25 de septiembre de 2016, una ruta de rodaje por el aeropuerto


Por aclamación popular vuelvo a retomar estas crónicas que abandoné hace algunos meses y que seguro que echabais en falta, al menos eso decís cuando nos vemos. ¿O no?

La verdad es que lo dejar de hacerlas fue una mezcla de dejadez, de vaguería e incluso hastío porque las rutas que hacemos son las mismas y no se varia nada. Tenemos todo el terreno cercano muy trasteado, ya no quedan casi rincones por conocer en nuestro entorno.

Así hago un nuevo arranque, no sé si durará mucho, para que queden en la nube esas experiencias de las que disfrutamos los Nenazas en las mañanas de domingo.

A esta ruta no se presentaron los más duros, esos que si no suben y bajan durante todo el recorrido no están a gusto. Así que era el momento y el día propicio para hacer una de las planas de rodaje y que mejor que lanzarnos Cristo de Rivas abajo hacia San Fernando de Henares.

Hasta el Puente del Moco alguno se escapó por delante, a Rulo parece que montar entre semana le da alas, como el Red Bull.

En el resto de la etapa el grupo fue más o menos compacto en casi todo momento, unidos y a buen ritmo, solo interrumpido con alguna breve parada técnica. Así pedaleando a todo gas llegamos hasta la Vía Pecuaria que discurre junto a las pistas del Aeropuerto Adolfo Suarez.

La primera parada y breve la hicimos donde siempre, junto a esos grandes pinos que hay después de cruzar bajo la M-111. Descarga de líquidos y p’alante que quedaba un rato.





En la zona de  pistas Chema hizo una espera, quería grabar el despegue de un avión. Como salían muy seguidos el trabajo se hizo rápido.

Al llegar a la cabecera de pistas no teníamos claro dónde ir, surgiendo la idea de seguir río arriba en vez de acercarnos a Alcobendas. No era mala idea y como ya lo hicimos en otra ocasión, el camino no era desconocido.

Llegamos hasta la carretera que une la N-I con Algete, la M-100, sin tener claro si seguir un poco más o parar. Pero ahí que como había un McDonalds, se nos ocurrió hacer parada y fonda en este lugar.





Luismi y yo tuvimos una idea, ya que había que echar algo al estomago era buena idea jalarse una hamburguesa de un euro y así meterle proteínas al cuerpo. Así lo hicimos ante la incredulidad del resto.








Una vez concluida la parada, tocaba camino de vuelta. Cuesta abajo Luismi, que los ríos siempre discurren en sentido descendente aunque no lo parezca.

El camino de vuelta sin tregua alguna, con el pelotón de nuevo compacto en todo momento y con una velocidad media de las que te van agotando poco a poco.

Hasta la rotonda de San Fernando llegó el pelotón como no podía ser de otra forma, pero ahí viene donde la matan. La subida del Cristo de Rivas era la única chincheta de la etapa y  una criba que sienta mal a los menos preparados. Aunque si hay que sufrir, se sufre.

El final tras los casi 61 kilómetros recorridos en el Chapu, donde como siempre brindamos por los ausentes y recuperamos los líquidos perdidos.



Ahí vuelve a quedar eso, NENAZAS.