Habíamos quedado como siempre a las 9 de la mañana, a pesar
de las bajas temperaturas anunciadas, que a la postre no lo fueron tanto. Pero a esa hora yo seguía durmiendo plácidamente
y si no es por los amables Nenazas que me esperaban en la puerta y decidieron
mandarme un guasap, yo hubiera seguido durmiendo. Aunque la verdad es que no me
desperté en casi toda la etapa pues cuando las cosas empiezan mal, mal se
llevan y se termina mal.
En la puerta me esperaron unos diez minutos o quizás quince
hasta que me preparé para salir a todas prisas. En la rotonda habitual esperaba
David, que pensaría que nos habíamos ido por otro lado dejándole tirado.
La ruta no estaba nada clara, nadie proponía nada y los que
eligieron mejor que se hubieran mantenido calladitos, porque la etapa al final
fue dura de cojones. Cuando el Profe y Jokin pactaban donde ir, fue el Profe el
que propuso ir a Perales de Tajuña aunque susurrando dijo que los demás nos
revelaríamos. Pero claro, como bien dijo Jokin, "los Nenazas somos animales de
manada y a dónde va el de delante, todos detrás sin rechistar". Bueno eso es un
decir.
Así que bajamos hacia el pueblo, la laguna de El Campillo,
la carretera de Chinchón y nuestro muchas veces nombrado Vaáamono. En él las
primeras cribas donde el pelotón se estiró.
A cola de pelotón y muy retrasado iba yo todavía dormido y
sin desayunar, aunque Jokin amablemente me había cedido una barrita que devoré
sin demora. Así me descolgué hasta las curvas finales, donde alcancé y superé a
Antonio, que se había reincorporado al pelotón Nenaza después de mucho tiempo
de inactividad.
Arriba esperaban los más fuertes, pacientemente la llegada
de los más lentos. Allí se despidió Antonio, que hacia vuelta a casa como en
otras tantas ocasiones. Su cupo estaba cubierto.
Continuamos bajo el puente metálico de la vía verde para
encaminarnos hacia las canteras de Morata, los olivares y el Camino del Piolín,
que aun aguanta colgado de su higuera. ¿Es que no os acordáis de él?
Una nueva reunión en el cruce de caminos de siempre para continuar hacia abajo por el Camino del Tractor, donde alguno algún día se va a escoñar porque la velocidad, las zanjas, las piedras y las curvas no son buenas compañeras. Aunque esta vez no tocaba cruzarnos con el tractor de otras veces.
Muy poco tiempo después ya estábamos en Morata, aunque esta
vez no sería parada ni nos comeríamos ninguna palmerita de esas ricas que hacen
en este pueblo. Porque tocaba continuar, ya que quedaba todavía mucho por
delante.
Cruzamos el río Tajuña, por la carretera de Valdelaguna
hasta desviarnos a la izquierda por el camino que sube por la orilla izquierda
de este río, marcado por la reja de la vieja’l visillo. El trozo de pared que
anuncia la finca de La Estaca.
Por el camino y río arriba pedaleamos hasta Perales de
Tajuña, donde tuvo lugar la parada del platanito. Las fuerzas iban cada vez más
mermadas y nos quedaba por delante casi la mitad de la etapa. Un rato para
reponer fuerzas y a seguir compañeros.
Por las calles de Perales tuvimos varios despistes. Nos
pasamos la calle que lleva hasta la parte siguiente de la ruta, lo que nos
llevó a descubrir un cartel curioso que quedó inmortalizado
Después fui yo el que me despisté de nuevo y de bajada me lo volví a pasar. Así que quedé de nuevo descolgado del grupo e hice toda la subida hasta el puente que cruza la A-III en solitario.
Es un duro puerto, aunque al menos es de reconocer que al
estar asfaltado la subida se hace más llevadera. Casi llegando arriba, a la derecha
dejamos la fuente de La Gasca, en la cual no hubo parada y al poco bajaba Jokin
en mi busca, lo que me animó a llegar hasta lo más alto.
Una vez arriba y con el pelotón al completo, por la vía de servicio de la A-III circulamos para dirigirnos hacia el siguiente punto de referencia, el Rock in Río. Una carretera con subes y bajas, cruzar bajo la autopista y circular un ratillo hasta llegar a esas instalaciones ya en el término municipal de Arganda del Rey.
No dimos ninguna tregua y seguimos adelante para realizar la bajada hacia la vía verde. Tomamos el camino más rápido, el que cruza por debajo de la A-III en varias ocasiones, pasando una vez más por el área recreativa de la Fuente del Valle, conocida por todos.
Sin descanso y a todas prisas seguimos hasta llegar a la vía
verde, esquivar el Hospital del Sureste en Arganda, atravesar el polígono de
Arganda y encaminarnos hacia el barrio de La Poveda por la vía verde en su
parte más baja.
Allí nos descolgamos Avispa y yo, que perdimos algo más de
tiempo porque nos costó un rato cruzar la carretera en La Poveda justo delante
de la Estación del Tren de Arganda. Coches por un lado y por otro, hasta que
encontramos un hueco para cruzar sin peligro.
Cruzamos por el Puente de las Avispas. Han colocado un cartel
que anuncia que el uso del puente está destinado solo al mantenimiento y que el
que lo use lo hace bajo su responsabilidad. Su estado deteriorado hace que se
teman un accidente y no quieren que nadie responsabilice a otros por lo que
pueda pasar.
Nada más cruzar el puente volví a descolgarme, haciendo el recorrido de la
laguna de El Campillo a distancia de Avispa y no le alcancé hasta la zona de
los campos de futbol del pueblo de Rivas, cuando miró hacia atrás y me esperó
viendo que venía a poca distancia.
Hicimos parte de la subida juntos, parando brevemente para
dar un trago en la fuente que está delante del Auditorium Miguel Ríos. Ya
quedaba poco y había que seguir.
Antes de la Avd. Pilar Miró me descolgué de nuevo el viento soplaba de norte y más fuerte, yo no podía
más, hace mucho tiempo que no veía tan mal. Hice el resto del recorrido en
solitario, incluso teniendo que bajarme precipitadamente de la bici en el
último repecho del camino que rodea al Cerro del Telégrafo al llegar al parque.
Mi vasto interno de la pierna derecha me daba un aviso y casi me da el
calambre.
En el Bar de Chapu terminamos la etapa, tras unos 69
kilómetros recorridos en una dura etapa. Allí me esperaban Jokin y Avispa,
degustamos unas cerecitas para dar por finalizada la etapa.
Moraleja: Hay que dormir bien y levantarse a tiempo, hay que
desayunar en condiciones, pero sobre todo hay que cuidar el material, limpiando
y engrasando la bici porque todo lo que hagas mal al final pasará factura.