24 de diciembre de 2011, en Nochebuena jornada de confraternización

Pues si, no era un día para exceso de kilómetros y por ello la decisión fue realizar una etapa corta y celebrar las fiestas en el Camelot.

La quedada a las 9:30 h. en la plaza, donde nos presentamos 9 valientes en una gélida mañana.

La ruta prevista y la realizada coincidieron casi a la perfección, pues tomamos la salida por el parque del Cerro del Telégrafo y tomamos el poco usado últimamente, camino de los cortados.

El suelo en algunos tramos de la ruta, todavía estaba bastante helado y con un bonito color blanco que nos indicaba que aquella noche había caído un buena helada.

En los caminos escarchados
Fotos: Marqués

Recorrimos todo el camino casi juntos, o más bien, hubo muchos puntos de unión, para esperar a los rezagados y a los más cautos en las bajados pedregosas.

Diversas imágenes por la ruta de los cortados
Fotos: Josemari

Llegamos a la laguna del Campillo sin novedad, en grupo y el final de la ruta en la zona trasera de este espacio natural.

Allí justo donde empieza la senda que lleva hasta el puente de hierro del Tren de Arganda, nos juntamos de nuevo, y allí fue donde surgió de una mochila una botella de sidra El Gaitero, la mejor del mundo entero, ya tradicional para las celebraciones navideñas. Nos la bebimos al instante, y tras unos breves reportajes fotográficos y cinematográficos, iniciamos la vuelta a casa. Eran las 10:30 h.

En la Laguna del Campillo
Fotos: Marqués

El regreso al Camelot fue una desbandado total, 3 volvimos por las calles del pueblo y el resto de nuevo por los cortados. Aunque GPS eligió la ruta corta para volver acortando un tanto. Eso si la mañana ya caldeaba un poco más y los campestres llegaron con una ración extra de barro en sus bicicletas y trajes.

Los primeros en llegar, los cagaos de las calles del pueblo a las 11:30 h., después los más rápidos del pelotón, un grupo con 3 más poco después y el último uno, que no nombraré, que dio con sus huesos en ell suelo al salirsele la cadena en una cuesta.

En fin, que hubo jornada de confraternización navideña y celebración como debe ser, para ir acabando el año.

Un saludo a todos, y feliz año nuevo con rutas emocionantes por nuestro querido sureste madrileño.

18 de diciembre de 2011, otro nuevo reto a Perales de Tajuña

La mañana se levantó fría, muy fríaaaaa, bajo cero. Pero eso no es límite para algunos, que aun con temperaturas gélidas, tienen las narices de madrugar un domingo, vestirse de largo y salir a darle a los pedales.

Como es de costumbre, a las 9:00 de la mañana ahí estábamos un grupo de valientes. Esta vez si nos acompañaba GPS, por lo que no había dudas de que no nos perderíamos por esos caminos del Sureste madrileño.

No teníamos claro dónde ir, pero como el Profe propuso el reto de ir a Perales de Tajuña, para allá nos fuimos.

Una buena parte del recorrido trascurrió por idéntico trazado al de la semana anterior, bajando por detrás del Cerro del Telégrafo, carretera de Chinchón, camino Vaáamono y canteras de Arganda.

Incluso volvimos a pasar junto al lugar del incidente de Trancas, donde hicimos un inciso y tomamos una instantánea del lugar, para avivar el recuerdo de nuestro compañero de fatigas.


Lugar donde tuvo lugar el patinazo de Trancas
Foto: Marqués

Atravesamos las canteras y una vez en la cañada donde en la etapa anterior nos dirigimos hacia el Rock & Rios, continuamos por la cañada en dirección hacia Perales de Tajuña. Por el medio una nueva cantera, revisada por GPS y atravesada para continuar por lo alto, no había dudas había que llegar al destino marcado.


Subida en una de las canteras, se empañó la cámara
Foto: Marqués

Aquello parecía que no tenía final, pero al fin hicimos la parada del platanito en el final del camino, justo antes de bajar a Perales, con unas vistas muy espectaculares de la vega de Tajuña sobre el pueblo de Perales. 

Por cierto, ¡qué bueno el caldito calentito del Holandés, hace revivir a los muertos!


Gavilán con Perales de Tajuña ahí abajo
Foto: Marqués

Esos muchachos
Foto: Marqués

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

Lo difícil era saber por dónde seguir adelante. Un camino muy, pero que muy pedregoso y empinado aparecía entre nuestra ubicación y las calles del pueblo. Tres valientes no se lo pensaron y tiraron hacia abajo y otros 4 intentamos tomar otro camino para bajar. Aunque nuestro gozo en un pozo, pues no había otra forma y pie a tierra bajamos hasta las calles de Perales. Eso si, unos más que otros.

Nos juntamos en la Vía Verde, en dirección hacia Morata de Tajuña y así continuamos recorrido. Unos veinte minutos después y con avería de la bici del Holandés, llegamos a Morata y de allí lo que ya conocéis, helipuerto, Vía Verde cuesta arriba, camino Vaáamono, carretera de Chinchón, subida del pueblo y como no Camelot después de 65 kilómetros.


La ruta de la jornada
Imagen de Google Earth

Para mí, como es costumbre se me hice más cuesta arriba la subida hacia la cementera desde Morata. Aunque pude llegar al destino final gracias a Rafa, que me esperaba al inicio del Vaáamono y tuvo la santa paciencia de aguantar conmigo el resto del camino. Como el dijo, solo falto el tirar de mi con una soga. Pero llegar, llegué gracias a él sin coger el Metro, como pensaba hacer.

Nada más, que tenemos por delante dos domingos sin posibilidad de ruta, salvo que salgamos en sábado, pero no sé si será posible.

Un saludo a todos, desearos unas felices fiestas navideñas, un abrazo muy fuerte a todos y un especial ánimo a Trancas para que se le pasen pronto los dolores.

11 de diciembre de 2011, al Rock & Rio para el bautizo de un nuevo Nenaza

Una mañana húmeda, después de una noche de llovizna meona, había dejado las calles de Rivas muy mojadas, aunque eso no fue motivo para que un pequeño grupo de Nenazas saliéramos a recorrer los campos del SE madrileño. Se echa de menos a algunos cagaos que están desaparecidos en combate y no dan ni señales de vida.

Un nuevo miembro de los Nenazas de Rivas iba a bautizarse con su primera salida en pelotón, Aurelio.

Aurelio en el helipuerto de Morata, el 6 de diciembre
Foto: Holandés

A falta de destino al que ir, y tras una breve discusión sobre donde aterrizar, que si al Cerro de los Angeles, que si aquí que si a allá. Al final la decisión fue intentar de nuevo un asalto al Rock & Rio, sobre las lomas de Arganda.

Salimos como últimamente por detrás del Cerro del Telégrafo, bajando por las calles hasta la laguna de El Campillo y allí cambiamos de ruta, para subir esta vez por la carretera de Chinchón en dirección al camino Vaaamono, por el nos arrastramos hasta la Via Verde. Un camino más corto que el realizado la semana anterior.

De nuevo, tomamos el camino que cruza bajo el puente metálico de la Via Verde y nos dirigimos hacia las canteras de Morata, pasando muy cerquita del lugar del último accidente. Por cierto, Trancas a recuperarte pronto, que se te echa de menos.

Esta vez seguimos hacia el Este, entre olivares, canteras y demás campos, por una ruta que hicimos en alguna ocasión pero en sentido contrario, lo que nos despistaba un tanto.

Llegamos a una Cañada, o quizás ya íbamos por ella cuando parte del pelotón se adelantó unos metros, lo que nos impidió tomar la dirección adecuada hacia el Rock & Rio.

La Cañada nos llevaba hacia Perales de Tajuña, y de nuevo aunque los de delante seguían escapados, con unos gritos volvieron hacia atrás, para meternos por un pequeño camino que se separaba de la Cañada y nos dirigía hacia la A-III.

Cuando teníamos la autovía a la vista, el Rock & Rio no se veía, y quedaba muy al Oeste de donde estábamos, es decir, nos habíamos pasado de largo. Estábamos donde la A-III baja hacia el rio Tajuña, muy cerca de Perales de Tajuña.

Los caminos nos llevaron a una carretera, la antigua nacional que baja a Perales de Tajuña, que tomamos en dirección contraria hasta poco antes de llegar a la A-III, donde cogimos el acceso al Rock & Rio para llegar hasta su aparcamiento, con un frío muy intenso.

Profe en el aparcamiento del Rock & Rio
Foto: Lemond

Llegamos al aparcamiento del Rock & Rio
Por Lemond

Allí la parada de descanso para el platanito, y para recuperar fuerzas que nos permitieran volver hacia Arganda.

Pelotón de la jornada, con dos morsas incluidas
Foto: Marqués

La bajada no estaba clara, ninguno recordaba por donde subimos en la etapa que llegamos al mismo lugar, así que tocaba improvisar.

Cruzamos bajo la A-III por un túnel conocido, y allí empezaba el dilema, ¿por donde ir?.

Un poco de orientación, un poco de intuición y algo de suerte, porque no decirlo, nos llevaron por un sinuoso camino que nos llevó de nuevo a zona conocida. Prueba superada, my friends.

Pasamos junto al otro túnel que fue el tomado en la anterior etapa para la subida y estabamos ya en el camino correcto que baja hasta Arganda.

Después junto al área recreativa, esa del merendero bajo a la A-III (pone un cartel con el nombre, hay que mirarlo la próxima vez), y el camino nos llevó directo hasta la Via Verde, muy cerca del Hospital de Arganda.

Allí, el gracioso del Holandés que decía que habíamos hecho pocos kilómetros, tan solo 35 hasta ese momento, nos propuso subir hasta el Vaaamono y bajar por donde habíamos subido.

Muy a regañadientes, al menos yo, hicimos lo que nos propuso. Mala decisión por mi parte, porque la cuesta terminó con las pocas fuerzas que aun me quedaban.

Me esperaron junto al puente metálico y "Vaaamono".

A bajar, Vaaamono
Foto: Lemond

De nuevo, nos juntamos todos, y ya por última vez, junto a la carretera de Chinchón. Es el último lugar donde llegué entero, pues el resto del camino, incluido el pueblo, fue un castigo para mi.

Completamos un recorrido de 62 kilómetros en el Camelot, unos en bici y otro en coche desde casa, para dar fe de una dura etapa.

La ruta del día
Imagen en Google Earth

Queda admitido el nuevo Nenaza Aurelio, que mantuvo el tipo en todo momento y dejó claro que la preparación previa ha sido suficiente.

Nos vemos el domingo.

4 de diciembre de 2011, una mañana para olvidar

Habíamos quedado como es de costumbre a las 9:00 h, pero un altercado curioso delante de nuestras casas con un chino de protagonista, ya relatado en un correo electrónico, nos retrasó la salida.

Desde mi ventana
Foto: Marqués

Salimos sin dirección determinada, nos faltaba GPS para guiarnos de forma eficiente. La bajada hasta el pueblo, tras el Cerro del Telégrafo y hasta la laguna de El Campillo.

En principio la propuesta era ir al Cerro de los Angeles, pero una confabulación entre Josemari y yo, echó abajo la ruta. Propusimos ir al Rock & Rio de Arganda y entre la niebla hacia allí nos dirigimos.


Unas telerañas en el puente del Tren de Arganda (dedicada al Gavilán)
Foto: Marqués

La ruta cruzó una vez más el puente del tren de Arganda, subiendo por la via verde hasta el polígono, donde giramos en dirección a la gasolinera de la BP para continuar hacia el Hospital del Sureste, lugar donde acabaríamos más tarde.

Subimos por un camino paralelo al la via verde por el fondo del valle, el cual no tenía nada de barro y era ameno para circular.

No sabíamos la ruta correcta y al llegar a un cruce giramos a la derecha para cruzar la A-III por un tunel y comenzar una empinada subida hacia la cementera.


Josemari y el Profe

Marqués y Elevator

Marqués

Elevator
Fotos: Trancas

Una vez junto a la via verde, seguimos por la pista de cemento paralela a ella hasta el puente metálico donde termina el "camino Vaaamono".

Cruzamos bajo el puente y tomamos dirección a las canteras de Morata, por ese camino tan conocido tomado tantas y tantas veces.

Una vez arriba y unido todo el pelotón, dudamos si tomar camino a la izquierda e ir al destino propuesto Rock & Rio o bajar hacia Morata para volver por la via Verde.

El camino elegido parece que no era el más adecuado pues poco más adelante se produjo el incidente más importante de la jornada.

Lo vimos todos, pero tomo las palabras del Gavilán, que lo narra perfectamente:

"Trancas te derrapo la rueda trasera, en mi opión debido a lo congelado del suelo, saliste por encima de la bici por el lado contrario al derrape, caíste con el costado izquierdo impactando por este orden cabeza, hombro, cadera y pierna.
Los minutos posteriores, lo que vimos todos los presentes, un angustioso y largo tiempo (1 a 2 minutos aproximadamente), sin consciencia , con una posterior seminconsciencia que nos acojo todavia mas.
Tras el primer susto un buen rato con preguntas (bastantes veces preguntando que había ocurrido) hasta que llego la policia.
El resto supongo que te acordarás.
Ese accidente es fruto de la mala suerte (como la mayoria), ya que no ibas ni descontrolado, ni a una velocidad inadecuada, estabamos comenzando la bajada".


El casco de Trancas tras el trastazo
Foto: Trancas

La ambulancia debió pinchar, a los municipales de Morata les costó dar con nosotros primero y conseguir llegar donde estábamos después. Pero al final montaron a Trancas y a su bici en el patrulla y se lo llevaron al Hospital del Sureste.

Nuestra vuelta, por donde habíamos venido hasta la via verde y una vez allí, por unanimidad decidimos ir al Hospital para acompañar a Trancas hasta que llegara su mujer.


Pelotón sin Trancas, en el momento de ir hacia el Hospital de Arganda
Foto: Marqués

Una vez llegó, tomamos dirección a casa, a un paso tranquilo comentando lo ocurrido.

Esta vez no hubo Camelot, no era el día, y acabamos cada uno en nuestra casa para esperar una nueva ruta y menos acidentada, que llevamos tres caídas fuertes y esperemos que ésta sea la última.

27 de noviembre de 2011, de nuevo a Campo Real

Una nueva mañana de ruta en la que de inicio, y tras la ausencia de GPS, no había nada programado. Así que tocaba improvisar de nuevo.

De esta forma y por aclamacón popular decidimos realizar la ruta a Campo Real, esa que a algunos tanto les gusta y a otros solo de pensar en la cuesta con piedras, les hace odiarla.

La iglesia de Campo Real
Foto: Marqués

La salida de los cinco valientes Nenazas, por detrás del Cerro del Telégrafo, para bajar hasta el pueblo y llegar a la laguna de El Campillo. Allí y por la ruta tradiconal entre el rio Jarama y la laguna, llegamos al puente del Tren de Arganda. Lo cruzamos como de costumbre y subimos rio arriba por el camino que pasa por el azud de este rio.

Después de cruzar la carretera entre La Poveda y Velilla de San Antonio, seguimos subiendo entre olivares y viñas hasta cruzar la R-III junto al peaje.

Entonces tocaba seguir por la ruta, que a partir de ahora se va a llamar camino de "cuidado con los tiros", porque de nuevo y como la última vez que lo recorrimos, la España profunda estaba presente. Multitud de escopeteros, esta vez acompañados de Hurones, iban acompañando nuestro pedalear con un sin fin de disparos en busca del Conejo despistado o que huye de este carnívoro doméstico.

Una vez llegamos a la carretera entre Arganda y Loeches, se produjo la disgregación del pelotón, pues un par iniciaron el regreso a casa, dejándonos a los otros tres solos ante el peligro y la cuestecita pedregosa.

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

La subida normal, con Lemond por delante y Josemari perseguido por el que escribe. La cuesta final en Campo Real subida en plan campeón por Lemond, con quiebro callejero de Josemari y con incidente en mi bicicleta, que una vez más tuvo un atasco en la cadena que me tuvo un rato atareado hasta poder liberarla y subir por la carretera de la derecha.

En la plaza del ayuntamiento nos volvimos a juntar, y después del platanito, vuelta para Rivas.

Marqués y Lemond en la plaza de Campo Real
Foto: Josemari

Los tres de Campo Real
Foto: Marqués

El camino de regreso por la calle empinada que sube a la ermita junto a la carretera. Una vez de nuevo en el camino, iniciamos una bajada vertiginosa, muy tranqula en principio y pedregosa abajo, cada vez está en peor estado y cuesta más bajarla sin caerse.

La barrera y la puerta de hierro que nos encontramos a continuación estaban como la última vez abiertas, con un cartel que anuncia que está precintada. Por una vez, una valla ilegal, que debió costar un riñón, permanece abierta como siempre debió estar.
El resto ya lo conoceis, pues por repetida y por seguir el camino a la contra de la subida, no hace falta más pistas para reconocerlo.

En el azud del Jarama
Fotos: Josemari

El final y tras la subida desde el pueblo después de 52 km., como no podía ser menos, en el Camelot.

Allí nos unimos con el Holandés, que prepara la incorporación de un nuevo Nenaza al grupo, Aurelio. Habían salido media hora después que nosotros e hicieron la ruta de los cortados hacia la Warner. La paella no faltó entre las tapas.

Nada más que decir que echamos en falta a algunos, ¿qué os pasa se os trago la tierra?. Y que esperemos que el próximo domingo seamos unos pocos más rodando por los caminos del Sureste.

20 de noviembre de 2011, por miedo al barro a Morata por la via verde

Poco quedará en el recuerdo y memoría de las rutas de los Nenazas de Rivas, el desarrollo de esta etapa, por lo habitual y socorrida que resulta en las salidas donde se complica el transito por los caminos o por los cuerpos que tras algún que otro sarao, no dan más de lo que dan.

Se juntó el mini pelotón a eso de las 9:10 h, tras una noche donde la lluvia había sido la protagonista, lo que seguro que hizo a más de uno el quedarse calentito en la cama. Se nota quien son los más aguerridos del pelotón de los Nenazas.

La decisión estaba clara, para no usar caminos embarrados había que dirigirse a Morata por la Via Verde y huir del barro. Tras una sabía propuesta del Profe, salimos en dirección a La Poveda, esquivando los caminos que rodean la laguna de El Campillo y el campo de cultivo, usando la carretera que va a la finca de El Piul, bajo los cortados. Una carretera venida a menos, con muchos agujeros pero sin barro.

Una vez en el puente del Tren de Arganda, cruzamos un caudaloso río Jarama, muy crecido ese día, y no olvidamos esos días de verano con avispas reboloteando a nuestro alrededor. Aunque un buen susto se llevó Lemond cuando en cabeza del grupo empecé a agitar los brazos como si espantara a esos insectos, no vi su cara pero me la imagino.

La subida hacia la cementera muy tranquila hasta llegar al hospital, donde empezó mi agonía. Aunque el Profe había avisado que no estaba con buenas sensaciones, no fue así y lo fue para mi. Peor que de costumbre.

Nos juntamos de nuevo junto a la cementera, donde me esperaban impacientes, realizando la bajada en grupo con Lemond a la cola del grupo. Una parada poco antes del descanso, para la foto de grupo, con Morata al fondo.

Pelotón con Morata de Tajuña al fondo
Foto: Marqués

El platanito y la barrita, como era de esperar, en el helipuerto de Morata de Tajuña, donde recuperamos fuerzas e hicimos regreso hacia casa.

La vuelta muy parecida, descolgándome de nuevo del grupo esta vez por problemas técnicos de salida y pájara de nuevo después.

Eso si, una vez en la cementera hice una bajada brutal, tanto que llegué a adelantar al grupo en Arganda. Bueno, para no faltar a la verdad lo hice tomando el atajo del polígono y porque el resto hizo un par de paradas para esperarme. Tras una llamada, les esperé yo junto a los andenes del Tren de Arganda, en La Poveda.

Esperando en el Tren de Arganda
Foto: Marqués

Hasta el pueblo volvimos de nuevo por la misma carretera, todos en grupo hasta el pueblo.

Saliendo de la laguna de El Campillo empezó a chispear, un chispeo que poco a poco se convirtió en lluvia, que nos dejó empapados al llegar al final tras unos 62 km de recorrido.

Como no podía ser menos, acabamos en el Camelot, donde acudió el Holandés a hacer los honores.

Una vez nos ibamos también Rulo y familia acudieron a tomarse unas tapitas, e incluso y aunque no se bajó del coche, también hizo acto de presencia Josemari.

Un saludo a los que no salísteis.

13 de noviembre de 2011, por las lomas de Morata y la vega de San Martín

Se iniciaba accidentada la mañana, Antonio al ir a salir de casa, se encontró con una rueda pinchada. Tardó un buen rato en arreglarla, pues intentó poner una cámara rajada o la rajó en el intento de ponerla. Por la tanto la salida se retrasó hasta las 9:25 h.

Nueve valientes nos dimos cita en el evento, que en un principio y por la ruta que había preparado concienzudamente GPS, estaba destinada a una gran etapa nueva en una gran parte y con una longitud aproximada de 80-85 km. Una excursión hasta la laguna de San Juan en la vega del Tajuña en Chinchón, para llegar a Titulcia y de regreso por las lomas en zonas nuevas prospectadas por GPS y Rafita.

El caso fue que entre lo retrasos y el miedo a llegar a las 3 de la tarde, la ruta fue cambiada como ya contaré más adelante.

   
Video del paso por la avenida de Juan Carlos I, en Rivas
Autor: Josemari

La salida como viene siendo habitual, por detrás del Cerro del Telégrafo, hasta la Laguna del Campillo, la carretera de Chinchón y el muy conocido "camino vaaámono".

El grupo fue más o menos compacto hasta las primeras rampas del camino, con un Lemond pletórico por delante del grupo, en busca de quien sabe quien. Bueno él si lo sabe, o lo supo cuando llegaba a la parte más alta.

Trancas, Calzas y GPS en la cuesta vaaámono
Fotos: Lemond

Una vez llegamos todos a la via verde de Morata donde se realizó la primera foto de grupo. Llegamos todos hasta la cementera y a partir de ahí nos quedamos solo siete en el pelotón.

Pelotón bajo el puente metálico de la via verde de Arganda del Rey a Morata
Foto: Marqués
 
Antonio y Elevator volvieron por el mismo camino divirtiéndose un rato en la bajada, ya que la hicieron a todo trapo (40 km/h)....una pasada. Casi se tragan a un ciclista, en una curva y tuvieron que esperar que se apartara un rebaño de ovejas, pero llegaron bien tras unos pobres 40 km. si lo comparamos con los 60 realizados por el resto.

Subimos un trozo de la via verde hasta la cementera de Morata donde adelantamos a un grupo de patinadores/as, mucho ritmo llevaban.

Pero una vez llegamos a la cementera y visto lo que nos quedaba por delante, decidimos cambiar la ruta, quedaba mucho por delante y poco tiempo para hacerlo entero. Además, la mayor parte del grupo no estaba por la labor de continuar y menos mal dado a la hora que llegamos después.

La ruta a seguir pasó por el monumento de los caídos republicanos de la guerra civil que la mayoría ni lo verían, y de nuevo en manos de GPS, que como bien matizó Calzas después, nos castigó con una bajada de las que tanto le gustan, medio por campo a través y un tanto accidentado. Como alguno ha dicho después: "muy, muy divertido".

Lo de divertido sería para otros, porque Josemari y yo mismo, dimos con los huesos contra el suelo entre baches y piedras. Pero la cosa no fue a mayores.

Josemari me espero tras las caídas, y todos nos juntamos un poco más adelante junto a una cadena pegada a la carretera que sube desde el cruce de Vallequillas hacia Morata y Chinchón, donde casi ocurrió un percance de más importancia.

Llegada a la carretera de San Martín a Morata
Fotos: Trancas

Para continuar adelante, tuvimos que subir un pequeño tramo de carretera empinada y cruzarla para tomar una nueva senda. Allí y cuando yo la cruzaba, una moto que subía haciendo curvas y yo nos esquivamos por poco, o eso me dijeron los que vieron pasar la moto muy cerca de mi. Había una curva por medio y no la vi venir, creo que me salvo el cruzarme al carril de bajada porque sino......

La ruta siguio adelante tomando un camino conocido y recordado, ¿o quizás no?, por algunos del grupo. Curiosamente uno de los que faltaba y que se recupera de la operación de menisco, tuvo una caída por encima de una cadena, que le dejó sin memoria momentaneamente. Nos hicimos una foto de grupo junto a ella, que es conocida como la "cadena del Holandés" en los anales de la historia de los Nenazas.

Pelotón en la "cadena del Holandés"
Foto: Marqués
 
Continuamos hacia abajo por la urbanización de Vallequillas, para tomar el platanito en el bar junto a la carretera, allí donde Lemond vino a recoger a Jokin en aquella jornada fatídica.

La vuelta, tras cruzar el puente sobre el Jarama y atravesar la vega del Jarama en San Martín de la Vega, por la carretera de la Presa del Rey, la que nos lleva y nos trae habitualmente hasta la Warner.

Una parte recorrida a un ritmo considerable, que me dejó tocado, pues aguanté hasta la Presa del Rey con el grupo y lo perdí hasta que fui esperado en la barrera de Casa Eulogio, donde las vacas bravas pastan a sus anchas.

El resto ya lo conoceis, grupo estirado en la subida del pueblo hasta casa y el final para algunos en el Camelot con los ya nombrados 60 km. en nuestras piernas, donde nos juntamos solo cuatro del grupo. Muy buenas las tapas de nuevo, con paella y un revuelto de morcilla esquisito, que GPS ni probó, no dieron con su gusto.

Anímo para el dolorido operado y nos vemos el domingo a las 9 de la mañana.