Un
día de esos como otro cualquiera, con poca presencia entre los miembros Nenazas
del pelotón, que no señores que no hay manera de juntarse para hacernos la foto
oficial.
En
un principio los participantes de la etapa eran cinco, aunque uno de ellos solo
salía a darse una vueltecilla pues tenía compromisos y tenía que hacer vuelta
rápidamente, pero al menos salió que no es poco.
Convocados
a las 9 de la mañana, como es costumbre hubo algo de retraso, a alguno sin
especificar nombres se le pegaron las sábanas y se quedó aplastado, retrasando
la salida. En la lejanía David avisado por guasap tendría que esperar en
solitario.
En
torno a las 9 y cuarto salía el pequeño pelotón con dirección a la pista que
rodea el Cerro del Telégrafo, al llegar a lo más alto aparecía David que
desesperado no podía esperar más y acudía en busca del grupo.
El
destino ya estaba pactado, David llevaba tiempo reclamando una etapa hacia
Madrid y estaba claro que tocaba subir Manzanares arriba remontando el río.
Cruzamos
la autovía prontamente, con dirección a la Escuela de Protección Civil, por la
pista asfaltada que cambia a tierra en cuanto pasas estas instalaciones.
Jokin
ya planeaba su regreso aunque aun aguantó un poco más, era demasiado poco para
él.
Pero poco más adelante y antes de cruzar el arroyo de Valdemingómez tenía
que hacer regreso.
Allí
nos paramos unos instantes, la foto de pelotón lo necesita y no había más
remedio. Después nos despedíamos de Jokin y seguíamos camino adelante.
La
senda de los charcos ya lo conocéis todos, sinuoso, pedregoso y estrecho, y
claro con algunos puntos con acuíferos que dificultan el paso en algunos
sitios. La verdad es que estaba en bastante buen estado y solamente se complicó
un poco más de la cuenta cuando se cruzan las zonas más húmedas, el primero ya
lo habíamos cruzado, el segundo unos charcos que desaparecen en verano pero que
estaban prácticamente secos y el tercero más engorroso, el que cruza otro arroyo
del que desconocemos su nombre, pero que
baja desde la zona del vertedero de Madrid.
Una vez cruzado este arroyo el cronista se descolgó del pelotón entretenido en cosas varias. Ya le conocéis.
Una vez cruzado este arroyo el cronista se descolgó del pelotón entretenido en cosas varias. Ya le conocéis.
Fotos: Marqués
Al
poco tiempo junto circulábamos por el camino junto a la
Depuradora Sur, ya en término municipal de Getafe. Hay que cruzar la Cañada
Real Galiana, donde se reunía de nuevo el grupo, para continuar hacia delante
dejando a un lado la finca de la Torrecilla de Iván Crispín y al otro la zona
de Valdecarros y los cantiles de la Gavia, la zona más degradada del recorrido.
Con
la boca abierta y por detrás del grupo circulaba David que se bautizaba en esta
ruta y anonadado por la frondosidad de la espesura del bosque de ribera, no
dejaba de alucinar. Por fin había conseguido convencernos para que le
acompañáramos por esta ruta.
A
la ida subimos por la margen izquierda del río, protegidos del sol por las
ramas de los árboles, ya tendríamos tiempo a la vuelta de recorrer el río por
la margen derecha.
Ruta junto al río Manzanares Foto: Marqués
Se cruza bajo varios puentes de la maraña de carreteras de la zona para pronto llegar a la zona de la Caja Mágica. Ahí comienza el Parque Lineal del Manzanares, junto al barrio de Villaverde Bajo, zona previa al Nudo Sur donde ya entraremos en el Madrid Río, la zona urbana por excelencia en la ruta.
Allí como es normal gente, mucha gente. Esquivando paseantes, patinadores, ciclistas, es lo que hay.
Con Madrid al fondo
Foto: Marqués
La
verdad es que por la mañana no había demasiada gente, la Semana Santa, las
horas tempraneras para algunos pero sobre todo el frescor de la mañana seguro que influía en que la gente aun no
estuviera de paseo por la zona.
El
primer destino era el Estadio del Glorioso, donde todos los atléticos del
pelotón han cumplido pleitesía alguna vez y solo nos quedaba David por hacerlo.
Pletórico
estaba nuestro compañero que no se creía donde estaba, no paraba de hacerse
fotos para recordar este día. No se quedaba a la zaga el Hombre Volador que
aunque es veterano en la ruta, disfruta mucho cuando visita el campo de su
equipo de refererencia, el Glorioso Atlético de Madrid.
En
esos momentos el Gavilán como el enanito gruñón refunfuñaba un poco, quería hacer vuelta para casa y
el resto del grupo tratábamos de convencerle que quedaba poco para llegar a la
Casa de Campo y que allí teníamos que llegar si o si.
La
distancia desde el Calderón hasta el Lago de Casa de Campo la verdad es que es
mínima y el Gavilán que no calculaba que fuera así, no se lo podía creer. Solo
hay que hacer 3 o 4 kilómetros más y ya estaríamos allí.
Pasamos
el Puente de Segovia, con el único semáforo del recorrido y ya enseguidita
estábamos en el Puente del Rey para adentrarnos en la Casa de Campo tras cruzar
la Puerta del mismo nombre.
El
paseo del Embarcadero es nuestra siguiente parte de la ruta, que transcurre
bajo la frondosidad de los viejos árboles plantados a los lados.
Al
Lago de la Casa de Campo llegamos rápidamente, lugar donde haríamos la parada
del platanito y donde nos haríamos fotos para el recuerdo de la etapa. El día
era espectacular, la luz perfecta y el ambiente el apropiado para disfrutar de
lo que estábamos disfrutando.
Fotos: Marqués
Solo
nos quedaba la vuelta a casa y con 35 kilómetros recorridos hasta el momento ya
sabíamos lo que nos quedaba por delante, solo había que hacer un pequeño
cálculo y un sumatorio evidente.
Salíamos
de nuevo por el paseo del Embarcadero hacia la Puerta del Rey, Gavilán hizo una
breve parada para repostar en una fuente, el agua tenía que durar hasta llegar
a Rivas. Y a seguir.
Puerta del Rey Foto: Marqués
La
vuelta por el Madrid Río fue un poco más estresante, el contingente peatonal
era superior al de la ida, aunque al pasar el Calderón y el Puente de Toledo
nos cambiamos de orilla del río. Igual por allí habría menos gente.
Pero
no, la gente era más o menos la misma. Había que estar ojo avizor, sin perder
en ningún momento la atención para no causar ningún accidente. David tuvo que
había tenido varios conatos en alguna ocasión, tuvo un pequeño despiste aunque
en el último momento antes de provocar el accidente pudo pegar un giro a su
bici para esquivar por poco a un anciano que tranquilamente paseaba por el
parque. El grito que le dimos igual también ayudó pues así la anécdota se quedó
en eso y no pasó a mayores.
Todo
lo que quedaba por delante os lo imaginareis, con el pelotón circulando hacia
Rivas por todo lo descrito antes, con David destacado por delante y el trío
perseguidor por detrás.
Te pillé Foto: Marqués
En
la zona del arroyo desconocido perdí contacto y no volví a ver a mis
acompañantes hasta llegar al arroyo de Valdemingómez, ya sabéis que mi lema en
algunas ocasiones es “lento pero seguro” y por esa estrecha senda soy más
precavido de la cuenta.
Cruzando
el arroyo por tol medio del agua llegué hasta donde me esperaban mis
acompañantes, que descansaban mientras yo llegaba. Y sin tregua seguimos
adelante.
Cruzando el arroyo de Valdemingómez
Video por David
Video por David
Solo
nos quedaba llegar hasta Rivas y subir para casa. En esta ocasión y como nadie
nos esperaba en el Chapu, decidimos cambiar de lugar de rehidratación.
Habíamos
cambiado el lugar habitual de subida por las calles de Rivas, había que pasar
por el BBVA a repostar pasta. Por ello elegimos la avenida Pablo Iglesias y nos
paramos en los soportales en un bareto conocido por David. En él nos tomamos
las cerecitas, las ricas y espléndidas tapas, para comentar la etapa y despedirla
de la forma adecuada.
Asalto a la Casa de Campo
Video por David
Video por David
Una
vez concluida la puesta en común tiramos para casa, subiendo por la calle
Jovellanos y por Silvia Munt hasta llegar a la calle Pilar Miró, donde
enlazaríamos con la ruta habitual que pasa junto al Cerro del Telégrafo.
A
casa llegamos con 71 kilómetros en nuestras piernas, pero con la satisfacción
de lo bien hecho y con la convicción de que etapas así también son dignas del
pelotón Nenaza.
Ruta y perfil de la etapa Por David
Nos
vemos.