Los Nenazas somos así, si cuando va a comenzar la etapa no
llueve, los Nenazas salimos a hacer la etapa y si nos pilla la lluvia por el
camino, pues nada a joerse y continuar hasta el final que ya da igual.
Este es el resumen de la etapa épica que hicimos el domingo
por la mañana en una jornada en la que hizo peor tiempo del que esperábamos,
pero como decía antes que más daba.
Quedaba convocada la etapa para realizar la salida a las
9:00 h, como es de costumbre. Aunque ya por guasap estábamos comunicados
decidiendo si salíamos o no, si iba a llover o no, y para avisar a David que
llegaríamos un poco tarde a su rotonda porque alguno pedía retraso.
A la hora de la salida acudimos 5 vecinos, en esos momentos
no llovía o caían a lo mejor unas leves gotillas. Al final el que se retrasó no
fue el Profe que había avisado sino un despistado Jokin que tardó un rato en
abrir la puerta de su garaje. Nos cruzamos con Locomotoro que salía de entrenamiento, ya sabéis correr es de cobardes, pero....
Salimos sin rumbo fijo, no estaba nada claro tanto por las
previsiones de lluvia como por el agua caída durante la semana, podían estar
los caminos impracticables del todo y habría que elegir bien para no acabar
enfangados totalmente.
Nos dirigimos en busca de David que debía estar esperando en
su rotonda, aunque antes hubo que sortear algunos obstáculos. En el parque del
Cerro del Telégrafo se iba a celebrar el Cross que se realiza todos los años en
el Olivar de la avd. de las Cañadas y estaba todo lleno de cintas de plástico
para marcar el circuito. Alguna hubo que saltar y otras que sortear para llegar
hasta el pinar del Cerro.
Cross en el parque del Cerro del telégrafo
Foto: Marqués
Llegamos a la rotonda y no había señales de David, que tardó apenas un minuto en llegar y así continuamos hacia delante.
Foto: Marqués
Llegamos a la rotonda y no había señales de David, que tardó apenas un minuto en llegar y así continuamos hacia delante.
De camino hacia el pueblo, unos nubarrones gris muy oscuro
adornaban los cielos de la zona hacia el oeste. Unas nubes que auguraban una
ruta pasadita por agua. Si ya lo dice Avispa, “cuando las nubes vienen de
Toledo llueve seguro”.
La idea era llegar cuanto antes a la laguna de El Campillo,
para resguardarnos bajo el túnel del Metro y ahí decidir donde narices íbamos a
ir. Y así lo hicimos.
La decisión por consenso, ir al Rock in Rio pasando por el
parque de la Dehesa del Carrascal, para probar si por ahí había posibilidades
de ruta. Dicho y hecho, salimos hacia estas zonas.
Lo primero y nada más cruzar el Puente de Arganda, el de
hierro, fue girar a la izquierda para bajar hacia la orilla y encaminarnos
hacia La Poveda por esa ruta.
Ni que decir tiene que el único que lo bajó subido en su
bici fue el intrépido de siempre, David. Que hizo unos quiebros a los alambres
que asoman por el suelo y un pequeño derrape abajo, saliendo perfectamente en
la dirección apropiada. Los demás lo hicimos a patita, resbalando por el
terraplén de forma más torpe. ¡Qué le vamos a hacer!
Hicimos el recorrido junto al río de forma relajada, salvo
los dos de delante que se nos escaparon y tuvieron que esperar al llegar a la
depuradora de La Poveda. Tantos pedrolos resbalosos ponían en peligro nuestra
integridad y el Profe que es más intrépido estaba aun calentando.
Hasta el Hospital del Sureste subimos por la ruta habitual,
por el carril bici, polígono y rotonda, donde nos juntamos de nuevo para seguir
adelante.
El siguiente punto de encuentro era la Vía Verde, en el
cruce que sube hacia la Dehesa del Carrascal hasta el que llegamos cada uno por
un lado. Los intrépidos por el atajo campestre y el resto hasta la Vía Verde
por el camino más largo pero de mejor firme.
Para llegar hasta el parque nos quedaba aun un buen trecho.
En las primeras rampas los rastrales de Rulo comenzaron a darle guerra. Su pie
se le escapaba frecuentemente y perdía
pedalada constantemente.
Así fue hasta que en la reunión en la zona de los Quejigos,
tras la cuesta abajo, Rulo no aparecía. Algo había pasado porque tardaba
demasiado. Jokin volvió en su busca, subiendo de nuevo la cuesta hasta que lo
perdimos de vista.
Esperando al Rulo
Foto: Marqués
Al rato venían ambos, a Rulo se le había salido la cadena en la subida y se le atascó. Tardó un rato en liberarla y de ahí la demora. No había problema, podíamos seguir adelante aunque comenzaba a llover de forma un poco más intensa.
Foto: Marqués
Al rato venían ambos, a Rulo se le había salido la cadena en la subida y se le atascó. Tardó un rato en liberarla y de ahí la demora. No había problema, podíamos seguir adelante aunque comenzaba a llover de forma un poco más intensa.
Ahí Elevator avisaba, como Rulo no quiera seguir nos damos
la vuelta aquí mismo. Pero cuando éste se incorporó el grupo siguió hacia delante al
completo. Guarros pero valientes, decía aquel.
La subida que nos quedaba la hicimos por el camino más
rápido, el que sale un poco más adelante hacia la izquierda. Desde que GPS nos
lo enseñó, cada vez que vamos por esa zona ya no hacemos la subida tradicional
que es más larga y con una subida más empinada.
En la puerta de la Dehesa del Carrascal nos hicimos la foto
de pelotón, pero poco más porque no había mucho tiempo, ni siquiera para el
platanito, aunque un bocado rápido sí que dimos.
Pelotón de la jornada
Foto: Uno que pasaba por ahí
Nuestra dirección estaba clara, aunque la lluvia no cesaba e incluso cada vez era más intensa, y así nos dirigimos hacia el Rock in Rio entre las preguntas de Elevator que parecía nuevo no sabiendo cuanto nos quedaba para llegar hasta allí.
Foto: Uno que pasaba por ahí
Nuestra dirección estaba clara, aunque la lluvia no cesaba e incluso cada vez era más intensa, y así nos dirigimos hacia el Rock in Rio entre las preguntas de Elevator que parecía nuevo no sabiendo cuanto nos quedaba para llegar hasta allí.
El grupo continuo hasta el Rock in Rio, incluso algunos
intentaron ir hacia el aparcamiento por el camino paralelo a la A-3. No hubo
forma y pronto se dieron cuenta del craso error dándose la vuelta para no ser
tragados por el barro.
Seguimos en dirección a las canteras de Morata, con un
intento de salida de ruta de Jokin que si no le gritamos se baja hacia la
Fuente del Valle. Es el recorrido habitual cuando pasamos por allí y ya se
sabe, la cabra tira al monte y la mente juega malas pasadas a veces.
Tuvimos que cruzar una de las canteras, esa que se embarra
tantísimo cuando llueve y así era, estaba impracticable del todo.
Ante el clamor popular tuve que hacer un receso para hacer
unas fotos, los montones de tierra mostraban un curioso rallado producto del
paso del agua por ella. A esto que David tiene la feliz idea de darse la vuelta
a esperarme en medio del barrizal, casi le sale caro. Menos mal que se libró
del ostionazo, dando un salto apoyando incluso la mano en el suelo y no cayó al
suelo, cosa que si hizo su montura. Agilidad total.
Montón de tierra en las canteras de Arganda
Fotos: Marqués
El siguiente punto de reunión junto al refugio de animales domésticos de El Arca de Noé, al cual llegamos separados y con un grito de David avisándome del coche que subía por la carretera. Lo había visto pero mejor ser avisado para evitar despistes.
Fotos: Marqués
El siguiente punto de reunión junto al refugio de animales domésticos de El Arca de Noé, al cual llegamos separados y con un grito de David avisándome del coche que subía por la carretera. Lo había visto pero mejor ser avisado para evitar despistes.
Lo siguiente ya sabéis, la senda del Piolín, con sus zonas
embarradas y con la lluvia cayendo de forma incesante sobre nuestras cabezas. Como dijo
alguno: “vamos chicos que enseguida escampa”.
Por la senda del Piolín
Fotos: Marqués
El siguiente punto de reunión en lo alto del Vaáamono, donde nos hicimos unas fotos con la estampa que teníamos. El barro nos hacía un franja marrón que recorría toda la espalda desde el culo hasta el casco, bonita estampa.
Fotos: Marqués
El siguiente punto de reunión en lo alto del Vaáamono, donde nos hicimos unas fotos con la estampa que teníamos. El barro nos hacía un franja marrón que recorría toda la espalda desde el culo hasta el casco, bonita estampa.
La bajada en estampida, señor, señor, cuanta cantidad de agua nos caía encima, en grupetes hacia abajo. Por delante bajaron los más rápidos a los que ya no volvimos a ver en el resto de la etapa. Por el medio el Profe y Elevator y muy cerca de los de delante. Hubo que esquivar la surgencia a mitad de la ruta, cada uno a su modo y cada uno por donde pudo, la verdad es que la cosa estaba patinosa del todo.
El Profe y Elevator esperaron la llegado de los dos
rezagados en el polígono junto a la carretera de Chinchón. Por esta carretera fuimos
los cuatro casi juntos en pelotón, el agua salpicaba en todas direcciones,
metiéndose por todas partes hasta calarnos hasta los huesos, llegando al poco
al Puente de Arganda.
Como os imaginaréis y es de lógica, nos quedaba por delante
la subida del pueblo, donde el agua no dio tregua en ningún momento. El pelotón
se mantuvo más o menos compacto hasta llegar al Cerro del Telégrafo, donde se
estaban entregando las medallas del evento celebrado.
En vez de volver a cruzar el circuito, lo esquivamos para ir
hasta la calle Enebro, girando a la derecha para enfilar la calle Picos de
Europa que nos lleva hasta el final.
Habíamos recorrido un total de 48 km y medio cuando llegamos
a casa. Mojados hasta los huesos y con un frío en el cuerpo difícil de sacar.
Despedimos al Profe y a Rulo, quedándonos Elevator y yo un rato hablando con
Antonio , que estaba limpiando el coche y se ofreció a dar un manguerazo a las
bicis. Dicho y hecho, las bicis quedaron relucientes y nosotros para casa, que
nos esperaba una relajante y confortable ducha.
Hasta el domingo, NENAZAS.