18 de noviembre de 2012, por el puente del Pindoque hacia las Vegas del Pingarrón

En una mañana más de domingo, en un pueblo del Sureste madrileño, se juntaron unos cuantos valientes ciclistas en busca de esos caminos de las vegas y lomas que circundan la localidad ripense, donde realizar la etapa dominical.
En esta ocasión fueron 8 los participantes de una larga y dura etapa, que recorrió la vegas de los ríos Manzanares y Jarama en su tramo inferior.

No había nada preparado, ni siquiera previsto, por lo que la decisión final estuvo a cargo de Jokin, que nos propuso y convenció en realizar una etapa solo hecha una vez y hace mucho tiempo, al Pingarrón, en San Marrtín de la Vega.
La salida por el parque del Cerro del Telégrafo, por la parte izquierda directamente por la pista entre los pinos, que te lleva directamente hasta la avd. Pilar Miró. Para bajar por esas calles tan utilizadas de salida y llegar hasta el pueblo de Rivas, junto al Metro, cruzando bajo la carretera de Valencia por debajo del puente, hasta alcanzar la carretera que nos lleva hacia las instalaciones de la Escuela de Protección Civil.

Nada más cruzar el puente sobre el río Manzanares, en Casa Eulogio, y cruzar la barrera, como ya sabéis, toca girar a la izquierda en dirección hacia el desprendimiento.
Novedades en la zona, pues han pasado maquinaria pesada que además de alisar bastante el camino, ha eliminado toda posibilidad de salirse de él incluso para rodear el cable siguiente que corta el paso de vehículos. Acciones que no se entienden, pues solo impiden que los que vamos sobre la bici podamos circular por la zona sin bajarnos y hay que parar para pasar por encima sin más remedio.

El resto del camino hasta el desprendimiento sin ninguna novedad, es muy conocido por todos nosotros y por muchos más ciclistas con los que te cruzas en cada salida por la zona.
El grupo siguió constante una vez pasado el desprendimiento, estirado en grupetes para juntarnos de nuevo frente a la zona anterior a las Boyerizas. Ahí la ruta decidimos separarla de la pista asfaltada que lleva hasta la carretera de San Martín a Perales del Río y tomar los caminos de la vega del bajo Jarama.

En este lugar Antonio se daba la vuelta, una vez cumplido su cupo diario. Unas fotos, unos saludos, la despedida y p’alante el resto.

Pelotón
Fotos: Josemari

Una vez recorridos unos cuantos kilómetros, se me ocurrió cambiar un poco la etapa y le propuse a GPS ir a ver el puente del Pindoque. GPS que una vez lo visitó, asisntió y de esa forma nos dirigimos hacia el río en busca de este emblemático lugar.
Restos del puente del Pindoque
Foto: Josemari

Autor: Josemari

El antiguo puente del Pindoque era un puente para el ferrocarril de la azucarera de la Poveda. Sobre un sistema de traviesas descansaban directamente las vías, por lo que en principio no era utilizable por vehículos, personas o ganado. Sin embargo en uno de sus lados había una franja cuyo suelo estaba formado por planchas de hierro, lo que lo hizo transitable hasta que los zapadores lo acondicionaran para el paso del resto de las tropas nacionales en la Guerra Civil, en la Batalla del Jarama.
El paso de la caballería no debió ser ni mucho menos sencillo. Presionados por el constante fuego republicano sobre el puente, los jinetes debían pasar por una estrecha franja de planchas de metal cubiertas de hombres y caballos muertos. Dificultad que precipitó a algunas monturas a las turbulentas aguas del río Jarama.
Las tropas moras se dejaron en la orilla izquierda del Pindoque una carga y parte del puente vuela por los aires, pero sin consecuencias graves para su trasiego.
Tras la guerra el puente se siguió utilizando en su forma anterior hasta que en los años 60 se abandonara la línea férrea que lo recorría. A principios de los 70 el puente fue destruido, tal vez por una riada o para reutilizar el abundante metal del que estaba compuesto, apareciendo tal y como lo podemos ver hoy en día.
Texto extraído del Blog “la Historia del Parque Lineal del Manzanares”
Tras la breve visita, continuamos por zonas desconocidas por todo el grupo y algo olvidada por GPS. El único problema fue seguir el camino pegado al rio, pues poco más abajo una zona de campo arado hacía desaparecer la senda y tuvimos que darnos la vuelta en busca de una nueva ruta que nos llevara a zonas conocidas.
Sin ningún problema, muy rápidamente lo conseguimos y ya rodábamos por caminos conocidos en busca del puente de San Martín de la Vega. Una vez cruzado el puente, parada y negociación. Alguno proponía subir hasta la vía pecuaria por la cuesta del camino de Vallequillas y otros seguir por la orilla izquierda del rio en busca del lugar propuesto a la salida, el Pingarrón.
Sin mucho discutir, olvidamos la subida de Vallequillas y tomamos dirección a la urbanización la Vega del Pingarrón. Una pista muy ancha, algo bacheada pero sin mucho desnivel.
Unos 5 kilómetros después de cruzar el puente de San Martín, el camino no puede seguir por la orilla del rio, pues éste se pega a la ladera de las montañas y el camino gira radicalmente a la izquierda comenzando una subida hacia la vía pecuaria.
Allí 3 miembros del grupo decidieron volverse para atrás, otros 3 iban por delante ya subiendo las empinadas y pedragosas cuestas. GPS, sin muchas ganas de continuar, nos despedía para continuar en busca de los de delante.
El grupo avanzado subió todas las cuestas hasta alcanzar la vía pecuaria y continuar en dirección a la cementera de Morata. Desde allí bajar hacia el Puente de Arganda por nuestro más famoso camino de Vaaámono, la carretera de Chinchón y Rivas para subir por las calles hasta el destino final.
Subida del Pigarrón y entorno de la vía pecuaria
Fotos: Jokin y Josemari

El resto retomamos nuestros pasos hacia atrás, evitando el puente del Pindoque, y en busca directa de la pista asfaltada para volver hacia la Presa del Rey lo más rápido, corto y más cómodo posible.
El Gavilán tenía prisa y antes de subir hacia el desprendimiento, tiró por delante, había que llegar lo antes posible a casa.
Clavi y un servidor, nos lo tomamos con un poco más de calma y poco después seguimos sus pasos. Los kilómetros iban haciendo mella, separándome unas decenas de metros hacia detrás. Aunque llegando al pueblo, nos volvíamos a juntar tras el paso de Clavi por la fuente para realizar una limpieza de la bicicleta, que iba de barro hasta las trancas y así llegaría a casa un poco más ligera y limpita.
Por las cuestas me volví a quedar un poco retrasado hasta que definitivamente nos separamos, al cambiar de camino por el que continuar.

El guasapp hizo el resto para las cerecitas, pues leyendo los numerosos mensajitos que iban llegando, me enteré del lugar elegido para la cata del zumo de cebada. Así fui en busca del pelotón al bar del centro comercial del ZOCO, pues como otras veces el Camelot estaba cerrado.
Las cerecitas en el ZOCO
Fotos. Avispa y Josemari

La etapa concluyó con unos 68 kilómetros recorridos, más o menos la misma distancia en ambos grupos, con una paliza contundente en el grupo, pero con el ánimo intacto para organizar una nueva ruta al siguiente domingo.

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