2 de octubre de 2016, esos caminos nuevos que también existen


Hacen falta pocas palabras, muy pocas, para abrir la caja de Pandora y esto es lo que ocurrió en la ruta del domingo pasada. Nuestro GPS se dio por aludido por mis palabras de la anterior crónica y diseñó una novedosa ruta con algunos tramos fuera de los caminos tradicionales de los Nenazas.

La salida a tumba abierta por la carretera del Cristo de Rivas, como siempre cada uno a su ritmo, para apelotonarnos de nuevo en la rotonda de la 3-M.

Íbamos en pelotón compacto, a trote cochinero cuando Rafa frena para salirse de la carretera y entrar en una pequeña senda bajo el viaducto de la R-3, Rulo que no se había percatado hizo una pirueta tremenda que casi le hace dar con sus huesos en el asfalto. Controlando la burra sin meterse en la vía sale intacto del percance.

Así en fila recorrimos un trecho a la sombra del susodicho para así llegar hasta el puente de hierro de Mejorada, el cual cruzamos como no lo hacíamos hace mucho tiempo.



Nada más cruzar un giro a la izquierda para bajar por una endiablada cuesta, corta pero solo apta para los más hábiles. Salva eres un máquina y lo sabes.


Siguiendo la nueva ruta pedaleamos bajo el viaducto del AVE y pasamos cerca de la Laguna de las Islillas, en Mejorada, donde tomamos una cuestecilla para salir por detrás del pinar que hay junto a la M-203, esa carretera que se dirige hacia Torrejón y Alcalá de Henares, para así entrar en la localidad mejoreña por la parte de atrás.
Recorrimos unas calles de Mejorada para salir de nuevo al campo muy cerca del cementerio de la localidad, esa zona ya la conocimos hace mucho tiempo.

Subida por los campos al este de este pueblo hasta el tramo de autopista de peaje sin concluir y tomamos dirección hacia Loeches. Una zona un poco echada a perder y secorra, por la que cruza el arroyo Pantueña que a la vuelta volveríamos a cruzar en Velilla de San Antonio.


Una vez en Loeches alguien sugirió el Colombiano, pero no era el día, una subida demasiado fuerte para el estado de forma de alguno de nosotros. No digo nombres, que todo se sabe. Así que la decisión fue ir por la M-300 hacia la cuesta de las piedras por la que pasa el camino hacia otro conocido pueblo, Campo Real.

En las primeras cuestas alguno pusimos pie a tierra para llegar hasta el primer rellano, se nota que hemos perdido fuelle. Y en el segundo envite solo Rafa parece que se hizo con la cuesta y llegó hasta arriba montado, el resto más o menos distancia pero a pie empujando la bici.
Hasta llegar a Campo Real, perdí contacto con el grupo o con los grupos, porque aunque llegué arriba poco después que Luismi y Rulo, no los volví a ver hasta llegar al citado municipio, donde me esperaba Rafa para acompañarme hasta el punto de avituallamiento en las lavaderos de Campo Real.





Allí Josemari se entretenía haciendo fotos y el resto comiendo para recuperar fuerzas junto a ese gran chorro del que sale un agua fresca de la que algunos aun se resisten a beber. Yo sin embargo bebo siempre.


Tocaba vuelta hacia casa y la lógica nos dictaba que haríamos regreso por el camino pedregoso de siempre pero en sentido contrario. Esa antigua carretera destrozada que nos lleva de nuevo hacia la M-300.

Una vez cruzada la carretera, una corta subidita y tocaba improvisar. Se nos ocurrió ir por un camino desconocido y al final hubo que cruzar un olivar para salir de nuevo a un camino con firme decente.

Ese camino nos llevó hasta la R-3, donde en vez de cruzar el puente que teníamos delante giramos a la derecha circulando paralelos a dicha autopista de peaje hasta llegar hasta otro camino conocido, el camino del Clavi que baja desde Loeches a Velilla.

Camino abajo llegamos hasta el arroyo Pantueña, como dije antes, donde Rafa cruzó por el agua y el resto por el improvisado puente de madera. Así fue como llegamos hasta Velilla.

Cruzamos el pueblo, con talanqueras incluidas y dándole a los pedales directos hasta los Viveros Don Pedro con solo la subida por la carretera del Cristo por tercera semana consecutiva, donde cada uno de nuevo dio lo que pudo, juntándonos al final en el Chapu tras los 46 kilómetros de rigor. A tomarla, ya sabéis.


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