Volvió el frío para recordar a
los Nenazas aquello del 40 de mayo, y
aunque sayo no gastamos, las mallas largas, chaquetas de invierno y bragas se
volvían a hacer necesarias después de un amago de calor primaveral en las
salidas anteriores.
El sábado por la tarde nuestro GPS, recién
salido del letargo invernal, amenazaba con una ruta a Perales de las suyas…..si
el cuerpo se lo permitía. Pero el
cuerpo, por la mañana, dijo no. Mientras
esa misma tarde el Avispa desempolvaba sus alas y se convertía en el primer
legionario aéreo del ejército español.
El caso es que, de nuevo, el
pelotón volvía por sus fueros, juntándose sólo 4 Nenazas esa mañana fría de
domingo.
Puntual como un reloj suizo,
Emilio, Nenaza de nuevo cuño, preparaba su bici en la plaza desde las 8:45 h. y
algo más tarde hacía su aparición el Marqués …., al que el cansancio
de una ruta serrana a pie el día anterior dejaba en casa recuperándose. Nos quedábamos sin buscador de cajitas y sin
cronista oficial, así que se hará lo que se pueda.
Pero al lío. A eso de las 9:15 h.
salíamos Emilio, Josemari, Luismi y Jokin en dirección a Perales, con un Luismi
algo reticente por la distancia a cubrir. Con el pie algo tocado aún, sus cojones legionarios pudieron más que sus
dudas y allá que se fue el Avispa.
La ruta, muy conocida por
todos. Salida por el Cerro, Pilar Miró
y a la Laguna del Campillo, buscando enfilar la carretera de Chinchón y de allí
al Vaáamono. Para Emilio era su primera
subida por este camino y se dio cuenta de que, a buen ritmo, es exigente. Nos reagrupamos en el puente de hierro bajo
la Vía Verde y ahí ya empezamos a ver que a nuestro Avispa le tocaba sufrir, y
de qué manera.
En lo alto del Vaáamono
Fotos: Jokin
El camino del Piolín (dónde
andará el pajarraco) estaba seco y perfecto para rodar y nos llevó, con un
Josemari lanzado y rejuvenecido, pedaleando como nunca, hasta situarnos sobre
Morata. Bajamos, para disfrute del
Volador, por la senda del gato muerto, que llega hasta la piscina de esta
localidad. También era desconocida para
Emilio, por lo que le advertimos de que exigía cuidado en algunos tramos, sobre
todo al final.
Bajada hacia el Bosque
Fotos: Josemari
Después de atravesar Morata, esta
vez no hubo palmeritas, nos dirigimos por los caminos que bordean las huertas
hacia Perales. Todos recordaréis estos
caminos, bastante cómodos aunque en algunos tramos se complican y pican algo
hacia arriba. Finalmente nos plantamos a
ritmo fuerte en el parque de las afueras de Perales, donde hicimos la
preceptiva parada del platanito o similares.
Pelotón en Perales de Tajuña tomando el platanito
Fotos: Josemari y Jokin
Tras reponer fuerzas, un Luismi
tocado se planteaba tomar la Vía Verde de vuelta, pero de nuevo se impuso la
testosterona y siguió con el resto la ruta prevista, es decir, subir el puerto
de Perales, el de la Fuente de la Gasca. En la subida hubo cierto
pique sano con tres ciclistas que salían frescos y con fuerzas, y algún Nenaza
de cabeza llegó arriba con la lengua fuera pero satisfecho con una subida a
muerte de la principal tachuela de la ruta.
Allí arriba seguimos por la senda
estrecha y plagada de piedras que en su día descubrió GPS, rodando en paralelo
a la carretera de Valencia, llegando finalmente a la gasolinera cercana al
antes conocido como Rock in Rio, ahora Ciudad del Rock. En esa zona de carretera vacía y aparcamiento del complejo rockero
el viento empezaba a ser bastante molesto y, como casi siempre, pegaba de cara. El calvario del Avispa Legionario era cada
vez mayor y aún quedaba un buen trecho hasta casa, digo hasta el Chapu.
Con un rebaño al fondo
Fotos: Josemari
De allí, dirección a la Dehesa
del Carrascal desde donde decidimos meternos por una de las sendas de esa zona
que lleva derecha hasta el camino que
baja desde las inmediaciones del Hospital de Arganda. Ahí un pequeño despiste nos llevó por una
senda distinta, bastante más complicada y con mucha piedra suelta, que acababa
en uno de los numerosos cortafuegos de esos cerros. Finalmente, algo desgajados, llegamos hasta
la Vía Verde desde donde ya no volvimos a ver a Luismi.
Avispa gruñón
Por Avispa
Por Avispa
A partir de ahí, el polígono de
Arganda, de nuevo otro breve trozo de
Vía Verde hasta la Poveda y por el río hasta el viejo puente de hierro que lo
cruza hasta la Laguna de El Campillo. En
el tramo final, antes del puente, Josemari sufría un revolcón al patinarle la
rueda trasera, sin más consecuencias que llenarse de polvo.
La consabida subida por el pueblo
fue algo incómoda por el viento de cara pero acabó, como debía ser, en el
Chapu. Antes de llegar, en el pinar del Cerro del
Telégrafo nos encontrábamos con Rafa, al que su cuerpo le permitió coger la
bici a eso de las 12:30 h. y tirarse por los caminos de los cortados durante una
hora.
Al final, en el Chapu con unos 66 km recorridos sólo nos
juntamos tres Nenazas, ya que Emilio tenía obligaciones familiares, y de
Avispa……nunca más se supo, al menos hasta que un mensaje suyo anunciaba cierto
cansancio que le impedía acudir al avituallamiento final.
Dos cerecitas y a casa, que ya
era tarde y hacía frío.
Hasta la próxima ruta, esperemos
con mayor afluencia de Nenazas.