Se
preveía una dura jornada tras la ruta del domingo anterior, donde nos dejamos
una parte de la etapa preparada por GPS en el tintero, en espera de ser
realizada en esta ocasión. Veremos que de nuevo no pudo ser y queda para otra mejor
ocasión.
A la salida
Foto: Casper
Convocados
donde siempre y a la hora de siempre, un grupo de valientes Nenazas, con una
amenaza en el ambiente, el viento que se pronosticaba para la mitad de la
mañana. Y como no, el frío invernal que no llega a congelar los pocos charcos
que quedan en los caminos, después de unas fechas un tanto secas. La lluvia
llegó pero lo hizo en la tarde noche del domingo.
Salíamos
sin rumbo fijo, aunque alguno mantenía la idea de completar la etapa de la
jornada anterior, aunque poco a poco cambiamos de idea. La salida por la pista
del pinar del Cerro del Telégrafo, para enfilar nuestro camino por la avd. Pilar
Miró y el Miguel Ríos, donde se incorporaba de nuevo al grupo José Luis, que le
va cogiendo gustillo a las salidas dominicales. Ya es un Nenaza más.
Bajamos
directos hasta la laguna de El Campillo, para subir por enésima vez por la
carretera de Chinchón y el Vaáamono, como no. Nos juntamos en la zona alta,
junto al puente metálico de la vía verde, tradicional punto de encontró una vez
subido nuestro camino más habitual. Allí surgió la primera negociación y fue
donde quedó casi decidido el cambio de ruta, aunque sin rumbo fijo. Cruzamos
bajo el puente metálico y el pelotón tomó rumbo hacia las canteras de Morata.
Curva
tras curva, piedra tras piedra, seguimos por otro de nuestros caminos
habituales en dirección hacia Morata. Pero esta vez la parada fue rápida, para
hacernos la foto de pelotón junto a un icono de nuestras etapas, un Piolín
azulito que algún paisano hace tiempo, decidió colgar de una higuera cual
bolita de Navidad.
El pelotón de la jornada y el Piolín
Fotos: Marqués
Allí
vino la segunda negociación, pues por fin decidimos nuestro destino, que iba a
ser una vez más el entorno del Rock in Rio y el parque de la Dehesa del
Carrascal. Una etapa un poco más cómoda pues parte del pelotón tenía idea de
llegar prontito a Rivas, sobre todo el gallo del pelotón.
Atravesamos
las canteras de Morata, con el cuestón incluido y entre olivos nos dirigimos
hacia el Rock in Ríos, aunque esta vez no tocaba pasar por el aparcamiento sino
rodearlo por la zona norte para cruzar bajo la A-III y dirigirnos hacia el
citado parque. En esa zona se estiró el pelotón aunque tras una corta espera
cerca del cementerio de mascotas El Último Parque, nos juntamos de nuevo para
llegar en grupo hasta la Dehesa del Carrascal.
Allí
tocaba la parada del platanito, los comentarios, las risas y como no, nuevas
fotos de un grupo relajado por unos instantes.
Parada del platanito con el pelotón al completo
Fotos: Marqués
La
continuación estaba clara, todo el mundo para casa. El gallo Holandés con la
mente fija en llegar a casa temprano, nos abandonó por delante bajando a todas
prisas sin volver a vernos. El grupo que iba en cabeza, tomó una ruta
alternativa, de esas que le gustan tanto a GPS, para bajar por vericuetos y zonas
escalonadas, o eso dijeron. Y lo demás por el camino habitual.
A
la mitad del camino contactamos todos de nuevo, para bajar hasta la carretera
de Arganda a Morata y entrando a la vía verde para tomar destino hacia La
Poveda. Por zonas conocidas, tras atravesar el polígono de Arganda volvimos a
contactar con la vía verde, esta vez para bajar hasta La Poveda.
Esta
vez no cruzamos el puente del Tren de Arganda, sino que giramos a la izquierda
una vez pasada la depuradora para pedalear Jarama abajo para dirigirnos hacia
el antiguo Puente de Arganda entre el vallado metálico de las fincas
circundantes y la vega del río Jarama.
Solo
nos quedaba por delante la subida por las calles del pueblo. El principio lo
realizamos en pelotón casi compacto, solo alterado por algunos demarrajes por
delante, hasta que llegamos a la zona anterior al Miguel Ríos. Allí GPS decidió
conocer nuevas rutas, y cogiendo un camino hacia los cortados, comenzó una
pequeña aventura hacia lo desconocido. Detrás solo dos miembros del pelotón,
Avispa y Marqués, que a la retaguardia subieron para arriba.
Al
poco de iniciar la subida, cada vez se iba complicando más la cosa. Eligiendo
lo que parecía más apropiado en cada momento llegamos hasta que se perdía todo
rastro de senda hacia lo alto. No quedó más que bajarse de la bici, unos con la
bici sobre el hombro y otro empujando como un jabalí, para llegar hasta lo alto
por una inclinada cuesta, llena de pedrotes y cristales, seguro que es la zona
del antiguo vertedero de Rivas.
A
lo más alto del camino de los cortados nos llevó la subida, ahí el viento era
insoportable, como apuntaban las previsiones del día. Tomamos el camino
dirección a casa entre los pinos , para llegar hasta el parque del cerro del
Telégrafo y acabar nuestra etapa donde nos gusta acabarla, en el Camelot.
Allí
y tras 52 km de recorrido nos juntamos casi todos, uno ya duchado, otro con la
bici sobre el coche e incluso alguno que no había participado en el evento.
Unas cerecitas y para casa, que el día es largo y quedaban muchas cosas por
hacer.
Reitero
la petición de vuelta al pelotón de algunos, que ya va siendo hora, y sobre
todo que el viento no nos acompañe en futuras rutas, ¡vaya invierno más
ventoso!
Y
sobre todo, Rafa no desesperes que tu ruta la acabaremos tarde o temprano, no la
has preparado en balde, hacerse se hará. Si no es hoy, mañanaaaaa.
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