23 de junio de 2013, y nos fuimos al Cerro del Viso


De nuevo el poder de convocatoria del pelotón Nenaza se vio resentido. Unas veces el frío, otras el calor, otras que si quedamos demasiado pronto, que si me duele aquí, en fin excusas todo excusas.

Por eso, nos presentamos poco más tarde de las 8 de la mañana de este domingo cuatro valientes de esos que no se dejan llevar por nada, ya sabéis como decía la canción de Mecano “aquí hay gente de rancio abolengo”.

El destino no estaba nada claro y como en otras tantas ocasiones decidió Jokin, y ya sabéis cuando decide Jokin las etapas no son blanditas, son excitantes y para sudarlas.

Partimos bajando por el Cristo de Rivas, en dirección a San Fernando, y nos tocaba cruzar el puente del Moco, ese puente peatonal que nos permite cruzar el río Jarama en pos de los campos de este de Madrid.
 

Puente del Moco
Foto: Marqués


Una vez cruzado elegimos seguir junto a la vega de este río, por la senda estrecha que lo recorre aguas arriba. Es de contar que no pudimos completar el camino porque los enormes cardos impedían llegar hasta el final y no hubo más remedio que bajarse a la pista principal donde los cardos no golpeaban contra nuestras piernas desnudas.

Llegamos pronto al Castillo del Soto de la Aldovea, al barrio del Castillo y al entorno del Parque Europa, para continuar por la vega del río Henares hasta cruzar este río por el puente ya cercano a la base del Cerro del Viso, nuestro destino.

Poco antes de llegar al puente un obstáculo en el camino para los desmemoriados, un árbol que cayó este año por los suelos e impide continuar por la ruta tradicional. Yo recordaba perfectamente cómo podía estar y poco antes me desviaba a la izquierda para esquivarlo.
 

Llegando al puente del río Henares
Foto: Marqués


Ya nos quedaba poco para la subida, tras recorrer su base y llegar a la zona de los caballos. Allí de nuevo un imprevisto, la senda que baja hasta el camino de subida al cerro ha sido cerrado con un trozo nuevo de vallado que no te deja salir de la finca. Solo con mirar el terreno nos dimos cuenta que por una estrecha senda a la derecha permite que tras cruzar el vallado roto se pueda salir y llegar al camino principal. Cosa de los propietarios celosos que al final no consiguen poner puertas al campo.
 

 
 

 
 

Cruzando vallados por la manía de poner puertas al campo
Fotos: Marqués



La pista de subida al cerro ha sido arreglada con maquinaria, el suelo no está tan compactado y hay menos zanjas, lo que facilita en algunos casos el pedalear por ella y en otros, para los más torpes, consigue que su rueda patine e incluso pierdan la pedalada para poner pie a tierra o casi salirse del camino. No hacen falta más detalles, ya sabéis de quien hablo ¿no?

Goteando llegamos arriba, aunque claro con uno más rezagado que los demás, cosa de las cuestas. Y arriba tomamos un tente en pie, nos hicimos arretrataduras, risas y demás monadas.
 

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
 
 

 
 
Imágenes del Cerro del Viso
Fotos: Marqués



Había prisa en alguno del pelotón o eso parecía, porque sin mucha tregua tiramos para abajo por la carretera asfaltada por la que subían muchos ciclistas a la contra nuestra, hasta que nos desviamos a la derecha saliéndonos de nuevo a caminos del secarral. Haciendo eses llegamos de nuevo hasta la carretera de siempre, junto al puente que cruza sobre la línea del AVE, allí junto a ese lugar donde una vez cayó el Profe e hizo compota de plátano, alguno lo recordará.
 

Cerro del Viso desde el camino hacia Torres de la Alameda
Foto: Marqués


Cruzamos el puente y de nuevo a la izquierda para bajar hasta la zona esa que a veces está inundada y llenita de barro. Esta vez solo un par de charcos que no impedían circular, ni siquiera mancharse, el verano ha llegado y a pesar de tanta lluvia primaveral todo se va secando.

Llegamos a Torres de la Alameda, por sus calles pasaba una carrera ciclista con bicis de carretera. Mucha gente joven e incluso mozas que adornaban el estirado pelotón a su paso por la localidad.
 

Carrera ciclista en Torres de la Alameda
Foto: Marqués


De nuevo y a instancias del Gavilán hicimos una nueva parada de avituallamiento, esta vez en la puerta de una tiendecica donde nos aprovisionamos de plátanos, donetes y demás dulcerías, el calor ya empezaba a notarse y había que regresar para casa con energías.

 
Una dedicatoria para GPS, el pelotón junto a una Renault 5
Foto: Marqués


Volando nos fuimos hacia Loeches y bajamos hacia Velilla de San Antonio. Esta vez en compacto pelotón para llegar hasta la M-208 junto a la localidad ribereña. En el ambiente se notaba que había que llegar pronto hasta casa y hubo conato de tirar por lo más recto evitando la Senda del Jabalí. Pero eso no era posible este día, con tanto calor era más responsable circular por la orillita del río bajo los chopos y a la sombra. Algunos obstáculos nos encontramos, a modo de caminantes, ciclistas e incluso jinetes a caballo, pero aun así creo que la decisión fue acertada como camino de vuelta.

Poco antes de llegar bajo la ermita del Cristo de Rivas, nos salimos de la ruta, había temor a los cardos que en estas épocas del año crecen y crecen complicando las rutas. De esta manera y sin problemas llegamos hasta los Viveros Don Pedro donde solo nos quedaba por delante la subida del Cristo de Rivas.

En  la rotonda de la 3M un atasco de narices hacia relentizar nuestra marcha, parece que preparados para el paso de ciclistas los coches llegaban por todas partes atascando el cruce. No era problema para nosotros que tras cruzarla entre coches parados tomábamos dirección hacia lo alto.

Como ya sabéis que el tema de avituallamiento final está complicado últimamente, decidimos realizar la paradita en el bar de La Rosa, junto a la ermita del Cristo de Rivas. Elevator, que llevaba más prisa, seguía adelante por eso nos quedamos el trío 29er solos ante el peligro.

Unos botijitos del Mahou muy fresquitos nos esperaban aunque para poner peros decir que en cuanto a viandas la cosa estuvo un tanto escasa, en pocos sitios se estiran de forma adecuada.

En los instantes finales, tras un aviso por guasap, apareció GPS para completar su etapa por los caminos más complicados de los cortados cercanos a casa y cumplió también los honores con una cerecita, la última que tomamos.

Por delante nos quedaba una cuesta, que a alguno no le sentó muy bien pues raramente un miembro del pelotón llegó descolgado por efecto de la cuesta o porque no le sentó muy bien lo tomado. La vida es así.

La etapa concluyo con discrepancias, mi cuentakilómetros marcaba 56 km y el de Jokin solo 48, uno de los dos falló, ¿cuál?, no lo sé. Cada uno elija lo que le parezca más apropiado.

16 de junio de 2013, una etapa tranquila a la Dehesa del Carrascal

A algunos no hay quien le pare. Ni el frío invernal, ni el calor veraniego, bueno ya sabéis que la cita dominical para algunos es sagrada y así una vez más el pelotón Nenaza acudía en busca de la ruta correspondiente a este domingo.

El pelotón fue citado en primera convocatoria a las 8:00 de la mañana, hora a la que casi nadie se presentó y a las 8:15 como segunda y definitiva.

Allí acudimos 6 valientes Nenazas, sin un destino prefijado pero rápidamente Jokin se decidió como no podía ser menos por su camino favorito. No me adelanto, si lo os lo imagináis, lo veréis más adelante.

La salida hasta el pueblo por el camino habitual, rodeando el Cerro del Telégrafo por la pinada y solo cambiando el final, al bajar evitando el prohibido por la calle que se dirige hasta la estación del Metro, para girar a la izquierda en la última rotonda para enfilar hacia el aparcamiento de la laguna de El Campillo.

Una vez allí salimos a la carretera de Chinchón, como no podía ser de otra manera, para empezar a subir por el Vaáamono hasta pasar la finca de los caballos y comenzar la subida favorita de nuestro Holandés, los Cerros Concejiles. Una subida tendida, donde el pelotón no tuvo más remedio que estirarse, aunque la verdad que mucho menos que otras veces.

En la última cuestecilla antes de la parada de reagrupamiento, una torpeza hizo que en un mal cambio de piñones, la cadena saltara por los aires y la bici se quedara inhabilitada temporalmente.
 
 
 
Arreglando la cadena
Fotos: Calzas

Menos mal que siempre hay alguien que lleva herramientas, porque era necesario para el arreglo un troncha-cadenas y alguien que supiera usarlo. El arreglo duro un poco más de la cuenta, pero gracias a un eslabón maestro que llevaba Antonio la cadena pudo repararse y así poder continuar con  la etapa.
Ahí mismo aprovechamos para la foto de pelotón, y para que Antonio se despidiera del grupo tras cumplir su cupo del día y para volver tras nuestros pasos para recuperar una cámara que había extraviado por llevar abierto el bolsito de la bici.
 

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

Nuestro recorrido siguió adelante para bajar hasta la Vía Verde de Morata, la cual cruzamos para continuar haciendo la preciosa subida hacia la Dehesa del Carrascal. En la subida se estiró de nuevo el pelotón, donde Clavi pagaba su inactividad y perdía la estela de los de delante en las rampas más empinadas.
 
Clavi en la Dehesa del Carrascal
Foto: Marqués


Arriba en una de las mesas del parque de la Dehesa tuvo lugar la parada de avituallamiento. La verdad que daba vergüenza ajena el estado del lugar, montones de basura por todas partes hacían que el pinar pareciera más un estercolero que un lugar de uso y disfrute de la naturaleza que a todo resiste. ¡Qué guarros que somos los seres humanos!
 

Ardilla roja 


Fuente en la Dehesa del Carrascal

Los que llegamos al parque
Fotos: Marqués

 
Tocaba la vuelta y tras unas negociaciones de los miembros del pelotón, decidimos continuar hacia el Rock in Rio, pasando por el cementerio de mascotas, para dirigirnos hacia las canteras de Morata.
 
Unos caminos muy usados por el grupo. Canteras, olivares, camino del Piolín, ya sabéis un recorrido que sin descanso nos lleva hasta el puente metálico de la Vía Verde.
La bajada hacia el Puente de Arganda por el Vaáamono a toda velocidad y sin tregua por parte de nadie para llegar de nuevo a la carretera de Arganda y realizar la última de avituallamiento en la fuentecilla del parque del pueblo. Allí unos bebían, otros metían la cabeza bajo el grifo, otro los pies e incluso Clavi se despedía del pelotón quedándose limpiando la bici con chorritos de su botella de agua.
Del resto poco que decir, pues Jokin desapareció por delante y el trío restante completó la subida en pelotón para completar una ruta de 51 km en torno a las 12 de la mañana con una temperatura considerable que el verano está cerca. Es una buena hora para llegar a casa, para tomarnos unas cerecitas en La Rotonda y alguna más en la piscina de la Manzana 8, como no podía ser menos, que la temporada de baños fue inaugurada el día anterior por nuestro presi Rulo.  

9 de junio de 2013, volvimos por la cañada del aeropuerto de Barajas

Quedaba convocado el pelotón Nenaza a las 8:30 h. de un domingo de primavera, que más parecía un día de finales del invierno. El cielo nublado y una temperatura de 12º C, en el que iba a ser el último domingo con mal tiempo, a partir de aquí vendrán los calores.
Solo tres del pelotón acudimos a la cita dominical, exiguo y rácano grupo en cuanto a número, los gallos, los ruedines y la gran mayoría se quedaba fuera de juego en esta desapacible mañana.
No había nada preparado, no teníamos ni idea a dónde ir, pero pronto  surgió la idea de hacer una etapa tranquila para regresar pronto a casa y no desgastarnos en exceso. Así se decidió tomar camino cuesta abajo por el Cristo de Rivas en dirección a San Fernando de Henares. Rápidamente llegamos a la altura del puente de Moco, sin cruzarlo, para continuar por el paseo de los Chopos donde un guasap nos hizo tomarnos un receso para ver quien coño mandaba mensajitos a esa hora de la mañana.
Era Avispa, que se había quedao frito y preguntaba por la ruta, para tomar la misma dirección y unirse al pelotón. Tras ser informado, el grupo siguió adelante por la vega del río Jarama en dirección a la carretera de Barcelona, la cual cruzamos sin pausa para pronto alcanzar la zona de La Muñoza, junto al aeropuerto de Barajas.
Todo estaba desierto, no nos cruzamos con ningún ciclista en los primeros kilómetros de la vía pecuaria SR-71, y nada más cruzar bajo la carretera entre Barajas y Paracuellos M-111, hicimos una corta paradita para dar tregua al que iba en nuestra búsqueda y tomar un refrigerio, con fotos incluidas.

Trio de cabeza
Foto: Marqués 


Marqués
Foto: Rulo 
 
Seguimos adelante poco después, con una sorpresa nada más recorrer los primeros cientos de metros. Caminando venían andando una preciosa moza, su madre y sus perros (un dálmata entre ellos), conocida porque en una etapa en el pasado mes de agosto nos hizo una foto de mini pelotón sentados en el tronco del pino caído. Elevator y Clavi, ¿os acordáis de ella?
Comentada la anécdota, continuamos pedaleando el trío en paralelo al aeropuerto de Barajas, flipando como siempre con el aterrizaje de los aviones muy cerca de nuestro camino.
Recordé un poco más adelante que había un puente que cruza el río Jarama para contactar con el polígono de Paracuellos y como el resto no lo conocía, hicimos un breve receso para conocer el enclave.
 
Puente peatonal en el río Jarama
Foto: Marqués
 
Curiosamente, en el momento que el trío salía de nuevo al camino principal Avispa llegaba para unirse al grupo. Si tardamos un poco más, nos adelanta y le perdemos por delante. Menos mal que no fue así.
A unos 100 metros por delante, tocaba cruzar el arroyo  de las Zorreras, que baja desde la urbanización de La Moraleja. Allí Rulo y Chema, cruzaron a pie por los bloques de cemento, pero los que íbamos por detrás le echamos valor y tomamos la tangente para atravesar el cauce por tol medio. Avispa tomó la delantera, topándose con un piedro en el medio del arroyo y poniendo pie a tierra o mejor dicho a agua, antes de llegar a cruzar el arroyo. Ni que decir tiene, que se empapó los pies.


 
Cruzando el arroyo de las Zorreras
Fotos: Marqués y Rulo
 
 
 Detrás pasé yo, sin miedo y en plan jabalí, que no hay charco que se me cruce y me amedrante. El teléfono de Chema se atoró y no pudo grabar el evento, Ya lo haría a la vuelta.
 
Con los aviones
Foto: Rulo y Marqués 
 
Poco después tocaba cruzar el arroyo de la Vega, esta vez por el puente de cemento que facilita su paso, al cual no le vendría mal una rampita para llegar al camino una vez acabado el hormigonado.

Azulones en el arroyo de las Zorreras
Foto: Marqués 
 

Llegados al final de las pistas, una reunión rápida nos hizo poner en juego un poco de improvisación. En vez de tomar rumbo hacia la zona comercial de San Sebastián de los Reyes, seguimos río arriba, por caminos nunca recorridos por el grupo para abrir nuevas rutas.
La zona estaba un poco caótica, zanjas, charcos, barrizales e incluso una pestilencia increíble nos rodearon durante un tramo bastante largo. La causa probable, la depuradora del arroyo Quiñones que desprendía un tufo de impresión.
El resto del camino hasta llegar a nuestro destino final, flanqueado por picaderos de caballos y alguna que otra nave industrial.
Tras cruzar la carretera que une la A-I, nacional de Burgos, con destino a Algete hicimos la parada del platanito frente a la puerta trasera de la fábrica de cerveza Heineken, donde tomamos un refrigerio y tras una breve parada, retornábamos por el mismo camino por el que habíamos venido.

Cerecitas a mogollón
Foto: Marqués
 
Un poco más adelante Rulo tuvo un antojo, hacerse unas instantáneas junto a unos preciosos corceles de uno de los clubs hípicos, acompañados por un burro. Como no podía ser menos, una paradita, unas fotos y a pedalear tras la estela de los de delante.
 



 

Bellos corceles
Fotos: Marqués y Rulo 


La vuelta un tanto monótona, solo alterada un tanto cuando tocaba de nuevo cruzar el arroyo de las Zorreras. Esta vez los reporteros gráficos tomaron posición para no fallar, y de nuevo Avispa y yo íbamos a cruzar esta vez con testimonio del momento.

 
 
Cruzando el arroyo de las Zorreras
Fotos: Rulo

 
Vidrios por Chema
 
 
Por delante esta vez tomé la salida, y de nuevo cual jabalí crucé sin sobresalto. Por detrás le tocaba a Avispa, que aunque cruzó sin problemas estuvo a punto de caer de nuevo nada más salir del agua, metiéndose a la vegetación ribereña. Unas risas y adelante que había que volver a casa.
Del resto poco que contar, pues sin sobresaltos llegamos hasta La Muñoza, cruzamos la A-II y recorrimos la vega del Jarama en pos de la última subida por el Cristo de Rivas hasta las calles cercanas a nuestro punto de partida.


 

 


A la vuelta
Fotos: Marqués 

 
El grupo que solo se estiró en las últimas rampas del Cristo, llegaba hasta la avenida de las Provincias sin sobresaltos tras una etapa de 62 kilómetros tranquilos, muy tranquilos, en torno a las 12:35 h.
Rulo tiró pa casa, y el resto de peregrinación para encontrar donde tomarnos las cerecitas. Cerpa cerrado, Camelot ni que contar nada más y la única opción que nos quedaba era La Rotonda, el bar del Centro Covibar II. Un par de cerecitas o tres, ya no recuerdo y para casa hasta el domingo próximo.
 
 
 
En La Rotonda
Fotos: Avispa y Marqués

2 de junio de 2013, por canteras y olivares hasta el Rock in Rio

Tocaban a zafarrancho, los gallos volvían al pelotón. Y poco más tarde de las 8.45 h., la hora fijada para el inicio de la etapa, partía el pelotón Nenaza hacia lo desconocido.
Formaban el pelotón los más habituales, es conocido que hay algunos que faltan desde hace mucho tiempo y que los achaques de la pila de años que vamos teniendo han causado estragos últimamente entre nosotros. Los años no perdonan.
GPS tenía una etapa preparada en mente, y en esa dirección partimos sin dudarlo, eso sí con una idea constante, recortar un poco su recorrido para llegar un poco antes a nuestro hogar.
La primera parte de la etapa transcurrió por caminos muy conocidos y usados por el grupo, incluso alguna voz llegó a alzarse para recordar que ya está cansado de pasar por allí. Imaginaos, calle Pilar Miró, pueblo, parking de la laguna de El Campillo, carretera de Chinchón  y el dichoso camino Vaáamono. 
Subimos de forma rápida, como siempre con prisa y sin pausa, para alcanzar la parte más alta goteando aunque a distancias más cortas que en otras ocasiones. Junto al puente metálico de la vía verde de Morata, la reunificación como siempre y la foto de pelotón, que Antonio se volvía para casa.

Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
 
En la continuación recorrimos las canteras de Morata, pasando por el Piolín (cada vez más perjudicado por la intemperie), los olivares y otras zonas conocidas por todos.
Una vez cruzada la carretera que une Arganda del Rey con Morata, atravesamos la gran cantera  y tomamos la cañada que recorre el borde de la planicie sobre la depresión del Valle del Tajuña. En otras ocasiones circulamos por esa ancha pista, aunque en una sola de ellas llegamos hasta el final, una en la que tras degustar un gustoso caldito de Jokin bajamos por una infame cuesta hasta Perales de Tajuña.
Pero esta vez, y aunque GPS nos tenía preparada una nueva cuestecilla hasta Perales, el pelotón se resistió para cambiar la dirección en el último momento y dirigirnos hacia la A-3, con Campo Real al fondo.
 

En un cruce de un camino cerca de Perales de Tajuña
Foto: Marqués
Una vez junto a esta autovía, por carretera asfaltada llegamos hasta el Rock in Rio. Que buen firme tiene y como van las 29er por esa zona.
La parada del platanito tocaba allí, en el parking del recinto de conciertos que la verdad no entendemos para que narices se hizo, usado una vez al año y poco más.  Un ejemplo más del malgasto en este país.
 












Imágenes del pelotón en el Rock in Rio
Fotos: Marqués
El regreso a casa estaba cantado, y  la ruta más directa había sido la elegida. Esa que baja junto a la A-3 en un recorrido zigzagueante, que pasa junto al área recreativa de la Fuente del Valle y acaba en la vía verde de Morata ya muy cerca del Hospital del Sureste en Arganda.
En paz y armonía seguimos hasta alcanzar La Poveda, pasar junto a su estación de tren ya dispuesta para los paseos dominicales y cruzar por el puente de las avispas. Por cierto, para los más temerosos el puente con estas temperaturas está libre de nuestros queridos himenópteros.
Llegando al puente un perro casi hace dar con los huesos en el suelo, pasó a todas prisas entre mi pierna ya apoyada en el suelo y la bici. Además, cruzando el puente de manera ilógica se salió la cadena de mi bici cuando iba a pie, no lo entiendo, y así con el tiempo que perdí colocándola perdí el contacto con el grupo de forma casi definitiva, al no estar al corriente de lo que hacían los de delante tomé otro camino distinto al resto y solo me encontré con Jokin que me abordó sorpresivamente desde atrás en la avd. Pilar Miró, después de su recorrido por las cuestas de los cortados. Juntos llegamos hasta casa.
El resto debió hacer la subida integra por los cortados, o eso creo, para completar una etapa que en mi cuentakilómetros registraba una distancia de 57 km y en los suyos sería un par de kilómetros más, como mucho. Una etapa donde un viento muy molesto soplo en todo momento en contra de los avezados ciclistas, vaya castigo y como bien dice Rulo, el viento nunca ayuda..
En el Cerpa nos juntamos antes de la una de la tarde para las cerecitas, que el Camelot ya es historia como comentamos en anteriores crónicas. Un par de cerecitas o tres y para casa que ya era hora.
Salud y buen caldo compañeros, a unos que se recuperen de las dolencias y otros que el ánimo regrese a su ser para que el grupo vuelva por nuestros fueros con un pelotón más animado y numeroso.

26 de mayo de 2013, los colchoneros a cumplir pleitesía al Calderón y los merengues a ver amapolas blancas


En la última jornada, de puente festivo para los ripenses y tras la resaca del derbi de la final de la Copa del Rey, hubo desbandada general de todos los miembros del pelotón, y tras mucho tiempo de rutas sin ningún descanso,  vino una jornada en blanco.

La euforia colchonera sigue muy alta, pues los Nenazas aficionados colchoneros estarán un tiempo viviendo de las rentas de un partido tras los 14 años de derrotas consecutivas. De esta forma, la idea más fuerte de la ruta de este domingo era acudir a cumplir pleitesía al estadio del Glorioso.

La falta de los gallos más fuertes del pelotón, que seguramente hubieran puesto algunas pegas para una etapa tan plana, hicieron que nadie pusiera pegas a la realización de la ruta por la vega del río Manzanares, para alcanzar el Madrid Rio y subir hasta el punto de destino.

En la salida 7 Nenazas, 4 colchoneros y 3 merengues, dispuestos estos a soportar los empujes de las hordas de los primeros. Como viene siendo habitual, la bajada por el pinar del Cerro del Telégrafo para alcanzar las calles del pueblo de Rivas y cruzar bajo la carretera de Valencia, pedaleando en dirección hacia Protección Civil.

Desde allí tocaba remontar río arriba y no quedaba más remedio que circular por la senda de los charcos, ese camino que recorre la vega del insigne río con algunas trampas a modo de arroyos que bajan desde la zona de Valdemingómez. No es ningún problema, aunque hay que bajarse de la bici unas cuantas veces es una senda muy entretenida, rodeada de naturaleza a raudales muy a pesar de la cercanía de los vertederos de la ciudad de Madrid.

Antes de llegar al último escollo a modo de barrizal, Antonio que tenía un poco más de prisa que otras veces se despedía del grupo. Hubo foto de pelotón y su regreso a casa nos dejaba a los merengues en inferioridad manifiesta. ¡Qué duro lo que nos quedaba por delante!
 
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués

Al poco cruzamos la Cañada Real en dirección a Madrid y circular frente a la Finca llamada la Torrecilla de Iván Crispín. Poco después vendría el incidente que marcaría el resto de la etapa. Cuando iba en cabeza del pelotón emparejado con Avispa, un petardazo parecido a un disparo sonaba en mi rueda trasera, la cubierta estaba dañada y la cámara había explotado  dejando la rueda totalmente inservible.

Menos mal que se encendió la bombilla de Clavi, que propuso cortar un trozo de la cámara destrozada para colocarla por dentro de la cubierta rajada y así intentar que la solución permitiera el regreso hasta casa desde una distancia de unos 19 kilómetros, que habíamos recorrido hasta entonces.
 
Imagen del reventón
Foto: Marqués

Se cambió la cámara e hicimos un apaño con un trozo de la estropeada ya que el problema vino debido a que la cubierta se había rajado en un lateral, ocasión que aprovechó Elevator para regresar juntos, ¡Que si no aguanta la cámara¡ ¡ que así le puedo ir a recoger con el coche¡, etc..  vamos que excusas con total de no ir con el reducido al grupo colchonero, que orgulloso circularía en dirección al Glorioso estadio Vicente Calderón.

La vuelta de estos, con cuidado y con paradas para inmortalizar el paisaje y las bonitas Amapolas del opio o Adormideras Papaver somniferum, una llamativa planta alóctona típica de la vega del Manzanares en esta época del año.
 
 




Amapola del Opio
Fotos: Marqués

Llegamos hasta el punto de partida sin más sobresaltos, el parche aguantó hasta el final y así concluía la etapa para los merengues.

Lo que ocurrió por delante queda en manos de un nuevo cronista Clavitelli, que contará a partir de ahora sus experiencias en el resto de la etapa.

Continuó la ruta hacia Madrid Rio con los valientes que quedaban, no sin antes realizar un par de kilómetros más por un despiste que hizo obviar la desviación al carril bici. Subsanado el percance continuaron a buen ritmo por el carril entrando en el parque del Manzanares.

Avispa y Rulo, que habían estado ya una vez por esos lares dudaban en algunos sitios para poder pasar a Madrid Rio, pero como buenos atléticos sabían perfectamente por donde había que ir, algo les llamaba desde lo lejos.

Video por Chema

Poco a poco dejaron atrás la Caja Mágica y unos cuantos kilómetros junto al río Manzanares para llegar al fin frente al estadio del equipo de sus amores.


Video por Chema



 

 
 

El pelotón colchonero frente al Vicente Calderón
Fotos: Avispa y Chema 
 
Tras las fotitos enviadas por guasap y ver las que GPS enviaba desde V marcha MTB Villa de Aranjuez se tomaron unas viandas que cada cual tenía, ya se sabe platanito, barritas, etc.


Regresaron hacia Rivas, más contentos de lo normal tanto por la llegada al estadio como por las patinadoras que iban y venían por el carril, ¡¡¡la primavera que la sangre altera¡¡¡


La nota negativa de la jornada la puso un capullo que estaba imitando a Fernando Alonso y que increpó a Clavi según él por no mirar. ¡Manda huevos con el tío!, debía de creer que iba solo, tras un cruce de acusaciones se distanció enseguida de nosotros ¡Que velocidad debía de llevar el gachó!. 

Siguieron todos juntos hasta que en un punto Chema y Clavi continuaron por el carril bici y Rulo y Avispa volvían para coger el camino que habían tomado de inicio. Finalmente juntos los cuatro continuaron a demasiado buen ritmo, parece que luego alguno lo pagaría.

Al llegar al cruce con la Cañada decidieron volver por el mismo camino de la ida, de nuevo por la senda de los charcos. Tramo muy concurrido ya que en varios puntos tuvieron que adelantar a dominguero-ciclistas, niñas casi con bicis de paseo y frikis sin casco y camisetas de tirantes, ¡¡ahh!! no que estos fueron en otro tramo.

Al llegar a los campos de futbol del pueblo de Rivas quedaron en ir todos al Cerpa y así comenzó la ascensión al pueblo. Dura no, muy dura fue la llegada, con Rulo en plan 29er, que llegó en cabeza, Avispa y Chema  a continuación, y Clavi que se unió a ellos cuando tomaban la primera cerecita.

Cuando aún estaban tomando la primera, apareció Marqués con su vástago con la excusa de comprar el pan y aceitunas o eso dijo. Tras tres cerecitas, cada mochuelo se fue a su olivo con la fresca en la oreja ya que había estado un rato lloviendo de tormenta preveraniega.
Y a todo esto, como se dejaba caer anteriormente GPS, al cual dejamos abandonao en la V Marcha MTB Villa de Aranjuez, nos envió unas fotos del evento. Grande Rafa, eres el que tienes más huevos para hacer las rutas más técnicas.








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