camino tras nuestro paso. El barro cubría un tramo que carecía de él cuando pasamos el sábado pasado.

Llegamos hasta el pueblo los tres juntos, subiendo por las calles hasta que Caracol nos dejaba para tomar camino rumbo a su casa. Avispa y yo completamos el recorrido juntos, para llegar a la nuestra sin más problemas.
 
Ruta de la jornada hasta la A-III en Perales de Tajuña, por delante nos quedaban 30 km
Imagen en Wikiloc por Avispa

Terminar comentando al “grupo de los ruedines”, que como dijo GPS igual alguno le tiene que vender a buen precio su inscripción a la Ruta de los Manantiales, “pues visto lo visto no tiene sentido que vayáis algunos”. Ataros los machos y a prepararse, que si no os tocará sufrir más de la cuenta.     

30 y 31 de marzo de 2013, el fin de semana del 29er Power

Sábado 30 de marzo


A la cita de las 10 de la mañana acudimos 4 valientes, el equipo 29er Power y en este caso Elevator como promotor de la etapa. Es de destacar que Jokin ya había salido a las 9 de la mañana y había calentado con 21 kilómetros previos, en los que bajó hasta la Escuela de Protección Civil y volvió hasta casa en nuestra busca.

 
Saltaban las alarmas el sábado por la mañana porque anunciaban lluvias para el domingo. Por el guasap, Elevator pedía compañeros para salir esa misma mañana y así no dejar un fin de semana en blanco.

Salimos sin rumbo fijo y por las calles de Rivas, rodeando el Cerro del Telégrafo y la avd. Pilar Miró, para alcanzar así rápidamente la laguna de El Campillo. Allí y en pos de huir del barro, continuamos camino por la pista semiasfaltada que recorre los cortados del Jarama con la laguna a nuestra derecha, entrando en la finca de El Piul y llegando así hasta el puente de las Avispas.
 

Cortados del río Jarama desde el puente de las avispas
Foto: Marqués

Allí la gran sorpresa del día y que sería la del fin de semana, el río bajaba con una cantidad de agua brutal, habían abierto las presas serranas en la tarde anterior y el cauce del Jarama iba bastante crecido e incluso desbordado en algunos lugares.
 

Puente de las avispas
Foto: Marqués

Allí mismo, bajo el puente, era imposible coger la ruta habitual que pasa bajo el puente y sigue aguas arriba hacia el azud del Jarama. Toda la zona estaba ocultada bajo el agua y era imposible que nadie circulara por ella.
 

Bajo el puente de las avispas
Foto: Marqués

La decisión primera era separarse del cauce para continuar la ruta para subir hacia la cementera de Morata. Un impulso final provocó un cambio radical para recorrer el río y ver como estaba todo el tramo hasta la junta de este río con el Manzanares.

Así cogimos el camino que recorre la margen izquierda del Jarama en dirección al Puente de Arganda. Un camino paralelo al cauce del rio donde disfrutamos de una apasionante vista de la brutalidad del agua a destajo.
 













Ribera del río Jarama entre el puente de las avispas y el Puente de Arganda
Foto: Marqués

Luego volvimos hacia el pueblo para adentrarnos en el Soto de las Juntas para hacer el recorrido entre la unión de ambos ríos, con la laguna del mismo nombre en el centro. Ahí pudimos comprobar que el Jarama iba a toda velocidad y que el Manzanares no alcanzaba el mismo caudal, igual el embalse de Santillana y el de El Pardo no estaban desembalsando aun.
 

Bunker de la Guerra Civil en el río Jarama a la altura del Soto de las Juntas
Foto: Marqués



Pelotón de la jornnada
Foto: Marqués

Una vez de vuelta y como aun nos parecía poco, tomamos dirección hacia la Escuela de Protección Civil para llegar hasta ella e iniciar regreso a casa.

En ese momento ya perdimos de vista definitivamente a Jokin, subiendo el pelotón compacto hacia el lugar de salida a buen ritmo.

Llegamos hasta el Camelot después de 36 kilómetros recorridos, aunque Elevator se quedó en casa. Pero el Camelot estaba de fiesta y Gavilán propuso cambiar de bar e irnos al 7 Pecados, en el Barrio de la Luna para degustar las cerecitas de rigor.

Al Gavilán le había picado el gusanillo de ver correr tanta agua en el río, por la tarde de ese sábado y en compañía de unos colegas hizo una excursión motociclista hacia el norte de la Comunidad, dejándonos buen testimonio del desembalse en las presas de El Villar y el Pontón de la Oliva. Impresionante del todo, aunque en vivo seguro que pondría los pelos de punta.
 




Presa del Villar
Fotos: Gavilán


Presa del Pontón de la Oliva
Foto: Gavilán


Domingo 31 de marzo

Amanecía el domingo y de momento no llovía. Todos los pronósticos eran pesimistas, pues anunciaban el jarreo tormentoso para la mañana. Pero un atisbo de que podríamos salir sin lluvia se reflejaba en los partes meteorológicos.

El programa Rain Alarm que he instalado en el móvil parecía que dejaba las lluvias pasando por el sur de Rivas y esquivando otras zonas situadas más al este de nuestra localidad.
 




Lluvia a diferentes horas antes de la partida, en Rain Alarm


Así y liándonos la manta a la cabeza, con más ganas de salir que de quedarse en casa, volvimos a salir a pedalear en una triste mañana de domingo. A la cita acudimos los de siempre, el equipo 29er Power que repetía salida, esta vez acompañados por Antonio.

Como contaba antes, el programita nos hacía saber que la zona libre de lluvias era el este, así que pusimos dirección Cristo de Rivas abajo para huir de la quema.

El Cristo lo bajamos a todas prisas, con velocidades de vértigo, solo basta con echar un vistazo al cuentakilómetros de Jokin y ver la velocidad máxima que llegó a alcanzar. Una verdadera locura.

 

El velocipedo de Jokin
Foto: Jokin


Por la carretera que va hacia San Fernando de Henares seguimos adelante, hasta desviarnos a la altura del club de Golf y alcanzar el cauce del río Jarama, para cruzarlo por el Puente del Moco. Ya lo conocéis, que más contar.
 







Imágenes en el Puente del Moco
Fotos: Marqués


Allí de nuevo pudimos comprobar que el río seguía bajando con cantidades ingentes de agua, tal y como ocurría el día de antes.

Nada más cruzarlo, continuamos subiendo por la margen izquierda del rio, sorprendidos por la anchura que tenía el río a esa altura, de verdad para quedarse con la boca abierta.
 







Imagenes en la margen izquierda del río Jarama en San Fernando de Henares
Fotos: Marqués


Una vez cruzada por debajo la M-50, tocaba dirigirnos hacia Torrejón de Ardoz, dejando a nuestra derecha primero el Caserío del Henares y después el Castillo de la Aldovea, para alcanzar el barrio del Castillo, perteneciente a esta gran urbe madrileña.

Evitando de nuevo la posibilidad del barro, elegimos el carril bici que recorre la vega del Henares desde el Cementerio de la localidad por la margen derecha del río en dirección a Alcalá de Henares. Nuevas vistas de un río también muy crecido y con cantidades de agua considerables.
 

Río Henares en Torrejón de Ardoz
Foto: Marqués


Había que seguir adelante, y tras unas negociaciones decidimos bajar a la orilla del río, para recorrer aguas arriba toda la vega del Henares en dirección al puente que cruza el cauce hasta la otra orilla.

Por el camino conocido como la Senda del Corzo, por nuestro encuentro con unos preciosos ejemplares de ese pequeño cérvido, numerosas sorpresas. Primero la del agua alcanzando casi un nivel para llegar hasta el borde del camino, después un chopo caído que lo cortaba, en fin un recorrido apasionante para el disfrute del pequeño pelotón.
 

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués







En el árbol caído
Fotos: Marqués


El dilema siguiente era como continuar ruta. Antonio decidía que era el momento de hacer regreso hacia casa, tomando la carretera hacia Mejorada del Campo y posteriormente subir de nuevo el Cristo de Rivas para concluir su etapa.
 

En el alto de Mejorada
Foto: Antonio


El 29er Power tras una propuesta mía a pesar de los negros nubarrones, decidimos subir por la vía de servicio que va desde Torrejón a Torres de la Alameda, para alcanzar esta conocida localidad y desde allí regresar hacia Rivas. Fue una subida a ritmo, dejando atrás a un pequeño grupete de esforzados y curiosos ciclistas. Mejor no decir más.
 

Negrura en los cielos
Foto: Antonio


Hasta Torres de la Alameda llegamos sorteando olivares, carreteras, AVE e incluso la zona inundable que en alguna otra ocasión nos tocó cruzar bajando desde el Cerro del Viso hasta este pueblo. Algo de barro también había, pero menos que otras veces.

En Torres de la Alameda ni paramos, pues todavía quedaba mucho y la parada estaba marcada en Loeches, donde tenía que sacar pasta del cajero del banco.

Desde Loeches nos tocaba bajar hacia Velilla de San Antonio, con dos caminos a elegir, el más habitual y el de la clavícula del hombro de Clavi. En este caso elegimos el más habitual, que baja hasta el polígono de las afueras de Velilla. Ahí nos sorprendió el barro, fue la zona con más pringue de toda la ruta, pero como digo otras veces, “guarros pero valientes” y para abajo sin excusas.

Nos juntamos de nuevo con Jokin, que iba por delante, en la carretera que une La Poveda con Velilla, para continuar hacia delante hasta este conocido pueblo.

Parte del 29er Power
Foto: Jokin

Allí de nuevo tocaba decidir en una etapa sin preparar a priori. En este caso elegimos la Senda del Jabalí, había que seguir viendo como estaba el río en esa zona.

El recorrido, como siempre, para disfrutarlo. Sin demasiado barro y con zonas preciosas, la primavera está llenando todo el campo de verde y de colorines por las flores que han crecido y crecerán gracias a las generosas lluvias que han caído en las últimas semanas, y lo que queda.
 


 











Tramo del río Jarama entre Velilla de San Antonio y el Cristo de Rivas
Fotos: Marqués

De nuevo sorpresas en cuanto al nivel del rio, teniendo que evitar los tramos más cercanos a él, incluso pasando por lugares nunca antes usados.
 

Puentecillo junto al río Jarama
Foto: Marqués


Destacable la rampita que tanto le gusta a algunos Nenazas, que baja hacia el camino que sigue por la vega del río, que inundado hacía imposible circular por él. Así que adelante hacia las charcas de las antiguas graveras de extracción de áridos, para alcanzar los Viveros Don Pedro donde solo nos quedaba por delante la subida del Cristo de Rivas.
 

Vega del río Jarama inundada, bajo la rampita de la senda junto al río
Foto: Marqués


Después de cruzar de nuevo el Jarama y antes de llegar a la rotonda, Jokin se puso a rebufo de un ciclista de carretera, que al llegar a la cuestecilla previa a la rotonda el ciclista reventó y Jokin en plan campeón le pegó un pasada de escándalo y como jefe de filas siguió hacia delante sin reparos. Grande Jokin.

Nos quedaba por delante la subida del Cristo, de nuevo a buen ritmo y solo alterado por un vejete ciclista que subió una parte a nuestra espalda y una vez llegando a La Rosa, decidió que íbamos lentos, pasándonos y dirigiéndose hacia Vicálvaro.

Casi llegando arriba, me encontré con un amigo entrenando por las calles y perdí unos instantes con la charla. Cuando llegaba al Camelot  vi que de nuevo estaba cerrado, vaya fiestas que se pegan algunos. Pero en la lejanía vi a mis compañeros que de nuevo se dirigían hacia el 7 Pecados, así que corrí tras su estela, para alcanzarlos en la puerta de dicho bar.

Allí nos juntamos con Avispa, recién llegado de sus vacaciones en La Manga, surfeando que hay que variar de deporte de vez en cuando. Unas cerecitas y para casa, que ya era hora.

Ahora, cumplir una promesa que le hice a Jokin, ponerle unas fotos de las dos especies de Garzas que vimos en las dos rutas del fin de semana. La nota ornitológica.
 



Garza real (arriba) y Garza imperial (debajo)
Fotos: Marqués


La lluvia llegó por la tarde, poco después de las 5 se lió a jarrear, cayendo toda el agua que tocaba para el día, en unas pocas horas. Lloviendo sobre mojado.
 



Lluvias en la tarde del domingo, en Rain Alarm


Pues nada, que aunque puede resultar cansino, hay que volver por nuestros fueros y completar un buen pelotón que a algunos ya se le ha debido olvidar lo que es una bici, aunque sea de 26.

Además, animaros de nuevo a apuntaros a la III Ruta de los Manantiales que se celebrará en el cercano municipio de Belmonte de Tajo el 28 de abril, a la que algunos ya estamos inscritos y deseamos que alguno más os apuntéis para dejar bien alto el prestigio de los Nenazas de Rivas.