Tras la vuelta de las vacaciones de alguno del grupo, tocaba una nueva etapa para no perder el estado de forma más de lo que se deba. La decisión estaba clara, una etapa para estirar las piernas pero sin bajar mucho de kilómetros, que ya habrá tiempo.
De esa forma la etapa a realizar era la senda del aeropuerto, esa que sube Jarama arriba, para llegar a la Muñoza y recorrer la vía pecuaria que circula entre el propio río y las pistas del aeropuerto.
La salida fue convocada a las 8:30 h., y a ella solo acudieron 3 miembros del pelotón. Al final fue me imposible enviar un correo a Antonio, llegué tarde de mi visita a Madrid y sin posibilidad de enviarlo.
El despegue de los aviones (lo siento no puedo girar el video)
El inicio, como no podía ser de otra forma, bajando por la carretera del Cristo de Rivas en dirección hacia San Fernando de Henares, descartando la sendita que nos regaló GPS el día que recorrimos esos lugares hace unos veinte días.
El recorrido una vez llegado a la vega del Jarama siguió el paseo de los Chopos y esos caminos entre maizales, chabolas, casas, parques y otros lugares de ocio, para llegar hasta el cruce por encima de la carretera de Barcelona.
Nada más cruzar la N-II, y tras recorrer un corto espacio por asfalto, empieza la vía pecuaria en La Muñoza, que no dejamos en ningún momento hasta nuestra vuelta.
El transcurso del recorrido ya es conocido por muchos, alguno queda por hacerlo, ya será en otro momento. Una ruta bastante plana, con una ligera inclinación de subida, casi inapreciable y sobre todo una buena sombra de los árboles de ribera que refresca el recorrido de los ciclistas.
Poco después de cruzar bajo la carretera de Barajas a Paracuellos del Jarama, hicimos una pequeña parada, para hacernos un par de fotos de recuerdo a manos de una viandante rubia muy simpática que paseaba sus perros en compañía de una mujer de más edad, quizás su madre.
Imágenes del pelotón
Fotos: Una rubia que paseaba por allí
Tras esa subida de adrenalina tocaba seguir, con muchas paradas en busca de la foto y video con fondo con el despegue de una avión, que costó pero al final se logró.
En el despegue de los aviones
Fotos: Marqués
Cruzamos badenes sin agua, el arroyo de las aguas que bajan desde la depuradora de La Moraleja, dos por el agua y uno que sorprendido se bajó y usó los bloques de cemento y el arroyo de la Vega, éste por un puente de hormigón.
Así llegamos hasta el final de las pistas del aeropuerto, sin cruzar la M-50 ni la de peaje que lleva a Alcobendas, haciendo la parada del platanito junto a un transformador eléctrico en la zona situada entre ambas pistas de despegue.
Allí disfrutamos del despegue de varios aviones y de algunas aves rapaces que vuelan por la zona en busca de sustento, con un peligro siempre patente. Vimos Ratoneros, Águilas calzadas, Milanos negros e incluso 3 Buitres negros que cicleaban bajo la línea donde vuelan los aviones en su vuelo a las alturas.
La vuelta un poco menos relajada y con más intensidad de pedalada, aunque para no ser exagerados tampoco para tirar cohetes.
En nuestro camino de vuelta volvimos a cruzar los arroyos, esta vez todos por el agua, sin complejos hasta cruzar de nuevo la carretera de Paracuellos y llegar de nuevo a La Muñoza para hacer el cruce de la N-II camino de nuestra casa.
Clavitelli y Marqués drante la etapa
Fotos: Ambos
Poco antes de ese cruce, un intento de encerrona a Elevator sin avisarle de una rampa de hormigón junto a la N-II, de la que salió como un campeón entre las risas de sus dos acompañantes.
El final estaba ya cerca, recorriendo de nuevo la misma ruta realizada a la ida, con una corta parada en una fuente para rellenar bidones y afrontar la subida por el Cristo de Rivas.
En ella hubo desbandada, cada uno a su ritmo y con alguno que pago su inactividad con una subida lenta y castigada para acabar nuestro recorrido en el Camelot.
Un buen final para una preciosa ruta de unos 53 kilómetros y poco más de dos horas de duración.
Saludos para los veraneantes y recordar a los que queden en casa que el domingo habrá menos efectivos para la ruta y que alguien debe salir por los caminos del SE. Aunque siempre nos quedará Jokin con sus empinados y duros caminos vascuences para recordarnos lo duro que es este deporte.