8 de febrero de 2015, hacia la vega del Tajuña y Valgrande


No  hay quien pueda con algunos Nenazas, irreductibles como los personajes de aquella Aldea Gala muy famosa por sus personajes  que tomaban una poción mágica y que los romanos no podían hacerse con ellos.

En esta ocasión 4 de las más valientes, Jokincenturix, Profetix, Voladorix y Marquecurcix, fueron los protagonistas de esta aventura dominical.
 
Los irreductibles Nenazas de la etapa
Foto: Jokin


La salida con muchas dudas, no nos poníamos de acuerdo en la ruta a seguir, lo tenemos todo tan trillado que las ideas se agotan o cuesta que salgan a flote.

Pronto Jokincenturix como un buen Druida tomó el mando, es el puto amo de las rutas Nenazas, ya lo sabéis bien. Nos propuso ir a Morata por el Vaáamono, luego el camino del Piolín para bajar a Morata por el camino del tractor que aun no había visto después de las reparaciones que ha sufrido éste.

 
Camino del tractor arreglado
Foto: Marqués


Pues esa fue la ruta hasta Morata, ni más ni menos. Sin nada destacable más que Profetix tardó en calentarse, ya le conocéis cuando lo hace es implacable.

En Morata una breve parada, una compra de una pequeña cajita de ricos Conejitos (palmeras de la Panadería Conejo, que te hace llegar a viejo) para el postre del lunes a la noche y a seguir que nos quedaba mucho por delante.

Para seguir Jokincenturix quería subir el valsuputamadre y si él tiene ese capricho los demás agachamos la cabeza y a donde nos diga. Eso si en vez de ir por la carretera buscamos una ruta alternativa por la vega del Tajuña, que ya hicimos en la otra dirección hace muchos lustros, y así esquivamos la carretera.

Los caminos de la vega del Tajuña están perfectos, el problema es que dan muchas vueltas y rodeos hasta que llegas a donde quieres. Así que improvisando para acá y para allá llegamos hasta las estribaciones de la laguna de San Galindo en el término municipal de Chinchón junto al camino por el que bajamos alguna que otra vez de este emblemático pueblo.

Una vez allí girar a la derecha para alcanzar la carretera M-313, cruzarla e iniciar el ascenso a la urbanización Valgrande, por la senda que todos conocemos como Valsuputamadre.

La subida tremenda al principio, con un barro pegajoso que hacía dificultosa cada una de las pedaleadas que había que dar. Ahí ocurrió el goteo de ciclistas, con Jokincenturix a la cabeza, sin despeinarse, detrás Profetix, a su ritmo, a su zaga Voladorix incansable como pocos y a la cola del pelotón rezagado por perder el tiempo para tomar un bocado antes de la subida, Marquecurcix.

 




 

Llegando a la Urbanización Valgrande
Fotos: Jokin


Hasta arriba llegamos todos, no puede ser menos. Poco a poco, lentos pero seguros. Allí hicimos la parada del platanito, reposamos un rato y programamos el resto de la etapa.

La vuelta hacia la cementera, por la Cañada Real, es la única forma de ir hasta la vía verde para acercarnos rápidamente a casa. Al llegar al Vaáamonos nos volvimos a reunir para lanzarnos hacia abajo, eso sí, unos más rápidos que otros. Sin más datos.

Una vez en la carretera de Chinchón, en línea uno detrás de otro camino de la Laguna de El Campillo para sufrir menos.

Jokincenturix se subió por el camino de los Cortados, como hace casi siempre. Los demás, también como siempre, por las calles de Rivas hasta verse superados por el aventurero.

El final en el Chapu con casi 60 kilómetros en nuestras piernas, quién da más. Ahí nos tomamos las cerecitas de rigor, acompañados del Gavilanix e hijo. No hay excusa para no acabar con unas rondas de fresquitas cerecitas para reponer fuerzas.

Y para finalizar parafraseando una frase famosa que diría uno de esos Galos llamado Obelix, acabo diciendo: “Por Tutatix, estos Nenazas están locos”.   

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