10 de febrero de 2013, sin destino fijo por Morata y Arganda


Se preveía una dura jornada tras la ruta del domingo anterior, donde nos dejamos una parte de la etapa preparada por GPS en el tintero, en espera de ser realizada en esta ocasión. Veremos que de nuevo no pudo ser y queda para otra mejor ocasión.
 
A la salida
Foto: Casper


Convocados donde siempre y a la hora de siempre, un grupo de valientes Nenazas, con una amenaza en el ambiente, el viento que se pronosticaba para la mitad de la mañana. Y como no, el frío invernal que no llega a congelar los pocos charcos que quedan en los caminos, después de unas fechas un tanto secas. La lluvia llegó pero lo hizo en la tarde noche del domingo.

Salíamos sin rumbo fijo, aunque alguno mantenía la idea de completar la etapa de la jornada anterior, aunque poco a poco cambiamos de idea. La salida por la pista del pinar del Cerro del Telégrafo, para enfilar nuestro camino por la avd. Pilar Miró y el Miguel Ríos, donde se incorporaba de nuevo al grupo José Luis, que le va cogiendo gustillo a las salidas dominicales. Ya es un Nenaza más.

Bajamos directos hasta la laguna de El Campillo, para subir por enésima vez por la carretera de Chinchón y el Vaáamono, como no. Nos juntamos en la zona alta, junto al puente metálico de la vía verde, tradicional punto de encontró una vez subido nuestro camino más habitual. Allí surgió la primera negociación y fue donde quedó casi decidido el cambio de ruta, aunque sin rumbo fijo. Cruzamos bajo el puente metálico y el pelotón tomó rumbo hacia las canteras de Morata.

Curva tras curva, piedra tras piedra, seguimos por otro de nuestros caminos habituales en dirección hacia Morata. Pero esta vez la parada fue rápida, para hacernos la foto de pelotón junto a un icono de nuestras etapas, un Piolín azulito que algún paisano hace tiempo, decidió colgar de una higuera cual bolita de Navidad.
 
El pelotón de la jornada y el Piolín
Fotos: Marqués

Allí vino la segunda negociación, pues por fin decidimos nuestro destino, que iba a ser una vez más el entorno del Rock in Rio y el parque de la Dehesa del Carrascal. Una etapa un poco más cómoda pues parte del pelotón tenía idea de llegar prontito a Rivas, sobre todo el gallo del pelotón.

Atravesamos las canteras de Morata, con el cuestón incluido y entre olivos nos dirigimos hacia el Rock in Ríos, aunque esta vez no tocaba pasar por el aparcamiento sino rodearlo por la zona norte para cruzar bajo la A-III y dirigirnos hacia el citado parque. En esa zona se estiró el pelotón aunque tras una corta espera cerca del cementerio de mascotas El Último Parque, nos juntamos de nuevo para llegar en grupo hasta la Dehesa del Carrascal.

Allí tocaba la parada del platanito, los comentarios, las risas y como no, nuevas fotos de un grupo relajado por unos instantes.
 
Parada del platanito con el pelotón al completo
Fotos: Marqués


La continuación estaba clara, todo el mundo para casa. El gallo Holandés con la mente fija en llegar a casa temprano, nos abandonó por delante bajando a todas prisas sin volver a vernos. El grupo que iba en cabeza, tomó una ruta alternativa, de esas que le gustan tanto a GPS, para bajar por vericuetos y zonas escalonadas, o eso dijeron. Y lo demás por el camino habitual.

A la mitad del camino contactamos todos de nuevo, para bajar hasta la carretera de Arganda a Morata y entrando a la vía verde para tomar destino hacia La Poveda. Por zonas conocidas, tras atravesar el polígono de Arganda volvimos a contactar con la vía verde, esta vez para bajar hasta La Poveda.

Esta vez no cruzamos el puente del Tren de Arganda, sino que giramos a la izquierda una vez pasada la depuradora para pedalear Jarama abajo para dirigirnos hacia el antiguo Puente de Arganda entre el vallado metálico de las fincas circundantes y la vega del río Jarama.

Solo nos quedaba por delante la subida por las calles del pueblo. El principio lo realizamos en pelotón casi compacto, solo alterado por algunos demarrajes por delante, hasta que llegamos a la zona anterior al Miguel Ríos. Allí GPS decidió conocer nuevas rutas, y cogiendo un camino hacia los cortados, comenzó una pequeña aventura hacia lo desconocido. Detrás solo dos miembros del pelotón, Avispa y Marqués, que a la retaguardia subieron para arriba.

Al poco de iniciar la subida, cada vez se iba complicando más la cosa. Eligiendo lo que parecía más apropiado en cada momento llegamos hasta que se perdía todo rastro de senda hacia lo alto. No quedó más que bajarse de la bici, unos con la bici sobre el hombro y otro empujando como un jabalí, para llegar hasta lo alto por una inclinada cuesta, llena de pedrotes y cristales, seguro que es la zona del antiguo vertedero de Rivas.

A lo más alto del camino de los cortados nos llevó la subida, ahí el viento era insoportable, como apuntaban las previsiones del día. Tomamos el camino dirección a casa entre los pinos , para llegar hasta el parque del cerro del Telégrafo y acabar nuestra etapa donde nos gusta acabarla, en el Camelot.

Allí y tras 52 km de recorrido nos juntamos casi todos, uno ya duchado, otro con la bici sobre el coche e incluso alguno que no había participado en el evento. Unas cerecitas y para casa, que el día es largo y quedaban muchas cosas por hacer.

Reitero la petición de vuelta al pelotón de algunos, que ya va siendo hora, y sobre todo que el viento no nos acompañe en futuras rutas, ¡vaya invierno más ventoso!

Y sobre todo, Rafa no desesperes que tu ruta la acabaremos tarde o temprano, no la has preparado en balde, hacerse se hará. Si no es hoy, mañanaaaaa.

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