4 de septiembre de 2011, por las lomas de Morata y la vega del Tajuña

Salimos a la hora acostumbrada, con GPS como director de ruta, como casi siempre.

El inicio por la calle las Cañadas, dirección hacia la ruta de los cortados, por donde empezamos el camino. Una variante, eso sí, pues tomando un camino más interno cortamos para aparecer en la parte alta de la última cuesta, esa que acaba en una cadena junto a las vías del metro junto a la laguna del Campillo.

Zona alta de Rivas pueblo desde lo alto
Foto: Marqués

Una vez allí, evitando por ser todavía época de avispas, cruzamos hacia la carretera de Chinchón y subimos dirección a las lomas de Morata. El miedo es muy malo.

La subida por el camino tradicional, el del video “vaamono” pero cuesta arriba, donde pasé mis primeros apuros, aunque bien auxiliado por Elevator, que me llevó hasta la vía verde con menos apuros de los que esperaba.

GPS a la sombra de Trancas
Foto: Trancas

Elevator
Foto: Trancas

La llegada de Marqués a la via verde
Foto: Trancas

Desde allí y cruzando bajo el puente metálico de la vía verde, tomamos dirección hacia la cementera, por un camino nuevo y con algunos despistes del personal que iba por delante, solucionados sin problemas en pocos instantes.

Una vez en la cementera, seguimos por la cañada que va sobre las lomas con el valle del Jarama a la derecha y la vega del Tajuña a la izquierda.

La parada primera en la Colina del Suicidio, junto al monumento a los caídos de las Brigadas Internacionales en la Batalla del Jarama, donde nos hicimos el primer registro fotográfico de la jornada.

En el monumento a los caídos de las Brigadas Internacionales
Foto: Marqués

Cortados del Jarama desde el Cerro del Suicidio
Foto: Marqués


Desde allí y por un nuevo camino, llegamos hasta la parte alta de una urbanización llamada Valgrande, con unas casas muy chulas y con un cuestorro de impresión que nos llevó hasta el fondo del valle del Tajuña.


Una vez en la vega comenzamos a subir hacia Morata, siempre rodeados de huertos y muchas veces paralelos al río Tajuña, muy estrecho por la cantidad de agua que le deben chupar tantos y tantos huertos de su vega.


Junto a un pequeño salto de agua, a modo de cascaditas, hicimos un pequeño receso para hacer unas fotos y alguno que aprovechó para el robo de higos. La verdad es que estaban dulces aunque en una semana seguro que mejorarán bastante.


Salto de agua en el río Tajuña
Fotos: Marqués


La siguiente parada, la del platanito en un parque de Morata, donde repusimos fuerzas de cara a la subida de nuevo hacia la cementera.


Comidas varias para cada uno, sobre todo repitió magdalenas y chocolate nuestro compañero Trancas. No se le hizo nudo en la garganta porque había una socorrida fuente junto a nosotros.

Picnic en un parque de Morata de Tajuña
Foto: Marqués


A continuación y subiendo por calles empinadas de Morata, llegamos al inicio de la cuesta que tanto tiempo llevaba GPS tratando de subir con el pelotón. Y el pelotón sin prisa pero sin pausa, subió arrastrando el alma por el camino.


Parecía que iba a ser más dura de lo que fue, aunque la verdad es que cada vez los retos los cumplimos con mejor forma o con más coraje, no lo sé.


Una vez en lo alto, de nuevo dirección a la cementera por el mismo camino de subida, ahora de regreso a casa. Pasamos de nuevo bajo el puente metálico de la vía verde y bajamos por el camino “Vaamono” hasta la carretera de Chinchón. Un tramito de carretera y llegamos a Rivas pueblo, donde tras breve parada en la fuente terminamos con la subida por las calles hasta el Camelot.

Un total de unos 65 kilómetros de "na". Es la media porque a alguno le salieron 67 y a otro 63, cosa de la calibración de los cuentakilómetros.


Unas cervecitas de celebraciones varias, incluido algún que otro cumpleaños y el reencuentro con Josemari, que medita su reincorporación aunque todavía tiene molestias. A mejorarte que te esperamos.

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