Por aclamación popular vuelvo
a retomar estas crónicas que abandoné hace algunos meses y que seguro que echabais
en falta, al menos eso decís cuando nos vemos. ¿O no?
La verdad es que lo dejar de
hacerlas fue una mezcla de dejadez, de vaguería e incluso hastío porque las
rutas que hacemos son las mismas y no se varia nada. Tenemos todo el terreno cercano
muy trasteado, ya no quedan casi rincones por conocer en nuestro entorno.
Así hago un nuevo arranque,
no sé si durará mucho, para que queden en la nube esas experiencias de las que
disfrutamos los Nenazas en las mañanas de domingo.
A esta ruta no se
presentaron los más duros, esos que si no suben y bajan durante todo el
recorrido no están a gusto. Así que era el momento y el día propicio para hacer
una de las planas de rodaje y que mejor que lanzarnos Cristo de Rivas abajo hacia San Fernando
de Henares.
Hasta el Puente del Moco alguno
se escapó por delante, a Rulo parece que montar entre semana le da alas, como
el Red Bull.
En el resto de la etapa el
grupo fue más o menos compacto en casi todo momento, unidos y a buen ritmo,
solo interrumpido con alguna breve parada técnica. Así pedaleando a todo gas
llegamos hasta la Vía Pecuaria que discurre junto a las pistas del Aeropuerto
Adolfo Suarez.
La primera parada y breve la
hicimos donde siempre, junto a esos grandes pinos que hay después de cruzar bajo
la M-111. Descarga de líquidos y p’alante que quedaba un rato.
En la zona de pistas Chema hizo una espera, quería grabar el
despegue de un avión. Como salían muy seguidos el trabajo se hizo rápido.
Al llegar a la cabecera de
pistas no teníamos claro dónde ir, surgiendo la idea de seguir río arriba en
vez de acercarnos a Alcobendas. No era mala idea y como ya lo hicimos en otra
ocasión, el camino no era desconocido.
Llegamos hasta la carretera
que une la N-I con Algete, la M-100, sin tener claro si seguir un poco más o
parar. Pero ahí que como había un McDonalds, se nos ocurrió hacer parada y
fonda en este lugar.
Luismi y yo tuvimos una idea, ya que había que echar algo al estomago era buena idea jalarse una hamburguesa de un euro y así meterle proteínas al cuerpo. Así lo hicimos ante la incredulidad del resto.
Una vez concluida la parada,
tocaba camino de vuelta. Cuesta abajo Luismi, que los ríos siempre discurren en
sentido descendente aunque no lo parezca.
El camino de vuelta sin
tregua alguna, con el pelotón de nuevo compacto en todo momento y con una velocidad
media de las que te van agotando poco a poco.
Hasta la rotonda de San
Fernando llegó el pelotón como no podía ser de otra forma, pero ahí viene donde
la matan. La subida del Cristo de Rivas era la única chincheta de la etapa y una criba que sienta mal a los menos
preparados. Aunque si hay que sufrir, se sufre.
El final tras los casi 61 kilómetros recorridos en el Chapu, donde como siempre brindamos por los ausentes y recuperamos los líquidos perdidos.
Ahí vuelve a quedar eso,
NENAZAS.
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