Solo dos días después de la última etapa en
las Zetas de La Pedriza, de nuevo fuimos convocados para hacer una nueva etapa
que había preparado a conciencia GPS durante la semana anterior.
Para intentar evitar los advertidos calores para esa mañana,
cambiamos la hora para salir a las 8:00 h. Antonio no miró el correo electrónica
enviado el sábado y salió a las 8:30 h., su etapa fue del todo distinta porque
se fue hasta la cementera y regresó.
La propuesta era ir hasta Alcalá de Henares y allí subir una
inalcanzable cima en el Ecce Homo, en una zona protegida en dicho término
municipal. Y así 7 intrépidos Nenazas salimos cuesta abajo por el Cristo de
Rivas camino de San Fernando de Henares.
Es una parte de ruta ya muy conocida, que cruza el río Jarama junto
a la avenida de los Chopos, recorre el parque de La Guindalera, el Caserío del
Henares y llega hasta el Castillo de Aldovea y el Barrio del Castillo en
Torrejón de Ardoz.
Como ya sabéis, pasamos junto al Parque Europa y en el cementerio
bajamos hacia el rio para ir hacia el puente que cruza el Henares. Allí la mayor
parte del grupo tiró tras del Holandés que no freno en su alocada carrera y
escogió por error el camino alejado del río. Los dos de atrás siguieron la senda
junto al Henares y todo el grupo se junto al puente para hacer la foto de
pelotón, se iba preparando el regreso de alguno.
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
De nuevo juntos, cruzamos el río y tomamos rumbo hacia la base del Cerro del Viso. Allí y junto a la zona de la granja con caballos sobrevino la deserción de los dos primeros miembros del pelotón, Salva y Marqués decidiéron que no era el día para sufrir y a trote cochinero iniciaron el regreso hacia casa. A las 11:15 h. la ruta dominical para ellos concluía cuando tomaban pie a tierra en la calle Picos de Urbión.
Foto: Marqués
De nuevo juntos, cruzamos el río y tomamos rumbo hacia la base del Cerro del Viso. Allí y junto a la zona de la granja con caballos sobrevino la deserción de los dos primeros miembros del pelotón, Salva y Marqués decidiéron que no era el día para sufrir y a trote cochinero iniciaron el regreso hacia casa. A las 11:15 h. la ruta dominical para ellos concluía cuando tomaban pie a tierra en la calle Picos de Urbión.
Bueno como podréis comprobar a partir de aquí el grupo menguó y el
cronista titular cedió el testigo, así que nos perdonaréis los cambios de
estilo, métrica y demás recursos lingüísticos.
A lo que íbamos, tras la primera escisión del grupo, el resto
siguió sí, pero achuchados por los casi más de 30 grados que caían ya a plomo a
esas horas, ante lo cual GPS metía prisa ansioso por completar su trabajada
etapa. Pero claro, espolear el caballo
tiene su peligro. El caso es que, tras despedir como se merecen a los que nos
abandonaban, iniciamos el exigente camino que bordea la ladera de El Viso. El dichoso camino es como las malas mujeres,
sinuoso, con curvas, caprichosos altibajos y pegajoso hasta el punto de dejarte
casi parado. Alguno de hecho, miraba
incrédulo sus ruedas pensando que había pinchado, por la dificultad para avanzar
en ese terreno arenoso. Pero, como
también pasa con las mujeres, una vez te has hecho con él, ¡¡cómo se
disfruta!!.
Tras superar los numerosos toboganes del Viso, con el Holandés y un
desmadrado Josemari a la cabeza tirando del resto, llegamos a la cantera y un
poco más allá a la carretera que conduce al Cementerio-Jardín de Alcalá y a las
puertas del Parque del Gurugú. Allí nueva
parada de reagrupamiento y nuevo amago de escisión. La labia de GPS consiguió que David y el
Sargento Pegatinas siguieran adelante unos cientos de metros más al interior del
Gurugú, en dirección al hito de la jornada.
Unos pensativos Foto: Josemari
Por Josemari
Después del nuevo abandono, nos adentramos en ese espacio natural de nombre tan latino. La verdad es que fue una sorpresa, al menos para el que narra, lo bonito que resultó el parque para ir sobre una bici. El camino hacia el Ecce Homo es cómodo, pica hacia arriba lo justo y es muy llevadero, salvo por algún cuestorrón de esos que casi hacen echar pie a tierra. El caso es que a muy buen ritmo llegamos a la zona de pinar situada al pie del pico de marras. Allí paramos de nuevo para estudiar a fondo lo que GPS había pintado ya como “la peor subida que había hecho nunca”. El caso es que nunca nos habíamos pensado tanto como enfilar una cuesta y ya el inicio echaba para atrás.
Si a eso unimos la presencia en el pinar de una moza ciclista
deseosa de que alguien le echara.... una foto, nos demoramos algo más en encarar
la subida. A pesar de que la mente calenturienta de GPS echara a volar, el caso
es que el encuentro con la colega ciclista, no pasó de un intercambio de
opiniones técnicas con el Holandés y recomendaciones sobre como acometer el
cuestón, además de agradecer encarecidamente el haberle hecho una foto que de
otra forma no se habría podido sacar. En
fin, que no estaba el horno para bollos, ni como se suele decir, el chichi para
ruidos (sobre eso tengo mis dudas), que la cosa era muy seria.
En el pinar antes de la pendiente Fotos: Josemari
Y para allá arriba que nos fuimos, primero Josemari, luego GPS y
por último, tras despedirse de la rumana (creo que lo era), el Holandés. La
subida respondió a las expectativas y uno tras otro fuimos descabalgando, bien
por su dureza, bien porque la rueda delantera se encabritaba. El caso es que aquello no hay forma de subirlo
sobre una bici, o al menos nosotros no fuimos capaces. La cuesta no es muy larga
pero las piedras, la arena y algunas curvas de 180º como paredes, la hacen
durísima.
Andando y tirando de las bicis, llegamos a la cumbre, donde como
anunciaba GPS, encontramos un puesto de observación de los bomberos de la
Comunidad de Madrid, al frente del cual estaba una mujer, digamos de gran
personalidad, aunque seguro que atesora otras muchas virtudes, y entre ellas la
generosidad con la que nos permitió cobijarnos de un sol de justicia bajo el
toldo de su chiringo.
En la cumbre, por fin, el platanito o la manzana, disfrutar de las vistas, charla con la bombera (que se pasa allí la friolera de 9 horas al día), las fotos de rigor y afrontar la bajada, que si la subida era complicada, el descenso tampoco pintaba mal.
GPS y Holandés
En la cumbre, por fin, el platanito o la manzana, disfrutar de las vistas, charla con la bombera (que se pasa allí la friolera de 9 horas al día), las fotos de rigor y afrontar la bajada, que si la subida era complicada, el descenso tampoco pintaba mal.
Josemari y Holandés, el Cerro del Viso al fondo
Alcalá desde arriba
Vista hacia Meco
Fotos: Josemari
Tras despedirnos de la oteadora de incendios, empezamos a bajar
despacito pero a escasos metros, alguno decidió que lo que no se puede subir
montado en la bici, tampoco se puede bajar.
Así que pié a tierra, mientras observaba como Josemari y GPS intentaban
la bajada. Aquí tengo que rendirme ante
los dos, porque la bajada era de las buenas, con arena a mansalva, regueros de
piedra suelta, rocas escondidas y un desnivel muy serio.
Josemari, demostrando una vez más que el hombre es el único animal
que se la da dos veces con la misma piedra, o bien que tiene menos memoria que
un rape, se tiró para abajo envenenado, mientras su rueda trasera intentaba
pasar a la delantera. En un alarde de control superó el trance,
llegando al inicio de la cuesta de una pieza.
Entonces sucedió lo inesperado. Igual que cayó el Imperio Romano,
igual que perdimos Cuba, se derrumbó el muro de Berlín y se hundió Bankia......
Rafa, nuestro GPS ¡¡¡¡ rodó por los suelos !!!!!, siguiendo a Josemari. Sí Profe, sí, yo lo vi, igual que si fuera del
mismo centro de Bilbao, ante la duda de rodar ladera debajo de mala manera o
“tirarse” sobre los cantos rodaos, prefirió esta opción, y acaeció el
revolcón.
Tras reponerme de la sorpresa, vi que no tenía más que alguna
magulladura y seguimos bajando, a pie, como buenamente
pudimos.
Llegados de nuevo al pinar, seguimos bajando por el mismo camino de
subida pero GPS de nuevo nos tenía preparada una sorpresa final. En un desvío nos metió por un pequeño cañón
que desfilaba entre barrancos y que zigzageaba durante un buen tramo,
llevándonos por un camino muy estrecho aunque muy divertido y rápido hasta
conectar de nuevo, casi abajo del todo, con la entrada del parque. Echamos de menos aquí a algunos de los Nenazas
que habrían disfrutado mucho de este recorrido sinuoso.
Después de refrescarnos y reponer agua en el Centro de
Interpretación, iniciamos la vuelta a casa por el mismo camino que en la
ida.
El calor, el sol, la poca agua y los kms pasaron factura durante la
vuelta y para alguno fueron un auténtico calvario. Antes de llegar, parada de
avituallamiento (Aquarius y Donetes) en el Barrio del Castillo y sobre las 13:30
h. más o menos llegábamos en mejor o peor estado
al Camelot, después de haber recorrido 70 kms, bajo un sol de
justicia.
Omitiremos
detalles sin importancia como las llamadas desde la piscina de la Manzana 8, por
algún Nenaza comodón, o el encuentro con otro recién duchado y descansado, en
coche, mientras los 3 valientes sufríamos la subida del Cristo de
Rivas.
Y
así, con unas cervezas que supieron a gloria y un merecido baño en la piscina,
terminó una preciosa etapa que algún día, ya lo veréis,
repetiremos.
La ruta y su perfilBy GPS