24 de febrero de 2013, embarrados entre Campo Real y Valdilecha

Seguimos sin poder de convocatoria, al igual que en la jornada anterior unos poquitos nos decidimos a salir a pedalear.  ¿Qué os pasa?


Que si hace frío, que si me duele la cabeza, que si voy a salir y luego no lo hago, que si me doy una vuelta cerca de casa, que si tal, que si cual. El caso es que solamente 6 Nenazas nos plantamos encima de la bicicleta a las 9:00 h. en busca de la ruta que GPS nos había preparado a conciencia y que se había resistido hasta la fecha.

El día estaba fresquito, aunque no tanto como se pronosticaba previamente. Apenas sin viento o quizás sin él, a primeras horas de la mañana. Quizás estábamos bajo 0, no lo sé, pero la verdad es que no se notaba demasiado y no era excusa para no haber salido de la cama uniéndose al grupo.

La salida hacia el pueblo, donde recogimos a Caracol al paso por el Miguel Ríos, para lanzarnos hacia la laguna de El Campillo a tumba abierta. Cruzando el puente de las Avispas para llegar hasta La Poveda, donde iniciaríamos la subida por la vía verde.

Justo a la mitad de la subida hasta el Hospital del Sureste, giramos a la izquierda justo antes de llegar al lugar de la primera toma de contacto de Clavi con el duro suelo, donde la mancha amarilla sobre el carril bici para más señas. Ahí entramos en el polígono de Arganda, por donde circulamos para subir hacia la urbanización Los Villares, también en Arganda del Rey.

Una vez en la pista blanca por la que subimos también en la etapa anterior, y nada más pasar bajo el viaducto de la R-III, giramos de nuevo a la izquierda por un camino por el que alguna vez subimos, sobre todo muy recordado por una enganchona con un cazador vejete con el que crucé algunas palabras hace ya tiempo.

Todos estaban convencidos en seguir hacia arriba, aunque las rampas empezaban a empinarse y ya costaba seguir hacia arriba. Por si lo recordáis mejor, es el camino donde el Sargento y Clavi hicieron una de las primeras rutas con el pelotón Nenaza. Esa en la que al llegar a la mitad de la subida, GPS dijo unas palabras para explicar que subiendo por la izquierda lo que quedaba hasta arriba era más largo pero menos empinado y por la derecha era más corto pero mucho más duro.  Recuerdo que por la izquierda subimos el Sargento, Clavi y yo mismo, y que el resto lo hicieron sin dudarlo por la derecha, con un par.
 
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués


Jamones en la subida a Campo Real
Foto: Holandés

Cambio de aguas 
Foto: Marqués

Esta vez no hubo lugar a la elección, pues tocaba subir por el camino de la derecha y así lo hicimos todos sin rechistar. Pero amigos, que nada más hacer un par de cientos de metros más o menos si no me falla la memoria, una vista brutal se ponía delante de nuestros ojos.
 

La gran cuesta hacia Campo Real
Foto: Marqués

Ahí Jamones y Elevator, que habían sido convencidos para subir hasta Campo Real, se lo pensaron mejor, sobre todo por parte del segundo por matizar un poco más, decidieron hacer regreso y no seguir adelante.

Holandés y GPS ya estaban a mitad de la subida. Allí fue la despedida de los prófugos, siguiendo adelante Caracol y el que escribe, a duras penas hacia arriba. Holandés subió sin pensárselo mucho, su nueva montura da pa'eso y pa'más, GPS tuvo que bajarse porque se le salió la cadena y los otros dos también nos bajamos en la rampa más empinada. Y arriba en el cruce con el camino del Botillo, nos juntamos los cuatro de nuevo.
 




Llegando hasta lo alto
Fotos: Holandés

Nos quedaba un pequeño tramo suavecito hasta Campo Real, y a partir de ese momento venía la parte nueva, esa que GPS nos preparó y no habíamos sido capaces de llegar a ella en las últimas etapas.

El primer tramo discurría por la carretera que une esta localidad con Perales de Tajuña, aunque nada más pasar unas naves industriales de Campo Real, giramos a la izquierda para entrar en los caminos que surcan la gran explanada situada entre este pueblo y Valdilecha. Es la gran explanada donde el Ministerio de Industria quería ubicar el nuevo aeropuerto de Madrid y que afortunadamente la idea se abandonó. Un gran deterioro ambiental amenazaba la zona y como he dicho alguna que otra vez, el fin no justifica los medios.
 
Una gran trampa teníamos por delante, pues los caminos estaban para cualquier cosa menos para circular por ellos. Un gran barrizal de arcilla y piedrecitas adornaba el suelo por donde pasábamos. Entre charcos helados y barro pastoso circulamos un buen rato, nuestras bicis parecían tractores de fangueo en L’Albufera de Valencia, embozando nuestras ruedas y cambio de forma asombrosa tanto que dificultaba enormemente el pedaleo. Un barro seguro excelente para hacer botijos, madre mía.
 



Fangueo de los arrozales en L'Albufera de Valencia
Fotos: Marqués


Caracol embarrado, por los llanos de Campo Real
Foto: Marqués



Las bicis embarradas. Marqués y Holandés
Fotos: Holandés

La sorpresa ornitológica de la jornada, como ya le había yo anunciado a GPS, fue la visión de un bando de Avutardas que se levantó en vuelo delante de nosotros. Creí contar alrededor de 50 ejemplares volando espantadas de nuestra presencia, Esos llanos son un lugar donde están presente en una cantidad apreciable, siendo esta una especie de fauna protegida y muy llamativa sobre todo por su gran tamaño.
 
Avutarda
Foto: Marqués

En esa zona el viento empezó a soplar más de lo que queríamos, además GPS erró en la elección de camino, desviándonos bastante hacia el este y saliendo muy cerca de la localidad de Valdilecha, a menos de 500 metros. Allí no había más remedio que recuperar el camino apropiado circulando por la carretera M-229, la cual con bastante viento de por medio nos condujo hasta el camino correcto que nos llevaba en dirección a  Perales de Tajuña.

Un poco más adelante, tras los primeros 40 kilómetros recorridos, hicimos la parada del platanito, había que reposar y recuperar fuerzas y energía. Dimos cuenta de lo que quedaba del termo de caldo calentito que llevaba Holandés, y que os aseguro que recompone las fuerzas y sabe a gloria.
 

Foto de parada del platanito. Lo siento Rafa te dejé fuera.
Foto: Marqués

Allí en buena armonía decidimos no bajar a Perales porque la etapa iba a ser demasiado dura y cambiar nuestra ruta para dirigirnos hacia el Rock in Rio de Arganda. El problema es que dicho lugar aunque a la vista, estaba aun muy alejado de nosotros. El camino por donde íbamos nos condujo hasta la cercanía de la A-III, muy cerca de la gasolinera de REPSOL que hay en la cuesta que sube desde el rio Tajuña. Allí recorrimos un camino que zigzaguea junto a la autovía de Valencia, hasta llegar a la carretera que une a Perales con Campo Real.

Todavía nos quedaba mucho por delante, el Rock in Rio estaba lejos aun, y cogiendo esta carretera hacia Perales, cruzamos bajo la A-III y girando a la derecha llegamos hasta la zona de conciertos de Arganda.

Nos quedaba mucho por delante y las fuerzas de alguno estaban muy perjudicadas, así que la decisión correcta fue bajar directamente por los caminos que rodean a dicha autovía, ese que paso junto al área recreativa de la Fuente del Valle, para llegar hasta la vía verde que nos llevaba hasta el hospital de Arganda.

Desde allí la ruta habitual por el polígono hasta contactar de nuevo con el carril bici, para llegar hasta La Poveda. Solo nos quedaba por delante recorrer la margen izquierda del Jarama, sin cruzar el puente de las Avispas para llegar hasta el Puente de Arganda donde nos juntamos por última vez.

Ahí ya no había amigos, cada uno seguiría adelante como pudiera, con Holandés por delante, GPS y yo por medio, y Caracol muy cansado cerrando el pelotón.

Subiendo por las calles del pueblo hubo desbandada absoluta, el de delante desapareció sin remedio, GPS se quedó hablando por el móvil y el que habla fue secuestrado en la avd. Pilar Miró para ver la nueva casa de unos amigos.

Así que tras 72 km. recorridos, la etapa se daba por concluida. Sé de buena tinta que algunos se juntaron en el Camelot, imagino que solo un ciclista y los demás sin duda fueron de los que se quedaron al calorcito de la camita, ya os vale.
 
Ruta de la jornada, que salvo error u omisión he sacado en Google Earth
Por Marqués

Y un apéndice especial para Holandés, que con su nueva montura de carbono no os va a dejar  todavía más alejados de su rueda, pero eso es algo que hay que verlo en directo y no desde la cama.
 
Holandés
Foto: Marqués

Bueno, que si queréis, podéis u os apetece, elegir lo que sea conveniente, el domingo haremos una nueva ruta si el tiempo nos deja, por supuesto.

Ciao Nenazas

17 de febrero de 2012, nos perdimos de nuevo entre Campo Real y Loeches

Poco poder de convocatoria hubo para esta matinal de domingo. Acudimos unos pocos a una etapa en la que a la tercera no va la vencida y de nuevo a falta del guía habitual, no pudimos realizar la inconclusa etapa a Perales de Tajuña.

Nos esperaba de nuevo a la altura del Miguel Ríos, nuestro compañero José Luis, Caracol a partir de ahora, lento pero seguro, que desde estos momentos forma parte también de nuestro nutrido repertorio de Nenazas blogeras.



Caracol
Foto: Marqués

Así sin pausa nos dirigimos camino a la laguna de El Campillo, con una bajada alternativa por las calles del pueblo, para no circular por demasiadas de sentido contrario. Mejor prevenir que curar.
Una vez allí, recorrimos toda su orilla sur, hasta llegar al puente de las avispas, carentes en invierno de nuestros queridos insectos, emblema de este grupo. El puente ha sido reparado recientemente, el jueves aquel un tenía unos grandes agujeros en la zona de paso, que han sido reparados nuevamente con la colocación de nuevas planchas de hierro para facilitar el paso.

Una vez cruzado, tomamos el camino que sube rio Jarama arriba, tras pasar por debajo de este puente para dirigirnos hacia el azud de este rio. Ya conocéis bien la zona y obvio el trazado que realizamos en esa  zona.

Tras salirnos del camino del río, y tras subir la corta rampita que nos lleva hasta la carretera M-208 en el tramo entre La Poveda y Velilla de San Antonio. Tocaba ir camino adelante hacia Arganda, por la zona de olivos que pasa por la zona de entrenamiento de perros y que pasa junto a la urbanización de este municipio llamada los Villares, para continuar por un valle muy conocido por el grupo, por la pista ancha que cruza bajo la R-2.

A la altura del picadero de caballos hicimos una paradita, las dos primeras bajas se volvían para casa. Jamones y Rulo decidían iniciar su regreso tras unos 18 kms recorridos.


 
Pelotón al completo
Foto: Marqués

Su vuelta debió ser un poco infructuosa, haciendo camino rio Jarama arriba, para pasar por Velilla y subir el Cristo de Rivas para llegar a casa. En la subida del Cristo, según me cuentan, la cadena de Jamones dijo basta y se rompió, y aun llevando eslabón de reparación y troncha cadenas, no pudieron repararla. Así que a pie, realizó el último tramo hasta su casa. Mala pata, compañero.

El mini pelotón siguió hacia arriba en dirección a Campo Real, cruzando la barrera de la finca Valtierra, donde por orden judicial tuvieron que abrir el paso, ya sabéis casi todos cual es, no hace falta más pistas. Para seguir subiendo por el camino del Botillo, famoso por las caídas de varios miembros del pelotón, el primero Jamones hace muchas fechas, luego Marqués, dando nombre al camino por el moratón que lució en su muslo izquierdo unos cuantos días tras la caída y por último el Hombre Volador, el día 25 de diciembre del pasado año, que le mantiene de reposo hasta la fecha.

La subida nos llevó hasta Campo Real, donde se reagrupó el pelotón por los efectos de una cuesta bastante empinada. El platanito nos lo tomamos como es de costumbre en la plaza del ayuntamiento de esta localidad.


Pelotón en la plaza del ayuntamiento de Campo Real
Foto: Marqués

Allí en la plaza nos acompañaban elementos un tanto curiosos, y como dice Avispa, el sur ya no es tan rojo. Un puesto de la Falange hacía patente que sigue viva la España profunda manteniéndose cosas del pasado, aunque la verdad es que leyendo sus planfletos de propaganda más parecían lemas progresistas que de un pasado ya lejano. Además una churrería, en la que Holandés no dejó hacer ninguna parada pa porras.
 

La plaza de Campo Real
Foto: Avispa

La negociación nos llevó por las calles de Campo Real en búsqueda de la ruta hacia Loeches. A falta de GPS, de nuevo como ya ocurrió en la última intentona por la zona, acabamos despistados por los olivares de la zona de Valdegatos. Esta vez lo hicimos hacia la izquierda y hubo que dar unas vueltas por caminos que desaparecían entre el monte, para regresar y por fin dar definitivamente con el correcto.

Una vez en la dirección correcta, ya quedaba claro que llegaríamos a Loeches, no sin antes bajar ese dichoso tramo de camino con más piedras que las morrenas de un glaciar, donde es difícil de bajar sin poner pie a tierra, por lo rocoso del trazado.Tal y como dice Avispa, una bajada brutal y muy técnica.
 

Bajada hacia Loeches desde Valdegatos
Foto: Marqués

Nos volvimos a juntar en la carretera que viene desde la M-208 hasta Loeches, donde en grupo compacto llegamos hasta la plaza de la localidad. Allí hubo habituallamiento, con una corta parada para reponer fuerzas y continuar hacia delante.
 
Un receso en Loeches
Foto: Marqués

La dirección elegida esta vez era la bajada hacia Velilla de San Antonio. Hay dos caminos a elegir para alcanzar este pueblo, hubo negociación y se decidió por convencimiento tomar el situado más al norte de ambos. Es muy conocido por un miembro del pelotón, ausente en esta etapa, por una caída desafortunada que le dejó la clavícula del hombro maltrecha y rota. Es tu camino Clavi y no olvidaremos nunca tu entereza para bajar andandiri hacia Velilla, donde te recogió Elevator para llevarte a casa. Hace mucho tiempo, y pasó a la historia del pelotón, como tantas y tantas anécdotas tanto buenas como menos buenas.

Cruzamos el arroyo Pantueña por el puentecillo y entramos en Velilla, atravesando las calles de la localidad para llegar hasta la laguna del pueblo y seguir adelante por la Senda del Jabalí.

Río Jarama arriba, a todas prisas, sin dejar esta bella senda llegamos hasta los Viveros Don Pedro. Solo nos quedaba el último escalón, al igual que nuestros acompañantes de ruta, para subir por la carretera del Cristo de Rivas y llegar al Camelot, a reponer fuerzas con las sin igualables cerecitas.

Un recorrido de casi 57 kms., donde todos disfrutamos de una agradable etapa, con temperatura agradable y con la amenaza de lluvia se cumplía, pues llovería por la tarde como estaba previsto en las certeras predicciones del Instituto Nacional de Meteorología.

Solo queda, como siempre, animar al resto del pelotón porque estas etapas desangeladas no son de recibo. Echamos de menos esas donde el pelotón es más numeroso y se rueda en buena camaradería. Hasta pronto Nenazas.
 


Ruta en Wikiloc por Avispa

10 de febrero de 2013, sin destino fijo por Morata y Arganda


Se preveía una dura jornada tras la ruta del domingo anterior, donde nos dejamos una parte de la etapa preparada por GPS en el tintero, en espera de ser realizada en esta ocasión. Veremos que de nuevo no pudo ser y queda para otra mejor ocasión.
 
A la salida
Foto: Casper


Convocados donde siempre y a la hora de siempre, un grupo de valientes Nenazas, con una amenaza en el ambiente, el viento que se pronosticaba para la mitad de la mañana. Y como no, el frío invernal que no llega a congelar los pocos charcos que quedan en los caminos, después de unas fechas un tanto secas. La lluvia llegó pero lo hizo en la tarde noche del domingo.

Salíamos sin rumbo fijo, aunque alguno mantenía la idea de completar la etapa de la jornada anterior, aunque poco a poco cambiamos de idea. La salida por la pista del pinar del Cerro del Telégrafo, para enfilar nuestro camino por la avd. Pilar Miró y el Miguel Ríos, donde se incorporaba de nuevo al grupo José Luis, que le va cogiendo gustillo a las salidas dominicales. Ya es un Nenaza más.

Bajamos directos hasta la laguna de El Campillo, para subir por enésima vez por la carretera de Chinchón y el Vaáamono, como no. Nos juntamos en la zona alta, junto al puente metálico de la vía verde, tradicional punto de encontró una vez subido nuestro camino más habitual. Allí surgió la primera negociación y fue donde quedó casi decidido el cambio de ruta, aunque sin rumbo fijo. Cruzamos bajo el puente metálico y el pelotón tomó rumbo hacia las canteras de Morata.

Curva tras curva, piedra tras piedra, seguimos por otro de nuestros caminos habituales en dirección hacia Morata. Pero esta vez la parada fue rápida, para hacernos la foto de pelotón junto a un icono de nuestras etapas, un Piolín azulito que algún paisano hace tiempo, decidió colgar de una higuera cual bolita de Navidad.
 
El pelotón de la jornada y el Piolín
Fotos: Marqués

Allí vino la segunda negociación, pues por fin decidimos nuestro destino, que iba a ser una vez más el entorno del Rock in Rio y el parque de la Dehesa del Carrascal. Una etapa un poco más cómoda pues parte del pelotón tenía idea de llegar prontito a Rivas, sobre todo el gallo del pelotón.

Atravesamos las canteras de Morata, con el cuestón incluido y entre olivos nos dirigimos hacia el Rock in Ríos, aunque esta vez no tocaba pasar por el aparcamiento sino rodearlo por la zona norte para cruzar bajo la A-III y dirigirnos hacia el citado parque. En esa zona se estiró el pelotón aunque tras una corta espera cerca del cementerio de mascotas El Último Parque, nos juntamos de nuevo para llegar en grupo hasta la Dehesa del Carrascal.

Allí tocaba la parada del platanito, los comentarios, las risas y como no, nuevas fotos de un grupo relajado por unos instantes.
 
Parada del platanito con el pelotón al completo
Fotos: Marqués


La continuación estaba clara, todo el mundo para casa. El gallo Holandés con la mente fija en llegar a casa temprano, nos abandonó por delante bajando a todas prisas sin volver a vernos. El grupo que iba en cabeza, tomó una ruta alternativa, de esas que le gustan tanto a GPS, para bajar por vericuetos y zonas escalonadas, o eso dijeron. Y lo demás por el camino habitual.

A la mitad del camino contactamos todos de nuevo, para bajar hasta la carretera de Arganda a Morata y entrando a la vía verde para tomar destino hacia La Poveda. Por zonas conocidas, tras atravesar el polígono de Arganda volvimos a contactar con la vía verde, esta vez para bajar hasta La Poveda.

Esta vez no cruzamos el puente del Tren de Arganda, sino que giramos a la izquierda una vez pasada la depuradora para pedalear Jarama abajo para dirigirnos hacia el antiguo Puente de Arganda entre el vallado metálico de las fincas circundantes y la vega del río Jarama.

Solo nos quedaba por delante la subida por las calles del pueblo. El principio lo realizamos en pelotón casi compacto, solo alterado por algunos demarrajes por delante, hasta que llegamos a la zona anterior al Miguel Ríos. Allí GPS decidió conocer nuevas rutas, y cogiendo un camino hacia los cortados, comenzó una pequeña aventura hacia lo desconocido. Detrás solo dos miembros del pelotón, Avispa y Marqués, que a la retaguardia subieron para arriba.

Al poco de iniciar la subida, cada vez se iba complicando más la cosa. Eligiendo lo que parecía más apropiado en cada momento llegamos hasta que se perdía todo rastro de senda hacia lo alto. No quedó más que bajarse de la bici, unos con la bici sobre el hombro y otro empujando como un jabalí, para llegar hasta lo alto por una inclinada cuesta, llena de pedrotes y cristales, seguro que es la zona del antiguo vertedero de Rivas.

A lo más alto del camino de los cortados nos llevó la subida, ahí el viento era insoportable, como apuntaban las previsiones del día. Tomamos el camino dirección a casa entre los pinos , para llegar hasta el parque del cerro del Telégrafo y acabar nuestra etapa donde nos gusta acabarla, en el Camelot.

Allí y tras 52 km de recorrido nos juntamos casi todos, uno ya duchado, otro con la bici sobre el coche e incluso alguno que no había participado en el evento. Unas cerecitas y para casa, que el día es largo y quedaban muchas cosas por hacer.

Reitero la petición de vuelta al pelotón de algunos, que ya va siendo hora, y sobre todo que el viento no nos acompañe en futuras rutas, ¡vaya invierno más ventoso!

Y sobre todo, Rafa no desesperes que tu ruta la acabaremos tarde o temprano, no la has preparado en balde, hacerse se hará. Si no es hoy, mañanaaaaa.

Por tierras levantinas

Sin que sirva de precedente y sin ánimos de poner los dientes largos a más de uno, ni que sirva de excusa para chistes o chascarrillos varios, voy a poneros unas fotos de mi primera incursión ciclista por los alrededores de Ayora.
 
La bici se quedará aquí por lo que intentaré hacer habituales las excursiones por estos caminos por el Valle de Ayora-Cofrentes.

 
Con Teresa de Cofrentes al fondo

Cartel con Red Viaria PENVA

Teresa de Cofrentes en primer término y Zarra por detrás


Sin comentarios: Vamos coño!!!
 
Nada que decir: Comienza el infierno, con Jarafuel al fondo

La subida, ufff

Un mirador con Jalance y Cofrentes de izquierda a derecha, incluso se ve sel vapor de la Central Nuclear
 
 

3 de febrero de 2013, una nueva y bonita ruta hacia Morata de Tajuña


Debió ser una semana un poco convulsa, con muchos enfermos entre los miembros del pelotón, aparte de otros que por razones varias no podían acompañarnos.

Por lo cual, a la convocatoria de este domingo acudimos en un número bajo para lo que estamos acostumbrados normalmente. Seis fuimos los elegidos que puntualmente estábamos presentes a la hora de la salida de una etapa preparada muy a conciencia por GPS, que invirtió varias de las mañana de esta semana para sorprendernos con lo que iba a ser una bonita y currada etapa.

La salida rápida por el parque del Cerro del Telégrafo para conectar con la avd. Pilar Miró y embocarnos hacia el Miguel Ríos, donde nos esperaba José Luis que se unía al grupo una vez más.

El principio de la etapa lo conocéis muy bien, pues bajamos hasta la laguna de El Campillo, seguimos por la carretera de Chinchón para realizar el ascenso por nuestro camino favorito, el Vaáamono.

La subida como siempre estirada, con los integrantes del pelotón subiendo cada uno a su ritmo, sin tregua y sin descanso para llegar hasta lo alto.

La continuación hacia la cementera, circulando por la zona asfaltada de las fincas que rodean a la vía verde. Llegando a la cementera tuvimos un pequeño despiste, GPS estaba esperando a los de atrás para conducirnos por otro lado distinto al habitual y no se sabe porqué, pero seguimos adelante hasta la carretera de Morata, en el restaurante El Alto sin reconocerle y que nos indicaba el camino a seguir.
 
Así que después de unas llamadas, volvimos a unir al pelotón en el camino que se dirige hacia la vía pecuaria que baja hacia Titulcia. Tiempo perdido absurdamente.

La continuación nos llevó por esta vía pecuaria hasta desviarnos hacia la urbanización Valgrande, donde nos hicimos las fotos de pelotón y donde sobrevinieron las tres bajas del día. Tres de los miembros del pelotón se volvían para casa sin terminar la ruta y  sin conocer los nuevos senderos que GPS nos tenía preparados.
 
Imágenes del pelotón
Fotos: Marqués


Holandés
Foto: Marqués

La continuación bajando por Valgrande por el camino que baja hacia el Tajuña directamente. Lo que cuesta subir por esa zona y lo poquito que se tarda en llegar abajo.

Seguimos por el camino bacheado por el que volvemos en las rutas provenientes de Titulcia y Chinchón, para cruzar el río Tajuña por el pequeño puente cercano a la laguna de San Galindo, esa que os he contado alguna vez que existe y que no teníais más narices que creer que existía. El agua no la visteis nunca y hoy era el día señalado.

Nada más cruzar el puente dejamos a nuestra derecha el camino que viene desde Titulcia y que pasa por la laguna de San Juan, y seguimos hacia delante, para girar a los pocos metros por una senda a la izquierda y dejar el camino por donde hemos bajado en alguna ocasión cuando bajamos de Chinchón.

En dicha senda GPS avisaba - tener cuidado que igual tenéis que poner el molinillo que hay zonas un poco pedregosas.  Ese era el aviso, no es que igual tendríamos que poner el molinillo sino que si no lo ponías iba a ser complicado subir por una rampa un tanto empinada llena de escalones rocosos, de las que cuesta subirlas del tirón. Eso sí, un camino de los que al final el esfuerzo se ve recompensado por lo que encuentras arriba.

Al llegar a lo más alto de su recorrido, la vista del valle del Tajuña hacia Morata de Tajuña era preciosa, pudiéndose disfrutar de todo lo que nos rodeaba por unos instantes. Desde ahí también podíamos ver la comentada laguna de San Galindo desde lo alto y toda la huerta de la vega de este fértil valle en el bajo Tajuña.
 
Laguna de San Galindo

Valle del Tajuña con Morata al fondo

Cortados yesíferos del valle del Tajuña
Fotos: Marqués

Tocaba bajar hacia la vega del río, para realizar el siguiente tramo de recorrido por la margen izquierda del Tajuña en dirección a Morata. Dicho tramo fue el más jodido de la jornada porque en esos instantes un fuerte viento del NE soplaba hacia nosotros y dificultaba el pedaleo de los esforzados de la ruta de esta jornada.

El mini pelotón de cuatro ciclistas se partió en dos, con el Holandés con el Gavilán por delante y GPS con Marqués por detrás. Son zonas en las que es imposible ir detrás del gallo del pelotón, al que solo le aguantó el Gavilán que se dejó parte de las fuerzas que tenía reservadas para esta jornada.

La ruta debía continuar por esa margen del río hacia Perales de Tajuña, era lo previsto por GPS, pero llegados a la carretera que une Morata con Valdelaguna, los  de delante se habían ido hacia Morata y los de detrás viendo todo lo que quedaba por recorrer decidimos dejarlo para futuras ocasiones.
 
Marqués
Foto: GPS

Hasta Morata seguimos pedaleando, para hacer el descanso de la jornada en la plaza del ayuntamiento, donde nos tomamos el platanito, las barritas y en esta ocasión nos olvidamos de las ricas palmeritas que degustamos en otras ocasiones.
 
El descanso del platanito frente al ayuntamiento de Morata
Foto: Marqués

Nos tocaba la vuelta y ahí vino la negociación de la jornada. En esta ocasión Holandés se llevó el gato al agua, convenciéndonos para subir por la cuesta del viejo, ese que empieza por las calles del municipio con empinadas rampas, donde también es bueno poner el molinillo, para continuar subiendo tras pasar por la casa del viejo que en más de una ocasión nos ha dicho – pues aun os queda lo peor.

Esta vez no estaba el viejo, pero poco más arriba estaba su hijo o un amigo de su hijo, porque un paisano paseando al perro dijo algo parecido – pues no os queda na para llegar hasta llegar a donde los perros. El capullito de alhelí, se podía haber callado, si ya lo conocemos a la perfección y no hacen falta agoreros para saber lo que nos quedaba hasta lo alto.

Hasta arriba llegamos de forma estirada, con un buen cansancio en las piernas pero sin tregua, como siempre ocurre en estos casos.
 
Cuestorrón de Morata
Fotos: Holandés

Una vez arriba tocaba circular por los olivares del entorno de las canteras de Morata para llegar a lo alto del Vaáamono de la forma más rápida y cómoda posible.

Y allí como tantas y tantas veces, a bajar por un camino que ya empieza a cansar por rutinaria, en la que nos cruzamos con casi todo tipo de vehículos. Salvo una moto, nos cruzamos con de tó, jinetes a caballo, un coche de caballos, quads e incluso coches, en fin como decía de tó.

En la carretera de Chinchón M-311, el mini pelotón se volvió a separar en dos de nuevo, esta vez sería hasta el fin. El viento seguía siendo el obstáculo mayor.

Llegamos al Camelot tras un recorrido de 63 km, no está mal. Allí nos esperaban unos pocos de los que no habían salido. Nos juntamos a tomar unas cerecitas, aunque es de destacar que éramos menos los esforzados que los que se habían quedado en casita y sólo salieron a tomarla, válgame.

Nada más, que los enfermos se recuperen del todo y los indecisos se reenganchen al pelotón que se echa en falta a muchos. Ánimos a todos y en especial a uno, ahí estaremos pá lo que haga falta.