9 de febrero de 2014, Guarros pero Valientes

Y todavía habrá alguno que pensará  - ¿hubo etapa el domingo?

Pero como no vamos a salir. Si a la hora de la convocatoria de salida de etapa no llueve, Nenazas a la calle y a pedalear por esos caminos de nuestro entorno.

A la cita en Picos de Urbión solo acudimos dos, los más VALIENTES y ARRIESGADOS del pelotón, no hay que decir más porque os lo imagináis. Aunque empezada la ruta se nos unió otro valiente que esperaba en las cercanías del Miguel Ríos.

No llovía aunque las previsiones apuntaban a que lo haría entorno a las 11 de la mañana y para eso nos quedaban dos horitas por delante, suficiente si tienes ganas de montar un rato.

Tampoco estaba nada claro dónde íbamos a ir, no se podía ir muy lejos por si llovía y las lluvias de la semana habrían dejado muchos caminos impracticables.

Por eso, como socorrido y habitual elegimos el Vaáamono, un camino que casi nunca defrauda y esta vez no podía ser menos.

Para allá fuimos, pasando primero por la laguna de El Campillo, y continuando por la carretera de Chinchón hacia nuestro camino más visitado.

Llegamos pronto al Vaáamono, la idea era girar a la izquierda unos vez hechos los primeros kilómetros y subir por los Cerros Concejiles, el camino que más apasiona a Jokin.

Esta idea se nos cambió pronto, sobre todo al ver que Caracol iba un poco tocado en las primeras cuestas. Podía ser mucho castigo y se decidió seguir adelante para culminar esta ruta junto al puente metálico de la Vía Verde.

Aguanté las siguientes rampas y no me descolgué de Jokin hasta la zona donde empiezan las curvas. Allí éste se unió a otros tres ciclistas y tiraron hacia arriba sin poder seguir su ritmo.

Así cuando llegaba a lo alto Jokin daba vueltas por la zona para no parar. Unos minutos después llegaba Caracol, desencajado por la inactividad que pasa factura. Había que hacer un receso para que recuperara la respiración.


Junto al puente metálico de la vía verde 
Foto: Marqués


No sabíamos que hacer, Caracol estaba convencido de darse la vuelta y nosotros dos todavía queríamos más.

Eran las 10 y media, más o menos y las primeras gotitas empezaron a caer, eso era un mal presagio. Así que decidimos darnos la vuelta todos juntos bajando por ruta distinta a la de subida.

La bajada por el camino que transcurre casi en paralelo a la Vía Verde, un camino un poquitín pedregoso pero entretenido para los que les gusta ese tipo de caminos.

Un vez abajo ya en la Vía Verde tocaba decidir de nuevo por dónde ir, convenciendo a Caracol para no volver hacia La Poveda y el “puente de las avispas”, que está en un estado un tanto peligroso.

Por lo tanto solo quedaba una opción, subir por el camino que habitualmente venimos desde los Cerros Concejiles, aunque esa opción no le convencía mucho a Caracol. Esa cuesta inicial le daba respeto.


Caracol una vez subida la cuesta 
Foto: Marqués


Una vez arriba hicimos una breve parada para el platanito, y ahí empezaron a caer del cielo una nieve parecida a unos granicillos pequeñines, que nos hicieron dejar el descanso y volvernos para casa cuanto antes.

En el Vaáamono nos juntamos de nuevo, para bajar casi juntos hasta la carretera de Chinchón. Había dejado de llover y de caer esa nueve dura pero cada vez el cielo se ponía más oscuro.

La siguiente reunión en el Puente de Arganda, ya chispeando aunque con poca importancia. Jokin iba a subir por los cortados hacia el Miguel Ríos y nos dejó por delante.


Imagen antigua del Puente de Arganda en el Archivo rojo
Fuente: Blog SEPAN QUANTOS


Jokin en el Puente de Arganda 
Foto: Marqués


En los primeros instantes Caracol y yo fuimos juntos, aunque duró poco porque cada vez caía más agua y el ritmo debía ser más alto para llegar cuanto antes. Así nos despedimos y seguí hacia delante.

Hice casi toda la subida en solitario, lloviendo sin remisión. También mojándome como semanas atrás pero con una satisfacción evidente.

En las últimas rampas de la avd. Pilar Miró y antes de llegar a la pista del pinar del Cerro del Telégrafo Jokin enlazó por detrás.


Hicimos el resto de la ruta hasta llegar a casa juntos, para culminar una etapa de poco más de 38 kilómetros en la que volvimos a llegar calados, Guarros pero Valientes.

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