GPS, en busca de nuevas rutas

En la presente semana, GPS ha dedicado parte de su tiempo en la búsqueda de nuevos tramos por donde hacer rutas.
 
Seguro que nos sorprenderá, aunque miedo nos da a más de uno.
 
Gracias RAFA
 

Parece la ventana de la vieja l'visillo, pero es el nombre de una finca en una zona entre Morata de Tajuña y Chinchón.
 
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Unos tramos del rio Tajuña y campos, de la zona entre Morata y Perales de Tajuña
 

 
 
 
 
Bellos paisajes entre Campo Real y Perales de Tajuña

Fotos: GPS

27 de enero de 2013, a Vallequillas y vuelta


Había alguna amenaza de lluvia en los pronósticos de meteorología para el domingo a la mañana, pero eso no era ningún freno para el pelotón Nenaza. Hay otras cosas que nos dejan en el dique seco alguna que otra vez,  pero en este caso Mamá naturaleza se portó de maravilla de nuevo y permitió una nueva etapa por esos caminos del sureste madrileño.

A la convocatoria matinal acudimos 10 valientes, con algunas bajas de última hora. Unos confundidos por la noche y algún otro por causa mayor. Vuelven tras un largo periodo de ausencia Trancas y Calzas.

Así que a las 9 y algo, salíamos en dirección al pueblo por el camino del pinar hacia la avd. Pilar Miró, camino habitual hacia el pueblo de Rivas. A la altura del Miguel Ríos se nos enganchó José Luis, que le va cogiendo el gustillo con su nueva montura, que esperemos le de muchos buenos momentos.

El destino propuesto en principio fue la subida de Vallequillas, una etapa de esfuerzo moderado, aunque con un cuestorrón de los que nos quitan el hipo o eso era hasta ahora.

Para llegar a esa zona la ruta elegida como bien sabéis pasa por cruzar bajo la A-III, seguir hasta los edificios de las escuelas de Protección Civil y cruzar el rio Manzanares para bajar por la margen derecha por el puente junto a Casa Eulogio.

Un par de escollos para continuar hacia nuestro destino, la barra metálica primera y la cadena una vez giramos a la izquierda, esa en la que metieron las máquinas a finales del verano o principios del otoño y consiguieron que nadie pudiera cruzar montado sobre la bici, teniéndose que bajar para cruzarla. En este caso gracias a la amabilidad de alguno, muchos cruzamos bajo ella montados sobre la susodicha.

En pelotón llegamos hasta el desprendimiento, donde hubo contacto con un gran grupo que nos adelantaba mientras nos íbamos a hacer la foto de pelotón de la jornada. Una montonera de arriesgados, entre ellos el mecánico de Bicis Rivas, que atascaron un ratito el paso entre los trozos de cortado yesífero desmoronados hace un par de décadas.
 
Atasco en el desprendimiento
Fotos: Marqués

El paso se desatascó en un rato y tocaba seguir adelante, aunque también tocaba decir adiós a las tres primeras y únicas bajas de la jornada. Antonio cumplía cupo, aun con ganas de seguir un poco más, Calzas también pensaba en el regreso y Elevator con más ganas que otra cosa, convenció al resto para no seguir más e iniciar la vuelta. Así no majete, que luego te duelen las calicatras cuando hay que hacer cosas más largas. El hábito hace al monje y el esfuerzo a todo rutero que se precie. Esperemos vuelvas por tus fueros que grandes etapas nos has dado en el pasado. Ahí queda eso.
 
Pelotón y a seguir
Fotos: Marqués

El pelotón continuó por la pista asfaltada hacia delante, para desviarnos hacia las pistas de tierra de la vega del Jarama a la altura de las casas de La Boyeriza. Allí hubo que evitar un par de cadenas, de esas que tanto le gustan al Holandés, que dicho sea estuvo a puntito de tragarse la segunda de ellas. Un frenazo a última hora le libraron de un hostión en toda regla. No hay que perder concentración.

Por las pistas de tierra volvió a surgir la duda de si seguir hacia Vallequillas o irnos hacia el vertedero de Pinto, una etapa más cómoda y tranquila. Pero la idea debía estar clara, porque la decisión fue seguir hacia Vallequillas.

En esa zona alguno pensó que nos íbamos a mojar, pero las finas gotas que nos caían eran causa de la neblina meona que adornaba el paisaje de la ribera del bajo Jarama a la altura de San Martín de la Vega.

A la base de este cuestorrón llegamos casi juntos, pero la subida nos iba a estirar sin dudarlo. La verdad es que el comentario general cuando llegamos arriba era que se nos había hecho menos dura que otras veces seguramente por el buen estado del firme. La razón no es esa, lo principal que no se nos escapa a ninguno es el mejor estado general del pelotón, que sube con más energías que antaño, hemos mejorado nuestra forma y eso nos permite subir con más energía.

En el lugar habitual hicimos la parada del platanito, donde recuperar fuerzas, comentar la etapa y hacernos una nueva foto de pelotón con los más esforzados del día.
 
Llegando a la parada
Fotos: Holandés

Pelotón en Vallequillas
Foto: Marqués

Solo quedaba llegar hasta la vía pecuaria que une la cementera de Morata con Titulcia, donde José Luis empezó a notar el esfuerzo acumulado, descolgándose un tanto del grupo.
 
Espera en la via pecuaria
Foto: Marqués

Tras una espera, seguimos adelante por la vía pecuaria, pasando junto al camino que viene de Valgrande y bajo el Cerro del Suicidio, ese lugar llenito de huesos que tanto les gustó al Sargento y a Casper, el día de la incorporación de éste al pelotón.

Hasta la cementera llegó el pelotón principal por delante, con Marqués y José Luis por detrás. Era el primer día que José Luis circulaba por esos caminos y había que acompañarle para evitar pérdidas innecesarias.

Continuamos zigzagueando por los conocidos caminos para llegar hasta lo alto del Vaáamono, por el que una vez más tocaría bajar. El pelotón iba adelantado un tanto, José Luis bastante cansado, con lo que ya en zona conocida y sin posibilidad de pérdida o despiste, tiré hacia delante para hacer el resto de etapa en solitario hasta el Camelot.

Todo lo que quedaba por delante lo conocéis bien todos, no hace falta contar mucho más, salvo que completamos la etapa con unos 56 km recorridos en nuestras piernas, celebrando la llegada con las correspondientes cerecitas, sin ellas no sería lo mismo.

Por último, animar de nuevo a los que faltaron a volver a dar pedales con nosotros, convencer a alguno a que hay que hacer las etapas más largas y dar fuerzas  a José Luis  porque con esfuerzo se consiguen metas, todos hemos pasado por esos trances.

Echamos de menos a unos pocos, pero no quiero olvidarme de uno de los más habituales. En algún momento miré hacia delante y no estaba, al mirar atrás tampoco. Hasta el domingo compañero.

Un enlace que nos manda Casper con el recorrido de la etapa y el perfil.

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3902561

Imagen de wIkiloc por Casper  

20 de enero de 2013, a comer palmeritas a Morata de Tajuña


Esta es una de esas etapas que por sencillas y conocidas, no tiene mucho que decir ni explicar, pero con un esfuerzo, intentaré contar algo de ella.

Estábamos dentro de una ciclogénesis explosiva, que apenas se notó salvo por el viento fuerte y molesto, que no viene nada bien cuando vas montado encima de una bici.

Convocados el sábado por Jokin, acudimos 7 Nenazas a la cita dominical, con alguna baja de última hora y uno que hacía mucho tiempo que no tocaba rueda.

La salida un tanto retrasada, uno que llegaba un poco tarde y mi bici volvía a estar con la rueda trasera sin aire. Esta vez reventó por un defecto de la cámara. La llevé por la tarde a Decatlón y la devolví.

Después de tanta penuria, y en honor de  Casper tomábamos la salida en dirección a Morata, ya que aún no conocía este municipio del sureste madrileño y tenía ganas de hacerlo, así como de probar las tan nombradas palmeritas morateñas.

La salida por el pinar del Cerro del Telégrafo, había llovido en cantidad el día de antes y había miedo a la senda estrecha que lo da la vuelta. Y enfilados por la avd. Pilar Miró en busca del pueblo.

Una vez en la laguna de El Campillo, como tantas y tantas veces elegimos la subida por la carretera de Chinchón y el Vaáamono, que la lluvia no le afecta en absoluto.

La llegada hasta arriba un tanto escalonada, pero sin demasiadas diferencias, y después de las fotos de rigor, Antonio se volvía tras el cupo cumplido.


Pelotón de la jornada
Fotos: Marqués


El resto no lo dudamos, y vía verde adelante tomamos dirección hacia Morata, sin pausa y con prisa. Una bajada vertiginosa que nos llevó en un pis pas hasta el helipuerto de Morata.

Ahí unas nuevas fotos, que Casper tenía muchas ganas de posar sobre la gran H pintada sobre el suelo y rápido sobre la bici que nos esperaban las palmeras en Morata.


En el helipuerto de Morata de Tajuña
Fotos: Marqués


En los últimos bolardos antes de entrar a Morata, se mascó la tragedia. Según parece unos ciclistas que subían decidieron no apartarse y tras el frenazo del Sargento, el Gavilán tuvo que hacer un caballito inverso para no comérselo. Su rueda delantera frenó en seco y la trasera se levantó del suelo. Si le pasa a otro, hostia segura pero el Gavilán es el puto amo sobre ruedas.

Entre risas y charlatadas llegamos hasta la plaza de Morata, entrando el pelotón en la pastelería en busca del preciado bocado. Es de destacar que el Gavilán se marcó un tanto e invitó al resto a palmeritas morateñas, que fueron degustadas con placer en la plaza delante del ayuntamiento.

En la plaza del ayuntamiento de Morata de Tajuña
Fotos: Marqués


La vuelta evitando en carril de la vía verde, pues tal y como se hizo en la primera salida de Casper con el grupo, el pelotón eligió la subida por carretera en dirección a Arganda del Rey. Es de contar que la mayoría la desconocíamos. Una subida un tanto empinada que nos llevaba hasta la zona de las canteras, junto a las explanadas donde vuelan con avioncitos.

Arriba nos juntamos todos, para tomar el camino archiconocido que nos lleva hacia la cementera y sin parar pronto estábamos bajo el puente metálico de la vía verde, para cruzarlo y empezar la bajada de nuevo por el Vaáamono.

La bajada a todo trapo, con el grupo estirado pero sin demasiado espacio entre los ciclistas, para juntarnos de nuevo junto a la carretera de Chinchón y enfilar hacia Rivas.

La subida hasta casa por las calles de Rivas en tres grupos, con Avispa y Gavilán por delante, Sargento y Casper por el medio, y el Profe y Marqués a corta distancia.

Cada grupo llegó al Camelot tras 52 km por separado al elegir rutas diferentes para la subida, pero allí nos juntamos a platicar sobre la etapa y recuperar líquido, tomando unas cerecitas que supieron a gloria.

Ruta en plano y en foto aerea
Por Sargento Pegatinas

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=3876430
Un enlace que nos manda Casper de la vuelta de la ruta en Wikiloc:


Un saludo al resto y esperamos veros pronto.   

13 de enero de 2013, rodeando el aeropuerto de Barajas

Amenazaba la noche anterior con una tormenta en forma de granizo de los que quitan el hipo, con algunas piedras del tamaño de una pelota de tenis, al menos eso nos aseguraba el Sargento, que incluso inmortalizó uno de ellos. Como decían aquellos conocidos habitantes de una pequeña aldea gala que resistía a las envestidas de las tropas romanas, por Tutatis parecía como si el cielo se cayera sobre nuestras cabezas.
 
Uno de los granizos
Foto: Sargento

Un día más de esos de los que a falta de guía, no sabemos dónde ir, a las 9 de la mañana, con una temperatura entorno a los 4º C, nos juntábamos 9 empedernidos de la rueda en busca de una nueva etapa.
La salida se hizo algo de rogar, entre la espera de uno al que se le debieron pegar las sábanas y la duda de nuestro destino, retrasamos algo el contacto con el asfalto.
Al final decidió Rulo, empeñado en hacer una etapa plana nos hacía bajar hacia la vega del Jarama por el Cristo de Rivas en dirección a San Fernando de Henares. Una bajada un tanto más relajada que otras veces, dado que en esta ocasión el suelo se mantenía todavía mojado tras la citada tormenta nocturna. Una caída no era lo más apropiado en dicha bajada.
Pronto estábamos junto a la depuradora de Casaquemada y el Puente del Moco, al que llamabamos Golden Gate, ese que cruza el Jarama hacia la finca de la Guindalera. Aunque esta vez no tocaba cruzarlo, pues nuestro camino no iba dirigido hacia Torrejón de Ardoz, sino río arriba camino de La Muñoza en el aeropuerto de Barajas.
La ruta continuó por el paseo de los Plátanos y tras girar a la izquierda por el paseo de los Chopos, para llegar casi hasta la glorieta de Europa, donde cruzamos el parque y sorteamos la carretera que une a ésta localidad con la M-50 y Torrejón. Dicho tramo discurre entre campos de cultivo y chabolas, estando lleno de charcos y barro producto de las lluvias nocturnas.
Siguiendo río arriba llegamos hasta el Estadio Municipal de San Fernando, zona polideportiva situada junto al río, muy cerca del Barrio de la Estación de Coslada. Recordar que ambos municipios  están unidos, con una calle que los separa físicamente. A cada lado de ella, el pueblo es diferente.
Volviendo a nuestro recorrido, la ruta continua siempre junto al Jarama, pasando bajo la vía del tren de cercanías, para cruzar sobre la M-21 y la A-2, encaminándonos hacia la vía pecuaria SR-71, que rodea al aeropuerto de Barajas, en la zona de La Muñoza.
Una vez en ella, solo nos quedaba seguir este vía situada entre el cauce del río Jarama reconducido tras la ampliación de las pistas del aeropuerto y las citadas instalaciones. Una ruta apenas empinada, donde disfrutan aquellos que les apasiona rodar con la bicicleta y un tanto monótona para los que estamos acostumbrados a los sinuosos caminos de Arganda, que suben y bajan sin tregua.
Tras cruzar bajo la carretera que une el pueblo de Barajas con Paracuellos del Jarama, la M-111, la ruta continúa en la misma dirección. Ahí el pelotón estaba dividido en dos grupos, los de delante tirando del grupo y algunos un tanto retrasados y más lentos, por detrás.
El cauce cementado del arroyo de Valdebebas es el siguiente lugar reconocible, donde sin pausa continuamos adelante para hacer la reunión tras cruzar el arroyo de las Zorreras, el que baja por debajo de las pistas del aeropuerto desde la depuradora de La Moraleja, hasta unirse con el río Jarama. Unos lo cruzaron por los bloques de cemento y otros sin miedo, directamente por el agua.

Cruzando el arroyo de las Zorreras
Video: Clavi
En ese lugar la foto de pelotón, un poco de reposo, Antonio de vuelta a casa y el resto a continuar camino rodeando las pistas del aeropuerto, rumbo Norte.
 
Pelotón de la jornada
Fotos: Marqués

Un problema de esta ruta es el molesto ruido sobre todo a la altura del despegue de los aviones, incrementado en el día de hoy por el fuerte viento dominante, que seguramente lo hiciera más molesto al tener que acelerar más los motores de los aviones en el despegue, provocando una mayor y molesta intensidad.
 
Elevator y un avión en despegue
Foto: Marqués

Poco después hay que cruzar un nuevo cauce, en este caso el arroyo de la Vega, que pasa por la depuradora EDAR  Arroyo de la Vega, del municipio de San Sebastián de los Reyes, por donde más adelante pasará la ruta.
Cruzamos bajo la M-50, para realizar un corto tramo de camino río arriba tal y como hiciéramos la primera vez que realizamos esta etapa, cuando GPS nos enseñó la ruta. Para girar de nuevo a la izquierda y enfilar hacia arriba hacia el citado municipio madrileño.
En la única cuesta de la etapa, obviando la subida del Cristo de Rivas, donde se estiró el pelotón entre risas de alguno y resoplidos de otros. Dicho camino acaba junto a una gasolinera situada junto a la A-1, para cruzarla hasta la zona de los centros comerciales denominada Plaza Norte 2. Tocaba hacer un descanso, unas fotos y sobre todo relajarse para la vuelta a casa.
 
Camino del Plaza Norte 2, con las 4 torres al fondo
Foto: Marqués


Casi pelotón en Plaza Norte 2
Foto: Marqués

La vuelta bajando la carretera asfaltada que baja directamente desde el Plaza Norte 2 a la depuradora EDAR Arroyo de la Vega, para cruzar bajo un puente y rodear las pistas del aeropuerto en dirección a nuestro camino de ida.
Es de destacar que no hubo apenas tregua de regreso, aunque el pelotón volvió a separarse en dos. Por detrás, con un miembro del grupo algo tocado y otro con la bici de nuevo perjudicada, volvía a perder aire tal vez por un nuevo pinchazo o quizás por un parche mal colocado. A la altura de la A-1 casi hubo unificación, aunque por poco no se junto el grupo.
Como se narra, la ruta fue idéntica a la de ida, salvo para Elevator que evitó la senda embarrada junto al río y en el Estadio Municipal de San Fernando se dirigió a la circunvalación del municipio enfilando hacia la carretera del Cristo, sin volver a pisar tierra en el resto del recorrido.
Los de delante llegaron sin ninguna novedad al Camelot, quedando uno por el medio y otros dos por detrás a merced de una bici que fue inflada de aire en numerosas ocasiones para evitar el cambio de la cámara. Quizás fuera un error, visto lo visto.
El final de un día ventoso, tras los 62 kilómetros recorridos, brindando con unas cerecitas en el citado bar Camelot, lugar habitual de final de las etapas. Que os voy a contar que no sepáis.
 
Ruta y resumen
Por Sargento

Y para finalizar animar al resto del pelotón a su reincorporación a las rutas dominicales, porque aunque no lo creáis se os echa de menos, Nenazas.


Tomas falsas
Fotos: Marqués
 

7 de enero de 2013, gorilas en la niebla a Titulcia

Amenazaba un día grande, el Holandés había anunciado el día anterior una etapa larga por lo que había que atarse bien los machos, porque sería una etapa para recordar.

Amanecía con una niebla muy espesa, de las que no se van en casi todo el día, pero ese no era el problema para los 9 Nenazas que acudimos a la cita del domingo para realizar la primera etapa conjunta del grupo en este nuevo año, algunos intrépidos hicieron pequeñas incursiones durante la primera semana del año.

A las 9 de la mañana, en la plaza de los Picos de Urbión se daba el banderazo a una larga etapa que nos quedaba por delante y así entre la niebla salíamos hacia el parque del Cerro del Telégrafo para bajar hacia el pueblo por la avenida Pilar Miró.

Las calles estaban casi desiertas, con el firme muy húmedo por la niebla con el grupo bajando con cautela para evitar patinazos sobre el duro asfalto. Así continuamos hasta la laguna de El Campillo en un pelotón unido solamente estirado en algunos momentos en las calles más empinadas.

Bordeamos la laguna con una densa niebla que nos acompañaba en todo momento, no parecía que estuviéramos en Madrid, sino más bien en alguna que otra ciudad británica muy famosa por sus ambientes similares.
 
Los gorilas en la niebla
Fotos: Marqués

Llegamos hasta el puente del Tren de Arganda, donde vinieron los primeros problemas. El puente en alguno de sus tramos de cemento tenía una fina capa de hielo y había que andar a pasos cortitos tal y como lo hacían las muñecas de Famosa en aquel anuncio histórico. De no hacerlo alguno hubiera acabado por los suelos o quizás enros del puente o incluso debajo de él. En estos casos precaución compañeros.  
  
A cruzar el puente
Foto: Marqués

Una vez superado el escollo del puente, enfilamos hacia La Poveda para iniciar las primeras rampas por el carril bici que te lleva a la Vía Verde de Morata. Más o menos a la mitad, como muchas veces hacemos, giramos a la derecha para adentrarnos en el polígono, cruzar la antigua carretera de Valencia y dirigirnos hacia el Hospital del Sureste.
 
En La Poveda
Foto: Marqués

Una vez allí, en vez de dirigirnos hacia la Vía Verde usamos el camino de tierra paralelo a ésta para ascender en los primeros kilómetros. Tocaba seguir subiendo, las dos primeras y únicas bajas de la jornada se iban a despedir del pelotón para regresar a casa. Era el momento de la foto de grupo para inmortalizar nuestra etapa.
 
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

Para seguir hacia la cementera de Morata, nuestra siguiente meta, elegimos la Vía Verde. Esta vez sí, pues nos esperaba una larga y dura etapa por lo que decidimos subir de la forma más cómoda posible. La subida fue rápida, con un pelotón estirado por los demarrajes de alguno de los participantes, que de forma sorpresiva mantenía un alto ritmo para lo que se estaba acostumbrado en él, parecía que su nueva montura le daba alas subiendo tras el Holandés con el Sargento a rueda en todo momento. GPS tomó una ruta alternativa, subiendo por el camino paralelo a la Vía Verde hasta nuestro punto de encuentro a la altura del Vaáamono.

Seguimos hacia la cementera, saliéndonos de la Vía Verde a la altura del tunelito que hace esta ruta cuando cruza bajo un camino. Ahí iniciamos nuestros pasos hacia la meta del día, pues pedaleando por la vía pecuaria nos dirigíamos hacia Titulcia.

El camino por la vía pecuaria es largo hasta llegar a esa localidad, más largo de lo que parece. Rodeados siempre por la niebla volábamos hacia nuestro destino. El grupo se estiró, con los tres miembros más rápidos delante, el que escribe en el medio y el resto por detrás.

Así poco a poco, nos acercábamos hacia Titulcia. Sorteando piedras, surcos y baches, cada vez estábamos más cerca de esa localidad, y al fin estábamos allí con los primeros 40 kilómetros recorridos en nuestras piernas.

Una idea estaba en nuestras cabezas, los pepitos de crema que nos comimos la otra vez que hicimos esta dura etapa. Así sin pensarlo más nos fuimos en busca de la panadería para comprarlos y degustarlos.

Decir tiene que pepitos de crema no había, así que decidimos cambiarlos por unas estupendas palmeras de chocolate, que aunque no tienen nada que ver con las de Morata, calmaron la gusa de los estómagos de más de uno.
 
Holandés y Clavi con las palmeras
Foto: Marqués

Avispa tenía sus pies doloridos, Casper llamó a un amigo que vive en ese pueblo para un encuentro y mi nueva bici amenazaba desastre con la rueda trasera con la presión baja. Maldita sea su estampa, que con la bici no compré cámara de repuesto y aunque la desmontamos con minuciosidad, no le encontramos pincho ni pinchazo. Así que con dos cojones, la inflamos de nuevo y rezamos para que aguantara el resto de la etapa, ayudado por el aire que le fui metiendo en cada ocasión que nos deteníamos.
 
Durante el pinchazo de la 29er de Marqués
Fotos: Clavi y Casper

El siguiente paso era la vuelta, cruzamos el río Tajuña por la carretera que une a esta localidad con Villaconejos, pueblo famoso por sus melones, y aguas arriba de este río por su vega volvíamos hacia casa.

Una vez en la pista principal que recorre los cortados yesíferos del Tajuña vinieron nuevos problemas para el pelotón. El suelo estaba completamente blanco y helado en algunos tramos. En uno de estos, desde delante se oía un resbalón y una voz que anunciaba caída. Al girar nuestras cabezas Casper estaba por los suelos y como si se solidarizaran con él, el Sargento y Avispa hacían la misma jugada, deslizándose por los suelos con las carcajadas del resto. Había que tener cuidado en esos tramos y estos tres no lo tuvieron suficientemente.
 
Tras el patinazo
Foto: Marqués

Al poco llegamos a la altura de la laguna de San Juan, situada en el término municipal de Chinchón, bonito enclave Refugio de Fauna de la Comunidad de Madrid. Esta vez nos saltamos la visita a la dolina, íbamos justitos de tiempo y una parada nos retrasaría en exceso. Además, el Sargento llevaba una de sus ruedas pinchadas, aunque también trató de inflarla por si aguantaba.

Hasta la carretera que sube a Chinchón llegamos muy pronto, y una vez cruzada volvimos a coger la pista que recorre la vega del Tajuña aguas arriba, para pasar primero junto a la laguna de Casasola a la izquierda, el castillo de Casasola a la derecha y por fin volver a cruzar este río.

Una vez cruzado, a la derecha del camino recordar que hay otra laguna, en este caso la  laguna de San Galindo, enfilamos hacia la carretera que une la Alcoholera de Chinchón con el pueblo de Titulcia. A la mitad de la recta, la rueda del Sargento no pudo más. Un grito y una nueva parada para la reparación. Los de delante esperamos al borde de la carretera y el Sargento auxiliado por GPS y Casper, solucionaron el problema cambiando la cámara de su maltrecha rueda. Un pequeño alambre tenía la culpa.
 
Pinchazo del Sargento
Foto: Casper

Nos quedaban por delante unos cuantos kilómetros, empezando por la subida de la urbanización Valgrande, o Valsuputamadre como la llamaba alguien. La subida se realizó a buen ritmo, con menos diferencia entre los miembros del pelotón de lo esperado una vez en lo alto, pero sobre todo con un grupo unido y compacto como hacía mucho tiempo que no pasaba.

Sin mucha tregua seguimos hacia delante, era la una de la tarde y las previsiones indicaban que la llegada se retrasaría esta vez más de la cuenta. Al poco ya estábamos de nuevo en la vía pecuaria, y sin tregua continuamos hacia la carretera M-301, la que une el Puente de Arganda con Morata. Llegamos a ella, circulamos unas centenas de metros por ella y giramos tras pasar la cementera a la derecha para encaminarnos hacia nuestro conocido camino Vaáamono.

La bajada fue vertiginosa, no recuerdo una bajada mía parecida, con buena picha bien se jode creo que decía el refrán. Así que volamos hacia abajo en busca de nuevo con la mencionada carretera que nos iba a llevar hasta Rivas.

Ese tramo de carretera siempre se me ha atragantado, pero esta vez parece que me ayudaba para ir más deprisa. Me puse a tirar tras de Avispa, que había recuperado sus fuerzas y adelanté a los que tenía entre él y yo.

Junto a la laguna de El Campillo llegué a su altura, seguimos hasta el pueblo y con el Holandés a vista pedaleábamos junto a Clavi, que nos dejaría en las primeras rampas. El camino directo a su casa es diferente al nuestro con lo que cada uno por su lado.

El resto de la subida lo hicimos subiendo hasta el Auditorium Miguel Ríos y la avenida Pilar Miró. En los últimos tramos de dicha calle me entró un poco de pájara y a distancia nunca perdí de vista a mi acompañante.

En el parque del Cerro del Telégrafo Avispa me esperó, y recorrimos el último de los 84 kilómetros de la jornada juntos. El Camelot no podía ser, era las 3 de la tarde y había que llegar a casa, y además un guasap de Josemari nos anunciaba que estaba cerrado, si no recuerdo mal.

Acabé muy cansado, imagino que como el resto, pero muy feliz, por fin había concluido una etapa de las largas y llegando en las zonas delanteras del grupo, pero sobre todo no había causado retrasos al pelotón salvo el incidente de un pinchazo que al final aguantó. Por la noche, la rueda estaba desinflada.   

Hay amenazas de etapas largas y duras, pero todo se andará, aunque sobre todo hay que tener paciencia y tranquilidad que en el invierno los días son más cortos, en primavera más largos y con mejores condiciones para la práctica de nuestro deporte favorito.