Una jornada más en la que el
grupo de arriesgados Nenazas quedaban convocados en la plaza para ir en busca
de nuevas experiencias para elegidos.
Eso sí, mañana preciosa con el cielo completamente despejado no apta para
frioleros porque como decía un finolis “hace un bris que corta el cutis”,
sobre todo cuando el pequeño pelotón bajaba por las calles del Rivas en
dirección hacia el pueblo. Los dedos de manos y pies congelados, oiga.
Lo más destacable la vuelta
al pelotón de un ausente desde hace meses, Clavi. Ánimo y constancia para que
vuelvas por tus fueros que se te echa en falta.
No queríamos cruzar el
puente de las avispas, cada vez está peor y como contábamos en anteriores
crónicas han puesto un cartelito donde se eximen de responsabilidad en caso de
accidente. Por ello. Cruzamos el Puente de Arganda, puente de hierro de la
antigua nacional a Valencia ya existente en tiempos de la Guerra Civil.
Nada más cruzarlo, giro a la
izquierda para circular por la orilla del río Jarama en dirección a La Poveda.
Ese camino se hace largo y pesado, seguramente por ser estrecho, sinuoso y
tener unos tramos pedregosos y otros en los que se va muy pegados a la valla
metálica de una finca de ganado.
Senda junto al Jarama
Foto: Marqués
No había una dirección clara
en el pelotón, aunque para eso estaba GPS también reincorporado tras un periodo
de inactividad, que si sabía dónde nos iba a llevar. Sí, dije bien, donde nos
iba a llevar.
La subida desde La Poveda
por el carril bici y el polígono, para alcanzar los alrededores del Hospital
del Sureste. Un trocito de carril bici y de nuevo a subir camino del parque de
la Dehesa del Carrascal.
Esta vez GPS nos volvió a
sorprender con una ruta nueva por el pinar, siempre innovando en pro de
hacernos una etapa interesante aunque a veces más dura de lo deseado por
algunos.
Pero esta vez no iba a ser
así, nos subió por un trazado interesante no demasiado duro, muy bonito y que
nos llevó hasta la Dehesa de una forma diferente. En fin, un acierto más de
nuestro guía.
Llegamos a la Dehesa del
Carrascal en grupo, y allí nos iba a abandonar Clavi que daba por cumplida su
travesía con el grupo para regresar en solitario hacia su casa. No hay que
abusar después de la inactividad.
Pelotón de la jornada
Foto: Marqués
El grupo continuó hacia
delante para dirigirnos hacia el Rock in Río pasando por el cementerio de
mascotas llamado el Último Parque. En grupo llegamos hasta en Rock in Río,
dejándolo atrás después de darle la vuelta por el lado sur, el de la rampa a
modo de tobogán que esquivamos sin demorarnos.
El destino era Perales de
Tajuña y para dirigirnos hacia allí hicimos un itinerario zigzagueante por los
conocidos olivares de la zona. Para un lado, para el otro y así
consecutivamente como si estuviéramos perdidos.
Hacia Perales de Tajuña
Foto: Marqués
Para al final llegar a lo
alto del valle del río Tajuña, donde teníamos por delante una curiosa bajada.
Perales desde arriba en el inicio de la cuesta e imagen desde la mitad de la bajada
Fotos: Marqués y Josemari (respectivamente)
Una vez hace un año más o
menos en otro día invernal GPS nos había bajado por la zona. Una senda pedregosa,
jodida como pocas donde algunos pusimos pie a tierra para bajar a patita sin
vergüenza.
El Profe en la cuestecilla
Video por Josemari
Esta vez nos cambió la ruta
de bajada, haciendo una senda menos jodida que la de la otra vez, aunque fuera
de las posibilidades de alguno, y digo alguno porque la gran mayoría hizo la
bajada montado en la bici, y yo de nuevo sin vergüenza volví a bajar a patita.
No están las cosas para ostiarse pa ná.
Un recuerdo de David y
Gavilán, que hubieran disfrutado cantidad en una bajadita a su medida como
esta.
Espera a mitad de la bajada
Foto: Josemari
Un último tramo empinadísimo,
con rampa de cemento incluida nos llevaba hasta las calles de Perales
completando una bajada en la que GPS llegó a confesar que no la había hecho
sobre ruedas sino inspeccionándola andando. Sin comentarios.
La parada del platanito en
una calle del pueblo donde había un poyete de piedra a modo de banco donde
pudimos descansar, comer un poco y sobre todo discutir las experiencias que
habíamos tenido y las que vendrían después.
Parada del platanito en Perales de Tajuña
Foto: Marqués
Entre las alternativas dadas
por nuestro guía, la más acertada y al fielegida, ir a la gasolinera de la A-III por
una pista nueva que sube en paralelo a la carretera que une a esta localidad
con Campo Real y que una vez arriba cruza bajo la A-III en dirección al citado
pueblo. Una pista desconocida incluso para GPS que solo había visto en Google y
no en directo.
El cartel en el inicio de la
pista nos indicaba su nombre, Paseo de la Ermita, e iría adornado por muchos
más carteles que indicaban los lugares por donde íbamos cruzando. Veréis una
muestra aunque no todos porque sino no hubiera llegado arriba con demasiadas
paradas.
Cartel de las Ermitas de Perales
Cartel del Mirador de Peñarrubia
Fotos: Marqués
Una super empinadísima
cuesta en la que todo el personal tuvo que poner pie a tierra culminaba el
camino antes de llegar a lo alto. Con tierra muy suelta, no dejaba que te
mantuvieras encima de la bici y todos subimos a pie un buen trozo.
Subida por la pista desde Perales de Tajuña a la A-III
Fotos: Marqués
Una vez arriba reunión y
continuación hacia delante sin demora por la citada carretera para girar a la
izquierda antes de cruzar bajo la A-III y retomar rutas ya conocidas por el
pelotón.
Volando nos acercábamos
hacia el Rock in Río. Esa zona de asfalto es la apropiada para alcanzar
velocidades altas y llegar lo antes posible a la bajada hacia casa.
Tocaba bajar, eligiendo para
ello la ruta más corta y rápida, la que rodea la A-III y que pasa por el área
recreativa de la Fuente del Valle.
Allí fue donde no sé cómo
pero aunque si sé el porqué, me desenganché del pelotón que continuaba volando
y completé una bajada en solitario sin tener a la vista en ningún momento a mis
compañeros de viaje. Iba deprisa y ni por esas pude alcanzarlos.
La reunión el Puente de
Arganda, de nuevo en el de hierro, tras completar el mismo camino que a la ida, junto a la orilla del
Jarama, aunque esta vez en solitario.
En el Puente de Arganda
Fotos: Josemari
Tocaba subir el pueblo, con
dudas en el lugar donde tomar las cerecitas, si en el Champú como últimamente, para
así juntarnos con el lesionado Avispa o quedarnos en el Miró, un poco antes de
terminar la etapa.
Como Avispa no dio señales
de vida, elegimos el Miró que es un lugar socorrido y con buenas viandas.
En el Bar Miró
Foto: Marqués
Solo nos quedaban hacer
un par de kilómetros para llegar a casa para completar los 64 kilómetros recorridos, y así lo hicimos ya con los deberes
cumplidos una vez terminamos de subir la avd. Pilar Miró y rodear el Cerro del
Telégrafo por la ruta habitual hasta nuestros hogares.
Rafa, ¿dónde te quedaste?,
que perdimos contacto en ese tramo.
Para Luismi
Foto: Marqués
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