16 de febrero de 2014, Salir, salir, salir, salir

Una nueva jornada más en la que salimos menos de los que en principio habían dado el visto bueno a la ruta dominical. A algunos se les siguen pegando las sábanas, hay frioleros, cagaos que tienen miedo al barro, con imprevistos y perdidos por la causa, bueno todo ese tipo de excusas que en el subconsciente  de cada uno sirven para quedarse sin cumplir pleitesía y no salir los domingos por la mañana. C’est la vie.

Pero en esta mañana un grupo reducido de Nenazas no tenía ningún tipo de excusas y tenía claro que lo mejor era ser intrépido y pedalear, con muchas ganas por parte de alguno.

Las predicciones de algún meteorólogo daban cielos completamente despejados, pero si mirabas para el cielo el sol no hacía acto de presencia e incluso unos oscuros nubarrones predecían lluvias.

Así salíamos 4 de esos arriesgados de la ruta a la hora convenida intentando en todo momento huir de los barrizales que seguro adornan los caminos del sureste madrileño y más allá.

No teníamos una ruta clara, dudábamos donde ir por el miedo a ese barro. Pero pronto el Profe propuso y los demás dispusimos. Ya había propuesto esta ruta hace unas semanas y esta era la ocasión.

Cuando llegábamos al final de la avenida Pilar Miró un escollo en el camino. Una prueba de Duatlon hacia que las calles estuvieran cortadas y tuvimos que hacer una vueltecilla extra por las traseras de unas casas para llegar a las inmediaciones del Miguel Ríos.

Una vez allí tuvimos que convencer a un Municipal para que nos dejara cruzar hacia el carril bici al otro lado del paseo. No fue muy complicado y sin pausa cruzamos por un paso de peatones para alcanzarlo y seguir por él.

Rápido llegamos al aparcamiento de la Laguna de El Campillo, había que decidir si coger la ribera del Jarama para ir hasta la Poveda o la carretera de Chinchón para subir por el Vaáamono. El río estaba completamente desbordado, el desembalse de El Atazar y otras presas serranas ha borrado las curvas y meandros de este río, convirtiendo todo en un continuo de agua que baja a toda velocidad y sin obstáculos.


La crecida del río Jarama
Vidrio por Avispa


Pronto llegamos a nuestro camino más usado, en pelotón más o menos compacto en las primeras rampas. Jokin animaba a Rulo, “vamos que hoy subimos todos juntos todo el camino”.  Pero ya sabemos que eso es un imposible que duró hasta más o menos la mitad pero después el grupo se estiró sin remedio.

Íbamos subiendo cuando un trío de ciclistas nos superaron ligeramente, cuando Jokin se lanzó hacia arriba tras ellos. El trío intentó subir a su rueda pero eso es muy difícil. Cayeron los dos menos sufridos aguantando el otro un buen rato. Al final Jokin nos contó que cayó también, era de esperar. El resto subimos casi juntos, con poca distancia entre nosotros llegando casi a alcanzar a los dos descolgados de la subida de Jokin.

En lo alto del Vaáamono nos arrejuntamos de nuevo, para decidir por donde seguir. Estaba claro los caminos estaban muy embarrados y lo mejor era meternos en la Vía Verde para hacer un buen trozo de ruta por esta pista asfaltada.

Nuestro destino siguiente era Morata de Tajuña. Jokin volvió a tirar palante, el Profe que es un experto bajador se fue tras su estela y por detrás nos quedamos Rulo y yo, que bajamos de una forma menos arriesgada. En el helipuerto nos volvimos a juntar aunque la parada fue breve porque no tocaba parar allí.

Atravesamos Morata sin descanso, ni palmeritas, ni bancos, ni fuentes, ni nada era escusa para hacer un receso en este insigne pueblo. Así tras cruzar todas las calles de la localidad salíamos por el otro extremo de nuevo por la Vía Verde esta vez camino del vecino pueblo de Perales de Tajuña.   

En esta Vía Verde nos cruzamos con muchísimos ciclistas, aquello parecía el Madrid Río, gente para acá y para allá sin cesar, pero el destino estaba claro y había que seguir adelante.

Este tramo de Vía Verde es un poco coñazo, discurre en paralelo a la carretera y al río Tajuña, pero su trazado es como un tobogán con repechitos cabrones que te cortan el ritmo en muchas ocasiones. Por aquí solo recuerdo circular en una ocasión, la primera vez que fuimos a ese mítico pueblo que estaba muyyyy lujos, Chinchón, hace mucho tiempo de eso.

El último tramo era nuevo, en aquella ocasión nos salimos de esta ruta para ir hacia Chinchón, esta vez tocaba recorrerlo entero.

No tardamos mucho en llegar a Perales, donde si o si nos tocaba la parada del platanito. El sitio elegido fue el parquecillo a la entrada al casco urbano. Ya hemos parado allí otra vez.


En el parquecillo de Perales de Tajuña 
Foto: Marqués


En este lugar lo de siempre, platanito, barritas, fotos de recuerdo, charla con el pelotón y con otros esforzados de la ruta, en fin todo lo que se hace en una parada de descanso a mitad de la ruta.






Pelotón en el parquecillo de Perales de Tajuña
Fotos: Marqués

Por delante nos quedaba la peor parte de la ruta, había que subir hacia el Rock in Río para hacer la vuelta hacia casa. La ruta en esta ocasión estaba clara, la subida por la Fuente de La Gasca.

Esta subida ya la hemos hecho unas pocas veces, aunque un novato iba a sufrir en sus carnes esta empinada cuesta con firme asfaltado, que facilita mucho el trascurrir de las bicis hacia arriba.

Como no podía ser menos Jokin nos dejó en la primera cuesta, haciendo la subida en solitario. El resto subimos en pelotón compacto casi hasta arriba, donde nos separamos mínimamente según las posibilidades de cada uno. Cuando llegábamos arriba Jokin deshacía la carretera en nuestra busca. Rulo y yo estábamos casi arriba, y el Profe un poco más castigado no venía muy lejos, estaba a vista.

Hasta lo alto llegamos y la parada fue de nuevo muy breve, se nota que andamos mejor y la recuperación es rápida y te permite no hacer recesos de larga duración.

Hasta el Rock in Río hay que ir primero circulando por la vía de servicio de la A-3, asfaltada también, hasta llegar a una rotonda en la carretera que une Perales de Tajuña con la autovía y que se dirige hacia Campo Real. Allí se cruza bajo la autovía y se gira a la derecha por la carretera que va hacia Arganda.

Antes de cruzar de nuevo bajo la autovía para ir hacia Arganda, nosotros dejamos esta dirección tomando un trozo de carretera que entra hasta el Rock in Río. Un carretera ancha, sin tráfico y cómoda que hacen circular a buena velocidad hasta llegar al aparcamiento de estas instalaciones.   

No había que parar, seguir hacia delante era primordial para llegar cuanto antes a casa. Una negociación para el camino de vuelta. Podíamos bajar por el recorrido tradicional el que pasa por el área recreativa de la Fuente del Valle, la que está bajo la A-3, o dirigirnos hacia la Dehesa del Carrascal para una bajada por otro de los caminos conocidos que nos llevan hacia la Vía Verde ya en Arganda.

Al Profe hubo que convencerle, no tenía claro cuál era la mejor alternativa, aunque ya sabéis que cuando hay dudas se tira hacia delante y todos siguen sin remedio.





En la Dehesa del Carrascal 
Fotos: Marqués 

Una vez en la Dehesa del Carrascal, sin tregua y con poca pausa giramos a la izquierda para hacer la bajada tradicional. Casi toda esta ruta estaba en buen estado, salvo un par de charcos de los habituales que hacían dudar por donde cruzarlos.

En uno de ellos, Rulo eligió el lado oscuro de la ruta y no tuvo más remedio que poner pie a tierra. Jokin había boceado la opción correcta, a mi me dio tiempo a ir por ella, pero Rulo cayó en la trampa y clavó su bici en el barro. Hay que espabilar!!!!!!

Al poco ya estábamos en la Vía Verde, donde Jokin trató de convencer al resto en hacer la vuelta por la subida hacia los Cerros Concejiles. Esta vez no hubo manera, el Profe tenía claro que la vuelta era por la Vía Verde y que estaba cubierto el cupo de subidas de la jornada. Sin mucho que discutir los demás asentimos y todos hacia La Poveda para volver a casa.

Tras cruzar La Poveda y como Josemari había comentado en el guasap que el puente de las Avispas estaba ya reparado, decidimos cruzar por él. La verdad es que el puente sigue igual que hace un par de meses, no han reparado nada más y todavía hay una zona que cruzar con cuidado porque hay un agujero.


En el puente de las avispas 
Fotos: Marqués

Una vez en el otro lado, Jokin y el Profe habían decidido no regresar por la ribera del río junto a la laguna de El Campillo. A veces hay mucho paseante y pensaron que era mejor recorrer la pista bajo los cantiles de yeso en esa parte de la finca de El Piul para llegar hasta Rivas.

No me gusta nada esa destrozada carretera, baches y más baches, hoyos y más hoyos, pero en fin llegar se llega pronto y fue el siguiente tramo que recorrimos.

Una vez pasado el aparcamiento, Jokin hizo un giro a la derecha, su ruta de vuelta suele terminar subiendo por la pista de los cortados con un recorrido por las lomas de la zona de los cortados. El resto nos despedimos y realizamos la vuelta por las calles de Rivas.

En pelotón contacto subimos por las calles de siempre. La prueba de Duatlon estaba acabando y la parte alta ya estaba despejada. En las últimas rampas de la avenida Pilar Miró, justo antes de llegar a la zona de tierra que rodea al Cerro del Telégrafo Jokin contactaba de nuevo por detrás.

Los cuatro juntos llegamos hasta el parquecillo cercano al Cerro y hacíamos el final de la ruta en grupo. El Profe se iba para casa, los demás a cumplir ritual en el Champu tras casi 70 kilómetros recorridos, 69 dijo Rulo, ni para ti ni para mí. Nuestro cuenta kilómetros tenía una pequeña variación, qué más da.

Al llegar al final el cielo seguía nublado aunque las nubes dejaban más huecos por donde ver el sol. Al final Rulo se salió con la suya y el sol nos calentó un poquito. Nos esperaba GPS con un estado impecable tanto en bici como en la ropa. Había salido a hacer ruta pero demasiado tarde y se fue del tirón para el Champu.

Al rato apareció Avispa, que hizo etapa en solitario porque se le pegaron las sábanas. Tampoco iba muy manchado, eligió la Vía Verde también para subir hasta el puente metálico en la parte alta del Vaáamono y vuelta. Un recorrido de unos 42 kilómetros que no está nada mal, pero a algunos el cuerpo nos pide más.

Cuando ya nos íbamos apareció Josemari. Una buena escusa para tomarnos la última, una cañita pequeña y para casa que era hora de comer.


Nos vemos en los bares……… (Celtas Cortos dixit)

9 de febrero de 2014, Guarros pero Valientes

Y todavía habrá alguno que pensará  - ¿hubo etapa el domingo?

Pero como no vamos a salir. Si a la hora de la convocatoria de salida de etapa no llueve, Nenazas a la calle y a pedalear por esos caminos de nuestro entorno.

A la cita en Picos de Urbión solo acudimos dos, los más VALIENTES y ARRIESGADOS del pelotón, no hay que decir más porque os lo imagináis. Aunque empezada la ruta se nos unió otro valiente que esperaba en las cercanías del Miguel Ríos.

No llovía aunque las previsiones apuntaban a que lo haría entorno a las 11 de la mañana y para eso nos quedaban dos horitas por delante, suficiente si tienes ganas de montar un rato.

Tampoco estaba nada claro dónde íbamos a ir, no se podía ir muy lejos por si llovía y las lluvias de la semana habrían dejado muchos caminos impracticables.

Por eso, como socorrido y habitual elegimos el Vaáamono, un camino que casi nunca defrauda y esta vez no podía ser menos.

Para allá fuimos, pasando primero por la laguna de El Campillo, y continuando por la carretera de Chinchón hacia nuestro camino más visitado.

Llegamos pronto al Vaáamono, la idea era girar a la izquierda unos vez hechos los primeros kilómetros y subir por los Cerros Concejiles, el camino que más apasiona a Jokin.

Esta idea se nos cambió pronto, sobre todo al ver que Caracol iba un poco tocado en las primeras cuestas. Podía ser mucho castigo y se decidió seguir adelante para culminar esta ruta junto al puente metálico de la Vía Verde.

Aguanté las siguientes rampas y no me descolgué de Jokin hasta la zona donde empiezan las curvas. Allí éste se unió a otros tres ciclistas y tiraron hacia arriba sin poder seguir su ritmo.

Así cuando llegaba a lo alto Jokin daba vueltas por la zona para no parar. Unos minutos después llegaba Caracol, desencajado por la inactividad que pasa factura. Había que hacer un receso para que recuperara la respiración.


Junto al puente metálico de la vía verde 
Foto: Marqués


No sabíamos que hacer, Caracol estaba convencido de darse la vuelta y nosotros dos todavía queríamos más.

Eran las 10 y media, más o menos y las primeras gotitas empezaron a caer, eso era un mal presagio. Así que decidimos darnos la vuelta todos juntos bajando por ruta distinta a la de subida.

La bajada por el camino que transcurre casi en paralelo a la Vía Verde, un camino un poquitín pedregoso pero entretenido para los que les gusta ese tipo de caminos.

Un vez abajo ya en la Vía Verde tocaba decidir de nuevo por dónde ir, convenciendo a Caracol para no volver hacia La Poveda y el “puente de las avispas”, que está en un estado un tanto peligroso.

Por lo tanto solo quedaba una opción, subir por el camino que habitualmente venimos desde los Cerros Concejiles, aunque esa opción no le convencía mucho a Caracol. Esa cuesta inicial le daba respeto.


Caracol una vez subida la cuesta 
Foto: Marqués


Una vez arriba hicimos una breve parada para el platanito, y ahí empezaron a caer del cielo una nieve parecida a unos granicillos pequeñines, que nos hicieron dejar el descanso y volvernos para casa cuanto antes.

En el Vaáamono nos juntamos de nuevo, para bajar casi juntos hasta la carretera de Chinchón. Había dejado de llover y de caer esa nueve dura pero cada vez el cielo se ponía más oscuro.

La siguiente reunión en el Puente de Arganda, ya chispeando aunque con poca importancia. Jokin iba a subir por los cortados hacia el Miguel Ríos y nos dejó por delante.


Imagen antigua del Puente de Arganda en el Archivo rojo
Fuente: Blog SEPAN QUANTOS


Jokin en el Puente de Arganda 
Foto: Marqués


En los primeros instantes Caracol y yo fuimos juntos, aunque duró poco porque cada vez caía más agua y el ritmo debía ser más alto para llegar cuanto antes. Así nos despedimos y seguí hacia delante.

Hice casi toda la subida en solitario, lloviendo sin remisión. También mojándome como semanas atrás pero con una satisfacción evidente.

En las últimas rampas de la avd. Pilar Miró y antes de llegar a la pista del pinar del Cerro del Telégrafo Jokin enlazó por detrás.


Hicimos el resto de la ruta hasta llegar a casa juntos, para culminar una etapa de poco más de 38 kilómetros en la que volvimos a llegar calados, Guarros pero Valientes.

2 de febrero de 2014, ¿Qué se nos perdió en el Cerro del Viso?

Una nueva jornada convocada como no podía ser menos para este último domingo, los Nenazas no paramos.

Ya desde la tarde del sábado alguna mente perversa había planeado la etapa, cansado de las salidas hacia Morata Jokin nos planteaba una bajada por el Cristo de Rivas en dirección hacia las zonas al este de nuestra Comunidad.


Y claro cuando salimos en esa dirección un escollo temido se dibuja en la lejanía, el Cerro del Viso. Y cuando ese lugar es nuestro destino yo pienso, “¿Qué se nos ha perdido allí?”
El grupo salía un tanto con retraso, a alguno se le habían pegado las sábanitas mañaneras y pedía tregua para llegar un poco más tarde.
Salíamos 5 Nenazas hacia el Cristo de Rivas con un gélido ambiente al paso de los ciclistas carretera abajo. Aunque si somos legales diremos que la temperatura no fue tan baja como se preveía y que además hemos salido a hacer rutas en mañanas muchísimo más frías. Esto no era nada.
Al llegar a la rotonda de la 3M recibo una llamada de Paco, que se había confiado y llegó después de nuestra partida. Unos minutos de espera para que se incorporara al grupo y a continuar hacia San Fernando de Henares.
El pelotón se compactó junto a la Posta Real, pues por delante iban algunos destacados y así nos dirigimos hacia el Puente del Moco para cruzar el río Jarama para tomar dirección hacia Torrejón de Ardoz.
Nada más cruzar este puente peatonal giramos a la izquierda, para circular por el camino estrecho junto a la margen izquierda de este río siguiendo su vega aguas arriba. Un camino entretenido, con agradables vistas y que gusta más que la ancha pista que transcurre en paralelo.
Casi dos kilómetros adelante nos toca cruzar la M-50 por debajo de un túnel para dirigirnos hacia el Caserío del Henares, finca de la Comunidad de Madrid donde están los Huertos de Ocio donde algunos vecinos de San Fernando mantienen huertos tradicionales donde hacer crecer verduras y hortalizas de una forma más ecológica y sana.
La pista por la que nos dirigimos hacia Torrejón deja esta gran finca a nuestra derecha y los depósitos de combustible a la izquierda y nos lleva hasta el Barrio del Castillo, ya en el municipio de Torrejón de Ardoz. A nuestra derecha y antes de esta zona de viviendas nos encontramos con el Palacio de la Aldovea, un lugar ya comentado en muchas ocasiones y que no insistiré más en él.
Al llegar al Barrio del Castillo para llegar hasta el Parque Europa el firme es de asfalto, donde las bicis circulan mejor aunque hay que tener mucho cuidado con los vehículos que van en ambas direcciones.
Una vez junto al Parque Europa nos dirigimos en paralelo a este espacio recreativo en dirección al Cementerio de Torrejón, lugar donde abandonamos el asfalto y nos adentramos en caminos de la margen derecha del río Henares en pos de nuestro destino.

Parque Europa 
Foto archivo: Marqués


Como conocéis casi todos el siguiente tramo, junto al Henares, es mejor conocido por el grupo como la Senda del Corzo, por una ocasión en la que se nos cruzaron 3 hermosos ejemplares de esta especie ante la sorpresa de algunos miembros del pelotón esa mañana de hace un par de años.
El camino es muy bonito, sinuoso pero con buen firme. El pelotón estaba dividido y llegamos hasta el puente que cruza el río Henares en dos mini pelotones.
Allí hicimos una pequeña parada, David daba por concluida su etapa junto al grupo, tenía partido de paddel a la una de la tarde y no le quedaba más remedio que retroceder para llegar a tiempo. 

David nos deja unas imágenes de su vuelta a casa.









Fotos: David


El resto del pelotón debía seguir hacia delante, así que fotito de grupo y a continuar.



Pelotón de la jornada 
Foto: Marqués


Seguimos camino adelante, circulando por la vía alternativa al camino que tantas veces usamos en nuestras primeras rutas por esa zona, una camino que rodea el Cerro del Viso por su parte baja y que se debe adentrar en una finca particular donde hay actividades de tiro con arco y no les gusta mucho que pasemos por allí. Habría que saber si ese camino tiene servidumbre de paso porque no hay otra forma de acceder al Cerro si no es atravesando esa finca, ya sea por un lado o por el otro.
Una vez ya fuera de la zona de tiro con arco no nos quedaba más que la pista por la que se asciende a esta elevada meseta.
La ascensión dura como siempre, con el pelotón estiradísimo y con mi bicicleta dando la lata, se me salió la cadena en una ocasión y un par de conatos más que hicieron que me bajara tres veces de la bici, sin remedio.
Hasta lo alto llegamos, como no podía ser menos. Unas vistas preciosas, con la Sierra de Guadarrama pletórica de nieve y sin apenas nubes que impidieran divisar todo lo que se dispone ante nosotros.












Sobre el Cerro del Viso
Fotos: Jokin, Chema y Marqués


Una breve parada, que el personal se queda frío y a seguir que aun quedaban unos cuantos kilómetros hasta casa, un poco más de la mitad, si no recuerdo mal.









Vistas panorámicas desde el Cerro
Fotos: Marqués


Tras atravesar toda la meseta, la bajada por carretera asfaltada en dirección a Torres de la Alameda, ya conocéis la ruta, la hemos hecho en ambas direcciones unas cuantas veces.
Una vez en el plano, nos metemos por un camino a la derecha para ir hacia ese municipio por caminos que nos llevan hacia allí. Pero esta vez temerosos de la posibilidad de encontrarnos con la zona inundable del arroyo Pantueña de otras veces, hicimos ruta por la carretera para llegar hasta Torres de la Alameda por asfalto, sin mancharnos y sin mojarnos.
El pueblo lo atravesamos sin parar, esta vez no tocaba allí la parada. Calles y calles para llegar hasta el otro lado y dirigirnos hacia el siguiente pueblo de la ruta, Loeches.
Camino de Loeches el grupo se volvió a estirar, los más fuertes por delante y algún rezagado por detrás, aunque para ser justo las distancias esta vez no fueron nada importantes, la espera de los primeros fue mínima.
Atravesamos también este municipio, por las calles habituales hasta llegar al camino por el que bajar hacia la siguiente zona habitada. La bajada directa, dejando a nuestra derecha el Camino de la Clavícula del hombro. Ya sabéis.
Cuando llevábamos un tramo recorrido el pelotón se paró de repente. GPS subía hacia Loeches en nuestra busca. Había leído en el guasap que íbamos al Cerro del Viso y salió retrasado a la contra hasta toparse con nosotros. Y ciertamente lo hizo.
Seguimos hacia abajo, había que llegar al polígono de Velilla, el cercano a las lagunas de Miralrío para continuar la ruta. Una vez allí la ruta está clara, llegar a la lagunas junto al Jarama para hacer la Senda del Jabalí.


Frente a las lagunas de Miralrío en Velilla de San Antonio 
Foto: Marqués


Esa ruta ya sabéis que es una de las que más disfruto, sobre todo por el agradable paseo por la ribera de este río entre chopos, tarayes y otros árboles que alegran la vista en todas las épocas del año.


Cristo de Rivas y ribera del río Jarama 
Foto archivo 01-04-12: Marqués


Allí el pelotón se separó en dos grupos, ya nos volvimos a juntar en el resto de la ruta hasta llegar al Champú.
Los de delante con ruta completa por la ribera del río hasta la carretera de Mejorada, los de detrás evitamos una parte, saliéndonos hacia las antiguas graveras para contactar con la carretera junto a los Viveros Don Pedro. Ya habíamos pasado un mal rato patinando en el barro en una zona anterior y decidimos no volver a sufrir de este problema. Incluso Paco nos cuenta que cayó por los suelos en una de las zonas embarradas. Si se puede evitar, mucho mejor.


El puente enterrado junto a la ruta 
Foto: Marqués


Solo nos quedaba por delante la subida de la carretera junto al Cristo de Rivas, que aunque parece dura es más llevadera por ser relativamente corta y sin rampas demasiado empinadas.
En el Champú nos juntamos casi todos tras los 57 kilómetros y medio recorridos, 56 para el wikiloc como podréis ver en el recorrido y perfil de la etapa que grabó Avispa. Ojo sobre todo al perfil donde queda reflejada perfectamente la subida al Cerro del Viso, donde algo se nos ha debido perder pero no se qué.


Ruta y perfil de la etapa 
En Wikiloc por Avispa

Y para terminar no podemos dejar pasar la foto de la prima de Casper, hace mucho que no tenemos primas en el blog y esta es la ocasión.


Prima de Casper

26 de enero de 2014, otra de Gorilas en la niebla

Habíamos convocado la etapa para esta mañana de domingo y cuando salía el sol la niebla impedía ver las cosas que pasaban con claridad. Y cuando eso ocurre, ya sabéis, el paseo de gorilas en la niebla.

No teníamos claro a donde ir, en un principio se propuso tirar para Campo Real, que hace mucho tiempo que no vamos. Pero a la vista de una reincorporación al pelotón, parecía un poco duro hacer esta etapa.

Recogíamos a Caracol cerca del Miguel Ríos, el reincorporado del que hablaba. Llevaba 5 meses de nada sin montar y eso pasa factura a cualquiera. Así que decidimos hacer una menos dura.


Cantiles del Manzanares, al atardecer de esa misma tarde
Foto: Marqués

Llegamos casi a la laguna de El Campillo todavía con idea de subir hacia Campo Real, pero ahí todo cambio. Tuvimos que regresar hacia la estación de Metro de Rivas pueblo para tomar la dirección pactada, iríamos hacia la Warner y ya veríamos donde ir después.

Camino de Protección Civil todo estaba muy neblinoso, vamos que no se veía nada de nada. Por la carretera las 29er iban a todo trapo, dejando atrás a los de ruedas chicas.

Cruzamos el puente del río Manzanares en Casa Eulogio y como siempre un alto para pasar la barrera que corta el paso hacia el camino de los cortados.






Gorila en la niebla
Fotos: Marqués

Paco era novato en esta ruta, y aun no conoce los cantiles del Jarama-Manzanares. Pasar junto a ellos, pasó, pero verlos ni por asomo, la niebla era tan espesa que no había manera de atisbar ninguna zona en todo el recorrido. Paco te juro que los ríos Jarama y Manzanares se funden allí, palabra de Nenaza.


Junta de los ríos Jarama-Manzanares con el desprendimiento al fondo, en esa misma tarde
Foto: Marqués


Entre foto y foto me retrasé un poco, ya sabéis me pierde el tema fotográfico, y el grupo tuvo que esperarme al llegar al desprendimiento. Gorilas en la niebla, telarañas y otros aspectos de la rutina diaria del ciclismo en mountain bike.


Telaraña con rocío de la mañana
Foto: Marqués

Una vez superado este escollo en vez de seguir hacia la Warner por la pista asfaltada elegimos el camino situado junto al Canal que sale desde la Presa del Rey. En la Presa un recuerdo a mi primera caída, un ostión en las piedras del principio de este camino, no se me olvidará.

Junto al canal circulamos una buena cantidad de kilómetros, aunque Caracol no lo sabía es una ruta plana que esquiva las subidas y bajadas que hace la carretera asfaltada, además en esta época los temidos abrojos parece que han desaparecido.








Junto al canal del Jarama
Fotos: Marqués


Pelotón de la etapa
Foto: Marqués

Así llegamos a la zona de Gózquez de Abajo, donde giramos hacia la derecha para reincorporarnos a la pista asfaltada. Allí nos despedimos de Caracol que ya era bastante para una reincorporación tras su periodo de inactividad. Así seguimos adelante en busca de la Warner.

Una vez en la carretera de San Martín de la Vega, la cosa ya estaba clara, internarnos en Gózquez de Arriba por la pista que rodea al pinar y tomar dirección hacia el vertedero de Pinto.

Este camino estaba mucho mejor que la última vez, la tierra ya no está suelta, se ha compactado perfectamente para que el rodar de las bicis sea muy cómodo y placentero.

La parada del platanito con el pinar a nuestra derecha y los campos de cultivo a la izquierda. Los que conozcáis la zona recordaréis donde. La niebla ya había desaparecido y como dice el refrán “mañanita de niebla, tarde de paseo”. Un espléndido sol adornaba ya sobre nuestras cabezas.


En los pinares de Gózquez
Foto: Marqués





Un novato para este camino, aunque parece raro, es Avispa. En las tres ocasiones anteriores en las que ya hemos circulado por este camino, no compareció por lo que no conocía la ruta.

En las cercanías del vertedero de Pinto hay una rampa empinada de unos 150-200 metros, algunos la habéis sufrido ya. Avispa avisado con antelación la tomó como el resto del grupo y ninguno tuvo que bajarse de la bici, llegando arriba todo el pelotón a golpe de pedal y sin poner pie a tierra.

Nos quedaba poco para llegar de nuevo a la carretera de San Martín de la Vega, con unos pocos charcos por medio, que fueron esquivados sin alterar el ritmo de los ruteros.

Ya en el carril bici de esta carretera nos quedaba bajar a tumba abierta camino de La Aldehuela, la finca situada junto a la ribera del Manzanares siempre lugar de encuentro con cigüeñas y vacas bravas.

Hay que cruzar la carretera para coger el camino que nos lleva hacia casa. Un camino un tanto coñazo que todos conocéis. En sus primeros kilómetros con un firme un tanto rizado, lleno de ondulaciones que no dejan ir a la velocidad más adecuada para un lugar como éste.

Junto a la Depuradora de ACCIONA una paradita, una vaca bebía agua en el canal de salida de las aguas que pasan por ella. Y encima algún ciudadano tendrá que comérsela cuando la hagan filetes. Mejor ni pensarlo.


La vaca de la depuradora
Foto: Marqués

Hacia delante e pelotón estaba dividido, con Jokin en cabeza como siempre, Paco por medio, a cola Avispa y un servidor.

Destacar de nuevo una zona de este camino, el tramo más jodido de todos. En la última zona antes de llegar a Casa Eulogio la zona que cuando está seca tiene grandes baches a modo de bañeras estaba completamente enfangada y resbalosa.

Mucho cuidado para atravesarla, esquivando chacos y barrizales en todo momento. Aunque en uno de los últimos charcos antes de llegar a Casa Eulogio, el más grande y ancho de todos, Avispa eligió el lado derecho para atravesarlo. Yo en plan campeón tiré de frente y por el medio.


Me acordé del Profe, en la etapa en la que fuimos a Aranjuez pues cuando me adentraba en su interior aquello empezó a bajar llegando el nivel del agua a tapar media bicicleta ante la atónita mirada de Avispa. Menos mal que di una potente pedalada y salí del charco sin caerme, la cosa hubiera estado peor si hubiera tenido que poner pie a tierra en medio de aquel pozo. Una suerte atravesarlo sin parar aunque mis pies se llenaran de agua.

Nos juntamos de nuevo junto a la curva antes de llegar a la barrera, para atravesarla todos juntos. Allí un grupo de ciclistas se cruzaban con nosotros.

En el resto de la ruta hasta el pueblo de nuevo Jokin encabezaba el grupo, con Paco de nuevo en el medio y el dueto perseguidor por detrás. Qué bien se va a rebufo, ¿verdad Avispa? Se me colocó a la espalda en todo el recorrido resguardado detrás de mí, haciendo más fácil el pedalear a mi estela.

Junto a la estación del Metro de Rivas pueblo nos juntamos de nuevo. Jokin nos avisaba que tenía intención de subir un tramo de los cortados y se fue hacia la laguna de El Campillo.

A Paco le perdimos por delante cuando empezó la subida del pueblo por otra calle de la habitual, con el dueto al tran tran camino de nuestra meta.

Una vez pasado el auditórium Miguel Ríos y entrados en la avenida Pilar Miró nos alcanzó de nuevo Jokin, que había hecho la ascensión de la laguna. En ese momento nos cruzamos con Clavi que disfrutaba de una pequeña ruta por las calles del pueblo en compañía de su hijo.

Una corta charleta y a seguir hacia delante que nos quedaba apenas 3 kilómetros para llegar al final de la etapa.

Avispa arrancó antes, Jokin pletórico de fuerzas tiró en su busca y le adelantó, Yo perdí un poco de fuelle y quedé un poco retrasado, llegando al final de la etapa en solitario en última posición.


Concluimos una etapa de 60 kilómetros en el Champu, que  si no, no es igual. Allí vino a saludarnos el Hombre Volador, que cumple periodo de descanso por enfermedad desde hace unas semanas. Además era su cumpleaños y ya sabéis, el que cumple paga. Así se pagó una ronda como es de rigor. A otros les esperamos para otro día.  


Ruta y perfil de la etapa
En wikiloc por Avispa