25 de noviembre de 2012, por las lomas argandeñas al Rock in Rio

Una nueva etapa dominical con un multitudinario pelotón, como en los mejores momentos. A la cita, a las 9 de la mañana de este domingo, acuden 10 Nenazas de los tradicionales, Alfonso que parece se incorpora definitivamente al grupo y José Luis, colega del Marqués. Un total de 12 componentes.
 
Alfonso, como decía, parece que se incorpora al grupo, tras un tuneado en su bici, quitando la pata de cabra, los catadriópticos y pesos superfluos, y cambiando el sillón por uno en teoría más cómodo. Ya nos dirá.
Como el guía habitual nos falló, le confundió la noche aunque no fue el único, la etapa se decidió sobre la marcha, a sabiendas que una parte del grupo regresaría antes, pero ya veremos que se volvió demasiado pronto, algunos esquiroles. La decisión la sabéis algunos y la veréis el resto, aunque el destino final era el Rock in Rio, en Arganda.  

La salida con el pelotón principal rodeando la senda derecha del Cerro del telégrafo y unos pocos esperando en el inicio de la avd. Pilar Miró, a que bajara el resto. Continuamos ya todos juntos camino del pueblo, enlazando con José Luis, que nos esperaba frente al Auditorio Miguel Ríos. Todo el pelotón sin pausa continuó en dirección al pueblo.
Bajamos por el Polideportivo de Parque del Sureste hasta el borde de la laguna de El Campillo, para cruzar bajo el puente del Metro y comenzar por recorrer los primeros kilómetros por la carretera de Chinchón.

Es un camino habitual tanto de subida como de bajada, que como veréis también usamos cuando no vamos a ese pueblo poco conocido que se llama algo así como MORATA, ¿os suena de algo?. La ruta se desvió como siempre por nuestro famoso camino Vaáamono, el cual a ritmo fuimos subiéndolo hacia nuestro destino en lo alto.
 
Pero hoy no tocaba ir hacia ese bendito pueblo, tocaba desviarnos y subir por esa ruta que tanto le gusta a Jokin, los Cerros Concejiles. Un empinado camino donde nos encontramos y cruzamos con un numeroso pelotón, de más de 80 ciclistas. De forma un tanto asombrosa, alguno de los ciclistas, que por cierto ocupaban toda la anchura del camino, gritaban que porqué íbamos en dirección contraria. ¿Quién lo hacia ellos o nosotros?. Los caminos no tienen una dirección única y los que tienen que tener cuidado son los que van en grupo numeroso, y sobre todo los que bajan las cuestas, no los que suben, que mucho tienen con mantener su ritmo. Ver para creer.

Una vez todos arriba juntitos y en plena reparación de la bici de Calzas, que no frenaba ni para atrás, convencí al grupo para hacer la foto de grupo antes de seguir adelante. Menos mal, porque a la partida de los primeros, parte del pelotón decidía dar por finalizada su etapa y regresar hacia casa. Alguno tiene disculpa, pero alguno otro, en concreto uno que estuvo vacilando al personal durante la etapa, se volvió con nocturnidad y alevosía porque tenía que practicar otro deporte por la tarde. Ese dichoso deporte innombrable de los cojones.


Imágenes de la subida y llegada a la cima
Fotos: Avispa

Pelotón
Foto: Marqués

Lo siguiente fue bajar hasta la vía verde de Arganda a Morata, para cruzarla y subir por los bellos caminos rodeados de Quejigos, Coscojas, Encinas y otros árboles, muy bellos ahora en otoño.


Por los quejigales de Arganda
Fotos: Jokin y Marqués

Sube que te sube, con tramos de zonas semiplanas, llegamos a la zona de descanso, el parque de la Dehesa del Carrascal, muy cercano a la localidad de Arganda del Rey.

Aquí tocaba descanso, reponer fuerzas, tomar el platanito, unas fotos y sobre todo comentarios y risas, que es lo mejor de la etapa.

Los que llegamos al parque y concluímos la etapa
Foto: Marqués

Poco antes de la partida, apareció de nuevo el gran grupo que nos cruzamos por la mañana, o eso parecía, aunque al menos esta vez su dirección era distinta a la nuestra y no nos volveríamos a cruzar con ellos.
La ruta continuaba hacia el Rock in Rio, aunque un tanto descontrolada con el pelotón en tres grupos separados. El Sargento y Avispa por un lado, Clavi y Alfonso, por otro, y Jokin, el Profe, Marqués y José Luis, para completar el despiste por un lugar diferente.
En la explanada del Rock in Rio, nos juntamos el primer grupo y el tercero, contactando por teléfono con los otros dos para quedar en juntarnos en lo más alto del Vaáamono.
Continuó la ruta por parte del grupo numeroso, tomando dirección hacia la cementera y el Vaáamono, donde se volvió a separar el pelotón y donde debieron ocurrir las escenas más graciosas de la mañana. El Sargento Pegatinas, que parece que no quería llegar a casa limpio, se metió en un lodazal de barro y puso la bici y la rodilla que debió poner en el suelo, completamente embarradas. Otro conato de caída tuvo en las proximidades del puente de hierro de la vía verde, pues eligió la zona derecha para cruzar el enorme charco ya conocido. Aure, que se pasa por la izquierda, acuérdate.

Allí, sobre el Vaáamono, nos juntamos de nuevo, para realizar una bajada vertiginosa, al menos para alguno, esquivando piedras, curvas pero sin obstáculos de gran tamaño de los encontrados hace un par de semanas. Lo único destacable fue un carro tirado por dos caballos que hubo que adelantar, con las protestas de su conductor.
Poco después nos descolgamos del grupo José Luis y Marqués, e hicimos el tramo de carretera más tranquilos. Incluso con una parada para cumplir un encargo del Profe. Te la dedico.

Las Cigüeñas en los edificios de las antenas de RNE
Foto: Marqués

Un pinchazo de José Luis, nos detuvo junto al puente de hierro que cruza el Jarama junto a la laguna de El Campillo. Nos entretuvo un tanto hasta poder solucionar los problemas, pero poco después continuamos.
El resto de la ruta ya lo conocéis en demasía. Esta vez estaba abierto el Camelot, donde cumplimos la tradición de las cerecitas de final, y a casa, que había que comer.
Un saludo y hasta la próxima, Nenazas.

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