24 de noviembre de 2013, ruta por los pueblos de la ribera del río Tajuña

Habíamos quedado como siempre a las 9 de la mañana, a pesar de las bajas temperaturas anunciadas, que a la postre no lo fueron tanto. Pero a esa hora yo seguía durmiendo plácidamente y si no es por los amables Nenazas que me esperaban en la puerta y decidieron mandarme un guasap, yo hubiera seguido durmiendo. Aunque la verdad es que no me desperté en casi toda la etapa pues cuando las cosas empiezan mal, mal se llevan y se termina mal.
En la puerta me esperaron unos diez minutos o quizás quince hasta que me preparé para salir a todas prisas. En la rotonda habitual esperaba David, que pensaría que nos habíamos ido por otro lado dejándole tirado.
La ruta no estaba nada clara, nadie proponía nada y los que eligieron mejor que se hubieran mantenido calladitos, porque la etapa al final fue dura de cojones. Cuando el Profe y Jokin pactaban donde ir, fue el Profe el que propuso ir a Perales de Tajuña aunque susurrando dijo que los demás nos revelaríamos. Pero claro, como bien dijo Jokin, "los Nenazas somos animales de manada y a dónde va el de delante, todos detrás sin rechistar". Bueno eso es un decir.
Así que bajamos hacia el pueblo, la laguna de El Campillo, la carretera de Chinchón y nuestro muchas veces nombrado Vaáamono. En él las primeras cribas donde el pelotón se estiró.
A cola de pelotón y muy retrasado iba yo todavía dormido y sin desayunar, aunque Jokin amablemente me había cedido una barrita que devoré sin demora. Así me descolgué hasta las curvas finales, donde alcancé y superé a Antonio, que se había reincorporado al pelotón Nenaza después de mucho tiempo de inactividad.  
Arriba esperaban los más fuertes, pacientemente la llegada de los más lentos. Allí se despidió Antonio, que hacia vuelta a casa como en otras tantas ocasiones. Su cupo estaba cubierto.

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

 
Continuamos bajo el puente metálico de la vía verde para encaminarnos hacia las canteras de Morata, los olivares y el Camino del Piolín, que aun aguanta colgado de su higuera. ¿Es que no os acordáis de él?

Piolín, febrero de 2013
Foto de archivo: Marqués


Una nueva reunión en el cruce de caminos de siempre para continuar hacia abajo por el Camino del Tractor, donde alguno algún día se va a escoñar porque la velocidad, las zanjas, las piedras y las curvas no son buenas compañeras. Aunque esta vez no tocaba cruzarnos con el tractor de otras veces.
Muy poco tiempo después ya estábamos en Morata, aunque esta vez no sería parada ni nos comeríamos ninguna palmerita de esas ricas que hacen en este pueblo. Porque tocaba continuar, ya que quedaba todavía mucho por delante.
Cruzamos el río Tajuña, por la carretera de Valdelaguna hasta desviarnos a la izquierda por el camino que sube por la orilla izquierda de este río, marcado por la reja de la vieja’l visillo. El trozo de pared que anuncia la finca de La Estaca.

Finca de La Estaca, enero de 2013
Foto de archivo: GPS

Por el camino y río arriba pedaleamos hasta Perales de Tajuña, donde tuvo lugar la parada del platanito. Las fuerzas iban cada vez más mermadas y nos quedaba por delante casi la mitad de la etapa. Un rato para reponer fuerzas y a seguir compañeros.

Tomando el platanito
Foto: Marqués

Por las calles de Perales tuvimos varios despistes. Nos pasamos la calle que lleva hasta la parte siguiente de la ruta, lo que nos llevó a descubrir un cartel curioso que quedó inmortalizado

Peluquería
Foto: Jokin


Después fui yo el que me despisté de nuevo y de bajada me lo volví a pasar. Así que quedé de nuevo descolgado del grupo e hice toda la subida hasta el puente que cruza la A-III en solitario.
Es un duro puerto, aunque al menos es de reconocer que al estar asfaltado la subida se hace más llevadera. Casi llegando arriba, a la derecha dejamos la fuente de La Gasca, en la cual no hubo parada y al poco bajaba Jokin en mi busca, lo que me animó a llegar hasta lo más alto.

Fuente de La Gasca, abril de 2013
Foto de archivo: Marqués


Una vez arriba y con el pelotón al completo, por la vía de servicio de la A-III circulamos para dirigirnos hacia el siguiente punto de referencia, el Rock in Río. Una carretera con subes y bajas, cruzar bajo la autopista y circular un ratillo hasta llegar a esas instalaciones ya en el término municipal de Arganda del Rey.

Junto al Rock in Río
Foto: Marqués


No dimos ninguna tregua y seguimos adelante para realizar la bajada hacia la vía verde. Tomamos el camino más rápido, el que cruza por debajo de la A-III en varias ocasiones, pasando una vez más por el área recreativa de la Fuente del Valle, conocida por todos.

Fuente del Valle, septiembre de 2012
Foto de archivo: Marqués

Sin descanso y a todas prisas seguimos hasta llegar a la vía verde, esquivar el Hospital del Sureste en Arganda, atravesar el polígono de Arganda y encaminarnos hacia el barrio de La Poveda por la vía verde en su parte más baja.
Allí nos descolgamos Avispa y yo, que perdimos algo más de tiempo porque nos costó un rato cruzar la carretera en La Poveda justo delante de la Estación del Tren de Arganda. Coches por un lado y por otro, hasta que encontramos un hueco para cruzar sin peligro.
Cruzamos por el Puente de las Avispas. Han colocado un cartel que anuncia que el uso del puente está destinado solo al mantenimiento y que el que lo use lo hace bajo su responsabilidad. Su estado deteriorado hace que se teman un accidente y no quieren que nadie responsabilice a otros por lo que pueda pasar.
Nada más cruzar el puente volví  a descolgarme, haciendo el recorrido de la laguna de El Campillo a distancia de Avispa y no le alcancé hasta la zona de los campos de futbol del pueblo de Rivas, cuando miró hacia atrás y me esperó viendo que venía a poca distancia.
Hicimos parte de la subida juntos, parando brevemente para dar un trago en la fuente que está delante del Auditorium Miguel Ríos. Ya quedaba poco y había que seguir.
Antes de la Avd. Pilar Miró me descolgué de nuevo el viento soplaba de norte y más fuerte, yo no podía más, hace mucho tiempo que no veía tan mal. Hice el resto del recorrido en solitario, incluso teniendo que bajarme precipitadamente de la bici en el último repecho del camino que rodea al Cerro del Telégrafo al llegar al parque. Mi vasto interno de la pierna derecha me daba un aviso y casi me da el calambre.
En el Bar de Chapu terminamos la etapa, tras unos 69 kilómetros recorridos en una dura etapa. Allí me esperaban Jokin y Avispa, degustamos unas cerecitas para dar por finalizada la etapa.
Moraleja: Hay que dormir bien y levantarse a tiempo, hay que desayunar en condiciones, pero sobre todo hay que cuidar el material, limpiando y engrasando la bici porque todo lo que hagas mal al final pasará factura.  

10 de noviembre de 2013, ruta al Real Sitio y Villa de Aranjuez

Era un día grande, de los señalados en el calendario. Jokin se había empeñado en movernos un poco más lejos de lo acostumbrado para adentrarnos en tierras lejanas a nuestras rutas habituales. El destino era el Real Sitio y Villa de Aranjuez. Ciudad insigne donde las haya.
La hazaña era demasiada para el pelotón así que se decidió hacerla un poco más corta, montaríamos las bicis en los coches para que la ruta fuera más corta. El lugar elegido el Restaurante el Alto, en la carretera a Morata, junto a la Cementera.

Habíamos sido citados por el susodicho en la plaza a las 9 menos cuarto, aunque hubo que esperar a un rezagado dormilón que se le pegaron las sábanas y así partió la caravana de coches en dirección a nuestro punto de partida.

El recorrido corto pero nos hacia avanzar unos 20 kilómetros hacia delante y sobre todo otros 20 de vuelta, con subida del pueblo incluida. Todo un alivio.

A las 9:35 h. la serpiente multicolor del pelotón Nenaza partía del aparcamiento de dicho restaurante. Una algarabía en el grupo, con más participantes de los que concurren a las últimas etapas dominicales.
 
Pelotón en la salida
Foto: Marqués


Una friolera de 9 componentes, incluyendo un par de ellos que hacía mucho tiempo que no se les veía el pelo. Es de agradecer su esfuerzo en intentar en acompañarnos al menos en los primeros kilómetros de la etapa, una vez perdida la forma.

Partíamos avanzando por el camino de la Boca de la Zorra, ese camino serpenteante  que recorre los olivares del entorno de la cementera, que va y viene sin avanzar demasiado hacia delante. Recorres unos pocos kilómetros y apenas te separas de ella.

Al poco ya estábamos en la vía pecuaria, donde empezaron las primeras escaramuzas. Los de delante volaban, rápido muy rápido hacia delante, quizás demasiado, dejando a los de detrás un tanto rezagados.

Dejamos atrás el camino que sube desde Vallequillas, después el que sube desde el Butarrón, para hacer una reunión en una bifurcación antes de la última de las bajadas hacia Titulcia.
 
 
  
Rula, Casper y Sargento
Fotos: Marqués


Nada más llegar, sin tregua el grupo hacia abajo, no había descanso que quedaba mucho camino por delante.
 
A la entrada a Titulcia
Foto: Marqués


En Titulcia entramos de nuevo por separado, en grupetes. Sin parar apenas empezamos a cruzar las calles del pueblo, donde un Policía Municipal nos pedía colaboración para coger a un Hurón escapado y escondido entre las plantas junto a unas escaleras.

El animalillo muy dócil  se dejaba acercar mucho aunque hay que tener cuidado porque a veces muerden. Pero allí estaba David que con un exceso de valor le echó mano y lo recogió sin dudarlo. Allí venía el señor agente, con una caja-jaula para encerrarla. David lo metió dentro y así le quitó un peso de encima. La verdad es que creo que ni las gracias dió, al menos yo no oí nada que saliera de su boca. Si es así, de desagradecidos está el mundo lleno.
 
Tras el Hurón
Foto: Jokin


Nos montamos de nuevo en las bicis, terminando de atravesar el pueblo para salir en dirección a la carretera de Villaconejos. Nada más cruzar el río Tajuña, en la primera rotonda tomamos una pista a la derecha en dirección a Chinchón.

Allí de nuevo el pelotón se estiró, aunque siempre todos a vista salvo el Sargento y Casper. Llegamos pronto al Puente Largo, el puente por el que se cruza el río Jarama la antigua carretera a Chinchón desde la N-V.

Ahí nos quedamos Avispa y yo, haciendo unas fotos y esperando a los dos rezagados. Tras unos cruces de llamadas nos advertían que se habían dado la vuelta y estaban de nuevo en Titulcia.
 
En el Puente Largo, Aranjuez
Foto: Avispa


No pudimos contactar con los de delante, sus teléfonos no eran atendidos. Así que preguntando nos dijeron por donde debíamos ir hacia Chinchón.

Poco después de reanudar la marcha, a lo lejos pudimos observar la silueta de GPS, que parecía haberse dado la vuelta en nuestra busca. Estaba junto a un paso bajo una carretera, y nos propuso cruzar el charco acumulado bajo el puente por el centro, decía ser el mejor lugar para hacerlo. Pero algo vimos raro, quizás las risas del resto del grupo que nos esperaba detrás del agua o puede que ver a Jokin con móvil en mano tratando de grabarlo. Así que viendo que por la derecha un pasillo seco permitía pasar sin mojarnos, por allí lo hicimos.

La cosa tenía truco, según nos contaron después. El agua debía tener una profundidad de más de medio metro, cosa que pudo comprobar el Profe que pensó en limpiar de su rueda una cagada que había atropellado antes pero le salió el tiro por la culata y casi sale ahogado del charco. En el último momento, cuando el agua le llegaba a la parte alta de la rueda giró hacia la derecha y puso pie en seco sin caerse. Salió empapado pero salió, que no es poco.

Seguimos camino adelante, pasando por detrás del Pau de La Montaña, con una buena cantidad de chalets abandonados, quizás antes de ser entregados. Después ya bajamos a la ribera del Tajo en dirección a nuestro destino.

Pasamos junto al Tajo entre plátanos con aspecto otoñal, hojas amarillentas que tapizaban el suelo, un espectáculo precioso digno de una mítica etapa.
 
Entre plátanos
Foto: Marqués


Al poco teníamos delante el puente que cruza el río para llegar a la ciudad. Ahí nos paramos el Profe y yo para inmortalizar el evento, con imágenes del río con el Palacio Real al fondo. Maravillosa estampa.
 
  
Puente sobre el río Tajo
Fotos: Profe y Marqués


Y la reunión frente al Palacio Real, como embobados mirando este bello edificio. Allí repusimos fuerzas, charlamos, nos reímos e inmortalizamos el momento con el Palacio al fondo. Incluso al Profe le dio tiempo para corregir un ruidito en la rueda delantera que venía martirizándole toda la etapa y secarse un poco los calcetines aun mojados tras su incidente acuático.
 
Palacio Real de Aranjuez
Foto: Jokin

Pelotón en el Palacio Real de Aranjuez
Foto: Marqués


Eran las 12 menos diez, casi mediodía, y nos quedaba toda la vuelta por delante. Había que rellenar botellas y buscar una fuente. Yo había estado mendigando agua porque me dejé la bolsa con mi bebida en la nevera de casa y el resto debían llenar sus botes.

Tardamos un rato, pero al final lo conseguimos. Una fuente con agua fresca y reparadora que alivió al grupo y refresco a más de uno.

Tocaba volver y esta vez GPS nos llevaría hacia el Puente Largo por una ruta más rápida y corta. Usando como vía la carretera, volábamos hacia nuestro destino. Si, si, volábamos porque la velocidad por esa carretera totalmente plana era más alto de lo acostumbrado.
 
Ruta en Aranjuez
En Wikiloc por Jokin


A nuestra derecha dejábamos atrás un lugar desconocido por el grupo. Su nombre la Azuda de la Montaña.  Es una construcción de finales del siglo XVIII, con el objetivo de ampliar la zona de regadío por encima de la cota del canal denominado el 'Caz del Embocador' se construyó una obra de ingeniería hidráulica que se conoció como 'La Azuda y el Acueducto de la Montaña'. Se trababa de una rueda de madera de 12 metros de diámetro, compuesta por 12 radios y cuatro paletas entre cada radio. Era movida por la propia corriente del canal y elevaba, a través de sus canjilones, el agua hasta el acueducto construido en ladrillo para poder regar los terrenos ubicados en la denominada finca 'La Montaña' de ahí el nombre de la obra de regadío.

Con el paso del tiempo y debido a su uso, algunos de sus elementos fueron siendo reemplazados por piezas metálicas, hasta que en 1844 la noria totalmente deteriorada pasó a ser sustituida por otra de dimensiones similares pero fabricada en hierro. La azuda dejó de funcionar definitivamente en 1927 cuando se instaló el riego a motor.

En la obra la Confederación Hidrográfica del Tajo ha invertido más de 2,3 millones de euros, se ha llevado a cabo sobre una parcela de 207.216 metros cuadrados y se trata de una obra hidráulica integrada en un entorno singular y un paisaje histórico. Inaugurada en abril de 2013, parece que a los 10 días de inaugurarla se rompió el muro un estanque por donde pasaba el agua y quedó inutilizada.
 
Fuente internet
Foto por Enrique Fernández Marcote


Sinn detenernos ni un instante llegamos al Puente Largo, para volver a la misma pista por donde habíamos venido a la ida. Una pista plana y ancha donde la velocidad hizo estirar al pelotón que no paró hasta llegar a la rotonda de la carretera de Villaconejos.

GPS trataba de convencernos de hacer regreso por donde habíamos bajado por la mañana, pero como la cosa no estaba clara se decidió subir por la vega del Tajuña por caminos recorridos en otras pasadas rutas por la zona.

Por la margen izquierda del Tajuña tomamos rumbo a la Laguna de San Juan, con el pelotón de nuevo separado. Por delante, Jokin, GPS, Profe y David, por detrás Avispa, Rulo y el que os lo cuenta.

Nos volvimos a reunir junto a la carretera que sube hacia Chinchón, cruzándola y siguiendo río arriba. Al poco pasamos junto a la laguna de Casasola, también conocida como la Lagunilla y poco más adelante a la derecha sobre el cantil, están los restos del Castillo de Casasola, del siglo XV, situado en un saliente de los cerros sobre las altas paredes de yesos. Es uno de los puntos más elevados de su entorno, con los que su función era la de control. Pasa casi desapercibido al adaptar su planta irregular al talud, siendo sus lados noroeste y noreste inaccesibles. Por el sur tiene dos torres cilíndricas de 9 metros de altura, los restos de un foso y un puente de piedra de 3 ojos. Ahora es una vivienda particular.
 
Castillo de Casasola
Foto: Marqués


Camino adelante y a la izquierda llegábamos al puente que cruza el río Tajuña, en el camino que baja desde Chinchón. Nada más cruzar y a la derecha escondida tras los árboles la laguna de San Galindo, también conocida como Laguna de la Espadaña.

Solo nos quedaba por delante la pista del Camino de San Galindo hasta la carretera y la tachuela de la etapa, la subida a la urbanización Valgrande, conocida como Valsuputamadre.

El Profe, pletórico de nuevo, escapó por delante, aunque Jokin saltó tras su estela. El resto a trote cochinero hacia arriba, estirados muy estirados, cada uno a su ritmo. Por el camino y como es de costumbre nos encontramos con Juan y Medio, a caballo como siempre esta vez acompañado por una bella amazona.

A los alto de Valgrande llegamos desencajados, unos más que otros, pero todos cansados. Allí algunos nos tiramos hacia la fuente y otros simplemente esperaron a que llegáramos los más lentos. Como no puede ser menos.
 
  
  
   
  
   
  
Llegando a Valgrande
Fotos: Jokin


Ya quedaba poco, aunque el primer tramo hizo que el pelotón se separara de nuevo. Una caravana de coches que iban por el mismo camino ralentizó a unos más que a otros por lo que nos dividimos en tres grupos.

Jokin y Avispa, los despistados de turno. Que llegaron a la carretera que baja hacia el puente de San Martín de la Vega y bajaron un tramo por ella. Parece que Avispa se dio cuenta del error pero sus gritos no debieron alertar a Jokin hasta recorrida una buena distancia hacia abajo. Parece qe que perdió el Norte o como el dice también el Sur.

GPS y el Profe, que dieron vueltecillas como a la ida volviendo por los olivares y el camino de la Boca de la Zorra.

David, Rulo y yo mismo, a cola de pelotón aunque los primeros en llegar a aparcamiento. Ya sabes Rulo, conmigo nunca te perderás, salvo error u omisión que nadie es perfecto.

En la terraza del bar y tras unos 70 kilómetros recorridos nos esperaban el Sargento y Casper, que habían llegado una hora antes. La vuelta desde Titulcia la hicieron invirtiendo la vía pecuaria desde Titulcia por donde habíamos bajado. Confirmaron que es una tortura subir este camino para el regreso. Un continuo vaivén de subidas y explanadas, que rompen el ritmo de los ciclistas. Lo esperado.
 
Ruta de la jornada y perfil de la etapa sin la parte final, por pérdida del norte
Por Jokin y Marqués


En el bar nos juntamos todos, para la celebración del cumpleaños de Aure, 41 añicos que nos ha cumplido el mozo. Felicidades amigo y por muchos años. Sobre todo dar las gracias por las cerecitas que te pagaste, éramos muchos y nos tomamos unas cuantas rondas. Lo dicho, muchas veces. 
 
Celebración restaurante el Alto
Foto: Marqués


Avispa y su polvorón
Foto: Marqués

3 de noviembre de 2013, Mañanita de niebla, Nenazas de paseo

Amanecía este domingo con una niebla de esas que hacen volverse para la cama. Pero claro, eso no les ocurre a los auténticos Nenazas, no nos detiene ni eso ni algo más.
Así un grupete de elegidos nos juntamos en la mañana de este día dispuestos a ir al infinito y más allá, como decía Buzz Lightyear, uno de los personajes de las películas de dibujos animados de la saga de Toy Story.
A falta de guía y con Jokin en plan gallo, se nos engañó para hacer una etapa con una subida de las más empinadas del abanico de rutas por las que nos movemos. Ya veréis de cual se trata.
Salíamos bajando al Cristo de Rivas, con fresquete en el ambiente. Tres intrépidos con calzas cortas y otros dos con las largas. Pero eso lo veréis mejor en las imágenes de pelotón.
Por la carretera a buen ritmo nos fuimos hacia San Fernando de Henares, para cruzar al otro lado del río Jarama por el puente del Moco, ese puente peatonal por el que se cruza hacia La Guindalera.
Una vez cruzado el río, por la orilla hacia arriba usando la senda elevada que recorre la vega de este río unos cuantos kilómetros hasta que nos encontramos con un túnel que cruza bajo la M-50 para dirigirnos hacia el Caserío del Henares. Rodeando su vallado y dejando a la izquierda los depósitos de combustible llegamos hasta las cercanías del Castillo de la Aldovea. El camino ha sido cortado con una valla para no acercarse a esta insigne edificación, pero rodeándolo rápido se entra en el barrio del Castillo, de la localidad de Torrejón de Ardoz.
La ruta, como casi todos sabéis, continua rodeando el Parque Europa, el de los monumentos en pequeño de ciudades de toda Europa, hasta llegar al aparcamiento situado junto al cementerio donde salimos de nuevo al campo.
Un camino que discurre paralelo al río Henares es nuestra siguiente vía de pedaleo, con la senda del Corzo por el medio hasta llegar al puente donde se cruza a la otra orilla del río para encaminarnos hacia nuestro hito de la jornada.
En el puente nos hicimos las fotos de rigor, en este caso ayudados por un paseante con un perro que fue el encargado de hacernos las fotos de rigor sobre el puente. Y nosotros a sujetarle el perro.
 

 
Pelotón sobre el puente del río Henares
Fotos: Marqués

 
Había prisa en el pelotón, así que sin apenas pausa seguimos adelante. Poco antes de pasar el túnel que cruza bajo la carretera M-203, Avispa propuso subir hacia Torres de la Alameda para suavizar la subida a nuestro destino pero Jokin erre que erre se empeñó en que había que subir el Cerro del Viso por el lado más duro y cuando Jokin lo dice no queda más remedio. Y el Cerro cubierto de niebla.

Cerro del Viso entre la niebla
Foto: Marqués

 
Así enfilamos hacia la izquierda para encaminarnos hacia allí, aunque esta vez probamos una ruta nueva, que realizamos a ciegas, para acercarnos hasta la base del Cerro por un camino que discurre por detrás de la finca que normalmente atravesamos.
El problema, por llamarle algo, vino después porque al llegar a los alrededores de la zona de los caballos un tirador de arco nos gritó que estábamos en una finca privada y que no podíamos seguir adelante.
Poco caso le hicimos. Yo bajé hacia la pista que lleva al Cerro por medio de los pinos y el resto de grupo con fotos incluidas bajaron por el camino por donde tantas veces hemos bajado. El problema es la valla que dificulta la salida, aunque está tumbada en muchos sitios pudiendo salir sin problemas hacia el citado camino.


  
 
En la base del Cerro del Viso

Fotos: Josemari
 

A partir de ahí tocaba sufrir, a unos más que a otros como siempre. El pelotón se estiró con Jokin en cabeza y los demás de forma escalonada subiendo cada uno a su ritmo.


Josemari en la subida al Cerro del Viso, con un par
Por Josemari
Hay que dar un aplauso al Profe que con un par de huevos llegó arriba el primero, todo un campeón. Aunque como excusa para Jokin subrayar que perdió su lugar por el despiste que tanto le caracteriza. Se equivocó de camino, tomando una pista a la izquierda a mitad de subida y tuvo que hacer unos kilómetros extra para volver a la senda correcta. Es que no aprendemos ni para atrás.
A Josemari y sobre todo a mí se nos hizo más duro, poniendo pie a tierra en alguna ocasión. La verdad es que solo me bajé de la bici una vez, cosa que nunca había pasado, en mis anteriores subidas tuve que empujar la bici al menos 2 o 3 veces durante la subida. Por lo tanto, un poco mejor que otras veces.
Arriba llegué casi sin aire, desencajado pero entero, donde me esperaban el resto de Nenazas. Allí nos comimos el platanito, charlamos unos instantes y continuamos ruta sin demasiada tregua.

Mapa con la subida al Cerro del Viso
Por Avispa

 
Nos tocaba bajar el Cerro de Viso por la carretera asfaltada, hasta llegar a un cruce a la derecha para bajar hacia Torres de la Alameda. El camino cómodo, cuesta abajo hasta el fondo del valle, donde se encuentra es zona que a veces se encharca y toca mojarse los pies. Esta vez no tocaba agua y pudimos pasarla sin apenas barro, eso sí cruzándonos con un grupo de ciclistas que venían en dirección contraria.
Nos juntamos a la entrada a este pueblo, el cual cruzamos sin parar ni para beber agua de la fuente como hemos hecho en otras ocasiones. Dejamos atrás la iglesia, la plaza del ayuntamiento, la plaza de toros y pronto salimos por la pista que va en la dirección apropiada.


Nenazas cruzando Torres de la Alameda
Por Josemari
El siguiente pueblo por el que toca pasar es Loeches, al cual llegamos tras circular por esa pista ancha, sinuosa pero cómoda que nos acerca hasta este pueblo.
A la entrada nos volvimos a juntar, esta vez tocaba nueva foto de pelotón y de un cartel con rutas cicloturistas que proponen para hacer por la zona. Un cartel colocado hace recientes fechas pues la última vez que pasamos por allí, no estaba.


Mapa de Itinerarios cicloturistas por la Alcarria de Alcalá
Foto: Marqués
 
 
Pelotón a la entrada de Loeches

Foto: Marqués
 

Atravesamos este pueblo para encaminarnos hacia el siguiente. Teníamos que bajar hacia Velilla de San Antonio y hay dos alternativas. Por la derecha la senda de Clavi, donde tuvo lugar la rotura de la clavícula del hombro del susodicho y por la izquierda la que baja directamente hacia el polígono de Miralrío en Velilla a la altura de las lagunas del mismo nombre.
Una vez en la orilla del río Jarama, hay que rodear este pueblo para dirigirnos hacia una de las sendas más recordadas de la zona, la senda del Jabalí. La senda deja el Jarama a la izquierda y las lagunas de El Raso, el Soto y otras a la derecha.

Mapa con la senda del Jabalí
Por Avispa

 
La senda discurre aguas arriba por un camino precioso sobre todo en esta época del año. Un manto de hojas caídas de los árboles tapizan el suelo de la ribera de este río. Qué os voy a contar que no sepáis.
Allí el grupo se partió en dos, con Jokin, el Profe y Josemari por delante, y Avispa y yo a la zaga. A buen ritmo circulaban los de delante pues no fuimos capaces de alcanzarles hasta toparnos con un escollo en el camino. Un tractor estaba arando los campos junto al río y no hubo más remedio que poner pie a tierra y empujar las bicis para atravesar la tierra suelta durante un buen rato. ¿Qué costará dejar una pequeña franja de tierra para que la gente pueda pasear y montar en bici junto al río?

Pelotón en la vega del río Jarama, bajo el Cristo de Rivas
Foto: Marqués

 
Una vez nos subimos de nuevo nos quedaba por delante la zona de antiguas graveras y el camino que nos lleva hasta los Viveros Don Pedro. Allí solo queda por delante la carretera hasta la rotonda de la 3-M y la subida del Cristo de Rivas.
Ni que decir tiene que encabezó el pelotón el de siempre, Jokin. Detrás subió el Profe, para rematar un día pletórico de fuerza. Avispa a la zaga y cerrando el grupo Josemari y el que os lo cuenta.
A las cerecitas, que degustamos en el Bar de Chapu, tras los 58 kilómetros recorridos, solo acudimos 4, el Profe se fue para casa que por la tarde le tocaba ir al Calderón y tenía prisa.
La etapa fue realizada a una velocidad media de 18 km/h y con una estancia en la bici de unas 3 horas y cuarto, según los datos que aportó Jokin. Eso sí, un poco más para los que llegamos detrás, pero eso es lógico y natural, la vida misma.

Ruta completa y perfil de la etapa. Los kilómetros recorridos tienen exceso por pérdida de señal durante el recorrido 
Por Avispa

 
Esto es todo amigos, salud, buen rollito y hasta la próxima.