9 de septiembre de 2012, la etapa una disculpa para lo que vendría después

Cada semana esperamos que llegue le domingo, día de la etapa ciclista de los Nenazas, pero no voy a repetir esa frase que tanto le gusta a Avispa Lemond

Esta vez la etapa era una excusa para lo que vendría después, el domingo 9 de septiembre de 2012 será recordado para los anales de la historia por ser en día del chuletón, desde estos momentos mejor llamado MORUCHÓN. Ya sabeis, chuletón de morucha, moruchón. 

La salida fue convocada a las 8:30 h., tal y como ocurría en las últimas semanas, con una afluencia masiva del pelotón donde a 12 Nenazas se nos añadía uno más, el cuñado de Elevator. Solo faltaron a la cita Antonio, Calzas y Rulo

Así un grupo de 12 + 1, uno de las más numerosos de nuestra corta historia, iniciábamos la salida neutralizada con dirección desconocida, alguna nos tendría preparada GPS.





La salida neutralizada 
Fotos: Marqués 

Y fue así, porque nada más salir del parque del Cerro del Telégrafo se desmarcó con una senda nueva para el pelotón. Una estrecha senda que baja hacia el río Jarama llena de cantos, peraltes y otros obstáculos varios, era la elegida para calentar y estirar los músculos ante el estupor de algunos de nosotros. 

Tras una bajada y una subida, contactamos de nuevo con el camino de los cortados para seguir adelante hacia la laguna del Campillo, tras bajar por una de las rutas alternativas que usamos en algunas ocasiones. 

Una vez allí abajo, lo siguiente como tantas y tantas veces, la carretera de Chinchón y el camino Vaáamono. Esta vez sin culminar la subida, más arriba de la desviación hacia los Cerros Concejiles, tomamos un camino hacia la izquierda llenísimos de piedras y con una cuesta que no creo que muchos pudieran subirla sin bajarse de la bicicleta. 

Elevator y Avispa Lemond
Foto: Trancas

Pero ahí vino la trampa, a modo de despiste. La parte delante del pelotón no atendió a las instrucciones de GPS y en vez de esperar arriba como les dijo, siguieron a ciegas sin parar y por detrás separados del resto, GPS como esperador, Clavi y yo mismo. 

Hasta volvernos a juntar pasó un buen rato, donde los prófugos hicieron esfuerzos demás, volviendo a bajarse al Vaáamono por una senda casi impracticable, donde solo el Gavilán fue capaz de llegar abajo sin poner pie a tierra. Esa 29 y esa pericia. 

Una vez unidos de nuevo cerca de la parte alta del Vaáamono, empezó una bajada en paralelo a la vía verde, atravesando de nuevo por aquellos túneles por donde una vez hace muchos meses también cruzamos la N-III. 

Hacia los túneles de la N-III 
Foto: Marqués

La etapa no podía alargarse mucho más, al menos para alguno, porque había que estar pronto en casa para preparar la comida. Así que se decidió parar en la zona recreativa de la Fuente del Valle, donde comimos, bebimos y descansamos para iniciar el regreso. 

Imágenes en el descanso
Fotos: Marqués y Trancas

Tras una corta bajada, llegamos de nuevo a la vía verde donde 10 unidades tomaron dirección hacia los cerros para cruzarlos y bajar de nuevo por el Vaáamono, y los otros 3 bajamos directos hacia La Poveda, para cruzar el puente del tren de Arganda y rodear la laguna del Campillo. 

De vuelta
Foto: Marqués

Clavi de regreso
Foto: Marqués

Sargento enriscado
Foto: Marqués

Una vez en el pueblo, y con el pelotón disgregado, iniciamos la subida en la cual como muchas otras veces, cada uno llegó como pudo. Y como se decía al principio, lo mejor llegó después. 

La comida salió de escándalo, la carne exquisita, pero sobre todo la camaradería de los 14 Nenazas presentes. La comisión de festejos preparó todo a conciencia, el anfitrión de lo mejor, Trancas magnífico como maestro de ceremonias en las brasas. 

En fin, un día para no olvidar que se remataría con unos mojitos en la despedida de la temporada de piscina de la manzana 8, pero eso es otra historia. 

Hasta la próxima, compañeros.

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