20 de noviembre de 2011, por miedo al barro a Morata por la via verde

Poco quedará en el recuerdo y memoría de las rutas de los Nenazas de Rivas, el desarrollo de esta etapa, por lo habitual y socorrida que resulta en las salidas donde se complica el transito por los caminos o por los cuerpos que tras algún que otro sarao, no dan más de lo que dan.

Se juntó el mini pelotón a eso de las 9:10 h, tras una noche donde la lluvia había sido la protagonista, lo que seguro que hizo a más de uno el quedarse calentito en la cama. Se nota quien son los más aguerridos del pelotón de los Nenazas.

La decisión estaba clara, para no usar caminos embarrados había que dirigirse a Morata por la Via Verde y huir del barro. Tras una sabía propuesta del Profe, salimos en dirección a La Poveda, esquivando los caminos que rodean la laguna de El Campillo y el campo de cultivo, usando la carretera que va a la finca de El Piul, bajo los cortados. Una carretera venida a menos, con muchos agujeros pero sin barro.

Una vez en el puente del Tren de Arganda, cruzamos un caudaloso río Jarama, muy crecido ese día, y no olvidamos esos días de verano con avispas reboloteando a nuestro alrededor. Aunque un buen susto se llevó Lemond cuando en cabeza del grupo empecé a agitar los brazos como si espantara a esos insectos, no vi su cara pero me la imagino.

La subida hacia la cementera muy tranquila hasta llegar al hospital, donde empezó mi agonía. Aunque el Profe había avisado que no estaba con buenas sensaciones, no fue así y lo fue para mi. Peor que de costumbre.

Nos juntamos de nuevo junto a la cementera, donde me esperaban impacientes, realizando la bajada en grupo con Lemond a la cola del grupo. Una parada poco antes del descanso, para la foto de grupo, con Morata al fondo.

Pelotón con Morata de Tajuña al fondo
Foto: Marqués

El platanito y la barrita, como era de esperar, en el helipuerto de Morata de Tajuña, donde recuperamos fuerzas e hicimos regreso hacia casa.

La vuelta muy parecida, descolgándome de nuevo del grupo esta vez por problemas técnicos de salida y pájara de nuevo después.

Eso si, una vez en la cementera hice una bajada brutal, tanto que llegué a adelantar al grupo en Arganda. Bueno, para no faltar a la verdad lo hice tomando el atajo del polígono y porque el resto hizo un par de paradas para esperarme. Tras una llamada, les esperé yo junto a los andenes del Tren de Arganda, en La Poveda.

Esperando en el Tren de Arganda
Foto: Marqués

Hasta el pueblo volvimos de nuevo por la misma carretera, todos en grupo hasta el pueblo.

Saliendo de la laguna de El Campillo empezó a chispear, un chispeo que poco a poco se convirtió en lluvia, que nos dejó empapados al llegar al final tras unos 62 km de recorrido.

Como no podía ser menos, acabamos en el Camelot, donde acudió el Holandés a hacer los honores.

Una vez nos ibamos también Rulo y familia acudieron a tomarse unas tapitas, e incluso y aunque no se bajó del coche, también hizo acto de presencia Josemari.

Un saludo a los que no salísteis.

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