22 de diciembre de 2013, hace mucho tiempo que no ibamos a Vallequillas

A falta de dos fines de semana por delante hasta que cambiemos de año, un grupo reducido de Nenazas nos juntamos el Domingo por la mañana a cumplir con la habitual que hacemos algunos en el día de descanso dominical, hacer bici por los caminos del sureste.
Como es habitual a la hora de la salida ni idea de dónde íbamos a ir, y eso no es bueno porque cuando dudamos lo decide Jokin y ya sabéis como acaba la cosa. El frío era intenso y molesto sobre todo por las calles del pueblo. Pedaleábamos para retomar rutas que hace bastante tiempo que no hacíamos.


Una vez en el pueblo cruzamos la A-3 por debajo para encaminarnos hacia las instalaciones de la Escuela de Protección Civil. No me preguntéis que donde está porque todos lo sabéis y es imposible que lo hayáis olvidado aunque haga muchas fechas que lo que perdisteis la costumbre de dar pedales sobre una bici.


Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
 
 
Una vez allí, cruzamos el puente sobre el río Manzanares, ese río que pasa por Madrid y que nace en La Pedriza, bajo la Bola del Mundo. Llegamos a Casa Eulogio y la ruta nos lleva a la izquierda por los cantiles del Manzanares en busca de nuestra siguiente parada, el desprendimiento cercano a la junta de los ríos Jarama y Manzanares.
 
Camino entre el río Manzanares y los cantiles
Foto: Marqués
 

  

En el desprendimiento
Fotos: Volador

Allí me esperaban mis compañeros porque me retrasé haciendo unas fotos del bello paisaje de este espacio natural sin igual.
Cruzamos a patita, no hay otra forma, para rápidamente dirigirmos hacia la Presa del Rey, donde hubo una nueva reunión. Al continuar el grupo se separó en dos, con los más rápidos por delante y los otros dos a la zaga, pensando que los de delante se pasarían del cruce que teníamos que hacer. Pero no, esta vez Jokin no había perdido el norte y se acordaba por donde había que ir y salió por el lugar adecuado sin bacilar un instante.

  


Por la pista asfaltada de la Confederación Hidrográfica del Tajo
Fotos: Marqués
 
 
Por delante nos quedaban unos cuantos kilómetros de pistas y caminos entre las huertas de la Comarca de la Vega del Jarama en el municipio de San Martín de la Vega.

La cadeenaaaa
Foto: Marqués
 
 
Ya avisaba yo a David que nos tocaba cruzar un camino que siempre que llueve acumula muchos charcos y que nos tocaba cruzar alguno sin posibilidad de salir seco. Pero aunque David tomó nota no eligió la forma adecuado para no hacerlo. Intentó circular por un pequeño borde de tierra elevado con lo que con el primer patinazo acabó adentrándose en el campo arado situado a su izquierda dando saltos hasta que tuvo que bajarse de la bici por posibilidad de vuelco. Por poco se libró del tortazo aunque tuvo que salir empujando su bici entre terrones. No volvió a intentar repetir la jugada.

  


David al terruño
Fotos: Marqués

Una vez en la orilla del río, llegamos a la carretera de San Martín hacia Morata y Arganda, la M-506. Nos quedaba por delante el escollo de la jornada, el que Jokin nos había elegido amablemente como subidita del día, Vallequillas.

Urbanización Vallequillas
Foto: Marqués

Qué os voy a contar que no sepáis, una rampa asfaltada bastante empinada seguida de otras ya con firme natural, con unas cuantas piedras que esquivar. Ahí se estiró el pelotón, como no podía ser menos con rampas cercanas al 20%, para llegar arriba escalonadamente aunque sin demasiadas diferencias, la cuesta no es tan fiera como lo era antaño y daba la sensación de que incluso tenía menos pedruscos.

  

 
 
Volador y Marqués llegando a la parada del platanito
Fotos: Jokin
 
 
Una vez arriba y en el lugar habitual tocaba la parada del platanito, que hay que recuperar energías para poder completar la etapa sin problemas.

Parada del platanito
Foto: Marqués
 
 
Una vez cumplido el tiempo de rigor seguimos hacia adelante, primero con una cuesta pedregosa de pequeño tamaño donde David derrapaba entre piedras tras el Volador y Jokin.

Charco helado
Foto: Marqués
 
 
El camino acaba juntándose con la Vía Pecuaria que baja hacia Titulcia, para una vez en ella girar a la izquierda en dirección a la cementera de Morata. Ese camino si que lo conocéis bien, lo hemos hecho montones de veces viniendo de varios lugares. Entre ellos después de subir la urbanización Valgrande, más conocida como Valsuputamadre, por poner un ejemplo.
Una vez en la cementera, circulamos por la Vía Verde de Morata, ya de vuelta, para llegar al Vaáamono y lanzarnos hacia abajo en busca de la M-313. Ese camino sí que lo conocéis así que me lo salto, para enlazarlo de nuevo cuando llegamos al puente de Arganda, donde nos volvimos a juntar.
Solo nos quedaba subir las calles del pueblo para llegar a nuestro destino. David eligió una ruta alternativa hacia los soportales, con lo que se despidió pronto del pelotón al igual que Jokin al que perdimos en la distancia subiendo hacia el Miguel Ríos.
No lo volveríamos a ver hasta que llegamos al Champu, donde habíamos quedado con algunos, a los que no citaré, para tomarnos unas cerecitas después de los 57 kilómetros recorridos.
Allí no acudimos más que los que terminamos la ruta, así que un par de fresquitas y para casa, que nos esperaban para comer.
Y para despedir esta crónica recordar que va quedando menos para acabar el año, solo queda una posibilidad de que hagamos etapa con mucha gente. ¿Alguien se anima para el domingo?


Espero veros a los más posibles y si no es así, hasta el año que viene Nenazas.

15 de diciembre de 2013, la Ruta de los Gordos, con un par

La mañana se ponía delicada cuando a la cita dominical solo acudíamos 3 Nenazas, eso sí, de lo bueno lo mejor, tres escogidos sufridores de la ruta.

El recorrido no estaba nada claro, ni lo estuvo en los primeros kilómetros que recorrimos, donde fuimos cambiando de destino y despistando a Jokin, que tenía deberes familiares y debía adelantar su hora de llegada al hogar.

Partíamos bajando hacia el pueblo, por la calle habitual la avenida Pilar Miró para llegar hasta el polideportivo del Parque del Sureste donde fuimos recriminados por un tipo por bajar en dirección contraria. Eso sí, el tipo iba andando despistado por medio del asfalto con la cabeza agachada..

A la laguna de El Campillo llegamos sin el destino aun claro, pero no queríamos cruzar el puente de las avispas ni recorrer el río Jarama por la orilla izquierda hasta él. Así que elegimos subir hacia el Vaáamono, para luego girar a la izquierda y subir los Cerros Concejiles.

Jokin iba destacado por delante en la carretera de Chinchón y el Profe me propuso algo, liarnos la manta a la cabeza e irnos hasta Orusco. ¿Qué dónde está ese pueblo? Pues lejos muy lejos, río Tajuña arriba, a tomar por culo.

Un grito alertó a Jokin para girar a la izquierda antes de llegar a la laguna de Las Madres y cruzar la carretera para ir por el camino en dirección al polígono de Arganda. Jokin ya no sabía que hacer y alucinaba con lo que le decíamos. ¿Cómo vais a ir hasta Orusco si yo cuando fui lo hice desde Arganda y está muy lejos?

Pero el Profe, que tenía una espinita clavada sabía que este era el día, lo tenía claro. Ya sabéis, yo no sé decir que no a nada y para allá que iríamos.

Dando vueltas al coco se me ocurrió que el camino más cómodo y quizás corto era ir hasta el Hospital del Sureste, subir por la vía verde un rato y subirnos hacia el Rock in Río por la ruta junto a la A-3, la que pasa por la Fuente del Valle.
 
 
 
Subiendo hacia el Rock in Río
Fotos: Marqués


Dicho y hecho, sin dudarlo por allí subimos y nos plantamos en lo alto en el Rock in Río entorno a las 10 y media de la mañana.

Allí nos abandonaba Jokin, muy a su pesar como dejaba entrever con sus palabras y gestos. Seguro que le hubiera gustado seguir hacia delante, aunque esta etapa estaba destinada para los gordos del pelotón y solo para ellos.
 
Pelotón
Foto: Marqués


Sin dudarlo tomamos dirección hacia Perales de Tajuña, nuestra siguiente meta volante. Para acortar la ruta no sólo en distancia sino más bien en tiempo, bajamos por la carretera que una a Perales con Campo Real.

La carretera era como una nevera, congelada y con una potente escarcha. Hacía un frío terrible y así el Profe decidió que lo mejor era bajar lo antes posible y yo con mi precaución habitual me rezagué un tanto.
 
Perales de Tajuña
Foto: Marqués


Llegamos rápido a Perales, con ambiente gélido, sin parar para nada, en busca de la Vía Verde que sería nuestra ruta en lo que nos quedaba por delante.  

Circular por rutas nuevas es siempre gratificante, descubriendo nuevos paisajes muy llamativos sobre todo en esta época del año. El otoño nos regala unas luces muy buenas, permitiendo el disfrute del ciclista.

En muchos tramos el firme de la Vía Verde estaba completamente helado, con una escarcha impresionante. Había que cruzar algunas de estas zonas con un cuidado máximo para evitar patinazos.
 

Vía Verde del Tajuña
Fotos: Marqués


Con 37 km recorridos y poco antes de las 11 y media llegamos hasta Tielmes, el primero de los pueblos aguas arriba desde Perales. Allí hicimos una paradita para tomarnos el platanito, descansar un poco y disfrutar de lo hecho hasta ese momento.
 
 
 
Parada del platanito en Tielmes
Fotos: Marqués


No paramos demasiado tiempo y continuamos río arriba. Nos quedaban unos 6 kilómetros y medio hasta el siguiente pueblo, Carabaña. Pueblo muy famoso por sus aguas purgantes. Aunque solo lo vimos desde lejos, ya que está en la otra orilla del río. La ruta bastante plana, aunque siempre picando un poquito hacia arriba, lo que vendría bien para la vuelta.
 
 
Carabaña
Fotos: Marqués


Al llegar frente a Carabaña, sin cruzar el puente hacia el pueblo, la ruta gira a la derecha para circular unos centenares de metros por una carretera, y después volver a la Vía Verde girando de nuevo a la izquierda.

Poco después hay un cruce en el que la Vía Verde se parte en dos. A la izquierda, la nuestra, el ramal que va hacia Orusco y a la derecha la llamada Vía Verde del Tren de los Cuarenta Días, hacia Estremera. Esa para otra vez.

Nos olvidamos de esa ruta, que Estremera está junto al Tajo y es un destino un tanto lejano a unos 15 kilómetros y continuamos hacia Orusco, nos quedaban por delante ya solo unos 4 km.

La ruta muy parecida a lo recorrido por el Tajuña desde Perales, eso sí acompañados por un ciclista veterano que conocía la zona con el que fuimos charlando amigablemente hasta llegar a nuestro destino.

A Orusco llegamos a las 12 y cuarto, con 51 km recorridos en nuestras piernas, todo un logro. Antes de entrar al pueblo, inmortalizamos el momento con unas cuantas imágenes del evento. ¡Qué gozo!
 
 
 
 
Orusco
Fotos: Marqués y Profe


Había que recuperar fuerzas, y como en eso el Profe es un hacha, nos fuimos hacia un bar junto a la gasolinera del pueblo. Bar Los Nietos, bueno, feíto pero barato.

Nos calzamos unos bocatas de lomo acompañado con unos quintos, un café con leche y un phoskitos, como no podía ser menos. La vuelta era larga y había que tener las piernas en forma suficiente para llegar hasta casa y como bien recalca el Profe siempre, hay que comer bien si quieres que te dure la gasolina hasta el final.
 
 
A comer
Fotos: Marqués


En torno a la una, poco más o menos salíamos de nuevo a darle a la bici, nos quedaba toda la vuelta circulando por la Vía Verde río Tajuña abajo. La ruta cómoda, picando para abajo como era de esperar, lo que permitía un trasiego cómodo para no recargar demasiado las piernas de cara a la subida desde el valle del Tajuña hacia Arganda.

Por cierto, aconsejado por el Profe quité el plato grande de la bici, mi rodilla se estaba recargando poco a poco por abusar de un cambio forzando demasiado tiempo. De nuevo un sabio consejo digno de un gran conocedor de la marcha sobre una bicicleta. Al poco la rodilla volvió a su ser y no me volvió a molestar hasta el final.
 
De vuelta por la Vía Verde
Foto: Marqués

El ambiente un poco más templado, aunque con las zonas escarchadas aun presentes. En las umbrías seguro que no da el sol en todo el día y los rayos de sol no se asoman para derretir la escarcha. En uno de los tramos el Profe tuvo un despiste y su rueda trasera le hizo un quiebro curioso. Menos mal que su habilidad hizo que quedara simplemente en eso, una anécdota.
 
Ruta de la Vega Marañana, Carabaña
Foto: Marqués


Bonitos paisajes pasando de nuevo por Carabaña y Tielmes, ya en término municipal de Perales de Tajuñaa destacar el Risco de las Cuevas, unos cantiles yesíferos con viviendas excavadas en la roca para aprovechar la pared como resguardo para vivir, parece que en el periodo Neolítico, no está nada claro.
 
Risco de las Cuevas, Perales del Tajuña
Foto: Marqués


 
Llegamos a Perales con la duda de la ruta por la que subir hacia el Rock in Río. Dos alternativas, subir por la pista del Paseo de la Ermita, tal y como se hizo en la semana pasada cuando GPS nos guió en la vuelta a casa desde Perales o irnos a la carretera que pasa por la fuente de La Gasca, que aunque es más larga y es dura, permite subir a ritmo para llegar hasta lo alto con un poco más de fuerzas.

El Profe fiel a su filosofía a su ritmo me sacó unos 500 metros cuando llegamos arriba, el culo dolía de lo lindo y había que recuperar rápido la marcha pues aun nos quedaban unos kilómetros por delante. Como dicen por ahí "en la bici todo da por culo menos el aire que siempre da de cara". Verdad Rulo.

El discurrir del camino hacia el Rock in Río lo conocéis muchos, la vía de servicio de la A-3 hasta llegar a la gasolinera de esa carretera y seguir hacia esas instalaciones de ocio.

El Rock in Río lo dejamos atrás poco tiempo después, y ya solo quedaba por delante bajar hacia Arganda por el mismo camino por donde habíamos subido. Esta vez parando a reponer líquido en la Fuente del Valle, a las 15 horas. Llenando las botellas para tener agua para llegar hasta casa sin problemas de deshidratación.
 
 
 
Fuente del Valle, Arganda del Rey
Fotos: Marqués


Pronto dejamos atrás ´de nuevo la Vía Verde y el Hospital del Sureste en Arganda. Esta vez eligiendo el camino junto al río desde La Poveda, para no cruzar el puente de las avispas.

Los kilómetros iban cayendo, ya a sabiendas que íbamos a pasar de la centena de ellos cuando llegáramos a casa.

Solo nos quedaba subir por las calles del pueblo, donde las rampas se hacen más duras aunque con la satisfacción de estar completando una etapa mítica.

Cuando pasábamos junto al Auditorium Miguel Ríos caía la cifra, habíamos superado los 100 km y aun nos quedaban otros 4 para llegar a casa.
 
Cuentakilómetros en el Miguel Ríos
Foto: Marqués


Y así fue, pues a las 4 y media, cuando me bajaba de la bici en la puerta del garaje el cuentakilómetros marcaba exactamente la no despreciable cifra de 104 con 20 metros. Todo un record para los Nenazas.
 
Cuentakilómetros al final de la etapa, sin trampa ni cartón
Foto: Marqués


Ahí queda eso, los gordos del pelotón fuimos capaces de pegarnos una larga etapa que quedará para la historia de los Nenazas como la Ruta de los Gordos, con un par.

8 de diciembre de 2013, explorando nuevas rutas en Perales de Tajuña


Una jornada más en la que el grupo de arriesgados Nenazas quedaban convocados en la plaza para ir en busca de nuevas experiencias para elegidos.

Eso sí, mañana preciosa con el cielo completamente despejado no apta para frioleros porque como decía un finolis “hace un bris que corta el cutis”, sobre todo cuando el pequeño pelotón bajaba por las calles del Rivas en dirección hacia el pueblo. Los dedos de manos y pies congelados, oiga.

Lo más destacable la vuelta al pelotón de un ausente desde hace meses, Clavi. Ánimo y constancia para que vuelvas por tus fueros que se te echa en falta.

No queríamos cruzar el puente de las avispas, cada vez está peor y como contábamos en anteriores crónicas han puesto un cartelito donde se eximen de responsabilidad en caso de accidente. Por ello. Cruzamos el Puente de Arganda, puente de hierro de la antigua nacional a Valencia ya existente en tiempos de la Guerra Civil.

Nada más cruzarlo, giro a la izquierda para circular por la orilla del río Jarama en dirección a La Poveda. Ese camino se hace largo y pesado, seguramente por ser estrecho, sinuoso y tener unos tramos pedregosos y otros en los que se va muy pegados a la valla metálica de una finca de ganado.
 
Senda junto al Jarama
Foto: Marqués


No había una dirección clara en el pelotón, aunque para eso estaba GPS también reincorporado tras un periodo de inactividad, que si sabía dónde nos iba a llevar. Sí, dije bien, donde nos iba a llevar.

La subida desde La Poveda por el carril bici y el polígono, para alcanzar los alrededores del Hospital del Sureste. Un trocito de carril bici y de nuevo a subir camino del parque de la Dehesa del Carrascal.

Esta vez GPS nos volvió a sorprender con una ruta nueva por el pinar, siempre innovando en pro de hacernos una etapa interesante aunque a veces más dura de lo deseado por algunos.

Pero esta vez no iba a ser así, nos subió por un trazado interesante no demasiado duro, muy bonito y que nos llevó hasta la Dehesa de una forma diferente. En fin, un acierto más de nuestro guía.

Llegamos a la Dehesa del Carrascal en grupo, y allí nos iba a abandonar Clavi que daba por cumplida su travesía con el grupo para regresar en solitario hacia su casa. No hay que abusar después de la inactividad.
 
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués


El grupo continuó hacia delante para dirigirnos hacia el Rock in Río pasando por el cementerio de mascotas llamado el Último Parque. En grupo llegamos hasta en Rock in Río, dejándolo atrás después de darle la vuelta por el lado sur, el de la rampa a modo de tobogán que esquivamos sin demorarnos.

El destino era Perales de Tajuña y para dirigirnos hacia allí hicimos un itinerario zigzagueante por los conocidos olivares de la zona. Para un lado, para el otro y así consecutivamente como si estuviéramos perdidos.
 
Hacia Perales de Tajuña
Foto: Marqués


Para al final llegar a lo alto del valle del río Tajuña, donde teníamos por delante una curiosa bajada.
 
 

Perales desde arriba en el inicio de la cuesta e imagen desde la mitad de la bajada
Fotos: Marqués y Josemari (respectivamente)


Una vez hace un año más o menos en otro día invernal GPS nos había bajado por la zona. Una senda pedregosa, jodida como pocas donde algunos pusimos pie a tierra para bajar a patita sin vergüenza.
 
El Profe en la cuestecilla
Video por Josemari
 


Esta vez nos cambió la ruta de bajada, haciendo una senda menos jodida que la de la otra vez, aunque fuera de las posibilidades de alguno, y digo alguno porque la gran mayoría hizo la bajada montado en la bici, y yo de nuevo sin vergüenza volví a bajar a patita. No están las cosas para ostiarse pa ná.

Un recuerdo de David y Gavilán, que hubieran disfrutado cantidad en una bajadita a su medida como esta.
 
Espera a mitad de la bajada
Foto: Josemari


Un último tramo empinadísimo, con rampa de cemento incluida nos llevaba hasta las calles de Perales completando una bajada en la que GPS llegó a confesar que no la había hecho sobre ruedas sino inspeccionándola andando. Sin comentarios.

La parada del platanito en una calle del pueblo donde había un poyete de piedra a modo de banco donde pudimos descansar, comer un poco y sobre todo discutir las experiencias que habíamos tenido y las que vendrían después.
 
Parada del platanito en Perales de Tajuña
Foto: Marqués


Entre las alternativas dadas por nuestro guía, la más acertada y al fielegida, ir a la gasolinera de la A-III por una pista nueva que sube en paralelo a la carretera que une a esta localidad con Campo Real y que una vez arriba cruza bajo la A-III en dirección al citado pueblo. Una pista desconocida incluso para GPS que solo había visto en Google y no en directo.

El cartel en el inicio de la pista nos indicaba su nombre, Paseo de la Ermita, e iría adornado por muchos más carteles que indicaban los lugares por donde íbamos cruzando. Veréis una muestra aunque no todos porque sino no hubiera llegado arriba con demasiadas paradas.
 
Cartel de las Ermitas de Perales


Cartel del Mirador de Peñarrubia
Fotos: Marqués


Una super empinadísima cuesta en la que todo el personal tuvo que poner pie a tierra culminaba el camino antes de llegar a lo alto. Con tierra muy suelta, no dejaba que te mantuvieras encima de la bici y todos subimos a pie un buen trozo.
 


Subida por la pista desde Perales de Tajuña a la A-III
Fotos: Marqués


Una vez arriba reunión y continuación hacia delante sin demora por la citada carretera para girar a la izquierda antes de cruzar bajo la A-III y retomar rutas ya conocidas por el pelotón.

Volando nos acercábamos hacia el Rock in Río. Esa zona de asfalto es la apropiada para alcanzar velocidades altas y llegar lo antes posible a la bajada hacia casa.

Tocaba bajar, eligiendo para ello la ruta más corta y rápida, la que rodea la A-III y que pasa por el área recreativa de la Fuente del Valle.

Allí fue donde no sé cómo pero aunque si sé el porqué, me desenganché del pelotón que continuaba volando y completé una bajada en solitario sin tener a la vista en ningún momento a mis compañeros de viaje. Iba deprisa y ni por esas pude alcanzarlos.

La reunión el Puente de Arganda, de nuevo en el de hierro, tras completar el mismo  camino que a la ida, junto a la orilla del Jarama, aunque esta vez en solitario.
 

 


En el Puente de Arganda
Fotos: Josemari


Tocaba subir el pueblo, con dudas en el lugar donde tomar las cerecitas, si en el Champú como últimamente, para así juntarnos con el lesionado Avispa o quedarnos en el Miró, un poco antes de terminar la etapa.

Como Avispa no dio señales de vida, elegimos el Miró que es un lugar socorrido y con buenas viandas.
 
En el Bar Miró
Foto: Marqués


Solo nos quedaban hacer un par de kilómetros para llegar a casa para completar los 64 kilómetros recorridos, y así lo hicimos ya con los deberes cumplidos una vez terminamos de subir la avd. Pilar Miró y rodear el Cerro del Telégrafo por la ruta habitual hasta nuestros hogares.

Rafa, ¿dónde te quedaste?, que perdimos contacto en ese tramo.
 
Para Luismi
Foto: Marqués