A falta de dos fines de semana por delante hasta que
cambiemos de año, un grupo reducido de Nenazas nos juntamos el Domingo por la
mañana a cumplir con la habitual que hacemos algunos en el día de descanso dominical, hacer bici por los caminos del sureste.
Como es habitual a la hora de la salida ni idea de dónde íbamos
a ir, y eso no es bueno porque cuando dudamos lo decide Jokin y ya sabéis como acaba
la cosa. El frío era intenso y molesto sobre todo por las calles del pueblo. Pedaleábamos para retomar
rutas que hace bastante tiempo que no hacíamos.
Una vez en el pueblo cruzamos la A-3 por debajo para encaminarnos hacia las instalaciones de la Escuela de Protección Civil. No me preguntéis que donde está porque todos lo sabéis y es imposible que lo hayáis olvidado aunque haga muchas fechas que lo que perdisteis la costumbre de dar pedales sobre una bici.
Una vez en el pueblo cruzamos la A-3 por debajo para encaminarnos hacia las instalaciones de la Escuela de Protección Civil. No me preguntéis que donde está porque todos lo sabéis y es imposible que lo hayáis olvidado aunque haga muchas fechas que lo que perdisteis la costumbre de dar pedales sobre una bici.
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
Una vez allí,
cruzamos el puente sobre el río Manzanares, ese río que pasa por Madrid y que nace
en La Pedriza, bajo la Bola del Mundo. Llegamos a Casa Eulogio y la ruta nos lleva a la izquierda
por los cantiles del Manzanares en busca de nuestra siguiente parada, el
desprendimiento cercano a la junta de los ríos Jarama y Manzanares.
Camino entre el río Manzanares y los cantiles
Foto: Marqués
En el desprendimiento
Fotos: Volador
Allí me esperaban mis compañeros porque me retrasé haciendo
unas fotos del bello paisaje de este espacio natural sin igual.
Cruzamos a patita, no hay otra forma, para
rápidamente dirigirmos hacia la Presa del Rey, donde hubo una nueva reunión.
Al continuar el grupo se separó en dos, con los más rápidos por delante y los otros dos a la
zaga, pensando que los de delante se pasarían del cruce que teníamos que hacer. Pero no, esta vez Jokin no había perdido el norte y se
acordaba por donde había que ir y salió por el lugar adecuado sin bacilar un
instante.
Por la pista asfaltada de la Confederación Hidrográfica del Tajo
Fotos: Marqués
Por delante nos quedaban unos cuantos kilómetros de pistas y
caminos entre las huertas de la Comarca de la Vega del Jarama en el municipio
de San Martín de la Vega.
La cadeenaaaa
Foto: Marqués
Ya avisaba yo a David que nos tocaba cruzar un camino que
siempre que llueve acumula muchos charcos y que nos tocaba cruzar alguno sin
posibilidad de salir seco. Pero aunque David tomó nota no eligió la forma adecuado
para no hacerlo. Intentó circular por un pequeño borde de tierra elevado con lo
que con el primer patinazo acabó adentrándose en el campo arado situado a su
izquierda dando saltos hasta que tuvo que bajarse de la bici por posibilidad de
vuelco. Por poco se libró del tortazo aunque tuvo que salir empujando su bici
entre terrones. No volvió a intentar repetir la jugada.
David al terruño
Fotos: Marqués
Una vez en la orilla del río, llegamos a la carretera de San
Martín hacia Morata y Arganda, la M-506. Nos quedaba por delante el escollo de
la jornada, el que Jokin nos había elegido amablemente como subidita del día, Vallequillas.
Urbanización Vallequillas
Foto: Marqués
Qué os voy a contar que no sepáis, una rampa asfaltada
bastante empinada seguida de otras ya con firme natural, con unas cuantas piedras
que esquivar. Ahí se estiró el pelotón, como no podía ser menos con rampas cercanas al 20%, para llegar arriba escalonadamente aunque sin demasiadas
diferencias, la cuesta no es tan fiera como lo era antaño y daba la sensación
de que incluso tenía menos pedruscos.
Fotos: Jokin
Una vez arriba y en el lugar habitual tocaba la parada del
platanito, que hay que recuperar energías para poder completar la etapa sin
problemas.
Parada del platanito
Foto: Marqués
Una vez cumplido el tiempo de rigor seguimos hacia adelante,
primero con una cuesta pedregosa de pequeño tamaño donde David derrapaba entre
piedras tras el Volador y Jokin.
Charco helado
Foto: Marqués
El camino acaba juntándose con la Vía Pecuaria que baja
hacia Titulcia, para una vez en ella girar a la izquierda en dirección a la
cementera de Morata. Ese camino si que lo conocéis bien, lo hemos hecho
montones de veces viniendo de varios lugares. Entre ellos después de subir la
urbanización Valgrande, más conocida como Valsuputamadre, por poner un ejemplo.
Una vez en la cementera, circulamos por la Vía Verde de Morata,
ya de vuelta, para llegar al Vaáamono y lanzarnos hacia abajo en busca de la
M-313. Ese camino sí que lo conocéis así que me lo salto, para enlazarlo de
nuevo cuando llegamos al puente de Arganda, donde nos volvimos a juntar.
Solo nos quedaba subir las calles del pueblo para llegar a
nuestro destino. David eligió una ruta alternativa hacia los soportales, con lo que se despidió
pronto del pelotón al igual que Jokin al que perdimos en la distancia subiendo
hacia el Miguel Ríos.
No lo volveríamos a ver hasta que llegamos al Champu, donde
habíamos quedado con algunos, a los que no citaré, para tomarnos unas cerecitas
después de los 57 kilómetros recorridos.
Allí no acudimos más que los que terminamos la ruta, así que
un par de fresquitas y para casa, que nos esperaban para comer.
Y para despedir esta crónica recordar que va quedando menos
para acabar el año, solo queda una posibilidad de que hagamos etapa con mucha
gente. ¿Alguien se anima para el domingo?
Espero veros a los más posibles y si no es así, hasta el año que viene Nenazas.
Espero veros a los más posibles y si no es así, hasta el año que viene Nenazas.