Cuatro Nenazas, cuatro, salieron el domingo 24 de la plaza de Picos de Urbión a las 8:20 de la mañana, dispuestos a rodar los kms que GPS considerara oportunos. Sin tener claro el destino, sabiendo únicamente que esta vez sería una vuelta sin muchas posibilidades de escape.
El Marqués de la piedra, cronista habitual, muy a su pesar y después de algunas dudas, no tomó la salida, estaba intentando expulsar unos cantos rodados que le amargaban la existencia.
Con un ritmo alegre pero sin agobios bajamos hasta Protección Civil, tomando luego el camino de la Warner. No sabemos si porque estaba todo el mundo de puente o porque se habían quedado en la cama, pero prácticamente fuimos solos hasta el derrumbe, y digo prácticamente porque nunca hemos visto tantos conejos cruzarse en nuestro camino o correr despavoridos delante de nuestras bicis.
En la Presa del Rey tomamos el camino que en su día nos marcó la maciza de la camiseta negra de tirantes.
Foto: GPS
Nada más reconocerlo, el gran Lemond dijo: "en este camino siempre pinchamos". Y efectivamente, un poco más adelante llevaba pinchadas las dos ruedas, además Salva una. GPS y el Profe con las suyas llenas de pinchos, aunque sin llegar a pinchar.
Antes de parar y esperándonos detrás de una cadena estaban dos sabuesos con mal carácter dispuestos a que no siguiéramos adelante, pero GPS, ante las opciones de recalcular o tirar para adelante, arremetió contra ellos haciéndolos huir apresuradamente con el rabo entre la piernas.
Después de los oportunos arreglos seguimos camino hacia la carretera de San Martín de la Vega, habiendo sido avisados por GPS de la subida que nos esperaba. Tomando la carretera hacia Arganda y a la altura del puente, GPS empezó a tomar tubitos y beber de un líquido amarillo que llevaba en el bidón, lo cual indicaba la gravedad del asunto.
Continuamos por un desvío hacia la derecha en la urbanización Vallequillas y el grupo, que venía siendo de cuatro, se convirtió en cuatro grupos de uno. Subimos de un tirón desde el nivel del río hasta la parte alta de las lomas de Arganda, cada uno como pudo y Lemond como le dio la gana.
El Profe pensaba que el corazón se me salía por la boca y seguía sin ver el final de la cuesta. Mientras hubo asfalto la cosa se podía llevar más o menos bien, pero en cuanto llegó el camino de tierra la cosa se puso malita: molinillo y a aguantar como fuera, esperando a ver pronto a Lemond pie a tierra mirando hacia abajo con cara de aburrido, lo que significaba el final de la agonía.
Arriba comimos el plátano y cambiamos el neumático de Lemond, que había perdido el pitorro de la válvula.
El pitorrazo de Luismi
Fotos: GPS
Fotos: GPS
Seguimos hasta la cementera en lo que en teoría era un falso llano, que es uno de los más falsos que hemos visto, hasta llegar a la cementera con parada en el monumento a los caídos en la Guerra Civil de una brigada internacional.
Más relajados ya en la Vía Verde, bajamos hasta el puente metálico y nos desviamos por el camino que baja a la carretera entre el Puente de Arganda y Chinchón.
Vaámono
Video GPS
Sin novedades y a buen ritmo llegamos a la fuente del parque a la entrada del pueblo. Breve parada, refresco y camino hacia la meta del Camelot.
Lemond según se montó en la bici, nos dijo que se iba a pedir las cervezas mientras llegábamos y se largó sin contemplaciones. Los otros tres subimos juntos pero sin hablar demasiado, que la cosa no estaba para gastar energías en otra cosa que no fueran los pedales.
En el Camelot bien recibidos y tratados, como siempre por Daniela, nuestra camarera favorita .
Después de dos horas de reloj, varias cervezas, las tapas (incluida la paella) y muchas risas, dimos por concluida la etapa con un buen sabor de boca, el objetivo cumplido y con ganas de que llegue el próximo domingo para volver a rodar como las más aguerridas Nenazas de Rivas.
