15 de diciembre de 2013, la Ruta de los Gordos, con un par

La mañana se ponía delicada cuando a la cita dominical solo acudíamos 3 Nenazas, eso sí, de lo bueno lo mejor, tres escogidos sufridores de la ruta.

El recorrido no estaba nada claro, ni lo estuvo en los primeros kilómetros que recorrimos, donde fuimos cambiando de destino y despistando a Jokin, que tenía deberes familiares y debía adelantar su hora de llegada al hogar.

Partíamos bajando hacia el pueblo, por la calle habitual la avenida Pilar Miró para llegar hasta el polideportivo del Parque del Sureste donde fuimos recriminados por un tipo por bajar en dirección contraria. Eso sí, el tipo iba andando despistado por medio del asfalto con la cabeza agachada..

A la laguna de El Campillo llegamos sin el destino aun claro, pero no queríamos cruzar el puente de las avispas ni recorrer el río Jarama por la orilla izquierda hasta él. Así que elegimos subir hacia el Vaáamono, para luego girar a la izquierda y subir los Cerros Concejiles.

Jokin iba destacado por delante en la carretera de Chinchón y el Profe me propuso algo, liarnos la manta a la cabeza e irnos hasta Orusco. ¿Qué dónde está ese pueblo? Pues lejos muy lejos, río Tajuña arriba, a tomar por culo.

Un grito alertó a Jokin para girar a la izquierda antes de llegar a la laguna de Las Madres y cruzar la carretera para ir por el camino en dirección al polígono de Arganda. Jokin ya no sabía que hacer y alucinaba con lo que le decíamos. ¿Cómo vais a ir hasta Orusco si yo cuando fui lo hice desde Arganda y está muy lejos?

Pero el Profe, que tenía una espinita clavada sabía que este era el día, lo tenía claro. Ya sabéis, yo no sé decir que no a nada y para allá que iríamos.

Dando vueltas al coco se me ocurrió que el camino más cómodo y quizás corto era ir hasta el Hospital del Sureste, subir por la vía verde un rato y subirnos hacia el Rock in Río por la ruta junto a la A-3, la que pasa por la Fuente del Valle.
 
 
 
Subiendo hacia el Rock in Río
Fotos: Marqués


Dicho y hecho, sin dudarlo por allí subimos y nos plantamos en lo alto en el Rock in Río entorno a las 10 y media de la mañana.

Allí nos abandonaba Jokin, muy a su pesar como dejaba entrever con sus palabras y gestos. Seguro que le hubiera gustado seguir hacia delante, aunque esta etapa estaba destinada para los gordos del pelotón y solo para ellos.
 
Pelotón
Foto: Marqués


Sin dudarlo tomamos dirección hacia Perales de Tajuña, nuestra siguiente meta volante. Para acortar la ruta no sólo en distancia sino más bien en tiempo, bajamos por la carretera que una a Perales con Campo Real.

La carretera era como una nevera, congelada y con una potente escarcha. Hacía un frío terrible y así el Profe decidió que lo mejor era bajar lo antes posible y yo con mi precaución habitual me rezagué un tanto.
 
Perales de Tajuña
Foto: Marqués


Llegamos rápido a Perales, con ambiente gélido, sin parar para nada, en busca de la Vía Verde que sería nuestra ruta en lo que nos quedaba por delante.  

Circular por rutas nuevas es siempre gratificante, descubriendo nuevos paisajes muy llamativos sobre todo en esta época del año. El otoño nos regala unas luces muy buenas, permitiendo el disfrute del ciclista.

En muchos tramos el firme de la Vía Verde estaba completamente helado, con una escarcha impresionante. Había que cruzar algunas de estas zonas con un cuidado máximo para evitar patinazos.
 

Vía Verde del Tajuña
Fotos: Marqués


Con 37 km recorridos y poco antes de las 11 y media llegamos hasta Tielmes, el primero de los pueblos aguas arriba desde Perales. Allí hicimos una paradita para tomarnos el platanito, descansar un poco y disfrutar de lo hecho hasta ese momento.
 
 
 
Parada del platanito en Tielmes
Fotos: Marqués


No paramos demasiado tiempo y continuamos río arriba. Nos quedaban unos 6 kilómetros y medio hasta el siguiente pueblo, Carabaña. Pueblo muy famoso por sus aguas purgantes. Aunque solo lo vimos desde lejos, ya que está en la otra orilla del río. La ruta bastante plana, aunque siempre picando un poquito hacia arriba, lo que vendría bien para la vuelta.
 
 
Carabaña
Fotos: Marqués


Al llegar frente a Carabaña, sin cruzar el puente hacia el pueblo, la ruta gira a la derecha para circular unos centenares de metros por una carretera, y después volver a la Vía Verde girando de nuevo a la izquierda.

Poco después hay un cruce en el que la Vía Verde se parte en dos. A la izquierda, la nuestra, el ramal que va hacia Orusco y a la derecha la llamada Vía Verde del Tren de los Cuarenta Días, hacia Estremera. Esa para otra vez.

Nos olvidamos de esa ruta, que Estremera está junto al Tajo y es un destino un tanto lejano a unos 15 kilómetros y continuamos hacia Orusco, nos quedaban por delante ya solo unos 4 km.

La ruta muy parecida a lo recorrido por el Tajuña desde Perales, eso sí acompañados por un ciclista veterano que conocía la zona con el que fuimos charlando amigablemente hasta llegar a nuestro destino.

A Orusco llegamos a las 12 y cuarto, con 51 km recorridos en nuestras piernas, todo un logro. Antes de entrar al pueblo, inmortalizamos el momento con unas cuantas imágenes del evento. ¡Qué gozo!
 
 
 
 
Orusco
Fotos: Marqués y Profe


Había que recuperar fuerzas, y como en eso el Profe es un hacha, nos fuimos hacia un bar junto a la gasolinera del pueblo. Bar Los Nietos, bueno, feíto pero barato.

Nos calzamos unos bocatas de lomo acompañado con unos quintos, un café con leche y un phoskitos, como no podía ser menos. La vuelta era larga y había que tener las piernas en forma suficiente para llegar hasta casa y como bien recalca el Profe siempre, hay que comer bien si quieres que te dure la gasolina hasta el final.
 
 
A comer
Fotos: Marqués


En torno a la una, poco más o menos salíamos de nuevo a darle a la bici, nos quedaba toda la vuelta circulando por la Vía Verde río Tajuña abajo. La ruta cómoda, picando para abajo como era de esperar, lo que permitía un trasiego cómodo para no recargar demasiado las piernas de cara a la subida desde el valle del Tajuña hacia Arganda.

Por cierto, aconsejado por el Profe quité el plato grande de la bici, mi rodilla se estaba recargando poco a poco por abusar de un cambio forzando demasiado tiempo. De nuevo un sabio consejo digno de un gran conocedor de la marcha sobre una bicicleta. Al poco la rodilla volvió a su ser y no me volvió a molestar hasta el final.
 
De vuelta por la Vía Verde
Foto: Marqués

El ambiente un poco más templado, aunque con las zonas escarchadas aun presentes. En las umbrías seguro que no da el sol en todo el día y los rayos de sol no se asoman para derretir la escarcha. En uno de los tramos el Profe tuvo un despiste y su rueda trasera le hizo un quiebro curioso. Menos mal que su habilidad hizo que quedara simplemente en eso, una anécdota.
 
Ruta de la Vega Marañana, Carabaña
Foto: Marqués


Bonitos paisajes pasando de nuevo por Carabaña y Tielmes, ya en término municipal de Perales de Tajuñaa destacar el Risco de las Cuevas, unos cantiles yesíferos con viviendas excavadas en la roca para aprovechar la pared como resguardo para vivir, parece que en el periodo Neolítico, no está nada claro.
 
Risco de las Cuevas, Perales del Tajuña
Foto: Marqués


 
Llegamos a Perales con la duda de la ruta por la que subir hacia el Rock in Río. Dos alternativas, subir por la pista del Paseo de la Ermita, tal y como se hizo en la semana pasada cuando GPS nos guió en la vuelta a casa desde Perales o irnos a la carretera que pasa por la fuente de La Gasca, que aunque es más larga y es dura, permite subir a ritmo para llegar hasta lo alto con un poco más de fuerzas.

El Profe fiel a su filosofía a su ritmo me sacó unos 500 metros cuando llegamos arriba, el culo dolía de lo lindo y había que recuperar rápido la marcha pues aun nos quedaban unos kilómetros por delante. Como dicen por ahí "en la bici todo da por culo menos el aire que siempre da de cara". Verdad Rulo.

El discurrir del camino hacia el Rock in Río lo conocéis muchos, la vía de servicio de la A-3 hasta llegar a la gasolinera de esa carretera y seguir hacia esas instalaciones de ocio.

El Rock in Río lo dejamos atrás poco tiempo después, y ya solo quedaba por delante bajar hacia Arganda por el mismo camino por donde habíamos subido. Esta vez parando a reponer líquido en la Fuente del Valle, a las 15 horas. Llenando las botellas para tener agua para llegar hasta casa sin problemas de deshidratación.
 
 
 
Fuente del Valle, Arganda del Rey
Fotos: Marqués


Pronto dejamos atrás ´de nuevo la Vía Verde y el Hospital del Sureste en Arganda. Esta vez eligiendo el camino junto al río desde La Poveda, para no cruzar el puente de las avispas.

Los kilómetros iban cayendo, ya a sabiendas que íbamos a pasar de la centena de ellos cuando llegáramos a casa.

Solo nos quedaba subir por las calles del pueblo, donde las rampas se hacen más duras aunque con la satisfacción de estar completando una etapa mítica.

Cuando pasábamos junto al Auditorium Miguel Ríos caía la cifra, habíamos superado los 100 km y aun nos quedaban otros 4 para llegar a casa.
 
Cuentakilómetros en el Miguel Ríos
Foto: Marqués


Y así fue, pues a las 4 y media, cuando me bajaba de la bici en la puerta del garaje el cuentakilómetros marcaba exactamente la no despreciable cifra de 104 con 20 metros. Todo un record para los Nenazas.
 
Cuentakilómetros al final de la etapa, sin trampa ni cartón
Foto: Marqués


Ahí queda eso, los gordos del pelotón fuimos capaces de pegarnos una larga etapa que quedará para la historia de los Nenazas como la Ruta de los Gordos, con un par.

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