15 de marzo de 2015, a Perales de Tajuña

Volvió el frío para recordar a los Nenazas aquello del  40 de mayo, y aunque sayo no gastamos, las mallas largas, chaquetas de invierno y bragas se volvían a hacer necesarias después de un amago de calor primaveral en las salidas anteriores.

 
El sábado por la tarde nuestro GPS, recién salido del letargo invernal, amenazaba con una ruta a Perales de las suyas…..si el cuerpo se lo permitía.    Pero el cuerpo, por la mañana, dijo no. Mientras esa misma tarde el Avispa desempolvaba sus alas y se convertía en el primer legionario aéreo del ejército español.
 
El caso es que, de nuevo, el pelotón volvía por sus fueros, juntándose sólo 4 Nenazas esa mañana fría de domingo.
Puntual como un reloj suizo, Emilio, Nenaza de nuevo cuño, preparaba su bici en la plaza desde las 8:45 h. y algo más tarde hacía su aparición el Marqués …., al que el cansancio de una ruta serrana a pie el día anterior dejaba en casa recuperándose. Nos quedábamos sin buscador de cajitas y sin cronista oficial, así que se hará lo que se pueda.
Pero al lío. A eso de las 9:15 h. salíamos Emilio, Josemari, Luismi y Jokin en dirección a Perales, con un Luismi algo reticente por la distancia a cubrir. Con el pie algo tocado aún, sus cojones legionarios pudieron más que sus dudas y allá que se fue el Avispa.
La ruta, muy conocida por todos. Salida por el Cerro, Pilar Miró y a la Laguna del Campillo, buscando enfilar la carretera de Chinchón y de allí al Vaáamono. Para Emilio era su primera subida por este camino y se dio cuenta de que, a buen ritmo, es exigente. Nos reagrupamos en el puente de hierro bajo la Vía Verde y ahí ya empezamos a ver que a nuestro Avispa le tocaba sufrir, y de qué manera.


 


 
 

En lo alto del Vaáamono
Fotos: Jokin
 
 
El camino del Piolín (dónde andará el pajarraco) estaba seco y perfecto para rodar y nos llevó, con un Josemari lanzado y rejuvenecido, pedaleando como nunca, hasta situarnos sobre Morata.  Bajamos, para disfrute del Volador, por la senda del gato muerto, que llega hasta la piscina de esta localidad. También era desconocida para Emilio, por lo que le advertimos de que exigía cuidado en algunos tramos, sobre todo al final.
 

 


 
 

Bajada hacia el Bosque
Fotos: Josemari
 
 
Después de atravesar Morata, esta vez no hubo palmeritas, nos dirigimos por los caminos que bordean las huertas hacia Perales. Todos recordaréis estos caminos, bastante cómodos aunque en algunos tramos se complican y pican algo hacia arriba.  Finalmente nos plantamos a ritmo fuerte en el parque de las afueras de Perales, donde hicimos la preceptiva parada del platanito o similares.
 

 


Pelotón en Perales de Tajuña tomando el platanito
Fotos: Josemari y Jokin
 
 
Tras reponer fuerzas, un Luismi tocado se planteaba tomar la Vía Verde de vuelta, pero de nuevo se impuso la testosterona y siguió con el resto la ruta prevista, es decir, subir el puerto de Perales, el de la Fuente de la Gasca. En la subida hubo cierto pique sano con tres ciclistas que salían frescos y con fuerzas, y algún Nenaza de cabeza llegó arriba con la lengua fuera pero satisfecho con una subida a muerte de la principal tachuela de la ruta.
Allí arriba seguimos por la senda estrecha y plagada de piedras que en su día descubrió GPS, rodando en paralelo a la carretera de Valencia, llegando finalmente a la gasolinera cercana al antes conocido como Rock in Rio, ahora Ciudad del Rock. En esa zona de carretera vacía y aparcamiento del complejo rockero el viento empezaba a ser bastante molesto y, como casi siempre, pegaba de cara. El calvario del Avispa Legionario era cada vez mayor y aún quedaba un buen trecho hasta casa, digo hasta el Chapu.


 


 

Con un rebaño al fondo
Fotos: Josemari
 

De allí, dirección a la Dehesa del Carrascal desde donde decidimos meternos por una de las sendas de esa zona que lleva derecha hasta el camino que  baja desde las inmediaciones del Hospital de Arganda. Ahí un pequeño despiste nos llevó por una senda distinta, bastante más complicada y con mucha piedra suelta, que acababa en uno de los numerosos cortafuegos de esos cerros. Finalmente, algo desgajados, llegamos hasta la Vía Verde desde donde ya no volvimos a ver a Luismi.


Avispa gruñón
Por Avispa
A partir de ahí, el polígono de Arganda, de nuevo  otro breve trozo de Vía Verde hasta la Poveda y por el río hasta el viejo puente de hierro que lo cruza hasta la Laguna de El Campillo. En el tramo final, antes del puente, Josemari sufría un revolcón al patinarle la rueda trasera, sin más consecuencias que llenarse de polvo.
La consabida subida por el pueblo fue algo incómoda por el viento de cara pero acabó, como debía ser, en el Chapu. Antes de llegar, en el pinar del Cerro del Telégrafo nos encontrábamos con Rafa, al que su cuerpo le permitió coger la bici a eso de las 12:30 h. y tirarse por los caminos de los cortados durante una hora. 
Al final, en el Chapu con unos 66 km recorridos sólo nos juntamos tres Nenazas, ya que Emilio tenía obligaciones familiares, y de Avispa……nunca más se supo, al menos hasta que un mensaje suyo anunciaba cierto cansancio que le impedía acudir al avituallamiento final.
 
Ruta y perfil de la etapa
Por Emilio

 
Dos cerecitas y a casa, que ya era tarde y hacía frío.  
Hasta la próxima ruta, esperemos con mayor afluencia de Nenazas.

8 de marzo de 2015, ese Cerro del Viso


Esto se pone interesante compañeros. Al igual que en la última ruta el pelotón Nenaza parece que resurge de sus cenizas. 
Si en la pasada ruta aumentaron los esforzados de la rueda con la vuelta de Avispa, con sus maluras pedestres aun evidentes, la llegada de nuevas incorporaciones y los que nos mantenemos a pie del cañón cueste lo que cueste, sorprendentemente el pelotón aun fue más multitudinario en este domingo pues además de los que salimos la semana anterior se incorporaron al grupo Gavilán, GPS tras su letargo invernal y Juanma.

Seguimos echando en falta a uno, PROFE ¡vuelve pronto!.

Para poner el listón alto y no dejarlo como siempre para lo último, la etapa se planeó o mejor dicho la planeó Jokin. ¿Podrás pensar alguna vez en una etapa más tranquila y sin tanta subida? Pues nada que el sábado nos adelantó que tocaba de nuevo irnos al Cerro del Viso.

En torno a las nueve de la mañana 10 moruchos, 10, nos agolpábamos para la salida en la puerta de la casa de Rulo para lanzarnos cuesta abajo por la carretera del Cristo de Rivas en pos de la 3M y San Fernando de Henares.

A esas horitas el fresquito era patente, aunque matizando que fresquito que no frío, que se hace más evidente cuando bajas a gran velocidad por esas cuestas asfaltadas que nos llevan al siguiente punto de encuentro, el Puente del Moco.

Por el Puente del Moco cruzamos despacito, que como sabéis bien hay que bajarse al principio y al final porque el paso es muy estrecho.

La continuación ya la conocéis bien, el Caserio del Henares, el Palacio de Aldovea, el barrio del Castillo y el Parque Europa ya en Torrejón de Ardoz.

En el parking del Parque Europa y del cementerio de la localidad se hizo un nuevo reagrupamiento aunque Marqués se fue por delante en busca de una cajita de Geocaching.

El pelotón se estiró por la vega del río Henares y se repartió en grupos para pasar por la senda del Corzo hasta llegar al puente que cruza dicho río aguas arriba. En el puente nos reagrupamos de nuevo y aprovechamos para despedirnos de Gavilán que tenía que estar prontito en casa y se daba la vuelta en ese punto. Los demás para delante que el tiempo es oro y nos quedaba por delante lo peor.
















Por la senda del CorzoFotos: Jokin


En grupo llegamos hasta la base del Cerro del Viso, donde empieza el calvario de esta ruta. La subida cada uno como podía, con los más fuertes tirando por delante y los demás tras su estela.

Es de destacar que todos subimos hasta lo alto sin poner pie a tierra, es posible que seca la primera vez que ocurre aunque las cosas van cambiando y los de detrás hacemos lo posible por dejarnos la piel y algo más para llegar arriba sin pisar el suelo.

Una vez arriba tocaba descanso y para eso está la parada del platanito. Recuperar la respiración, beber, comer, comentar la jugada, unas fotos y poco más, que hay que seguir hacia delante.
 









Imágenes del pelotón en lo alto del Cerro del Viso
Fotos: Emilio


Nuestra siguiente meta volante estaba en Torres de la Alameda, aunque por medio un pinchazo en la rueda de Jokin detuvo un ratito a parte del pelotón mientras cambiaba la maltrecha cámara.  

En la plaza de la iglesia de Torres hicimos una breve parada, Avispa tenía que reponer líquidos y hacía una parada técnica en un bareto junto a ella. Mientras el resto del grupo esperaba junto a los puestos de mercadillo y un teatrillo para entretener a los peques de la localidad.

La continuación por el camino hacia Loeches, con sus bajaditas y subiditas, pero sobre todo con las largas rectas sin apenas pendiente. Al llegar a esta localidad hicimos nuevo reagrupamiento.

Una vez pasamos Loeches tocaba bajar hacia Velilla de San Antonio, dejando la senda de Clavi y bajando por la que va directa hacia las lagunas de Miralrío en dicho municipio. Aquí vino el fraccionamiento definitivo del pelotón en varios grupos. Por delante Jokin, Josemari, Emilio y Arturo, por el medio Juanma, Rulo y Marqués, y por detrás GPS haciendo de enlace con Avispa que iba a cola de pelotón.

Los tres grupos ya no nos juntaríamos en el resto de la etapa, pues los de delante hicieron camino de vuelta por la senda del jabalí, los del medio por el mismo sitio también aunque a cierta distancia y los de atrás atrocharon por el camino que va separado del río en dirección a los Viveros Don Pedro.

Así fue como los de atrás adelantaron al pelotón, siendo superados de nuevo subiendo por la carretera del Cristo de Rivas por el cuarteto de los más fuertes y a cola llegó la triada intermedia. Un verdadero lio.
 


 
Ruta y perfil de la etapa
En Wikiloc por Avispa


En el Chapu a degustar unas frescas cerecitas tras unos 56 kilómetros en nuestras piernas nos juntamos los nueve esforzados de la ruta, como debe ser.









En el Chapu
Fotos: Josemari


Que siga el espectáculo Nenazas. Y PROFE vuelve…….

1 de marzo de 2015, por enésima vez a las lomas de Arganda


Algo va ocurriendo últimamente en el pelotón Nenaza, la primavera está cercana y algunos perezosos comienzan a salir del cascarón, hay sangre nueva que mueve las entrañas del pelotón y otras cosas que si las piensas seguro que las comprendes. Pero siempre para bien del grupo.

En esta jornada dos nuevos bikkers nos acompañan en la salida dominical, Emilio y Arturo compis de Rulo que son incansables y experimentados sobre las dos ruedas. Esperemos estén a gusto y se enganchen en nuestras salidas.

Como acto de incorporación les recibimos con una etapa de las tradicionales, bonitas y exigentes etapas, no podía ser menos. Para ello elegimos una ruta por las lomas de Arganda a las que ya estamos acostumbrados los veteranos.

Una salida rodeando el Cerro del Telégrafo, hacía mucho tiempo que no recorríamos esas estrechas sendas para la salida, habíamos perdido la tradición de hacerlo.

Luego la avd. Pilar Miró para bajar por las calles hasta la Laguna de El Campillo, eso si, con un escollo por medio. Hubo que hacer unas cuantas virguerías y vueltas para cruzar el circuito preparado para una carrera, que cortaba las calles y nos hacía desviarnos para cruzar al carril bici que nos lleva hasta nuestra siguiente meta.

Una vez en la laguna a cruzar bajo el Metro y a darle a los pedales por la carretera de Chinchón, la M-832, hasta desviarnos por nuestro camino favorito, el Vaáamono.

Un tramo de camino con las primeras cuestas, es un decir, y nada más cruzar bajo la M-506 girar a la izquierda para subir hacia los Cerros Concejiles por el camino del interior. Es un camino con menos rampas que el tradicional aunque también exigente, que te hace poner plato pequeño y a sufrir.

El pelotón se estiró, como es normal, hasta llegar a lo más alto donde se realizó el reagrupamiento para lanzarnos cuesta abajo en pos de la Vía Verde de Morata. Allí un nuevo reagrupamiento rápido y a subir hacia la Dehesa del Carrascal.

















La subida hacia los Cerros Concejiles
Fotos: Volador


La subida no tiene misterio para los Nenazas aunque hace estirarse de nuevo al pelotón en las rampas más empinadas y perder el contacto de los más fuertes con los de atrás. Una subida preciosa, tanto por el paisaje como por el contacto del ciclista con el entorno, que maravilla de caminos.













Hacia la Dehesa del CarrascalFotos: Jokin


Llegamos hasta lo alto por el camino interior, el que ataja hacia arriba sin dar tantas vueltas como hacíamos antaño. Alguna de sus rampas quitan la respiración aunque no hacen poner pie a tierra a ninguno de los esforzados.

Arriba la parada del platanito, para decidir por donde seguir, alguno que otro tenía prisa y la etapa no podría ser muy larga.


Platanito en la Dehesa del Carrascal
Fotos: Volador 


Se decidió ir hacia el Cementerio de Mascotas, la Ciudad de Rock, el camino del Piolín para alcanzar el Vaáamono  en su parte más alta. Todos esos caminos los conocéis bien, no los voy a describir una vez más, pero sobre todo destacar que el barrizal con el que nos topamos hace un par de semanas ha desaparecido dejando un firme totalmente seco, ¡vaya diferencia!




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Bajando hacia el Vaáamono
Fotos: Volador


Por el camino la anécdota de la jornada, la rueda trasera de la bici de Arturo, que hacia cosas raras se pincha y hay que cambiarla. Rulo, cuando se prestan cosas hay que darlas en buen estado......



Emilio y Arturo en labores de cambio de cámara
Fotos: Marqués


Luego lanzados cuesta abajo por nuestro camino insignia a todo trapo, nos dirigimos de nuevo hacia la carretera de Chinchón, la Laguna de El Campillo y las calles del pueblo.

Para subir desde la laguna se hicieron dos grupos, los arriesgados y valientes con más fuerzas en sus piernas eligieron subir por el camino de los cortados con esas rampas tan duras, los demás como siempre por las calles intentando llegar hasta arriba lo más cómodamente posible, para que más.

Llegamos hasta Picos de Urbión, donde se quedaban los que tenían más prisa y entonces fuimos alcanzados por los de la ruta larga por los cortados.

Así nos despedimos y seguimos cuesta abajo para completar los más o menos 55 kilómetros con los que acabamos la etapa en el Chapu. Unas cerecitas y pa casa, que nos esperaban a todos para comer.