19 de enero de 2014, vamos chicos que enseguida escampa


Los Nenazas somos así, si cuando va a comenzar la etapa no llueve, los Nenazas salimos a hacer la etapa y si nos pilla la lluvia por el camino, pues nada a joerse y continuar hasta el final que ya da igual.
Este es el resumen de la etapa épica que hicimos el domingo por la mañana en una jornada en la que hizo peor tiempo del que esperábamos, pero como decía antes que más daba.
Quedaba convocada la etapa para realizar la salida a las 9:00 h, como es de costumbre. Aunque ya por guasap estábamos comunicados decidiendo si salíamos o no, si iba a llover o no, y para avisar a David que llegaríamos un poco tarde a su rotonda porque alguno pedía retraso.
A la hora de la salida acudimos 5 vecinos, en esos momentos no llovía o caían a lo mejor unas leves gotillas. Al final el que se retrasó no fue el Profe que había avisado sino un despistado Jokin que tardó un rato en abrir la puerta de su garaje. Nos cruzamos con Locomotoro que salía de entrenamiento, ya sabéis correr es de cobardes, pero....
Salimos sin rumbo fijo, no estaba nada claro tanto por las previsiones de lluvia como por el agua caída durante la semana, podían estar los caminos impracticables del todo y habría que elegir bien para no acabar enfangados totalmente.
Nos dirigimos en busca de David que debía estar esperando en su rotonda, aunque antes hubo que sortear algunos obstáculos. En el parque del Cerro del Telégrafo se iba a celebrar el Cross que se realiza todos los años en el Olivar de la avd. de las Cañadas y estaba todo lleno de cintas de plástico para marcar el circuito. Alguna hubo que saltar y otras que sortear para llegar hasta el pinar del Cerro.


Cross en el parque del Cerro del telégrafo
Foto: Marqués


Llegamos a la rotonda y no había señales de David, que tardó apenas un minuto en llegar y así continuamos hacia delante.
De camino hacia el pueblo, unos nubarrones gris muy oscuro adornaban los cielos de la zona hacia el oeste. Unas nubes que auguraban una ruta pasadita por agua. Si ya lo dice Avispa, “cuando las nubes vienen de Toledo llueve seguro”.
La idea era llegar cuanto antes a la laguna de El Campillo, para resguardarnos bajo el túnel del Metro y ahí decidir donde narices íbamos a ir. Y así lo hicimos.
La decisión por consenso, ir al Rock in Rio pasando por el parque de la Dehesa del Carrascal, para probar si por ahí había posibilidades de ruta. Dicho y hecho, salimos hacia estas zonas.
Lo primero y nada más cruzar el Puente de Arganda, el de hierro, fue girar a la izquierda para bajar hacia la orilla y encaminarnos hacia La Poveda por esa ruta.
Ni que decir tiene que el único que lo bajó subido en su bici fue el intrépido de siempre, David. Que hizo unos quiebros a los alambres que asoman por el suelo y un pequeño derrape abajo, saliendo perfectamente en la dirección apropiada. Los demás lo hicimos a patita, resbalando por el terraplén de forma más torpe. ¡Qué le vamos a hacer!
Hicimos el recorrido junto al río de forma relajada, salvo los dos de delante que se nos escaparon y tuvieron que esperar al llegar a la depuradora de La Poveda. Tantos pedrolos resbalosos ponían en peligro nuestra integridad y el Profe que es más intrépido estaba aun calentando.
Hasta el Hospital del Sureste subimos por la ruta habitual, por el carril bici, polígono y rotonda, donde nos juntamos de nuevo para seguir adelante.
El siguiente punto de encuentro era la Vía Verde, en el cruce que sube hacia la Dehesa del Carrascal hasta el que llegamos cada uno por un lado. Los intrépidos por el atajo campestre y el resto hasta la Vía Verde por el camino más largo pero de mejor firme.
Para llegar hasta el parque nos quedaba aun un buen trecho. En las primeras rampas los rastrales de Rulo comenzaron a darle guerra. Su pie se le escapaba  frecuentemente y perdía pedalada constantemente.
Así fue hasta que en la reunión en la zona de los Quejigos, tras la cuesta abajo, Rulo no aparecía. Algo había pasado porque tardaba demasiado. Jokin volvió en su busca, subiendo de nuevo la cuesta hasta que lo perdimos de vista.


Esperando al Rulo
Foto: Marqués


Al rato venían ambos, a Rulo se le había salido la cadena en la subida y se le atascó. Tardó un rato en liberarla y de ahí la demora. No había problema, podíamos seguir adelante aunque comenzaba a llover de forma un poco más intensa.
Ahí Elevator avisaba, como Rulo no quiera seguir nos damos la vuelta aquí mismo. Pero cuando éste se incorporó el grupo siguió hacia delante al completo. Guarros pero valientes, decía aquel.
La subida que nos quedaba la hicimos por el camino más rápido, el que sale un poco más adelante hacia la izquierda. Desde que GPS nos lo enseñó, cada vez que vamos por esa zona ya no hacemos la subida tradicional que es más larga y con una subida más empinada.
En la puerta de la Dehesa del Carrascal nos hicimos la foto de pelotón, pero poco más porque no había mucho tiempo, ni siquiera para el platanito, aunque un bocado rápido sí que dimos.


Pelotón de la jornada
Foto: Uno que pasaba por ahí


Nuestra dirección estaba clara, aunque la lluvia no cesaba e incluso cada vez era más intensa, y así nos dirigimos hacia el Rock in Rio entre las preguntas de Elevator que parecía nuevo no sabiendo cuanto nos quedaba para llegar hasta allí.
El grupo continuo hasta el Rock in Rio, incluso algunos intentaron ir hacia el aparcamiento por el camino paralelo a la A-3. No hubo forma y pronto se dieron cuenta del craso error dándose la vuelta para no ser tragados por el barro.
Seguimos en dirección a las canteras de Morata, con un intento de salida de ruta de Jokin que si no le gritamos se baja hacia la Fuente del Valle. Es el recorrido habitual cuando pasamos por allí y ya se sabe, la cabra tira al monte y la mente juega malas pasadas a veces.
Tuvimos que cruzar una de las canteras, esa que se embarra tantísimo cuando llueve y así era, estaba impracticable del todo.
Ante el clamor popular tuve que hacer un receso para hacer unas fotos, los montones de tierra mostraban un curioso rallado producto del paso del agua por ella. A esto que David tiene la feliz idea de darse la vuelta a esperarme en medio del barrizal, casi le sale caro. Menos mal que se libró del ostionazo, dando un salto apoyando incluso la mano en el suelo y no cayó al suelo, cosa que si hizo su montura. Agilidad total.


   

Montón de tierra en las canteras de Arganda
Fotos: Marqués


El siguiente punto de reunión junto al refugio de animales domésticos de El Arca de Noé, al cual llegamos separados y con un grito de David avisándome del coche que subía por la carretera. Lo había visto pero mejor ser avisado para evitar despistes.
Lo siguiente ya sabéis, la senda del Piolín, con sus zonas embarradas y con la lluvia cayendo de forma  incesante sobre nuestras cabezas. Como dijo alguno: “vamos chicos que enseguida escampa”.


  

  

Por la senda del Piolín
Fotos: Marqués


El siguiente punto de reunión en lo alto del Vaáamono, donde nos hicimos unas fotos con la estampa que teníamos. El barro nos hacía un franja marrón que recorría toda la espalda desde el culo hasta el casco, bonita estampa.


  



  

De barro hasta los ojos 
Fotos: Marqués y Rulo


La bajada en estampida, señor, señor, cuanta cantidad de agua nos caía encima, en grupetes hacia abajo. Por delante bajaron los más rápidos a los que ya no volvimos a ver en el resto de la etapa. Por el medio el Profe y Elevator y muy cerca de los de delante. Hubo que esquivar la surgencia a mitad de la ruta, cada uno a su modo y cada uno por donde pudo, la verdad es que la cosa estaba patinosa del todo.
El Profe y Elevator esperaron la llegado de los dos rezagados en el polígono junto a la carretera de Chinchón. Por esta carretera fuimos los cuatro casi juntos en pelotón, el agua salpicaba en todas direcciones, metiéndose por todas partes hasta calarnos hasta los huesos, llegando al poco al Puente de Arganda.
Como os imaginaréis y es de lógica, nos quedaba por delante la subida del pueblo, donde el agua no dio tregua en ningún momento. El pelotón se mantuvo más o menos compacto hasta llegar al Cerro del Telégrafo, donde se estaban entregando las medallas del evento celebrado.
En vez de volver a cruzar el circuito, lo esquivamos para ir hasta la calle Enebro, girando a la derecha para enfilar la calle Picos de Europa que nos lleva hasta el final.
Habíamos recorrido un total de 48 km y medio cuando llegamos a casa. Mojados hasta los huesos y con un frío en el cuerpo difícil de sacar. Despedimos al Profe y a Rulo, quedándonos Elevator y yo un rato hablando con Antonio , que estaba limpiando el coche y se ofreció a dar un manguerazo a las bicis. Dicho y hecho, las bicis quedaron relucientes y nosotros para casa, que nos esperaba una relajante y confortable ducha.
Hasta el domingo, NENAZAS.   

12 de enero de 2014, una etapa accidentada a Morata

Tras una semana de parón en la que no hubo ruta, tocaba un día grande en el que volvían miembros del pelotón a compartir experiencias con el resto del grupo. Esta lo fue pues alguno de los desaparecidos ha regresado con nosotros, para quedarse, o eso dicen. Otros aunque habían anunciado su vuelta, lo dejaron para otra ocasión.


La niebla como bien decía Avispa no dejaba “ver un pijo”, aunque iba y venía, no siendo demasiado espesa en ningún momento de la mañana dominical. Y aunque ésta parecía sería la mayor protagonista al final las protagonistas fueron otras bien distintas.

Tuneado con Avispa Nenaza
Foto: Avispa

Salíamos de la plaza de los Picos de Urbión un tanto retrasados. La gente que llevaba tiempo sin montar venía con las ruedas flojas y además hubo que montar un pit stop en dos ocasiones para reparar las averías que veréis si termináis de leer esta crónica. Por el camino al pueblo recogíamos a David en su lugar habitual, incorporándose al vuelo y poniéndose enseguida a rebufo.

Llegamos al pueblo muy rápido, entre tinieblas pues en esos momentos abajo había más niebla que arriba. Una paradita de reagrupamiento en el aparcamiento de la Laguna de El Campillo.
Al arrancar un ruido en la cadena de la nueva 29er de Paco anunciaba el primer percance de la mañana. Seguido al crujido un tintineo de algo metálico que caía al suelo. No fuimos capaces de dar con el artefacto metálico y todo parecía quedar en una anécdota. Pero pocos metros más adelante, subiendo la pequeña cuesta bajo el puente del Metro, Paco caía por los suelos al romperse la cadena de su bici.

Estaba claro, un eslabón de la cadena se había partido y no resistió demasiado tiempo para romperse y dejar la bicicleta inmovilizada.

Houston teníamos un problema. Había herramientas para arreglarlo, pero lo que faltaba era el técnico para ejecutar las tareas de forma oportuna y arreglar el entuerto. Usamos el troncha-cadenas del Gavilán, muy coqueto pero un poco incómodo y al final lo dejamos. Tratamos de poner un eslabón de esos de anclaje rápido pero no fuimos capaces. Al final las buenas manos de Jokin y su troncha más mejor fue el artífice del arreglo. 

Lo peor que perdimos mucho tiempo, más de media hora para que nuestras manazas lograran dar con la tecla y dejar la cadena montada y lista para seguir.


     
  
Reparación de la 29er de Paco
Fotos: Avispa y Marqués 


La cadena de Paco
Video por Marqués

Pero como casi todo tiene solución, en torno a las 10:15 h. subíamos de nuevo a las bicicletas para seguir adelante. Con el tiempo perdido había dudas de la ruta que haríamos y aunque propuse la ruta del Jabalí para adelantar el regreso, la mayoría decidió seguir hacia delante y llegar hasta donde habíamos decidido ir, Morata de Tajuña.

La carretera de Chinchón era nuestro camino, para continuar por nuestro camino favorito el “Vaáamonos”, como no podía ser menos. En él, el pelotón se estiró, dejando a cola a un desentrenado Elevator, con dolores en sus piernas por la falta de ritmo. Yo a su lado como fiel escudero para acompañarle como él hizo tantas y tantas veces conmigo, para hacerle el trago menos duro.



  
     
  

Subida al Vaáamonos
Fotos Marqués


Llegamos arriba donde la parada fue muy breve, poco más que para hacer la foto de pelotón y descansar mínimamente y seguir adelante.

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués


Convencimos a Elevator para continuar, tenía las dudas de volverse a casa pero como no tenía nadie que le acompañara no le quedaba otra que seguir o volverse en solitario.
La continuación pasaba bajo el puente metálico de la vía verde, para ir en busca de las canteras de Morata y la “senda del Piolín”. Yendo hacía allí, el Gavilán decidió que su troncha era una mierda y lo dejó caer por el camino. Pero claro detrás iba yo para recogérselo y hacerle cambiar de intención. Además, una cajita chica con algunos parches también recogí junto a su artefacto.

Pasamos al rato junto al Piolín, sigue colgado de su higuera pero cada vez está en peor estado y ya se le salen hasta los sesos de la mollera. No sabemos cuánto durará.

La siguiente reunión en el cruce de caminos situado sobre Morata. Para continuar hacia este municipio por la “senda del tractor”. Ya sabéis esa bajada empinada, con un charco de barro en el centro con muchas piedras y regueros.

Al llegar a la zona cementada me encuentro con el pelotón haciendo un receso. Resulta que David que iba en cabeza tuvo un pinchazo a modo de reventón y no tuvo más remedio que desmontar su rueda delantera. ¡Si es que vas como loco! 




Reparando la bici de David
Fotos: Marqués


Allí estuvimos un ratejo, entre risas y comentarios jocosos, David cambió la cámara y montó de nuevo la rueda. Lo que más costó fue el relleno de aire en la rueda, pero poco después ya estábamos de nuevo sobre nuestras bicicletas.



Reparaciones varias (No os lo perdáis)
Video por Avispa



La parada del platanito estaba pactada en Morata y aunque algunas voces discordantes no quería hacerlo, el repostaje incluyó unas ricas palmeritas por gratitud de Jokin, que cumplió años el pasado 1 de enero. Así de paso las probaron las últimas incorporaciones al grupo, David, Paco y Elevator. Bueno el último chico nuevo parece que aunque había ido alguna vez a Morata, no había tenido ocasión de catarlas. ¡Qué raro!

Pues nada devorarlas subimos de nuevo a la bici pues en la negociación de la etapa habíamos decidido cómo y por dónde haríamos el regreso. Nos tocaba subir por la carretera que va hacia Arganda del Rey, la M-313, que sube y que llega hasta las instalaciones de la Fundación El Arca de Noé. Allí nuevo reagrupamiento y a seguir para hacer la vuelta de nuevo por la “senda del Piolín” y las canteras de Morata hasta llegar de nuevo al Vaáamonos.

La bajada por el Vaáamono ya la conocéis, un descenso a tumba abierta por los más intrépidos y más moderada para otros, no especifico nada que es evidente.

Al llegar a las naves pegadas a la carretera de nuevo una espera a los precavidos algo rezagados, pero sin tregua que nos quedaba por delante la carretera de Chinchón y la subida del pueblo. Avispa había recogido las gafas que Jokin había prestado a Paco por la bajada, era también un día de pérdidas y recuperaciones.

En la carretera se pudieron apreciar las fuerzas que les quedaba a cada uno y sobre todo el poderío de las 29er, que había 4 en esta convocatoria.  Y así llegamos hasta el pueblo donde solo quedaba por delante la subida hasta casa.

Elevator iba bastante castigado, por lo que Avispa y yo nos quedamos para acompañarle en su agónica subida. En cada repecho quedaba rezagado. ¿Quién la ha visto y quién le ve? La pérdida de ritmo es evidente y sus castigadas piernas le pasaban factura.

Así llegamos hasta arriba, poco a poco y en casi todo momento acompañando a Elevator, hasta que el parque del Cerro del Telégrafo nos recibía. En ese momento pasaba por allí Locomotoro en sus tareas de entrenamiento pedestre, acompañado o acompañando a Delfín un vecino cercano.

Mapas con el recorrido en dos formatos, mirar el que más os guste, la libertad es libre
En Wikiloc grabado por Avispa


Así fue como tras los 46 kilómetros recorridos en mi cuentakilómetros, 43 en el wikiloc de Avispa, llegamos al Bar del Champú donde nos esperaban el resto de compañeros. Allí degustamos unas fresquitas cerecitas a la salud de Elevator y de Jokin, que festejaban su reciente cumpleaños pagándose las dos primeras rondas. A la tercera para casa, que  hay que cumplir con los deberes hogareños, cada uno a su modo.

Hasta pronto, NENAZAS.

29 de diciembre de 2013, para despedir el año 2013


Era el último domingo del año y por ello día de tradición que no puede dejarse de cumplir. Algunos ya lo habéis vivido alguna vez pero otros aun no, algo que debe estar en la memoria de todo buen Nenaza.

A la convocatoria una asistencia paupérrima, como está ocurriendo últimamente, ¡qué tiempos aquellos que están en nuestras retinas cuando éramos multitud! Pero los elegidos somos así.

La ruta nada clara, ni en los primeros kilómetros después de la partida. Bajamos al pueblo, cruzamos la carretera A-3 y tomamos la M-823 en dirección a Chinchón. Bueno como veis una ruta habitual.

Pero algo estaba claro, habíamos decidido hacer una ruta corta, que ya sabéis que es un decir, porque las cortas de ahora son las largas de antaño.

Así poco antes de llegar a la altura de la Laguna de la Madres, cruzamos la carretera para ir a la izquierda en pos de una subida diferente a la habitual por el Vaáamono. Tampoco era plan subir por la ruta de los Cerros Concejiles, demasiado esfuerzo para algunos.

Así que la idea era buscar la ruta que sube directamente a lo alto, cerca de la bajada desde los Cerros Concejiles a la Vía Verde. Pero es un lugar un tanto desconcertante cuando no tienes buena memoria del recorrido y eso es lo que nos pasaba a todos. Que se lo pregunten a Jokin que ya lo ha intentado alguna que otra vez en solitario y no dio con el bueno. Solo cuando viene GPS vamos directamente y sin vueltas por ensayo-error.

Tardamos un buen rato en dar con la ruta buena. El que mejor lo recordaba era Clavi, que tenía más claro que el resto por donde teníamos que ir. Pero al final lo encontramos para subir a lo alto lo más rápido posible.
 
 
 
 
 
Los participantes en la etapa y sus sombras
Fotos: Jokin y Marqués


Una vez arriba la continuación era bajar a la Vía Verde, cruzarla y dirigirnos hacia el Parque de la Dehesa del Carrascal, uno de los lugares favoritos para el platanito y de los más cómodos.
 
Hacia la Dehesa del Carrascal
Foto: Marqués


La subida por el lado más corto, el camino que nos enseñó GPS en la última vez que hicimos esa subida. Un camino empinado pero bonito por el que los de delante tuvieron dudas esperando para reagrupamiento y circular en buena dirección para así alcanzar el parque donde la parada platanera.

Era el momento de reponer fuerzas, de tomar un piscolabis y de cumplir con el protocolo que como marca la tradición no se puede dejar de cumplir en estas fechas.

Así que abrí mi mochila para sacar de su interior la botelluca de sidrina que llevo todos los años para celebrar un año más en vuestra compañía. Y que dure muchos más.
 
 
 
 
 
 
La sidriña en la Dehesa del Carrascal
Fotos: Jokin y Marqués


Tras la algarabía inicial, Jokin hizo los honores y se convirtió en maestro de ceremonias del grupo para brindar tras el descorche con el resto de Nenazas ausentes. Grande el Masterbike del grupo.


Descorche
Video por Marqués
 
Clavi bebiendo sidriña
Foto: Marqués


La botella duró poco, como debe ser, degustada por los 4 Nenazas valientes que habíamos decidido salir a cubrir el recorrido de esta etapa.

Al poco teníamos que seguir hacia delante, y la elección estaba en manos de Clavi al que habíamos prometido por guasap que haríamos la ruta que nos marcara, como así era hasta ese momento.

Nos dirigimos hacia el Rock in Río, pasando por el cementerio de mascotas el Último Parque, dejándolo atrás en busca de lo que vendría por delante.
 
Hacia el Rock in Río
Foto: Marqués


Una vez en el Rock in Río a petición de Clavi, para abajo por la ruta que pasa junto a la A-3 esa en la que cruzamos junto a el área recreativa de la Fuente del Valle.

Continuamos hacia abajo en dos grupos de dos integrantes, imaginar quien iba en cada posición, es fácil.

Nos juntamos al llegar a la carretera que une Arganda con Morata de Tajuña, para bajarnos a la Vía Verde por el atajo de Rafa, un lugar por donde tantas y tantas veces GPS nos despistó y no éramos capaces de saber cómo nos adelantaba al llegar a este lugar.

Una vez en la Vía Verde y con los presagios de Clavi, que me había dicho que seguro que al llegar allí no volveríamos directos hacia casa, vino una negociación para ver por donde seguir. Llevábamos solo 31 km en nuestras piernas.

Clavi tenía claro que cumplía cupo y se volvía para casa continuando la Vía Verde hacia Arganda y La Poveda. Yo me dejé convencer por enésima vez para seguir un poco más y no regresar tan pronto.

Así que dicho y hecho, en vez de ir para abajo con Clavi tomamos dirección opuesta y para arriba. Jokin se nos escapó por delante y yo a rueda del Profe sin separarme ni un metro camino de lo más alto.

Una vez en el Vaáamono, tocaba bajar. Jokin se quedó rezagado en conversación telefónica, el Profe se lanzó a tumba abierta y yo quedé momentáneamente en el medio.

Digo momentáneamente porque al Profe no le alcancé, Jokin a mitad de bajada y junto a la surgencia a modo de charco que hay en medio del camino me adelantó y quedé retrasado de nuevo.

Alcancé al Profe, que había hecho una parada evacuación de líquidos detrás de una torreta de la luz. Ahí escondidito.

Nos volvimos a juntar abajo, junto a la carretera de Chinchón, donde Jokin se nos volvió a escapar mientras yo hacía la goma con el Profe.

Ya no lo volvimos a ver hasta llegar al pueblo, donde intentó que subiéramos por la calle que pasa por el polideportivo del Parque del Sureste, cosa que no consiguió de ninguna de las maneras. Así que él por donde quería y nosotros por la ruta habitual.

Llegando a los campos de futbol del pueblo, los que hay junto a la Casa + Grande vimos a lo lejos la silueta de Clavi  pedaleando hacia arriba. No tardamos mucho en alcanzarle y le fuimos acompañando camino del final de la ruta por las calles del pueblo.

La subida por el trazado habitual, hasta el auditórium Miguel Ríos, por la avd. Pilar Miró y el pinar del Cerro del Telégrafo, para alcanzar la calle de los Picos de Urbión, de donde habíamos salido por la mañana.

El final y tras los 57 km de rigor, como no podía ser menos, en el Champú. Dónde nos tomamos las cerecitas de rigor para despedir el año con una buena etapa intensa y llena de buenas experiencias.
Pelotón de la jornada
Foto: Uno que pasaba por allí


Para finalizar comentar que el domingo 5 de enero no salió nadie a cumplir con la etapa dominical de inicio. El pobre David se quedó con las ganas al no tener ningún acompañante, el resto ocupados en diferentes tareas, pero como bien me dijo: “Siempre queda el paddel”.