22 de febrero de 2015, de nuevo la subida del Colombiano


Una nueva etapa con casi los mismos protagonistas de la etapa anterior donde quedamos atrapados en el barro camino de Morata. Se unió al grupo el Profe, que está sufriendo enfermedades que le impiden un ritmo más constante esta temporada.

Hacía unas cuantas jornadas que Jokin quería llevarnos a la subida del Colombiano y esta vez propuso, convenciendo al pelotón.

El frío no era demasiado intenso aunque a la hora de la salida la temperatura era de unos 3-4º C, un poco baja, pero bajando la carretera del Cristo de Rivas con la velocidad la sensación térmica baja, sobre todo para los que van más rápido, que notan más el frío sobre su piel.

Al poco ya estábamos en los Viveros Don Pedro, donde nos reunimos de nuevo. Para ir hasta Velilla de San Antonio elegimos el camino más recto, evitando la Senda del Jabalí, que da más rodeos y en la salida hay que ir lo directo posible.
 
Gavilán en Velilla de San Antonio
Foto: Marqués


Una vez en Velilla para subir a Loeches, nuestro siguiente municipio hay dos opciones, la tradicional desde la laguna de Miralrío y la que sale desde el casco urbano de Velilla, cruzando el arroyo Pantueña y subiendo por el camino más conocido como el camino de Clavi. La elección fue éste último porque hace mucho tiempo que no lo usamos.

Nos reunimos de nuevo en Loeches, atravesando el municipio por sus calles, un verdadero lio cada vez vamos por un sitio.

Al salir de Loeches nos encontramos al pie de la subida del Colombiano. Allí Volador paró a toquetear el cambio de su bici recién reparada por él mismo y la cadena de la bici de Marqués hizo craj y partió por el eslabón de enganche rápido.
 
Volador reparando su cambio
Foto: Marqués


Menos mal que Jokin que va muy preparado, sacó uno nuevo, sacó e tronchacadenas y se puso manos a la obra para hacer la reparación lo más rápido que pudo.

La subida durita como siempre, esta vez sin ninguna ciclista que nos dejara en evidencia, nadie subió por este camino mientras lo hacíamos nosotros y un grupete lo hacía hacia abajo poco después.

Jokin llegó por delante, ¡qué novedad!, por detrás el Gavilán y Volador casi a la vez, cerrando el pelotón el Profe y Marqués a la par coronando la parte alta del camino.
 










En lo alto de la subida del Colombiano
Fotos: Jokin y Volador


Dirección hacia Pozuelo del Rey circulábamos en pelotón hasta que Marqués se descolgó porque la cadena de su bici hacia cosas raras y bajó el ritmo por si las moscas.

Al parquecillo de Pozuelo llegaron los cuatro de delante juntos y al rato Marqués, maldiciendo por el ruidito que hacía su cadena de vez en cuando.

Tras la parada del platanito en el parquecillo tomamos rumbo hacia Campo Real, a un ritmo más bajo por la avería de la bici de Marqués, que volvió a retrasarse para evitar problemas.
 
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués


En Campo Real volvimos a juntarnos, cruzando las calles del pueblo rodeándolo por la izquierda.

En la subida hacia la circunvalación que nos lleva hacia el camino del Botillo, otro nuevo percance en la bici de Marqués, está claro que necesita un paso por el taller. Su rueda trasera se pinchó y había que cambiar la cámara.

Al rescate vino Volador, que hizo camino hacia atrás para ayudarle a reparar más rápido. Aprovechó para intentar ajustar el cambio, pero la cadena siguió haciendo ruido hasta llegar a Rivas.
 
En la rotonda de Campo Real
Foto: Volador


Por fin logramos poner la bici de nuevo en camino. Tocaba bajar el camino del Botillo, que cada vez está en peor estado y seguro que no se arreglará nunca, abajo nos reunimos de nuevo.

Nos quedaban unos cuantos kilómetros por delante para llegar a la urbanización de los Millares, en Arganda, luego por carretera hasta La Poveda y hacer el resto de la etapa en dos pelotones.

Jokin, Volador y Gavilán cruzaron el puente de las Avispas, el Profe y Marqués por el camino junto al río para cruzarlo en el Puente de Arganda.
 


En el Puente de las Avispas
Fotos: Volador


Poco antes de llegar al Puente de Arganda, GPS y Rafita llegaron por detrás, eran los del segundo turno, los que no madrugan. El hijo empieza a  superar al padre en algunos matices llevándole a rebufo en muchas ocasiones.

En la subida Jokin y Volador subieron por el calle del Polideportivo de las Lagunas, Gavilán por el tradicional y el resto del grupo tras él, aunque sólo GPS y Rafita pudieron alcanzarle.

El final en el Chapu, tras unos 58 kilómetros, donde también acudió Avispa que había hecho etapa de Lobo Solitario hasta el desprendimiento, ya duchado y cambiado vino con los que acabamos la etapa en este bar.

Saludos y ánimo que pronto llega la Primavera.

15 de febrero de 2015, atrapados por el barro en el camino de Morata


Había llovido por la noche, aunque ninguno nos imaginábamos que la cantidad de agua caída pudiera ser tanta como para conseguir lo que voy a relatar en esta crónica.

Nos juntamos 4 Nenazas, para esta etapa dominical. Como ocurre últimamente, no teníamos idea de dónde ir y el Gavilán que estaba de antojo propuso una etapita hacia Morata, un pueblo que no nos suena de nada.

Por las calles de Rivas camino de la laguna de El Campillo cierta humedad quedaba patente en el asfalto, aunque seguíamos sin imaginarnos lo que nos vendría encima.

Allí nos cruzamos por primera vez con los compañeros del MTR Rivas, que se concentraban en el aparcamiento de este espacio natural.

Subimos por la carretera de Chinchón, luego el Vaáamono, en pelotón más o menos compacto hasta llegar a la zona más empinada de este camino e hicimos reagrupamiento en la parte alta de este camino, junto al puente de hierro.

Manteníamos firmemente la idea de ir a Morata, como decía antes Gavilán tenía ganitas de comerse unas ricas palmeritas y en la elección del camino de acceso hasta este pueblo fue donde cometimos el error que terminaría siendo fatal para el desenlace de la etapa.

Decidimos ir por el camino del Piolín, mira que es un camino que cuando llueve se pone fatal de la muerte, pues sin pensarlo por allí que seguimos.

La primera casi sin problemas pero al llegar a la zona del olivar junto a la cantera grande cercana a la cementera nos cayó todo el peso del cielo sobre nuestras bicis.

El barrizal que se había formado era épico, a duras penas podías pedalear y al poco ninguno podía seguir adelante.




 






Bicis de Marques y de Jokin hasta arriba de barro
Fotos: Jokin y Marqués


Los de delante, Jokin y Volador fueron los primeros en parar, la bici de Volador del atasco había sufrido un percance de cierto alcance y la pieza que une el cambio a la rueda trasera se había partido.

A duras penas llegó hasta ellos Gavilán, pero pudo hacerlo. Marqués también llegó aunque empujando su bici, el barro se metió por todas partes posibles de su bici y ya no podía seguir dando a los pedales.


Delante del pelotón Nenaza otros dos ciclistas habían sufrido el mismo percance, la misma pieza rota, aunque debían llevar repuesto porque siguieron adelante muy rápidamente.


La bici de Volador había quedado prácticamente en dique seco, aunque una brillante idea surgió de la cabeza pensadora del pelotón, Gavilán. Sugirió corta la cadena y colocarla para que sin el cambio pudiera dar a los pedales.

Así lo hicimos, desmontamos la cadena y a duras penas la montamos de nuevo con un eslabón de esos que dicen que son rápidos. Muy rápidos no son, aunque logramos ponerlos.
 




Reparaciones varias
Fotos Jokin y Marqués


En el intervalo de tiempo en el que arreglábamos la MMR de Volador pasaron los del MTB de Rivas por nuestro lado. Uno de sus ciclistas sufrió la misma avería de nuevo, era el cuarto en un rato. La mayoría siguieron adelante aunque alguno se dio la vuelta.


El barrizal camino de Morata
Video por Jokin


Nosotros hicimos exactamente los mismo, darnos la vuelta y además  quedarnos sin palmeritas. Salimos de allí a pie, por el borde de la cantera para escapar hacia la cementera y la vía verde.
 
Huyendo del barro
Foto: Marqués


El camino de vuelta fue difícil, Volador tenía que detenerse de vez en cuando para recolocar su cadena que se salía de su sitio quedando colgando.

Bajamos hacía Arganda, la idea era limpiar las bicis en un lavadero de una gasolinera y se nos ocurrió que el mejor sitio era la BP de la antigua N-III junto al polígono de Arganda.

Hasta allí llegamos renqueando, la cadena no hacía más que dar la lata y poco a poco alcanzamos nuestra siguiente meta volante.

En el lavadero no éramos los únicos con la misma idea, un pelotón de ciclistas lavaba las suyas para dejarlas impecables. Nosotros le dimos un poco a la pistola para dejarlas un poco más limpias aunque sin mucho esmero que todavía nos quedaba sitio donde volver a mancharlas.

 
En el lavadero de la BP en Arganda
Foto: Marqués


Seguimos hacia la Poveda y sin cruzar el puente de las Avispas nos fuimos hacia Rivas por la margen izquierda del Jarama para cruzarlo por el Puente de Arganda.

Una vez en Rivas Jokin subió por los cortados y el resto por las calles, como solemos hacer siempre.

Al final llegamos al Chapu tras recorrer 43 kilómetros que parecieron el doble por el tiempo que tardamos, donde degustamos unas rondas, rememorando una torpe etapa donde nos tragó el barro.


 El cambio de Volador con la pieza rota
Foto: Marqués

8 de febrero de 2015, hacia la vega del Tajuña y Valgrande


No  hay quien pueda con algunos Nenazas, irreductibles como los personajes de aquella Aldea Gala muy famosa por sus personajes  que tomaban una poción mágica y que los romanos no podían hacerse con ellos.

En esta ocasión 4 de las más valientes, Jokincenturix, Profetix, Voladorix y Marquecurcix, fueron los protagonistas de esta aventura dominical.
 
Los irreductibles Nenazas de la etapa
Foto: Jokin


La salida con muchas dudas, no nos poníamos de acuerdo en la ruta a seguir, lo tenemos todo tan trillado que las ideas se agotan o cuesta que salgan a flote.

Pronto Jokincenturix como un buen Druida tomó el mando, es el puto amo de las rutas Nenazas, ya lo sabéis bien. Nos propuso ir a Morata por el Vaáamono, luego el camino del Piolín para bajar a Morata por el camino del tractor que aun no había visto después de las reparaciones que ha sufrido éste.

 
Camino del tractor arreglado
Foto: Marqués


Pues esa fue la ruta hasta Morata, ni más ni menos. Sin nada destacable más que Profetix tardó en calentarse, ya le conocéis cuando lo hace es implacable.

En Morata una breve parada, una compra de una pequeña cajita de ricos Conejitos (palmeras de la Panadería Conejo, que te hace llegar a viejo) para el postre del lunes a la noche y a seguir que nos quedaba mucho por delante.

Para seguir Jokincenturix quería subir el valsuputamadre y si él tiene ese capricho los demás agachamos la cabeza y a donde nos diga. Eso si en vez de ir por la carretera buscamos una ruta alternativa por la vega del Tajuña, que ya hicimos en la otra dirección hace muchos lustros, y así esquivamos la carretera.

Los caminos de la vega del Tajuña están perfectos, el problema es que dan muchas vueltas y rodeos hasta que llegas a donde quieres. Así que improvisando para acá y para allá llegamos hasta las estribaciones de la laguna de San Galindo en el término municipal de Chinchón junto al camino por el que bajamos alguna que otra vez de este emblemático pueblo.

Una vez allí girar a la derecha para alcanzar la carretera M-313, cruzarla e iniciar el ascenso a la urbanización Valgrande, por la senda que todos conocemos como Valsuputamadre.

La subida tremenda al principio, con un barro pegajoso que hacía dificultosa cada una de las pedaleadas que había que dar. Ahí ocurrió el goteo de ciclistas, con Jokincenturix a la cabeza, sin despeinarse, detrás Profetix, a su ritmo, a su zaga Voladorix incansable como pocos y a la cola del pelotón rezagado por perder el tiempo para tomar un bocado antes de la subida, Marquecurcix.

 




 

Llegando a la Urbanización Valgrande
Fotos: Jokin


Hasta arriba llegamos todos, no puede ser menos. Poco a poco, lentos pero seguros. Allí hicimos la parada del platanito, reposamos un rato y programamos el resto de la etapa.

La vuelta hacia la cementera, por la Cañada Real, es la única forma de ir hasta la vía verde para acercarnos rápidamente a casa. Al llegar al Vaáamonos nos volvimos a reunir para lanzarnos hacia abajo, eso sí, unos más rápidos que otros. Sin más datos.

Una vez en la carretera de Chinchón, en línea uno detrás de otro camino de la Laguna de El Campillo para sufrir menos.

Jokincenturix se subió por el camino de los Cortados, como hace casi siempre. Los demás, también como siempre, por las calles de Rivas hasta verse superados por el aventurero.

El final en el Chapu con casi 60 kilómetros en nuestras piernas, quién da más. Ahí nos tomamos las cerecitas de rigor, acompañados del Gavilanix e hijo. No hay excusa para no acabar con unas rondas de fresquitas cerecitas para reponer fuerzas.

Y para finalizar parafraseando una frase famosa que diría uno de esos Galos llamado Obelix, acabo diciendo: “Por Tutatix, estos Nenazas están locos”.   

1 de febrero de 2015, al Telégrafo Óptico de Arganda

Como un domingo más partía el minipelotón Nenaza en busca de los caminos por los que sufrimos y disfrutamos una vez a la semana.

De nuevo sin destino prefijado y como en otras tantas veces, cuando se pone al mando Jokin nos toca sufrir los Concejiles.

Bajamos las calles del pueblo, sin prisas que hay que calentar, para plantarnos poco después en la Laguna de El Campillo y tras cruzar bajo el metro alcanzamos el Puente de Arganda.

El siguiente tramo la carretera de Chinchón, la M-832, donde les das a los pedales lo más rápido que puedes para salirte de ella lo más pronto posible, cosas del peligro de las carreteras.

Así comenzamos a subir por el Vaáamonos, el camino más usado por los Nenazas sin lugar a dudas. Pero Jokin nos tenía preparada la primera subida, una alternativa a la tradicional de los Concejiles que ya se subió hace pocas fechas. Es una pista muy chula y sin las rampas tan empinadas que tiene el otro lado. Qué bueno ir conociendo nuevos caminos.
 






Subiendo hacia los Cerros Concejiles
Fotos: Jokin


Una vez arriba nos tocaba lanzarnos hacia la Vía Verde, a todas prisas con Jokin por delante y en su persecución o como queráis llamarlo, Rulo y Marqués.

Una vez abajo a cruzar esta Vía Verde y de nuevo a subir esta vez hacia la Dehesa del Carrascal.

Este camino también es muy conocido, aunque con su variante más corta y más empinada por tol medio de este bonito espacio natural.

Con sangre, sudor y lágrimas, un poco de exageración no viene mal, llegamos hasta la zona recreativa de arriba. Esta vez no paramos, pues en la mente surgió la idea de acercarnos al Telégrafo Óptico de Arganda, que la mayoría del pelotón no conocía.

Tomamos rumbo hacia el cementerio de mascotas, y al llegar al siguiente cruce, usamos el camino del centro, dejando uno a la izquierda y otro a la derecha, el que va hacia la renombrada Ciudad del Rock.

Un poco más adelante hay que cruzar la antigua N-III, que sale de Arganda hacia el sureste, poco más adelante y en mitad de la nada nos encontramos  Telégrafo.

Aunque ya fue contado en otra ocasión, para refrescar las mentes comentaros algo sobre este curioso edificio.
 
Arganda del Rey tiene la suerte de conservar en su territorio, uno de los pocos testimonios que se conservan de un curioso sistema de comunicación que hoy, en plena era de las telecomunicaciones, donde la información viaja en tiempo real de un extremo a otro del planeta, puede llamar poderosamente la atención.

Era un sistema de transmisión exclusivamente gubernamental, destinado a que las autoridades civiles y militares pudieran recibir información y transmitir órdenes en el menor tiempo posible, sin estar en ningún momento abierto a los particulares.

El planteamiento de partida era unir Madrid con todas las capitales de provincia, ciudades de la costa y fronteras. De las varias líneas proyectadas sólo se llegaron a construir la de Madrid-Irún, la línea Madrid- Cádiz, y la que se corresponde con la Torre de Arganda, la línea que pretendía unir Madrid con la frontera francesa: Madrid – Valencia – Barcelona – La Junquera, aunque únicamente llegó a funcionar el sector Madrid-Valencia.

Se iniciaba en el edificio de la Real Casa de Aduana de la calle Alcalá, seguían las torres de Cerro Almodóvar en Vallecas, Vaciamadrid (de la que sólo ha quedado el topónimo), Arganda que sería por tanto la torre nº 4, Perales de Tajuña, Villarejo de Salvanés y por último la nº 7 en Fuentidueña de Tajo.

La Torre de Arganda es la que mantiene un mejor estado de conservación, del resto apenas quedan trazas reconocibles, salvo la de Perales de Tajuña, de construcción más sencilla y con mayor grado de deterioro.

Como ya quedó apuntado este sistema de comunicaciones tuvo una escasa de la telegrafía eléctrica y las torres son abandonadas hacia 1857.

Atendiendo la petición del Ayuntamiento de Arganda del Rey, la Torre de Arganda ha sido recientemente restaurada por la Dirección General de Patrimonio Histórico de la Comunidad de Madrid. El edificio presentaba un estado de ruina y sobre la maltrecha azotea se encontraba alojado el hoy desaparecido vértice geodésico.

La idea es dejar la torre plenamente operativa, tal como estaba hace siglo y medio, y en el futuro, cuando la torre de Rivas o Perales sean también reconstruidas, poder realizar recreaciones de este singular sistema de transmisiones, lo que sería sin duda una experiencia sin precedentes y absolutamente singular.

Junto a esta torre o mejor dicho tras ella nos refugiamos del potente viento que soplaba en la zona, molesto como en pocos días.

Allí reposamos un ratillo, comimos, bebimos y comentamos esas cositas que siempre surgen en todas y cada una de las paradas del platanito, nada nuevo.
 




En el Telégrafo Óptico de Arganda
Fotos: Jokin


Para enfriarnos lo menos posible, rápido nos montamos de nuevo sobre nuestras bicis para continuar etapa. Para ello tras un despiste inicial nos fuimos hacia la R-3, cruzando primero la M-229 y bajar junto a la mencionada autopista de peaje por un camino muy empinado para llegar hasta el arroyo Valtierra.

Igual por el nombre no os suena nada, pero si os cuento que es donde acaba el camino del Botillo que baja desde Campo Real ya sabréis de qué sitio os hablo.

Desde ahí por la pista ancha que transcurre por el lado izquierdo del arroyo, bajamos en dirección a la urbanización Los Millares, en Arganda. Durante la bajada un viento insoportable nos venía totalmente de frente, menos mal que era de bajada porque sino hubiera sido todavía peor.

Para no volver de nuevo a la laguna de El Campillo, por donde habíamos bajado decidimos ir hacia Velilla de San Antonio. Al principio por la carretera M-208, donde el viento era todavía más fuerte y molestaba aun más. Increíble como soplaba. A duras penas llegamos hasta Velilla para acercarnos a los cortados por la senda del Jabalí, pensamos que como el viento venía de noroeste, ahí iríamos más resguardados.

Por la senda del Jabalí las cosas fueron un poco mejor, aunque en algunas zonas también soplaba de lo lindo. Así llegamos hasta los Viveros Don Pedro e iniciamos la subida por el Cristo de Rivas.

Por la carretera las paredes de yeso nos protegían del viento pero al salir del resguardo poco antes de llegar al bar de La Rosa, de nuevo a volar. Subimos lo que quedaba de ruta con viento lateral y con dificultades alcanzamos la avenida de las Provincias, acabando la ruta en el Chapu tras unos 53 kilómetros recorridos.

Una cerecita rápida y para casa, que era un poco tarde y el personal tenía prisa.