24 de junio de 2012, potente etapa al Ecce Homo de Alcalá de Henares


Solo dos días después de la última etapa en las Zetas de La Pedriza, de nuevo fuimos convocados para hacer una nueva etapa que había preparado a conciencia GPS durante la semana anterior.
Para intentar evitar los advertidos calores para esa mañana, cambiamos la hora para salir a las 8:00 h. Antonio no miró el correo electrónica enviado el sábado y salió a las 8:30 h., su etapa fue del todo distinta porque se fue hasta la cementera y regresó.
La propuesta era ir hasta Alcalá de Henares y allí subir una inalcanzable cima en el Ecce Homo, en una zona protegida en dicho término municipal. Y así 7 intrépidos Nenazas salimos cuesta abajo por el Cristo de Rivas camino de San Fernando de Henares.
Es una parte de ruta ya muy conocida, que cruza el río Jarama junto a la avenida de los Chopos, recorre el parque de La Guindalera, el Caserío del Henares y llega hasta el Castillo de Aldovea y el Barrio del Castillo en Torrejón de Ardoz.
Como ya sabéis, pasamos junto al Parque Europa y en el cementerio bajamos hacia el rio para ir hacia el puente que cruza el Henares. Allí la mayor parte del grupo tiró tras del Holandés que no freno en su alocada carrera y escogió por error el camino alejado del río. Los dos de atrás siguieron la senda junto al Henares y todo el grupo se junto al puente para hacer la foto de pelotón, se iba preparando el regreso de alguno.

Pelotón de la jornada 
Foto: Marqués 

De nuevo juntos, cruzamos el río y tomamos rumbo hacia la base del Cerro del Viso. Allí y junto a la zona de la granja con caballos sobrevino la deserción de los dos primeros miembros del pelotón, Salva y Marqués decidiéron que no era el día para sufrir y a trote cochinero iniciaron el regreso hacia casa. A las 11:15 h. la ruta dominical para ellos concluía cuando tomaban pie a tierra en la calle Picos de Urbión.
Bueno como podréis comprobar a partir de aquí el grupo menguó y el cronista titular cedió el testigo, así que nos perdonaréis los cambios de estilo, métrica y demás recursos lingüísticos.
A lo que íbamos, tras la primera escisión del grupo, el resto siguió sí, pero achuchados por los casi más de 30 grados que caían ya a plomo a esas horas, ante lo cual GPS metía prisa ansioso por completar su trabajada etapa. Pero claro, espolear el caballo tiene su peligro. El caso es que, tras despedir como se merecen a los que nos abandonaban, iniciamos el exigente camino que bordea la ladera de El Viso. El dichoso camino es como las malas mujeres, sinuoso, con curvas, caprichosos altibajos y pegajoso hasta el punto de dejarte casi parado. Alguno de hecho, miraba incrédulo sus ruedas pensando que había pinchado, por la dificultad para avanzar en ese terreno arenoso. Pero, como también pasa con las mujeres, una vez te has hecho con él, ¡¡cómo se disfruta!!.
Tras superar los numerosos toboganes del Viso, con el Holandés y un desmadrado Josemari a la cabeza tirando del resto, llegamos a la cantera y un poco más allá a la carretera que conduce al Cementerio-Jardín de Alcalá y a las puertas del Parque del Gurugú. Allí nueva parada de reagrupamiento y nuevo amago de escisión. La labia de GPS consiguió que David y el Sargento Pegatinas siguieran adelante unos cientos de metros más al interior del Gurugú, en dirección al hito de la jornada.

Unos pensativos 
Foto: Josemari


David y el Sargento pegatinas antes de la retirada
Por Josemari


Después del nuevo abandono, nos adentramos en ese espacio natural de nombre tan latino. La verdad es que fue una sorpresa, al menos para el que narra, lo bonito que resultó el parque para ir sobre una bici. El camino hacia el Ecce Homo es cómodo, pica hacia arriba lo justo y es muy llevadero, salvo por algún cuestorrón de esos que casi hacen echar pie a tierra. El caso es que a muy buen ritmo llegamos a la zona de pinar situada al pie del pico de marras. Allí paramos de nuevo para estudiar a fondo lo que GPS había pintado ya como “la peor subida que había hecho nunca”. El caso es que nunca nos habíamos pensado tanto como enfilar una cuesta y ya el inicio echaba para atrás.
Si a eso unimos la presencia en el pinar de una moza ciclista deseosa de que alguien le echara.... una foto, nos demoramos algo más en encarar la subida. A pesar de que la mente calenturienta de GPS echara a volar, el caso es que el encuentro con la colega ciclista, no pasó de un intercambio de opiniones técnicas con el Holandés y recomendaciones sobre como acometer el cuestón, además de agradecer encarecidamente el haberle hecho una foto que de otra forma no se habría podido sacar. En fin, que no estaba el horno para bollos, ni como se suele decir, el chichi para ruidos (sobre eso tengo mis dudas), que la cosa era muy seria.

En el pinar antes de la pendiente 
Fotos: Josemari

Y para allá arriba que nos fuimos, primero Josemari, luego GPS y por último, tras despedirse de la rumana (creo que lo era), el Holandés. La subida respondió a las expectativas y uno tras otro fuimos descabalgando, bien por su dureza, bien porque la rueda delantera se encabritaba. El caso es que aquello no hay forma de subirlo sobre una bici, o al menos nosotros no fuimos capaces. La cuesta no es muy larga pero las piedras, la arena y algunas curvas de 180º como paredes, la hacen durísima.
Andando y tirando de las bicis, llegamos a la cumbre, donde como anunciaba GPS, encontramos un puesto de observación de los bomberos de la Comunidad de Madrid, al frente del cual estaba una mujer, digamos de gran personalidad, aunque seguro que atesora otras muchas virtudes, y entre ellas la generosidad con la que nos permitió cobijarnos de un sol de justicia bajo el toldo de su chiringo.


En la cumbre, por fin, el platanito o la manzana, disfrutar de las vistas, charla con la bombera (que se pasa allí la friolera de 9 horas al día), las fotos de rigor y afrontar la bajada, que si la subida era complicada, el descenso tampoco pintaba mal.

GPS y Holandés

Josemari y Holandés, el Cerro del Viso al fondo


Alcalá desde arriba

Vista hacia Meco 
Fotos: Josemari

Tras despedirnos de la oteadora de incendios, empezamos a bajar despacito pero a escasos metros, alguno decidió que lo que no se puede subir montado en la bici, tampoco se puede bajar. Así que pié a tierra, mientras observaba como Josemari y GPS intentaban la bajada. Aquí tengo que rendirme ante los dos, porque la bajada era de las buenas, con arena a mansalva, regueros de piedra suelta, rocas escondidas y un desnivel muy serio.
Josemari, demostrando una vez más que el hombre es el único animal que se la da dos veces con la misma piedra, o bien que tiene menos memoria que un rape, se tiró para abajo envenenado, mientras su rueda trasera intentaba pasar a la delantera. En un alarde de control superó el trance, llegando al inicio de la cuesta de una pieza.
Entonces sucedió lo inesperado. Igual que cayó el Imperio Romano, igual que perdimos Cuba, se derrumbó el muro de Berlín y se hundió Bankia...... Rafa, nuestro GPS ¡¡¡¡ rodó por los suelos !!!!!, siguiendo a Josemari. Sí Profe, sí, yo lo vi, igual que si fuera del mismo centro de Bilbao, ante la duda de rodar ladera debajo de mala manera o “tirarse” sobre los cantos rodaos, prefirió esta opción, y acaeció el revolcón.
Tras reponerme de la sorpresa, vi que no tenía más que alguna magulladura y seguimos bajando, a pie, como buenamente pudimos.
Llegados de nuevo al pinar, seguimos bajando por el mismo camino de subida pero GPS de nuevo nos tenía preparada una sorpresa final. En un desvío nos metió por un pequeño cañón que desfilaba entre barrancos y que zigzageaba durante un buen tramo, llevándonos por un camino muy estrecho aunque muy divertido y rápido hasta conectar de nuevo, casi abajo del todo, con la entrada del parque. Echamos de menos aquí a algunos de los Nenazas que habrían disfrutado mucho de este recorrido sinuoso.
Después de refrescarnos y reponer agua en el Centro de Interpretación, iniciamos la vuelta a casa por el mismo camino que en la ida.
El calor, el sol, la poca agua y los kms pasaron factura durante la vuelta y para alguno fueron un auténtico calvario. Antes de llegar, parada de avituallamiento (Aquarius y Donetes) en el Barrio del Castillo y sobre las 13:30 h. más o menos llegábamos en mejor o peor estado al Camelot, después de haber recorrido 70 kms, bajo un sol de justicia.
Omitiremos detalles sin importancia como las llamadas desde la piscina de la Manzana 8, por algún Nenaza comodón, o el encuentro con otro recién duchado y descansado, en coche, mientras los 3 valientes sufríamos la subida del Cristo de Rivas.
Y así, con unas cervezas que supieron a gloria y un merecido baño en la piscina, terminó una preciosa etapa que algún día, ya lo veréis, repetiremos.


La ruta y su perfil
By GPS

22 de junio de 2012, de nuevo a las Zetas de la Pedriza


El jueves por la mañana el Holandés nos mandaba un correo electrónico con la convocatoria a última hora de una etapa para el viernes por la mañana no apta para todos los públicos. En los curros no se puede avisar de un día para otro y por ello el pelotón iba a ser reducido. 


Cuatro fueron los participantes, el Holandés con un día libre para hacer la declaración de la renta , Avispa Lemond que había pedido días libres, GPS que las mañanas a pesar de los hijos las tiene un poco mejor que el resto y el que escribe ya de vuelta de Valencia que tras varios intentos, que no a la primera ni a la segunda, fue convencido como casi siempre. No aprendo.

A las 8 de la mañana ahí estábamos dispuestos a meternos todos y con todas las bicis en un solo vehículo. El coche de Luismi era el elegido, con dos de ellas en el supermaletero desmontadas y las otras dos en uno de esos artilugios que se colocan en el portón trasero de los coches, ¡qué peligro!

Más o menos a las 9 menos cuarto salía la escueta comitiva camino de Manzanares el Real, con un poco de retención en la M-40, menos de la esperada, para hacer un corto viaje que nos llevó al parking de entrada al Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares en la Pedriza, a unos 915 m.s.n.m.

Allí tras montar y montarnos en las bicis, después de hacer un breve calentamiento se daba la salida neutralizada que nos llevaba hasta una puerta ganadera donde ya empiezan las primeras cuestas.  Eran las 9:40 h.


Aparcamiento en la entrada de La Pedriza 
Foto: Marqués


Tras la puerta, a modo de guardián del calabozo nos esperaba un gran Morucho, ¡qué filetes salen de aquel animal! Vuelta y vuelta.

Morucho 
Fotos: Marqués


De ahí hasta el cruce con la pista que sube desde Canto Cochino, el Holandés, Avispa y GPS, tiraron por delante, como no podía ser menos. Nos cruzamos con unos retenes de incendios con grandes vehículos de prácticas por los bosques del lugar y dificultando un poco algún tramo de subida.

El Yelmo 
Foto: Marqués 

En dicho tramo un veloz y preparado ciclista nos adelantó. El Holandés sin dudarlo  tiró detrás de él, aunque el tipo no le hizo mucho caso o ninguno, incluyendo un corzo que se les cruzó y de nuevo espero a sus acompañantes.

La primera parada para un pequeño piscolabis, una foto y un descansito, al menos para mí lo fue, en el comentado cruce de caminos.

En el descanso a la mitad 
Foto: Marqués


Para continuar me adelanté un poco al resto para hacer un retrato de la subida, y menos mal que lo hice y no salí por detrás. Se me salió la cadena y se metió entre los platos mediano y pequeño. Como venían por detrás se pudo arreglar, ya sabéis las mañas que se da GPS para solucionar problemas y si le ayudan algunas manos más pues todavía mejor. Eran las 11:07 h.

Hacia arriba vamos 
Foto: Marqués


En ese momento empezaba el verdadero calvario de la subida hasta el Collado de los Pastores, aunque GPS tenía un nublao en la memoria y decía que lo duro ya había pasado. O quizás era la táctica del día, creo que conocemos perfectamente su sentido del humor y que no exagera nunca, ¿verdad?

La subida. Mirar la flecha de arriba, ahí hay que llegar 
Foto: Marqués 
Imágenes durante la subida 
Fotos: Holandés

Avispa Lemond

  GPS 
Fotos: Holandés
Hasta el collado no sé lo que pasó por delante, aunque como no iba a ser menos coronó en cabeza el Holandés. No sé cuanto tiempo después llegó GPS, eran las 12:02. Cuatro minutos después llegaba Avispa Lemond, eran las 12:06, que según comentaron, exhausto  tiró la bici, el casco y los guantes, tirándose al suelo agotado. Mi llegada solo 32 minutos después de Luismi, a las 12:38, tras recibir minutos antes una inesperada llamadita del Holandés a unos 400-500 metros de culminar la subida. Lento pero seguro. La altitud del lugar, 1.736 m.s.n.m., es decir un desnivel de unos 820 metros de ná.

GPS
  Avispa Lemond

Marqués 
Fotos: Holandés 

En el collado unas pocas fotos de recuerdo, hidratación, nutrición y a seguir.


Imágenes desde lo alto 
Fotos: Holandés 


Collado de los Pastores con la Maliciosa al fondo 
Foto: Marqués


Estamos arriba 
Foto: Marqués 


Paramos brevemente  en el rio Manzanares, debe ser ritual para todos el beber agua en una zona tan cercana al nacimiento del rio más emblemático de nuestra Comunidad. Fresca y rehabilitadora, os lo aseguro.

Cogiendo agua en el río Manzanares 
Fotos: Marqués
 
El resto bajar, bajar, subir un poquito y bajar, bajar y bajar. Los 3 de delante en grupo y el llanero solitario como siempre por detrás, que el suelo está muy duro. Aunque se quemen los frenos, yo a mi ritmo. Bonita y dura bajada que sigue castigando los músculos de las piernas que allí estuvimos.

Abajo, tras la barrera que impide el paso de vehículos por la pista, esperaban los de delante. Ya quedaba solo un tramo de carretera con unas curvas empinadas en la parte final y unas rectas también empinadas en sentido opuesto que llevan hasta el parking donde estaba el coche con 39 km recorridos, a eso de las 14:30 h.

Comiendo rueda 
Foto: Marqués 

La vuelta a Rivas fue curiosa. Tras una parada en la Urb. la Peña del Gato para un refrigerio y comentar la etapa entre risas, carretera y manta para casa. En la M-40 esta vez si había coches, muchos coches, un atasco que desesperó al conductor, a otro le dejó echarse una siesta y el resto a pasar el tiempo.

De vuelta a casa 
Foto: GPS


El final de la etapa en el Camelot, con el cierre a mitad, con el grifo de la cerveza en las últimas y donde dimos por finalizada una etapa grande, muy grande.

17 de junio de 2012, de nuevo al Rock in Rio en Arganda

Este domingo nos tocaba una ruta lo más tranquila posible. Ya el sábado se había decidido  realizar la ruta al Rock in Rio, aunque a la hora de la salida se proponía la peregrinación al Cerro de los Angeles, cosa que afortunadamente no tuvo apoyos por parte del pelotón.  


Rock in Río, Arganda del Rey
Foto: Marqués


A las 8:30 h. los 10 arriesgados pedaleros nos disponíamos a salir caminito del pueblo, con la salida típica rodeando el Cerro del Telégrafo y calles abajo para llegar a la laguna del Campillo.
La ruta muy conocida y con poco que contar, pues salimos a la carretera de Chinchón para subir por el Vaáamono y arrejuntarnos toditos, todos, en la parte más alta junto al puente de hierro de la Vía Verde.
Allí se realizó la foto de pelotón de la jornada, pues Antonio fiel a sus números, regresaba para casa. El resto camino de las canteras de Morata por uno de los caminos más conocidos por el personal.

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués



El que hacia la foto
Foto: Trancas


Llegamos todos al Rock in Rio, aunque espaciados en el tiempo. Los de delante tardaron más porque parece mentira pero no aprenden la ruta y los de atrás, los primeros en apostarse para realizar la parada de refrigerio en el parking del Rock in Rio.

Los que llegamos al Rock in Río
Foto: Marqués


La parada breve y poco después retomamos la marcha. Mi memoria falló entonces, volvimos a tener que bajar por el mismo camino entre olivos porque volvimos a cruzar bajo la N-III equivocadamente. Al fin de al cabo el destino es el mismo aunque un poco más abrupto.
Nos juntamos de nuevo en la Vía Verde, donde se volvió a disgregar el pelotón. La mayoría cuesta arriba hacia el Vaáamono para volver a bajar por donde subimos y un par que fuimos Vía Verde abajo hasta Arganda, La Poveda, el puente de las avispas (sin casi ninguna) y la laguna del Campillo.
En la fuente del pueblo casi nos juntamos de nuevo, cruzar el puente retrasa mucho y el trote cochinero y relajado también lo hace.
La longitud de la etapa, unos 58 km para los mayoría y unos pocos menos para los que no subieron al Vaáamono.
El final los que no estuvisteis os lo imaginareis, un par de cerecitas en el Camelot y a la piscina de nuestra maravillosa manzana 8, que para algunos fue el alivio de la mañana y para algún que otro gocho, la forma de retirar sales del cuerpo sin pasar por la ducha de casa. 

10 de junio de 2012, la etapa de Eurovillas

Por segunda jornada consecutiva habíamos sido convocados a las 8:30 h. para aliviar la presión que los calores podían ejercer sobre el grupo, que al final no fue tal.


La etapa ya estaba planificada y preparada a conciencia, cómo no, por GPS que había avisado que sería larga pero suave, según él. Lo previsto eran unos 70 km, pero ya se sabe que una cosa es medir sobre el papel y otra sobre el terreno.


Diez de los tradicionales tomamos la salida poco más tarde de la hora de convocatoria, a alguno se le pegó una sábana. Las últimas incorporaciones al grupo se lo debieron pensar mejor y no acudieron a la cita aunque habían avisado de que vendrían.


El primer tramo para la mayor parte del pelotón por la zona interior de los cortados, un camino más light que el tradicional de los cortados, pero con la previsión de una etapa larga alguno del grupo decidió hacer la bajada tradicional y esperar al resto junto a la laguna del Campillo.


Ahí se cambió el diseño de la etapa. Para tratar de evitar las avispas del puente del tren, que algunos a la vuelta comprobamos que no estaban, cruzamos al otro lado del río para remontar hacia La Poveda por la otra orilla del río. 


Ahí vino el despiste, pues tres del pelotón encabezados por GPS tomaron el camino correcto y el resto del grupo, despistados por los que iban delante, tomaron un camino equivocado, perdiendo algo de tiempo hasta que se logró la unión del pelotón en La Poveda. Perdiendo un poco más de tiempo. Además, Rulo sufrió una caída que le ha dejado la mano derecha dolorida y vendada para unos días tras acudir por la tarde al Hospital de Arganda.


La mano de Rulo 
Foto: Rulo



La continuación por el carril de la vía verde, el polígono de Arganda, la urbanización Los Villares y la pista que pasa junto al picadero de caballos, una ruta muy conocida por todos.

Sólo quedaba la subida a Campo Real, tras cruzar la gran puerta metálica, que hace un tiempo cortaba el camino y que debió ser abierta por orden judicial, nos juntarnos en la parte baja de la cuesta.


En ese lugar la foto de grupo, pues Antonio se daba la vuelta y el resto hacia arriba como pudo, ya que las piedras hacían difícil mantenerse en pie en alguno de los tramos.


Pelotón de la jornada 
Foto: Marqués


Después de un pequeño descanso para el reagrupamiento en lo alto de Campo Real tras la terrible subida, con muchas dudas de si continuar o no por parte de algunos y tras una salida despavorida de los de delante, se siguió ruta hacia Eurovillas con tres bajas y con parada en el bar "Carmen" del polígono industrial de Campo Real donde los calvos del pelotón repostaron líquido atendidos por una camarera encantadora, todo hay que decirlo.


Al reanudar la marcha, los dos del bar y Avispa Lemond que se había quedado esperando, nos retrasamos y, después de perder de vista al grupo de cabeza, tuvimos algunas dudas en la primera rotonda que encontramos. Tras algunos titubeos tomamos el camino correcto y enseguida nos juntamos con el resto del grupo que nos estaban esperando para seguir a buena marcha hasta la parada del plátano en Eurovillas, con el Sargento Pegatinas marcando un buen ritmo en cabeza del pelotón hasta que GPS tomó el relevo y nos puso en fila de a uno hasta que nos fue dejando a todos desperdigados por los secanos de Eurovillas.


A la sombra de unos pinitos, junto a la carretera que viene de Campo Real, nos comimos el platanito y el Sargento, que había tenido un amago de calambre en las piernas y estaba con mono de dulce, se trincó medio kilo de pastillas de glucosa en un momento, y porque se las quitamos de las manos por temor a que le diera un coma diabético y tuviéramos un problema grave. Muy razonablemente repartió las que no consiguió comerse (porque no las chupaba, se las comía) entre otros miembros necesitados del pelotón y seguimos marcha hacia Torres de la Alameda, con un pequeño obstáculo:un camino-torrentera-lleno de piedras-con mucha pendiente-estrecho-y-entre carrascas donde el Sargento, muy metido en su papel, dado el entorno y su disfrute de la etapa, hizo tres cuerpo-a-tierra que le quedaron muy bien, la verdad. Avispa Lemond, que había visto las jugadas y queriendo emularlo, hizo lo propio casi al final de la cuesta, pero una rama y la falta de profesionalidad que sí tiene el Sargento hicieron que los resultados fueran bastante diferentes. Lo bueno es que, en su afán de protagonismo, gritó antes del cuerpo a tierra, y los demás, que estábamos esperándole, fuimos testigos del hostión. 


 
Imágenes de la cuestecilla
Fotos: Josemari

Después de un traguito y unas fotos seguimos hasta la fuente de Torres de la Alameda desde donde, tras una breve parada para llenar los bidones y refrescarnos, seguimos ruta hacia Loeches. En estos dos últimos tramos el Sargento tuvo algunos amagos de calambre en las piernas nuevamente, y el gallo que nos quedaba, desplumado y sin cresta como estaba, sufrió como nunca antes lo había hecho, dejando clara la dureza de la etapa.


Ya en Loeches recibimos la llamada del Marqués desde el Camelot contándonos su mala suerte con una caída. Bajando la cuestecita de las piedrecillas desde Campo Real y ya en la parte menos pedregosa, en una de las pedaladas se le enganchó un pedal en una piedra que salía del suelo como 15 cm y volteó sobre la bici contra el puto suelo duro de cojones. Como resultado magulladuras varias que pronto curarán.


Oferta de la semana 
Foto: Marqués y retoque de Antonio


Lejos de solidarizarnos con él hubo cachondeo a costa del "filete", lo que aligeró un poco la subida por el pueblo que lleva hasta el camino de Velilla. La bajada fue tranquila, como también el paso por las afueras de este pueblo hasta que pinchó el Profe. Mientras Chema, GPS y el Profe arreglaban el pinchazo, Elevator, el Sargento y Avispa Lemond siguieron ruta por el camino recto que lleva hasta los viveros de Mejorada, donde nos volvimos a juntar casi todos.


A partir de ahí, y sin decir palabra, cada uno tiró como pudo hasta la meta. Al llegar, la chica del Camelot nos preguntó que dónde nos habíamos metido, que dos (el grande y uno moreno pequeño) hacía rato que se habían marchado. Sin dar muchas explicaciones le dijimos que nos pusiera las cervezas, que teníamos que hidratarnos, y empezamos a recuperarnos.


Después de tres rondas y una tapa de paella pasada, como buenos maridos que somos, no quisimos aceptar la invitación a la última ronda y nos fuimos a comer para que nuestras esposas no dijeran que siempre llegamos tarde. 


Eso sí, con la sensación del deber de Nenazas sufridoras cumplido y con unos 75 km en las piernas.


Ruta de la jornada 
Por GPS

3 de junio de 2012, una etapita con subida en Vallequillas

Habíamos sido convocados para salir a las 8:30 h. y antes de esa hora ya empezaban a llegar algunos NenazasEran las 8:35 h. y cuando íbamos a realizar la salida neutralizada recibimos la llemada de un dormilón que confundió la hora de salida y había que esperarle. 

Un pelotón numeroso, como en pocas ocasiones, porque nos acompañaron al principio de la etapa dos amigos del Profe, que realizaban una toma de contacto para probar y quizás aumentar nuestro grupo. 

A las 8:55 h. salíamos todos juntos, con una ruta ya prefijada a propuesta del Holandés que quería hacernos sufrir un poquito. El inicio rodeando el Cerro del Telégrafo, como no, para bajar hasta el pueblo y cruzar la carretera de Valencia y dirigirnos hacia Protección Civil. 

Nos juntamos sobre el puente del rio Manzanares, antes de llegar a Casa Eulogio, donde nos realizamos la foto de grupo y nos despedimos de nuestros dos acompañantes. 

Todo el grupo en el puente de Casa Eulogio 
Foto: Marqués


La idea era ir por los cortados del Manzanares, cruzar el desprendimiento junto a la junta de los ríos y hacer ruta hasta el puente del Jarama, en San Martín de la Vega. La primera parte por la carretera del canal, hasta poco antes de la casa del guarda de La Marañosa, donde cruzamos el canal y cogimos la pista que recorre los numerosos campos de cultivo de las huertas de San Martín. 

Después de cruzar el Jarama por el puente, tocaba el plato fuerte de la mañana, la subida de la urbanización Vallequillas. Ahí más de uno sufrió de lo lindo para llegar arriba, incluso poniendo pie a tierra en las zonas más pedregosas. Pero todos llegamos sin problemas hasta arriba. 


Llegando a la parte alta de la subida de Vallequillas 
Fotos: Holandés


En el lugar de siempre el platanito de rigor, con unos instantes para el reposo, los comentarios jocosos, cosas varias y sobre todo para el habituallamiento del personal. Sin que faltara la foto del pelotón de la jornada. 


El pelotón de la jornada 
Foto: Marqués


Continuamos la ruta hacia la Cañada Real y ya en ella, muy a pesar del Profe que había pedido más caña no fuimos hacia Titulcia a tomarnos un pepito de crema, sino la meta siguiente de forma sensata era la cementera de Morata. 


Llegando a la cementera de Morata cuando iba detrás de Aure, vi que hacia uno de esos derrapes de los suyos y un lagarto huía despavorido hacia un olivo. Corría como alma que lleva el diablo o más bien saltó porque le hubiera convertido en una pegatina para su bici. Afortunadamente se salvaron ambos.


Lagarto ocelado, un congénere del amigo de Aure 
Foto: Marqués


Tras recorrer aquellos olivares maravillosos nos juntamos en la carretera que viene desde el Puente de Arganda con dirección a Morata, es decir M-532. Una vez en los alrededores de la cementera hicimos un pequeño tramo de esta carretera para tomar un camino que la deja a la derecha y que enlaza con la pista de cemento que nos lleva a nuestro camino Vaáamono. 

En el Vaáamono de nuevo nos juntamos y para abajo como flechas, bueno es un decir porque unos bajan muy veloces y otros a un ritmo más bajo por si las moscas. 

Ya no se volvió a juntar el pelotón hasta llegar a la fuentecita del parque pasada la laguna del Campillo. ¡Qué bien viene ese aguita! , aunque a algunos sobre la cabeza les hizo dar un respingo. 

Ya nos quedaba el último tramo para completar una etapa de unos 55 km de recorrido que acabó como era de esperar en el Camelot, donde hicimos el homenaje perfecto a una bonita etapa. 


Firrrmes 
Foto: Marqués


Nos vemos, NENAZAS